Fiumicino y en la rebusca de año nuevo, nos entregó, como recompensa, unas hamburguesas de pescado del MacDonalds, unos bizcochos y unos palitos de pan, como única y agradecida cena. La verdad es, que dormimos genial, sin la música de Atenas y tirados en el suelo, alegremente. Lastima, que el vuelo a Asturias era muy tempranero y nos quitó las legañas de los ojos, abruptamente.
Los controles fueron condescendientes y la puntualidad del vuelo, también. Es una sinvergonzonería, que ALSA cobre, nueve euros, por 45 kilómetros, entre el aeropuerto y Gijón. Pero nosotros, lo esquivamos y pagamos solo hasta Avilés, on line, la mitad de tarifa. ¡Quién roba a un ladrón...! ¡Y subidón!.
Día agradable -medianamente lluvioso, en Gijón -, con mar baja y muchos surfistas y con la compra de las primeras cervezas baratas en meses.
Todavía nos quedaban algunos cabreos y el principal fue, en la estación de trenes. Tras solicitar el abono gratuito de media distancia, no nos permitieron pagarlo con tarjeta, solo efectivo, por no sabemos, que causa. Y, mientras tanto a pobres jubilados indefensos y persistentes con su amabilidad, no les permiten pagar en efectivo -solo tarjeta -, alegando que la máquina de los trenes de cercanías no lo permite. Gente indefensa y ellos, sin ninguna empatía, pasando de todo.
Con este artículo finalizan los 67 que han compuesto nuestro noveno viaje largo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario