Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

El aeropuerto de Barajas da miedo, sobre todo de noche

 
       Cuándo planificamos los viajes de este verano, incluido el europeo, una de las cuestiones, que más curiosidad nos despertaba, es como iba a ser el funcionamiento pandemico de los aeropuertos, especialmente, el de Barajas.

          Como volabamos a Atenas, sobre las seis de la mañana, decidimos pasar la noche en la terminal aérea, sin saber a priori, si estaríamos dentro o fuera. Tomamos el autobús 200, como siempre, en avenida de América, con total normalidad. Al llegar a la terminal 1, solo había una puerta abierta, custodiada por un par de vigilantes de seguridad.

        Como a esto ya estamos acostumbrados en muchos aerodromos del mundo, nos limitamos a preguntar, si era condición, entrar un número mínimo de horas antes de tu vuelo, ante lo que se encogieron de hombros.

          Por tanto y siendo sobre las once de la noche, mostramos nuestras tarjetas de embarque en la pantalla del móvil y nos permitieron  el acceso al hall de salidas, casi vacío y más parecido a un cementerio, que a un aeropuerto. Aunque dentro tienes libertad de movimientos y nadie -aparentemente- te vigila, lo que puedes hacer va poco más allá, que sentarte en una silla. Eso sí y aunque seas conviviente, dejando una libre en el medio, porque han pegado pegatinas cada dos con un símbolo de prohibido. Pero bueno, te puedes tomar una cerveza o dos y nadie te molesta.

        A fecha 14 de agosto, las terminales 2 y 3 estaban clausuradas, todos los negocios y servicios de la uno cerrados, no habiendo abierto ni un triste bar, salvo uno en la entrada y varias máquinas automáticas. Cada cinco minutos -cuando el reloj corre por el tres y por el ocho-, te machacan con un mensaje sobre distancias de seguridad y mascarillas. Es decir: doce cada hora. Como estuvimos siete, escuchamos la misma cansina cantinela 84 veces. Ya no emiten el de que vigiles tus equipajes, porque evidentemente, a Barajas no quieren ir, ni los ladrones.

          Dos ventajas, para no ponerlo todo negativo: los baños funcionan normalmente y si te bajas la mascarilla no pasa nada. Salvo tu acompañante, el viajero más cercano está a 200 metros.

          Pasamos los controles de bultos con normalidad antigua. Incluso, con más manga ancha, porque con el virus han aflojado sobre el tema de los líquidos. Bueno, aunque yo para variar, tuve que someterme al control de explosivos, pero eso ya venía de antes. 

        El avión de Ryanair, con menos de la mitad del aforo y con un azafato muy pesado, que nos comentó más de diez veces, que nos despertaría, si nos bajabamos la mascarilla. A bordo, ya solo se puede pagar con tarjeta de crédito.

          Días antes, habíamos tenido que rellenar por internet un formulario griego, llamado PLF -formulario de localización de pasajeros-, que te genera un código QR y una autorización, que te van a escanear o vas a tener, que mostrar, en el aeropuerto de Grecia. Tuvimos suerte, porque tres días más tarde, se iba a implementar la obligación para los españoles de mostrar una prueba PCR negativa, hecha durante las 72 horas anteriores.

        En ese momento, solo se hacían pruebas aleatorias y vaya por Dios, a mi pareja le tocó. "Grita con la garganta", le dijeron, sobre una especie de bastoncillo, como los de los oídos. En teoría, deberíamos habernos confinado, durante un día, pero no lo hicimos. Si nos llamaban, es que había salido positivo y deberíamos encerrarnos, durante dos semanas. Nada nuevo, ¡sabíamos el riesgo antes de salir! Todo fue bien y al margen de varios SMS automáticos al movil, nadie nos llamó. 


        Al  ir y volver de Creta y al regresar, a Madrid comprobamos, que los aeropuertos griegos funcionan con toda normalidad, sin paranoias. Pero, al volver a España, más de lo mismo: un solo acceso para salir del aeropuerto, largo, en fila y pasando por delante de las puertas de salida. Imposible salir del redil, porque las flechas y los vigilantes son claros. Además y por internet -otro código QR-  o la llegada a boli, debes rellenar otro formulario, aunque seas español

martes, 15 de septiembre de 2020

Bilbao

         He dejado Bilbao para el final, porque mi primera intención era hay una comparativa ey esta ciudad y San Sebastián. Pero, reflexionando, my he dado cuenta, de que a pesar de haber estado varías veces en Donosti, ha y por muy cortos períodos de tiempo.

