El amargo sentimiento de la perdida de las fotos de un viaje, ya lo vivimos en 2008, durante nuestro segundo viaje largo - por el sudeste asiático -, pero en aquel momento, se trató de un suceso puramente accidental y no de una negligencia, como es este caso. Mi pareja estaba mirando las instantáneas en el visor de la cámara, cuando la tarjeta comenzó a dar un error múltiple y todas las fotos desaparecieron al instante. Nos ocurrió en Filipinas y fue uno de los momentos más tristes de nuestros 35 años de relación.
Dos meses después, cuando ya lo habíamos asumido y perdido toda esperanza, gracias a la información de un amigo residente en Brasil, compramos un programita por unos cuarenta euros, que logró restablecer a su estado normal en torno al 90% del material fotográfico.
4,45 de la madrugada del 12de septiembre, de 2022. Suena el despertador, pero no estamos en ningún hotel, sino tumbados en el suelo del aeropuerto de Fiumichino, en Roma. La noche anterior, debido al elevado precio de los alojamientos, la hemos pasado en las calles de Roma y la precedente, en esta misma terminal, provenientes de Corfu. Nos sentimos cansados y algo desorientados.
Vamos al baño y nos lavamos como los gatos. Debemos atravesar de inmediato los controles de seguridad y tomar el vuelo de Ryanair, que parte hacia Santander, a las 6,30 de la mañana. ¡No lo vayamos a perder, después de lo que ha costado -psicologica y económicamente _, cuadrar la vuelta!
De repente, advertimos, que algo no va bien. Al depositar los diversos enseres sobre la bandeja notamos la ausencia de la cámara y de la tarjeta SD introducida en su interior, que no encontramos en ninguno de los tres pequeños bultos, que portamos. Para nuestra mayor desgracia, el personal de seguridad nos informa, que la oficina de objetos perdidos no abre hasta las siete de la mañana.
El vuelo se convierte en el más triste de nuestras vidas y por primera vez, desde hace muchos años, asoman las lágrimas. Las siete horas de estancia en Santander, a la espera de tomar el autobús para Valladolid, resultan ser un infierno junto al mar.
Esa misma tarde y por correo electrónico, iniciamos las gestiones con la oficina de objetos perdidos del aeropuerto romano. Dos días después, aún no hemos recibido respuesta alguna. Estamos completamente seguros, de que la cámara la perdimos en la terminal 1 por la tarde, porque durante la mañana estuvimos, en Tívoli, haciendo fotos hasta el final de la visita. No tenemos apenas esperanzas de poder recuperarlas. ¡Os iremos contando!
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