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domingo, 2 de junio de 2024

Con Scoot, hacia Atenas

          Malasia  nos derritió hasta el último minuto y creo que dada la pequeñez y la austeridad de la habitación, aún no hemos sido capaces de estar contentos y asumir, que su aire acondicionado nos ha facilitado mucho la vida durante cuatro noches, en una ciudad, donde por naturaleza, el alojamiento económico es hostil 

          No perdimos el tiempo, ni siquiera el último día, en el que visitamos el bonito templo chino de Thean Hou. No viene en ninguna parte, ni en guías, ni en internet. Nos sirvió para compensarnos de la visita a la Mezquita Nacional de Malasia, del día anterior, fea de narices y de escaso gusto.

          No hubo problemas con los vuelos de Scoot. Obtuvimos las tarjetas de embarque con amabilidad y rapidez. Los controles si fueron algo más pesados. En Kuala Lumpur, liviano, el de la aduana y el habitual de equipajes más contundente, en el que me registraron a fondo, no se bien, en busca de que, aunque fueron amables.

          En Singapur, un control en la zona de tránsito y otro más exigente, en la propia puerta de acceso (cosa que cada vez, está más de moda en el mundo, para desgracia de los pasajeros). Allí había una cola tremenda, para coger agua de una fuente industrial. Al subirse a vuelos de bajo coste de duración tan larga, se hace necesario entrar con una botella vacía y llenarla para mitigar la sed del camino.

          El de hoy, se ha convertido en nuestro vuelo de bajo coste de más larga duración, 12 horas, cuatro más, que los trayectos, que en 2018, llevamos a cabo entre Kuala Lumpur y Gold Coast y entre Sidney y Singapur. Organizarnos nuestra alimentación a bordo no ha supuesto ningún problema. Más bien todo lo contrario, porque comes cuando te da la gana, duermes cuando quieres y no cuando te dicen. Y vas hidratado organizándote las bebidas tú mismo, porque en muchos vuelos de aerolíneas de bandera te regatean el café, la cerveza y hasta el agua.

          Estamos encantados, con que nos hayan cobrado ciento cincuenta euros por casi diez mil kilómetros de vuelo y más de que ni siquiera nos hayan entregado un mendrugo de pan. Es otra forma de hacer negocio: buena para ellos y mejor para nosotros, para tener acceso a más viajes transcontinentales y encima con puntualidad y cómodos asientos.

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