Pues no. No visitamos Gyrocaster y todo fue, por una desastrosa acumulación de malentendidos. Y el caso es, que llegamos a estar físicamente en esta ciudad, para más desesperación.
Al llegar a la estación de Berat, solo vimos horarios por escrito, para Sarande: dos al día. No había casi nadie en la aceptable terminal y preguntamos, a quien pudimos, asegurándonos, que desde allí no había autobús directo, a Gyrocaster. Nos fuimos a visitar la ciudad, tan decepcionados como resignados (la resignación siempre está presente en Albania).
A la mañana siguiente, tomamos el bus de las ocho de la mañana, porque el otro, nos venía mal, al salir a las dos de la tarde. El vehículo era viejo, mugriento y llegamos a tener una avería, en la que hubo, que desmontar el motor. Unos cuantos guiris a bordo. Habíamos decidido la noche anterior viajar, a Sarande y al día siguiente, retroceder, a Gyrocaster. Según la guía, los servicios eran frecuentes.
Dormimos hasta las once y un cuarto de hora después, sorprendidos, llegamos, a Gyrocaster. Bajaron todos los extranjeros y nosotros dudamos si hacerlo, pero finalmente, mantuvimos la decisión, porque vimos un cartel con horarios frecuentes, a Sarande. La carretera entre estas dos localidades es la más bonita, que hemos visto en Albania. Pero, antes de llegar al destino, casi tenemos un grueso accidente. Si no llega a ser por la pericia y reflejos de nuestro conductor, se nos empotra por mi lateral del vehículo un loco, que había salido a toda velocidad sin respetar un stop.
Llegamos a la estación de Sarande -es un decir-, donde solo está anunciado el bus, a Tirana, de horarios intempestivos. Nadie informa, así, que preguntamos en la cafetería de al lado, donde nos confirmaron, que desde las ocho de la mañana había servicios cada hora. Nos despreocupamos del tema.
Tras visitar la ciudad y tomar alojamiento, compramos los billetes del ferry, a Corfu, para dos días después. A última hora, fuimos a reconfirmar los horarios de los autobuses, a Gyrocaster y la sorpresa fue mayúscula. Resulta, que solo hay dos al día y salen por la mañana, por lo que suponemos -nadie lo sabe alli-, que los de vuelta parten en esta misma franja. Y estos datos, los confirmamos hasta en tres agencias de viaje de la zona.
Con rabia, pena y nuevamente, resignación, decidimos no jugarnosla. Entre unos y otros, en dos días, habíamos recibido cuatro versiones diferentes sobre los autobuses, que conectan, con Gyrocaster. No podíamos arriesgarnos a no poder volver al día siguiente, perder la noche de hotel reservada, la cita con Martín y el ferry de la mañana siguiente, a Corfu. ¡Con lo que nos había costado en dinero y esfuerzo reservar el vuelo entre esta ciudad y Roma!
A la desesperada, tratamos de contratar una excursión organizada, que incluyera, además, el Ojo Azul. Nos pedían 30 euros a cada uno, que dábamos por bien empleados, pero era ya tan tarde, que no había plazas para la jornada venidera.
Si vais por Albania, os digan, lo que os digan, tenedlo claro: EXISTEN AUTOBUSES DIRECTOS ENTRE BERAT Y GYROCASTER.
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