Cuando de manera muy fugaz visitamos el país, en Julio de 2007, nos pareció un absoluto desastre, dominado por escombros, calles sin asfaltar, descampados eternos y mucha basura ( sobre todo en las playas). Este último aspecto sigue vigente en muchos lugares de Albania, pero en el resto de las cosas, la mejoría es notable, aunque no equiparable a la media europea. Al menos, en lo estético, en lo que se ve a simple vista, se les puede dar un aprobado raspado.
Porque en cuanto al carácter y forma de ser de los ciudadanos y a la organización de la vida cotidiana, las cosas siguen, casi igual. Los albaneses continúan tan indomables, como entonces y hacen del caos diario su forma de existencia. Esto se ve de forma muy evidente en el poco respeto, que le tienen a las normas de circulación y a los peatones.
El transporte público resulta muy escaso, sobre todo, desde Tirana, hacia el sur. Por ejemplo, solo hay dos autobuses de Sarande, a la capital y parten a horas intempestivas (cinco y media de la madrugada y nueve de la noche). Es muy difícil, fuera de Tirana, encontrar los horarios completos en las estaciones y cuando preguntas, te pueden dar diversas versiones, lo que lleva a la confusión. Al menos, podemos asegurar, aunque estando siempre muy atentos a los acontecimientos, que el eje Skhoder - Tirana - Berat - Gyrocaster - Sarande, funciona con cierta regularidad. Las terminales pueden estar en el centro o a las afueras, no hay una norma general.
Los vehículos suelen ser viejos y no es raro, que no dispongan de aire acondicionado, lo que hace insufribles los viajes en verano. El precio de los billetes resulta razonable, aunque no disminuye proporcionalmente, a medida, que aumentan las distancias, como ocurre en casi todas partes.
Mejores noticias podemos dar en el apartado de los alojamientos, que resultaron estar mejor que los de Montenegro y salieron bastante más baratos. No es difícil encontrarlos por unos 2000 leks diarios - unos 17 euros - y en los tres que estuvimos, todos tuvieron el baño dentro de la habitación. Eso sí: las alcobas económicas no abundan y a veces, cuesta dar con ellas, aunque no tanto, como en su vecino del norte.
El número de restaurantes en los lugares turísticos es menor, que en Montenegro, donde salen a casi uno por cada guiri, aunque resultan más económicos. La comida en ambos países es muy similar, pero los precios aquí son más ajustados para el bolsillo.
Existen muchos menos supermercados, que en Montenegro, especialmente, en el centro de Tirana. Muchos productos son caros, principalmente, la cerveza, el vino y las bebidas alcohólicas, aunque si se selecciona y no se opta por una cesta de la compra caprichosa, se puede vivir por no demasiado dinero. El agua en el país no es potable, por lo que deberemos añadir este gasto a nuestro presupuesto. Como en Montenegro, las frutas saben mucho mejor, que en occidente.
Por todo lo expuesto anteriormente, se puede decir, que Albania es uno de los países más baratos del viejo continente.
Aunque las debió de haber en algún momento del pasado, no encontramos una sola oficina de turismo, a lo largo del país. Para colmo, la última edición de la Lonely Planet de Albania, confunde más, que ayuda.
Todas las playas, que vimos, fueron pedregosas, salvo las de Ksamil, de aguas cristalinas azules y verdes, estando la mayoría montadas sobre plataformas de madera.
¿Es Albania un país del tercer mundo? Definitivamente, sí
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