         En cualquier caso y en un solo párrafo decir, que nos gusta más Bilbao, porque nos  parece mucho más alternativa, genuina, cosmopolita y sobre todo, menos pija, pero por otra parte, La Concha y los paseos marítimos de San Sebastián, son valores muy poderosos a incluir en la balanza.

        Como la información sobre Bilbao y sus lugar de visita la podéis encontrar en cientos de sitios, mt limitó a destacar los lugares, que más nos gustaron:

          -El casco viejo, evidentemente, con su ambiente un poco golfo -mucha gente bebiendo en el suelo, sobre todo los fines de semana, en la calle Somera-, buenos garitos el rojo o y mucha facilidad para integrarte.

          -El barrio de San Francisco: es conocido también como el Soho, el barrio chino, el rojo o Monmartre. Aunque las denominaciones son exageradas, puede tener un aire. Está repleto de inmigrantes con sus negocios, sus bares muy concurridos, sus aromas tradicionales y de nuevo, su facilidad para integrarte.

          -El paseo por la Ría, desde el centro, pasando por el Guggenheim y la araña gigante y llegando hasta el nuevo San Mamés. Para mi, uno de los más placenteros recorridos peatonales de España. Aunque en el País Vasco es difícil de elegir, porque hay tantos...

        -Nos gustaron mucho -dado que estuvimos algunas noches alojados por allí-, un par de callejuelas de Deusto, donde se entremezclan numerosos bares de tradiccion vasca, con otros de procedencia sudamericana y Centroamérica. Ambiente optimista y distendido, a pesar del coronavirus. 

        Y, ¿que no nos gustó de esta vibrante ciudad, donde ya habíamos estado fugazmente, en 2010? Casi nada, si quitamos la calle comercial y no peatonal, Diego López de Haro y la maldita torre de Iberdrola, que se ve desde media ciudad. La Alhóndiga la vimos muy apagada, pero será por los tiempos que corren

Playas del viaje

 

                                  Playas del País Vasco
        Como ocurre en el.caso de las rutas verdes y los pueblos, no pretendemos mencionar las mejores playas de Guipúzcoa y Vizcaya, sino en las que hemos estado, durante este viaje. Otras de las mismas zonas, quedaron fuera por ya haber estado, anteriormente. 

         Magníficos y numerosos arenales se encuentran a decenas, entre Plentzia y Guecho, siguiendo -mas o menos- la línea número 1 del metro de Bilbao, que comunica la primera localidad con el centro.

        En la misma Plentzia, existe un largo y colosal paseo marítimo -se tarda en recorrer unos tres cuartos de hora-, que además de albergar al puerto, bordea  las tres playas principales, bastante concurridas. Lo único desagradable, ver a la gente con mascarilla sobre la arena.

           Si tiramos para Barrika - se puede ir andando sin pisar la carretera-,nos encontramos la playa nudista de Mariola, encajada en una bahía y en frente de las de Plentzia, formando un bonito golfo. Es excelente y muy famosa, por haberse rodado alli varias escenas de "Juego de tronos"

          La playa de las afueras de Barrika, custodiada por los maravillosos flychs, es una auténtica pasada. El acceso es algo esforzado, debiendo bajar centenares de escaleras, pero merece la pena, aunque las vistas más mágicas se observan a mitad de la bajada, en un mirador establecido a estos efectos.

         Muy cerca de aquí, sale una sinuosa y agreste ruta -aunque no muy larga-, que comunica con Sopeña, en lo que es parte del Cinturón de Hierro, que defendió está zona republicana, durante la Guerra Civil. Las vistas son magníficas.

          Una estación más allá y si te bajas en Larrabasterra, disfrutarás de tres preciosas y poco frecuentadas playas más, que se expanden a través de otro paseo marítimo. La más importante la llaman, La Salvaje. Según nos dijo el amable señor de la oficina de Turismo, se puede ir desde aquí hasta Guecho -localidad de dos agradables playas-, siguiendo numerosos arenales. Aunque, añadió: 'No conozco a nadie, que lo haya hecho".

