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martes, 27 de septiembre de 2022

Noche a la romana

           Es sábado por la noche y nos va a tocar pasarla en las calles de la ciudad, debido al elevado precio de los hoteles. No estamos dispuestos a pagar -a pesar de haber dormido ayer en el aeropuerto y también, hacerlo mañana -, a pagar los casi 90 euros, que nos piden por el alojamiento más barato, que encima, esta a más de diez kilómetros del centro.

          Se había levantado cierta expectación desde los días previos, al recordar, que el año pasado en julio nos ocurrió lo mismo en Milán, también un sábado y la noche fue tremenda, con el ambiente muy crispado y aterrador, en Navigli -donde casi nos agredieron y la dura escena de consumo de cocaína en el exterior de Porta Génova, ya amaneciendo.

          Afortunadamente, en esta ocasión, todo fue mucho más tranquilo y previsible.

          Aún no había anochecido, cuando llegamos al Trastevere. Hacemos las compras para la noche en un supermercado Conad - en el centro de Roma son escasos y muy caros, a diferencia del norte de Italia - y nos disponemos a pasear por las abarrotadas calles.

          El gentío, que circula por las estrechas arterias es impresionante. El ambiente es totalmente festivo, pero a la vez, tenso. Y es, que tan reducido espacio es utilizado a la vez, por las extendidas terrazas, los coches, motos y patinetes y todas las personas, que transitamos en las dos direcciones. Un accidente o un hurto no serían descartables.

          La policía está por la zona, pero no interviene, como si fuera lo más normal del mundo. Pero, si aparece para molestar, a quienes nos queremos sentar en los escalones de la fuente de la plaza.principal a ver pasar el rato y a nuestros semejantes, prohibiendonoslo de malas maneras y sin dar ningún tipo de explicación.

          Tras acabar hartos, buscamos calles más apartadas y sobre la medianoche, deshacemos el camino, siguiendo el curso del río Tiber y cruzando varios puentes primero y por una calle larguísima y solitaria -aunque con mucho tráfico,-, después, hasta la plaza Navona.

          El ambiente es aquí mucho más relajado y te puedes sentar donde te de la gana y sin riesgos, a ver la vida pasar. Transitan todo tipo de personas: guiris despistados de manual, subgrupos de viajeros organizados, impenitentes ligones patrios, despedidas de soltera, jóvenes raperos, inofensivos ciudadan@s pasados de copas...

          Son las dos de la madrugada y la cosa no decae, pero decidimos cambiar de escenario y acercarnos a una plaza con una columnata iluminada, casi colindante con la vía del Corso. El ambiente es aquí más juvenil y juerguista, con algunas vomitonas por el suelo.

          A las tres, llegamos a la Fontana de Trevi. La policía la está abriendo y contempla espectante, como unas cuantas adolescentes toman la fuente para bailar y grabar videos, que se supone, luego, colgarán en Tic Toc. La zona está muy bien iluminada y el sonido del agua se dispersa con armonía y calma entre el controlado griterío de las chicas. Nada, que ver, con el sol cayendo de plano y ni un solo sitio donde sentarse, de hace doce horas, aquí.

          Nos da por discutir y el tiempo se pasa todavía más rápido. Aún sin haber amanecido y siguiendo las indicaciones del GPS - que se equivoca un par de veces y nos obliga a preguntar -, llegamos a la estación de Termini, donde tomar un tren, para Tívoli y dormir un rato, a la ida y a la vuelta.

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