Nos hemos reinventado mil veces y este verano ha sido una ocasión más. Aunque, no tenemos mucho mérito, porque nuestras vidas se hallan bastante arregladas y estables y el riesgo, solo consistía en viajar lo máximo posible, estando trabajando. Porque si no, nos habríamos largado al sudeste asiático de corrido, sin más preámbulos, porque por allí, hace ya cinco años, que no vamos. Creemos, ¡qué todo llegará más pronto, que tarde!
El verano comenzó con un trepidante viaje por Azerbaiyán y sin descanso, ocupamos todos los fines de semana y festivos con periplos no muy dilatados por Cantabria, la isla de Menorca y Madrid. Y todo ello, bajo una premisa antiinflacionista y anti los especuladores de turno: gastar el mínimo dinero posible, optimizando los transportes gratuitos del gobierno, los vuelos de bajo coste y las soluciones imaginativas para dormir.
Transitamos por el exótico país azerí, vivimos apestosas olas de calor hasta la extenuación, disfrutamos de algunas de las mejores calas del mundo, nos zambullimos en fiestas castizas poco castizas, ganamos unas elecciones generales perdidas y un mundial de fútbol... ¡Mucho más, de lo que esperábamos!
Con un otoño muy prometedor en materia viajera -si no se tuerce-, el fin de semana pasado asistimos al final del verano, de una forma muy contundente y gráfica y por qué no decirlo, muy agradecida por nuestros castigados cuerpos.
Nos fuimos a Santander, el viernes 25 de agosto. Queríamos regresar el domingo, a última hora, pero acabamos volviendo el sábado por la tarde, después de más de veinticuatro horas lloviendo y haciendo soberano frío. Al menos, pudimos disfrutar del fantástico Mercado Romano y de la Feria Intercultural con puestos de artesanía y restaurantes internacionales, junto al Sardinero, a las que ya habíamos asistido el año pasado.
Os daremos detalles extensos sobre nuestros próximos planes, a partir de septiembre. Lo más inmediato pasa, por un viaje de casi dos semanas por diversas capitales europeas, de hasta cinco países, para agotar las fechas vacacionales. El día 30 de ese mismo mes se acaba el trabajo, llega la liquidación y un año de paro y previsiblemente, nuestro noveno viaje largo por Asia y Oceanía.
Y nos iremos muy contentos, dejando este país en manos de un gobierno progresista y lejos de las garras de Rubiales.
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