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lunes, 28 de agosto de 2023

¡Campeonas o campeones, que más da!

           Debemos decir, que da vértigo. Han pasado tan sólo ocho días, desde la consecución del título y parece, que hubieran transcurrido meses, debido a todos los acontecimientos vividos.

          La calurosa mañana se presentó algo desconcertante. Volvimos, a Alcobendas, pero no nos gustó el panorama. La pantalla gigante se ubicaba en un pequeño salón de actos. El aforo era pequeño y si queríamos acceder, debíamos estar guardando cola más de dos horas, hasta que habilitaran el acceso.

          Volvimos a Madrid. Habían informado, de que en torno al palacio de los deportes habría una zona de fans -digámoslo en español -, donde podríamos entretener el tiempo hasta la hora del partido. ¡Nada más lejos de la realidad!

          Lo que allí encontramos fue, un despliegue policial insólito de agentes de muy mal carácter y bastante chulería. Había más furgonas, que personas y actividades futboleras cero en el exterior. A los que accedían, se les estaba requisado de malas maneras la poca o mucha comida o bebida, que portaban. No era, ni cerveza, ni vodka, ni drogas, que pudieran poner en riesgo la seguridad del evento, sino cocacolas, agua mineral y bocadillos, que le fueron sustraídos a familias con niños, sin el más mínimo miramiento y decoro, para que quien sea -no lo sabemos-, se forrara con los desorbitados precios de las barras interiores. De estos hechos tan lamentables, nadie ha hablado.

          En ese momento, ¡nos alegramos por no haber conseguido entrada, porque desde luego, nosotros no habríamos pasado por este inhumano y poco empático aro!

          Al final, vimos el vibrante partido en el móvil, a través de la aplicación de Televisión Española, en dos bancos. La primera parte, en uno de la calle Goya y la segunda, en otro de la bohemia plaza del Rey.

          Cuando las chicas ganaron y alcanzaron la gloria, nos acercamos a la plaza de Cibeles, donde suponíamos, habría celebración. Pero allí y salvo unos pocos claxon sonando, no había nadie, lo que nos decepcionó. Ni ser 20 de agosto, ni ser las tres de la tarde, ni el asfixiante calor son justificación, para no haber acudido en masa a este lugar, ante la magnífica magnitud de la gesta. Del mal organizado homenaje a las protagonistas del día siguiente en Madrid Río, daría para escribir otro artículo.

          ¡Ojalá y vamos concluyendo, esto haya servido de ejemplo y de aprendizaje y la humanidad haya adquirido los suficientes recursos y mimbres para superar todas las injusticias y desigualdades, como se ha solventado esta y no sea tan infrecuente, aunque con esfuerzo y lucha, que el ratón se coma al león!

          Callemos a los rancios, necios y desfasados, que trataron de tapar la tropelía del beso y demás actitudes cojoneras de ese desagradable sujeto diciendo, que con esto se tapaba la gloriosa victoria futbolística de la selección femenina. Lo cierto y verdad es, que ganar un campeonato mundial es un hito crucial e histórico, pero haber derribado un sistema medieval y machista en menos de una semana es, infinitamente, más importante.

          ¿Campeonas o campeones? Igual da (d). Dejemos, que se lleven la perra gorda los intolerantes seguidores de la fachosfera, que mitad, no se han enterado de nada, mitad siguen anclados en la prehistoria.

          Y mientras, seguimos asistiendo atónitos, a las maniobras del señor Rubiales, al que no le ha bastado, con utilizar a sus hijas. Ahora, usa también a su madre para sus fines y se valdría de la bomba atómica, si la tuviera

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