        Decepcionante resultó la otra parte interior del Cinturón de Hierro -por bien que lo vendan-, hasta Berango, sin interés alguno

          Cerca de Muskiz, se halla la playa de La Arena, salvaje, en forma de herradura, de arenas finas y entremezclada con las Marismas del río Barbadum. De las mejores del viaje. 

        No muy lejos de Mundaka, en Busturia, disfrutamos de la playa de San Antonio, muy concurrida y sin salir de la ría. Esta localidad es famosa por sus surferos, por tener una de las mejores izquierdas del mundo.

           En el mismo día, visitamos la playa de Zumaia -tambien de Juego de Tronos, protegida por los inigualables flych; la de Orio con dunas, y la de la Concha, en San Sebastián, que casi todos conoceréis.

        En Elanchove, destacan las abarrotadas piscinas naturales y si cuando vuelves del cabo Ogoño tomas una descendente carretera con buen arcén, te plantas en una playa de mucha categoría, agredida por el cercano y abarrotado parking: la de Laga.

lunes, 14 de septiembre de 2020

Los pueblos más chulos del viaje


           Cronológico y no por ranking:

          -Balmaseda: pequeño municipio, pero con un casco histórico muy interesante. Dispone de un monasterio -hoy hotel-, dos iglesias y el bonito puente de la Musa sobre el río, además de bellos edificios y la fábrica de boinas. Se pueden dar buenos paseos por los alrededores.

          -Orduña: pueblo tranquilo, donde disfrutar del palacio de Velasco, la iglesia fortificada de Santa María, la plaza de los Fueros, un par de palacios, la iglesia de la Sagrada Familia y el Santuario de nuestra Señora de la Antigua. Además, bonitas calles peatonales.

        -Mundaka: ermita de Santa Catalina, la iglesia de Santa María, el casco antiguo y el ayuntamiento. Bellos alrededores, como los Arenales y la desembocadura de la ría de Mundaka.

          -Bermeo, que ya conocíamos: la torre Ercilla, la puerta de San Juan, el puerto, el casco antiguo con varios iglesias, callejuelas, el casino y la Atalaya. Muy cerca de encuentra la espectacular ermita de San Juan de Gaztelugatxe.

          -Zumaia: la ermita de San Telmo, varias iglesias y palacios y el casco antiguo,en general. Pero, lo más interesante, además es la ruta hasta los flychs, no demasiado larga.

          -Orio: el pequeño casco antiguo de calles empinadas y empedradas y una iglesia -la de San Nicolás de Bari- muy interesante, además de los paseos por la ría.

          -Plentzia: iglesia de Santa María Magdalena, puertas y murallas y el Humilladero. Además del extraordinario paseo de las playas. De los mejores del País Vasco y eso, que hay muchísimos.

          -Elorrio: el casco urbano es conjunto histórico artístico. Dispone de palacios y casas blasonadas, además del portal de don Tello y las murallas. También, la iglesia de San Agustín -algo mamotreto- y su cuidada zona peatonal.

        -Elanchove: un pueblo lleno de esforzadas cuestas, que cuenta por tanto con la parte alta y la baja, donde se ubica el puerto, junto a las piscinas naturales. La iglesia principal es la de San Nicolás de Bari. En las cercanías y tras memorable ascenso y pasar por el cementerio, se encuentra la ruta al Cabo Ogoño, cuya dificultad es algo elevada al final. Nos imaginábamos, que las casas del pueblo eran de piedra, pero no lo son.

        -Liernagues: bonito conjunto histórico compuesto por varios palacios, el puente Romano y el hombre Pez. Se puede hacer una ruta de unos 6 kilómetros hacia las tetas de Liernagues, que se ven desde el propio pueblo, pero no pudimos con ella por el excesivo calor y por no haber dormido casi nada esa noche.

domingo, 13 de septiembre de 2020

Cuatro rutas verdes y un cañón


         Se exponen en el orden, en que las hicimos. Aún hay algunas  más.

        1°.- Kadagua. Se ubica en la línea del FEVE, que comunica la capital, con Balmaseda. Son 5,1 kilómetros de paisaje no muy espectacular, entre los barrios de Arbuio y Sodupe. Admite bicicletas. Te puedes bajar en las estaciones de La Cuadra o Sodupe, 5 de puntuación.

        2°.- Vía Verde de Itsaslur. Se llega en cercanías, a San Juan de Muskiz. Debes salir del pueblo y caminar dos kilómetros por una carretera, hasta que se toma el cauce del río Barbadum. Tras otro par de kilómetros, se llega a la maravillosa playa de La Arena. Después de subir 120 escaleras entre matorrales, se inicia el paseo junto al mar con impresionantes acantilados. 4,5 kilómetros, hasta el parking. Nosotros seguimos otros tres más, bordeando la costa. Tras pasar un túnel sujeto con andamios, se advierte del peligro de derrumbes y se expone, que si continúas, es bajo tu propia responsabilidad. Puntuación : 9

          3°.- La Orkonera. Cercanías y bajarse en la parada de Trapagaran. Cuesta encontrarla y hay, que ascender una empinada pendiente. 3,7 kilómetros. Existe carril bici. Su único atractivo son los seis túneles. 4 de puntuación.

        4°.- Ruta verde de Arrazola. Bus hasta Atxondo. Es bastante lisa y accesible. Cinco kilómetros de ida y otros  tantos de vuelta. Sólo para peatones, es ideal para hacer con niños. Ermitas, restos mineros, molinos, caseríos y la estación de Apatamonasterio. 7 de puntuación. Es posible llegar andando hasta Elorrio, sin pisar casi nada la carretera. 

        5°.- Cañón del Delika: Tren de cercanías hasta Orduña. Después unos cuatro kilómetros, hasta el pueblo de Delika, por un camino confortable, aunque sin sombra. Se empieza un camino ascendente, donde hay varios miradores sobre el río con pequeñas cascadas. Bonito y agreste, cuando se sigue el cauce del río, seco en verano. 6 de puntuación. Por otra carretera se llega al mirador del Nervión.

Lo que iba a ser el viaje y lo que, finalmente,fue


         Salimos de casa el día 25 de julio en un tren con rumbo a Bilbao. Nuestra intención no era otra, que llevar a cabo un periplo de unos siete días, ya planificado hace unos cuatro años, consistente en visitar, además de la capital vasca -ya estuvimos hace una década-, Mundaka, Urdaibai, Ortuondo, Sucarrieta, Elanchove, Monte Ogoño, Ea, Cueva de Santimamiñe, bosque de Oma, Elorrio y Balmaseda.

          Tras un par de días nos sentimos tan a gusto, que decidimos que podíamos ampliar el recorrido con alguna ruta verde ferroviaria de esas tantas, que hay por Euskadi y por todo el norte de España. Nos gustaba bastante la idea de hacer la de Musquiz, que forma parte del camino de Santiago del Norte y la de Arrazola. A estas dos opciones, terminamos añadiendo la del valle de Trapaga/Trapagaran y la de Kadagua. Y todo, con la intención de buscar el campo, la montaña y el mar y evitar la maldita mascarilla. Otra ruta, no verde, que llevamos a cabo fue la de Delika y el cañón de su río.

          Como al sábado siguiente estaban muy caros los alojamientos, en Bilbao, decidimos ir hasta Zumaia, los flychs y Orio y hacer noche, en San Sebastián. Y ya que estábamos a unos 60 kilómetros de Elizondo, podíamos enlazar con otro proyecto viajero planificado, pero no llevado a cabo, como es el del valle del Batzan, durante tres o cuatro días. Finalmente, nuestro gozo en un pozo, porque el precio del único hotel asequible, fue subiendo su precio hasta el infinito.

          Es por tanto, que decidimos seguir explorando Vizcaya, durante la segunda semana. Además de las rutas verdes, podemos dividir nuestros destinos, en pueblos y playas. Cada apartado tendrá su correspondiente post, más adelante.

          -Pueblos: Balmaseda, Portugalete, Guecho y todos los que van hasta Barrika, Orduña, Mundaka, Bermeo, Zumaia, Orio, Elorrio, Plentzia, Barrika, Elanchove y Liernagues, en Cantabria, dado que volvimos desde Santander.

        -Playas: Guecho, Las Arenas, San Antonio, Zumaia, Orio, La Concha, Plentzia, Barrika, La Arena, las del Cinturón de Hierro, Laga y las de Santander.

          No fuimos a la Cueva de Santimamiñe y al cercano bosque de Oma, dado que lo han cerrado hace algún tiempo, porque este último se está muriendo.

Los incidentes del verano: desde dos intervenciones policiales, a la chica borde de Bilbao


       Al principio, nos habíamos planteado dos viajes modestos, después de la caída del estado de alarma, tras el arresto domiciliario gubernamental. Uno, por el este de Galicia y oeste de Asturias, de una semana y otro internacional, probablemente, por el sur de Italia, para ver cómo funcionaban las cosas en los aeropuertos en estos malditos nuevos tiempos.  

        La realidad y nuestra ansia contenida por volver a la actividad viajera hicieron, que el resultado fuera mucho más optimista: 16 días por Asturias y Galicia, 15 por Vizcaya y Guipúzcoa y 27 por  Grecia continental y Creta, con tres jornadas en Madrid, Guadalajara y El Escorial. 

          Desde el principio fuimos conscientes, de que al menos de momento, moverse por el escaso mundo, que nos dejan, no iba a ser normal y así ha ocurrido, aunque nuestros contratiempos no han pasado de meros incidentes, más o menos desagradables. Vamos con ellos:

          -El primer día del primer viaje -y para abrir boca-, llamada histérica del conductor, que nos trasladaba en el ALSA, a Oviedo, a la policía por desacuerdos con el tema de la puta mascarilla. Todo se saldó con una conversación amistosa y sin denuncias.

          -Nueva intervención policial, el penúltimo día del tercer periplo, en Madrid. Concretamente, en el Carrefour Express de la calle Príncipe 9, al lado de nuestro alojamiento. En este caso, los empleados nos acusaron de hurto y nos negamos a enseñar la mochila, llamando a los cuerpos de seguridad del Estado. Después de venir nueve efectivos -desconozco el protocolo-, el que más hablo con nosotros nos dijo: "no os doy un abrazo, por la situación en la que estamos".

          Decir, que a lo largo de nuestra azarosa vida hemos tenido varios contactos con Policía o Guardia Civil -porque lo hemos pedido nosotros, mayormente o de oficio por su parte- y el trato casi siempre, ha sido excelente. Pero a mí modo de ver, el problema, que hay es, que están entrenados para obrar con los malos, pero no para defender a los buenos.

          -El incidente más desagradable y extraño nos ocurrió, en Bilbao, el 28 de julio. Vanesa, la gestora de la vivienda particular, ubicada en la calle General Castillo, referida en el anterior post, se volvió literalmente loca. Tras darnos la habitación, comenzó a increpar nos de mala manera, por no avisarle de la hora de llegada -le habíamos mandado un whatsapp-, por poner en tela de juicio su profesionalidad -cosa, que no hicimos- y finalmente, decidió echarnos, sin devolvernos el dinero, alegando, que ya lo haría Booking. Con mucha paciencia, conseguimos tranquilizarla y convencerla de que nos había confundido con otras personas

        -La excusa de la pandemia y del todo vale -al margen de que la gente te moleste por la calle, por no cumplir las normas, como ellos creen, que son-, está trayendo consigo, que muchas personas caigan en la tentación de vulnerar derechos fundamentales y constitucionales. Dos ejemplos:

          1°.- Playa de Guadamia. Me entretengo haciendo fotos y de forma inesperada se me acerca un joven estúpido y me espeta: "Se, que estás haciendo fotos a las chicas jóvenes, así que debes enseñarmelas a ver si es verdad". Por supuesto, se quedó con las ganas de que le dejara la cámara, pero aún así, me dijo "si no las llevarás, me mostrarias, lo que has fotografiado"

        2°.- El día famoso del Carrefour Espress. El cliente, que aviso a la cajera de nuestro supuesto hurto, cuando no llevábamos ni quince segundos en la tienda nos indica malhumorado, ante la negativa de enseñar la mochila: "mirad, yo lo muestro todo, porque no llevo nada, así, que hacer lo mismo vosotros"

          Habiendo mamado mi adolescencia y juventud en la sociedad de los ochenta y sobre todo, a los más jóvenes os cuento, ¡que corren  muy malos tiempos para las libertades y el desarrollo personal! y que han venido para quedarse una buena temporada.

sábado, 12 de septiembre de 2020

Los alojamientos de Bilbao

 

       Hace apenas un año, era casi imposible llevar a cabo un viaje a Vizcaya, sin pagar más de 40 euros por un alojamiento. Hoy en día y como ya se comento en otro post -aunque no sabemos hasta cuándo-, nos ha resultado posible en pleno julio y agosto, pernoctar en habitaciones dobles por entre 25 y 32 euros. Eso sí: solo en Bilbao. Ni en la provincia, ni en la elitista San Sebastián.

