Hanoi (Vietnam)
2º.- Cuarto de hora antes de la hora prefijada, a las 7,15,
ya estamos muertos de frío en el interior del autobús, que nos debe llevar a
Nha Trang. Pero no salimos hasta las ocho y diez, porque al resto del pasaje,
lo van trayendo poco a poco y porque el motor no arranca, durante más de diez
minutos. Suena fatal y está en unas condiciones pésimas, hasta para quienes no
entendemos de mecánica. Nunca debimos permitir –el pasaje está compuesto
mayoritariamente por extranjeros-m que ese autobús saliera de la estación.
Debimos exigir que nos pusieran otro. Pero no lo hicimos y así nos fue.
Como el maletero está sucio y con
agua, todos los equipajes tienen que ir apilados en asientos vacíos o
desparramados por el manchado suelo. El autobús es más sucio y roñoso, que el
que nos trajo de Mui Ne, record que parecía difícil de superar.
El paisaje es montañoso y a los
lados hay precipicios, pero la carretera no está mal de firme. Tres horas después de la partida una chica, con la que ya
habíamos coincidido en el bus a Dalat y que tiene problemas urinarios, necesita
evacuar. El autobús para a un lado de la carretera y ya aprovechamos casi
todos. Al intentar marcharnos, no hay manera posible y como era previsible el
maldito motor no arranca.
El conductor trata de arreglar la
avería sin éxito (no da la sensación de que entienda mucho de mecánica). Un
pasajero australiano, que parece que algo más avezado en esa materia, también
fracasa en su intento, de poner el vehículo en marcha. Así que toca empujar,
cosa a la que mi chico y yo nos negamos, porque no hemos pagado, para que nos
traigan en un vehículo de estas condiciones. Pero siete u ocho musculines, si
se animan inmediatamente. Tras 200 metros de impulsos, el autobús sigue sin
arrancar.
Camino de Nha Trang (Vietnam)
Efectuamos una parada de cinco
minutos, en la que el conductor habla por el teléfono móvil. Le han debido
decir, que sigamos empujando, porque los musculines –que ahora se han despojado
de la parte de arriba de sus ropas-, vuelven a arrastrar al vehículo, al menos
otros 300 metros más. Y todos los demás, detrás andando. No pueden más y lo
dejan. Su jadeante respiración, denota que están agotados y que mañana tendrán
unas cuantas agujetas.
Como casi siempre en estos casos,
nosotros somos los que más nos enfadamos, aunque cierto es, que el joven
conductor no tiene la culpa. Nos ha contado, que gana un millón de dongs al mes
(unos 40 euros) y si trabaja mucho y duro, medio millón más. El calor tropical
de la jungla, nos está matando por momentos y como de costumbre, no llevamos
agua y comida.
Una vietnamita, que está casada con
un francés, nos va traduciendo al inglés todo lo que ocurre. Es tan políglota
como crédula. Al comentarnos, que van a traer un nuevo autobús de reemplazo,
que llegará en una hora, mostramos nuestra desconfianza, dado que Dalat está a
tres y Nha Trang a más de dos, así que no creo, que tengamos un nuevo vehículo
en ese tiempo. Menos ma,l que la vietnamita-francesa lleva agua de sobra y se
decide a compartirla con nosotros, cuando le lloramos un poco.
Paseamos a un lado y al otro de
la carretera, a ver si encontramos algún sitio civilizado, donde avituallarnos.
Pero solo hay una pequeña aldea con cuatro casas, vacas y cerdos. Bueno y con
un maleducado conductor de mototaxi, con el que casi nos terminamos pegando.
¡Si es que hasta ni en el centro de la jungla,
te puedes librar de ellos!.
Al contrario que nosotros, la
mayoría de la gente, ha reaccionado con paciencia y con buen humor. Se nota que
no es la quinta vez, cosa que si nos ocurre a nosotros, que se quedan tirados
en las carreteras del sudeste asiático, en sólo 40 días. Entablamos amistad con
el australiano. Es agradable y hablador. Otros pasajeros, con los que a lo
largo del día, entablaríamos conversación, son –
Dalat (Vietnam)
-Seis israelíes –cinco chicas y
un chico-, que nos invitan a galletas y lacasitos, que nos saben a gloria
-Un matrimonio vietnamita, con un
niño. Ella tiene bastante carácter y sabe enfadarse, cuando resulta necesario.
Ha llamado a la compañía de autobuses muy indignada y al menos, ha conseguido,
que el conductor pague a un mototaxi, para que nos traiga un par de cajas de
botellas de agua, de las de litro y medio. Nos ha dado pan para que comamos.
Esa será nuestra única comida a lo largo del día, hasta la llegada a Nha Trang,
además de unos plátanos que reparte otro pasajero y un paquete de chucherías
asiáticas, que habíamos comprado en el mercado de Dalat, la tarde anterior.
Dalat (Vietnam)
-Los fiesteros. Dos británicos
(uno de ellos es el que reparte los plátanos), que no viajan juntos, pero en
este rato han trabado amistad. Uno toca la guitarra y canta muy bien, versiones
de clásicos del pop británico, aunque su voz se va aflautando, a medida que inician
su segundo litro de vino. Gente muy sana, con la que más tarde, compartiríamos
unas cervezas, unas risas y mucha conversación.
Son las 15,30 horas y por fin
llega el autobús de reemplazo. Es mucho más nuevo. Pasamos a la altura de un
restaurante de carretera y nos preguntan si queremos comer, pero todos tenemos
más ganas de llegar a destino que otra cosa, así que continuamos, hasta que a
los 20 minutos, se rompe de nuevo el autobús. La verdad es, que nos ha debido
mirar todo un congreso de tuertos, que se debe estar celebrando por aquí cerca
estos días.
Nha Trang (Vietnam)
Al lado hay un café muy básico
donde venden especialidades locales de jugos, que resultan un poco asquerosos.
El inglés de la guitarra, ha decidido mezclarlo con ginebra, para mejorar el
sabor. Poco antes de volver a subir al autobús, descubrimos un chiringuito algo
más alejado, donde venden cerveza y los británicos y nosotros, nos
aprovisionamos.
Pero antes, hemos tenido que
pasar 1 hora y 25 minutos, nuevamente parados. A casi las seis de la tarde,
cerca de doce horas después de subir al primer autobús, concluimos los
aproximadamente 200 kilómetros, que hay entre Dalat y Nha Trang.
Besos a todos desde Hue. Estamos
cansados de este país, pero no sé por qué exactamente, la intuición nos dice,
que cuando nos vayamos de aquí, lo vamos a echar mucho de menos.
1 comentario:
Este texto fue escrito, originariamente, el 8 de agosto de 2.008.
Publicar un comentario