Dentro de tan solo un día comienza septiembre y se cumplirá un año, desde que nuestro sensible gobierno de forma muy acertada y ecológica, decidiera subvencionar parte del transporte público. Ello nos ha hecho posible realizar más de 300 viajes gratis en la red de cercanías de la comunidad de Madrid, 70 trayectos entre la capital de España y Valladolid -o lo que es lo mismo: 17.500 kilómetros - y ocho entre Pucela y Santander. Si lo tuviéramos, que cuantificar en dinero diríamos, que nos hemos ahorrado 2.000 euros, cada uno. Si lo hiciéramos en emociones y experiencias, la cifra resulta incalculable.
Pero este artículo, más que para sacar un merecido y currado músculo viajero, está pensado para informar a los usuarios de los títulos recurrentes, sobre los controles, que ejerce RENFE a los usuarios de los bonos de media distancia, dado que para cercanías no se aplica ninguna medida.
Empecemos con las clarificadoras cifras: en setenta viajes entre Madrid y Valladolid, se nos requirió la documentación en tres ocasiones y siempre fue el mismo interventor, bastante amable,por cierto, aunque igualmente, contundente en la realización de su trabajo. Porcentualmente, supera por poco el 4% el número de viajes inspeccionados, aunque hay un dato importante: los dos últimos controles coincidieron con nuestras dos postreras travesías, el 15 y el 20 de agosto. ¿Se ha incrementado este procedimiento, por tanto, últimamente? No lo sabemos.
En el trayecto entre Valladolid y Santander, nunca se nos requirió el abono, aunque en ese tren caótico y desfasado, ya se viven bastantes aventuras sin ni siquiera pretenderlo.
El procedimiento siempre es el mismo. El revisor va avisando, vagón por vagón, de que tengas a mano tu abono, los billetes de ese día y cualquier documento, que te identifique (basta incluso, con mostrar una tarjeta de crédito, si no cuentas con el DNI o el carnet de conducir).
Cabría pensar lo contrario, dado, que las fianzas para viajes ilimitados son mínimas -20 euros para media distancia y diez, para cercanías -, pero el fraude es bastante elevado,como hemos podido comprobar en las tres ocasiones señaladas.
Dos son las infracciones más generalizadas:
-Viajar con el abono de un familiar o amigo. La mayoría de los pasajeros en esa situación alega, que no dispone de ningún documento identificativo, pensando, que el interventor es gilipollas. Pero, no lo es y les pone claro varias cosas. 1.- Podía sancionar al titular del bono con su retirada y una posible multa. 2.- Podría denunciar a la policía al viajero fraudulento con las impredecibles consecuencias. 3.- Podría cobrarle el doble del importe del billete del trayecto acometido. Afortunadamente, para los fraudulentos, la cosa solo queda en amenaza.
-Subirte al tren con un abono de cercanías, en convoyes de media distancia. Es muy frecuente, en el tramo Madrid -Ávila, dado que en la estación de Príncipe Pío, aunque los torniquetes son distintos para estos recorridos, llevan al mismo sitio de embarque. En este caso y sin más explicaciones, el interventor te cobra el importe íntegro del billete para tu destino.
En ambos casos resulta incomprensible, como la gente puede ser tan imbécil y mentirosa, solo por ahorrarse unos pocos euros, que luego, probablemente, se gastarán en gilipolleces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario