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miércoles, 19 de junio de 2024

El ecologismo en los países nórdicos y Alemania

           Desde tiempos inmemoriales, los países nórdicos y Alemania han tenido fama de estar más preocupados por la ecología, que los del sur de Europa. En general, puede ser así, pero cuando mezclas ese sentimiento con el factor cultural, pueden darse resultados extraños que a nosotros, no nos convencen.

          -. Esa obsesión por el tranvía: es un medio, efectivamente, no contaminante, aunque molestamente ruidoso, -los nuevos, algo menos - y funcionan con una cierta estructura de cables, que afean la estética del lugar. Además, para el peatón, resulta un medio intimidatorio, psicológicamente y muy incómodo al andar, cruzando las numerosas vías.

          -. Sobresaturación de bicicletas. Sí. Está muy bien eso de ir a trabajar en bici, pero en muchos lugares -la mayoría -, este carril está sobre la acera, simplemente delimitado con una raya blanca. En ciudades planas -Bremen, Hamburgo, Gdanks...- se circula a mucha velocidad y con maniobras muy peligrosas, porque los ciclistas de todo el mundo tienen la facilidad de olvidarse -a veces, simultáneamente -, de las normas de tráfico. A eso, hay que añadir la irrupción de los malditos patinetes.

          Así las cosas, el que sale más penalizado es el caminante, al que se pone en riesgo, constantemente, siendo el que menos contamina, el menos agresivo y el más vulnerable.

          -. No darte el ticket de la compra, para ahorrar papel, que es muy típico, en Noruega: estaría muy bien, sino fuera porque en todos sus aeropuertos no hay un solo secador de manos eléctrico y sí dispensadores de gruesas servilletas tamaño casi de tabloide de papel no reciclado. La imagen de cubos llenos de este desperdicio resulta patético y preocupante.

          -. Reciclaje de botellas de plástico y latas varias. Lejos de quitar está práctica típica de los nórdicos, ahora se ha implementado en Alemania. Es un atraso, habiendo contenedores y una guarreria, porque te llenas de líquidos -sobre todo con las latas de cerveza y de refrescos-, cuando vas a canjearlas por dinero a las máquinas. Hay mendigos, que viven de esto, lo cual no sé, si es buena o mala nota.

          -. Los gilitapones, con ese añadido de plástico, que van unidos a la botella, una práctica que también se ha estrenado en España: resulta un sinsentido, porque para beber más cómodo o rellenarla de otra cosa, mucha gente lo arrancamos y ese micro plástico acaba en el suelo.

        Con esta entrada se pone punto final a nuestro tercer "interair": es altamente probable, que a primeros de julio comencemos nuestro undécimo viaje largo.

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