Pero y para cerrar esta serie de tres posts, volvamos al inicio: el asunto de la diversión, hoy en día y no me refiero solo a los más jóvenes. Si aterrizará un extraterrestre en las ciudades -y nosotros en cierta medida, lo somos, debido a nuestra escasa vida nocturna actual- iba a entender -.
- ¿Qué los adultos se concentren en las terrazas exteriores de los bares, a tres grados bajo cero y tapados con mantas y con hilillos de calor, que no calientan?. En la Navidad de 2020, en Segovia, en plena pandemia y con bajo cero al mediodía y sin sol, una pareja estaba comiendo una carne con salsa de mostaza en la calle, que del frío , se había hecho dura costra, por el escaso hueco de sus bocas, que no tapaba las bufandas.
- ¿Qué la dictadura de un 20% de fumadores -muy marranos y bastante mal educados, en general, por cierto -, hayan expulsado al 80% de los que no fumamos del interior de los bares, simplemente, para poder seguir conversando con ellos? Es, que ya han convertido a su causa, hasta a caribeños o canarios
- ¿Qué mucha gente esté sucumbiendo -los numerosos negocios del ramo lo atestiguan-, a alimentarse en restaurantes indios, mexicanos, senegaleses, turcos, chinos o del sudeste asiático, teniendo en cuenta la baja calidad de las materias primas y la escasa coincidencia de lo que ofrecen, con lo que en realidad se come en esos países? Nosotros hemos visitado todos esos lugares y ¡menuda diferencia! Un kebab de España, se parece a uno de Turquía, Siria, Líbano o Palestina, como un huevo a una castaña. Igual, para un thieboudienne, unos noodles Thais...
- ¿Qué decenas de personas -a veces, centenas-, hagan colas lentisimas, en el siempre trepidante y acelerado Madrid, para adquirir una simple hamburguesa o un chocolate, por muy de San Ginés, que sea?
- ¿Qué haya lugares, como las salas Riviera, Capital -antiguas Titanic, para los más veteranos -, Cuenca Sorpresa, Chapandaz, La Vía Láctea...,para tomarse una copa y disfrutar un rato haya, que aguantar colas aún mayores, que las anteriores, por parte de los más jóvenes?
En 2010 y camino de un viaje por Cuenca -precisamente-, Valencia, Malta y Sicilia, llevamos a cabo un experimento parecido, al de esta vez, recorriendo todas las zonas, que nosotros frecuentábamos, durante la juventud. El panorama resultó ser casi tan desolador, como ahora. La más notable diferencia fue, que entonces, se hacían botellones en las céntricas calles o plazas, con la gente rodeando las bolsas de bebida. Y los chinos, hacían su agosto con carritos ambulantes, sirviendo latas de cerveza y mezclando cubatas -si es, que hoy, se llaman así, claro - de forma magistral. ¡Ahora, ni eso
Visto lo visto, nos volvemos a nuestro platillo volante y nos dirigiremos a la nave nodriza, para abandonar este planeta para siempre. Pero antes y después de haber disfrutado en Usera del Año Nuevo Chino, haremos un último intento noctámbulo, el último finde de enero. ¡Ya os contaremos, si resulta otro fiasco! (qué pinta tiene).
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