Éramos conscientes desde antes del comienzo, de que esté iba a ser un viaje difícil y esforzado, porque las jornadas disponibles eran escasas para tanto itinerario y porque debido a los altos precios y a las dudas sobre el lugar de retorno, iniciamos nuestra andadura sin billetes de regreso cerrados, pero con fecha exacta del mismo.
A falta de las escasas esperanzas, que tenemos depositadas en la oficina de objetos perdidos del aeropuerto de Roma, la adversidad más importante fue la última. Mi pareja, que dispone de numerosas virtudes, cuenta con el grave defecto, de que lo pierde casi todo. Esta vez, ni más ni menos, le ha tocado el turno a la cámara y a las más de 500 fotografías acumuladas a lo largo del periplo. Si no fuera por los vídeos, recopilados en este blog, la memoria visual de esta aventura habría desaparecido por completo. ¡Grave, horrible e imperdonable mazazo! Y así os desvelo, lo del alto precio pagado, del otro post.
Otros contratiempos han sido:
-Tal, como están los aeropuertos este verano, el ya previsible retraso de tres de los cuatro vuelos, que hemos tomado. La mitad de los controles de seguridad -los de Madrid y Barcelona,en concreto- fueron exagerados, lentos, molestos, maleducados y absurdos.
-De un total de doce noches de recorrido, por diversos motivos, casi inevitables, cuatro las hemos pasado en aeropuertos y una en las calles de Roma (las tres últimas, seguidas)
-Enormes dificultades para cuadrar el recorrido de vuelta a nuestras fechas y a un precio razonable. Mucho trabajo y esfuerzo en los hoteles con el teléfono móvil, para terminar añadiendo un día más a la ruta, que perdemos de las vacaciones de octubre.
-Ir a uno o dos destinos por día, sin repetir alojamiento, lo que nos ha hecho muy difícil tomar aire y mantener la moral alta.
-El insoportable y exagerado calor y la desmesurada humedad, que no nos han dado tregua ni un solo día. Menos mal, que en todos los hoteles tuvimos aire acondicionado, aunque no siempre funcionó bien.
-Que este verano, debido a la inflación y a querer recuperar lo perdido por causa de la pandemia, los precios de todo se han vuelto imposibles y nos ha costado cuadrar el presupuesto.
-El caótico funcionamiento y la escasez de los transportes en Albania, al sur de Tirana. Fruto de ello sucedió, que nos quedamos sin visitar, Gyrocaster.
-La extrema dificultad para encontrar alojamientos , en Corfu, especialmente en la ciudad. O llenos o caros. A ello debemos añadir, en Montenegro y Albania, lo complicado, que resulta la mayoría de las veces, dar con el hotel o guest House seleccionado, porque los planos de las ciudades son muy malos y además, muchas calles no disponen de placa con el nombre
-Vernos obligados a pasar más de 48 horas en Roma. Hacia once años, que no la visitábamos, pero con una sola jornada habría sido suficiente.
A pesar de todo ello y de ir con la lengua fuera, el viaje ha merecido muchísimo la pena, aunque en muchas ocasiones, ha llevado a nuestro estrés a límites poco deseados.
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