          Hasta para una economía no muy frágil, como la nuestra, viajar dos meses por Europa -España y Grecia- desgasta mucho tus cuentas. Además, en la actualidad y con Booking, como casi único proveedor de alojamientos, hemos tenido, que hilar fino para ahorrarnos un par de centenares de euros o más.

          En las grandes ciudades -en Madrid y en Atenas, también-, los precios de las habitaciones oscilan, no solo de un día para otro, sino en horas. La ventaja es, que puedes cazar muchas gangas y el inconveniente, que frecuentemente y aunque duermas en la misma ciudad, debes cambiar de alojamiento, en ocasiones, cada noche. 

        Ello supone la clara molestia de cargar con los bultos hasta el check-in siguiente -cada vez más tardíos, llegando a ser hasta a las cuatro de la tarde- o durante todo el día, si decides hacer una excursión por la provincia.

          Para conocimiento general, dejamos aquí nuestra opinión sobre los cinco alojamientos, en los que hemos morado:

          1°.- Moon Hostel Bio, ubicado en la calle Luzarra, 7, en Deusto. La chica que atiende es un encanto y el ingreso es rápido, aunque tardío. Fuimos tantas veces, que de broma nos dijo, que nos veía más, que a su propia familia. Las habitaciones tienen dos literas de dos alturas, aunque sólo las ocupe una pareja, pero puedes añadir huéspedes hasta cuatro, por diez euros más, cada uno. Dispone de comedor, nevera, hervidor de agua y microondas, además de lavandería. El baño está dentro. Durante nuestro periplo, el precio fluctuo entre los 28 y los 68 euros.

          2°.- Pensión Martínez, situada en la calle Villarias, 8. Muy céntrica, pero sin lugar a dudas, el peor alojamiento, que hemos tenido, durante los tres viajes de este verano. Nada recomendable, por la mala atención. Baño compartido, no más extras y la segunda vez, que nos alojamos, nos dieron una habitación muy cutre y pequeña, calurosa y sin ventana. Oscilo, en Booking, entre los 30 y los 45 euros.

          3°.- Optimi Rooms, ubicado en la avenida Doctor Areiltza, 58, bajo. Se trata de un hotel con cápsulas individuales y dobles, al estilo oriental. Desde la propiedad aseguran, que son las más grandes de Europa y no somos quienes para desmentirlo. Personal muy atento, aunque no nos gustó, que nos tomarán la temperatura a traición. Las cápsulas son muy modernas y de diseño futurista. No es mala experiencia para una noche.  Los baños son compartidos y los armarios están fuera de la zona de descanso, para no molestar. Tienen cocina y una zona común pequeña , pero muy coqueta. Pagamos 25 euros, pero lo vimos por más de 50, otros días.

          4°.- Pensión EconoBilbao-Rekalde, que está emplazado en la calle  Gordoniz, 66. El check-in también es tardío. La habitación resulta correcta, pero las duchas de ambos baños compartidos se atascan. Entre 30 y 40 euros. 

        5°.- Nice Rooms Next To The Old Town, ubicado en la calle General Castillo, 5, 3°derecha (se trata de una casa particular, por lo que en Booking y dependiendo de la época, le pueden cambiar el nombre, como nos pasó a nosotros). Muy buena ubicación -aunque algunos no pensarán lo mismo, porque es un barrio de inmigrantes- y sin duda, la mejor habitación del viaje, a Vizcaya. Pero tuvimos un problema muy grave con Vanesa, la chica que lo gestiona, en el que solo nuestra paciencia evitó tener, que llamar a la policía. Pagamos 28 euros, pero lo vimos por 87.