Huay Xai (Laos)
Luang Prabang (Laos)
Camino de Luang Prabang (Laos)
Llevamos una semana en Laos y nos
están empezando a salir champiñones por las piernas y los brazos. ¡Vaya forma
de llover!. Y es que, nos estamos zampando la época de lluvias enterita. ¡Es
horrible, esa sensación de tener todo el santo día, los pies mojados y bañados
en agua caliente!. Porque en esta zona tropical del mundo, el agua de lluvia es
algo más que tibia. Aquí los zapatos y las deportivas, en esta época del año,
van directos al armario. Todo el mundo en zapatillas y cuanto más abiertas,
mejor
Aunque donde realmente –y no en
sentido figurado- me han salido tres champiñones, uno más grande y dos más
pequeños, es entre las dos paredes del culo, dado que llevo ocho días con unas
terribles almorranas, que hasta antes de ayer, me impedían casi sentarme. Y no
es este, un país lleno de estrechas y montañosas carreteras, abarrotadas de
profundos baches, el mejor lugar para padecer hemorroides. Los recorridos en
incómodo bus, de siete u ocho hors de duración, se han hecho interminables y
tortuosos, en estas condiciones tan lamentables.
Pero como
hasta en el extremo sufrimiento ocurren cosas divertidas, nos hartamos de reír,
comprando un anti hemorroidal, en un pueblecito de Tailandia, pegado a la
frontera de Laos. La farmacéutica solo hablaba Thai y al hacerle el gesto del
culo, nos quería vender supositorios. Ja, ja. ¡Lo que me faltaba!. Al final,
nos abrió el mostrador y nos dijo, que buscáramos nosotros mismos, entre todos
los medicamentos de la tienda. Y lo bueno es, que no tardamos ni cinco minutos
en encontrarlo. Menos mal, porque sino, me habrían llegado hasta los pies.
Y para
colmo el otro día, cuando íbamos de la bellísima Luang Prabang a Vang Vieng,
asistimos a un espectacular derrumbe, que tuvo más de cinco horas la carretera
cortada y que ocasionó a ambos lados, una interminable retención de varios
kilómetros. Daba tanta risa como ternura, ver como trataban de arreglar el
desaguisado, con métodos casi del pleistoceno: Metiendo un camión hasta que se
empantanaba y luego tirando hacia atrás con otro, al que le unía una cuerda.
Teníamos que haber llegado al destino a media tarde y lo hemos hecho ya, en los
albores del nuevo día. Camino de Vang Vieng (Laos)
Debido a
esto, encontramos hotel de milagro. Pero los que más suerte tuvieron fueron los
mosquitos, que me han puesto la espalda, como un desierto plagado de dunas.
Esperamos que los bicharracos en cuestión, no sean de los changos, de los de la
malaria, porque solo de pensar en sus síntomas, me pongo a temblar.
Y eso que
habíamos sido de los más precavidos. Como el lugar del derrumbe estaba en mitad
de la jungla, justo al atardecer, nos llenamos de repelente brazos y piernas,
nos pusimos pantalones largos y una sudadera blanca, que con el calor tropical
reinante, nos asfixiaba cada vez más. Lo mismo hizo una pareja de alemanes.
Pero el resto de turistas y lugareños, con toda la alegría del mundo, luciendo
piernas, brazos y hasta pectorales. ¡Ni una sola precaución y luego a chutarse
de Malarone!
Quien
acabó haciendo negocio del derrumbe, fue una simpática y joven laosiana, que se
puso al borde de la carretera, primero a vender piñas y luego la fueron
surtiendo de galletitas, papas fritas y otros snacks, que nos salvaron la vida,
a los que no llevábamos comida, pensando que el conductor iba a parar en algún
lado. Pero no lo hizo, porque los chóferes de autobús solo paran aquí, cuando
tienen hambre ellos y este debió salir comido de casa. La chica resultó ser muy
honrada, porque al no existir más oferta, podría haber vendido por cinco veces
más, toda la mercancía. Pero sin embargo, la cobró al mismo precio, que en
cualquier mercado del país.
Laos es el
país más rural que hemos visitado jamás. Aquí llaman ciudades, a núcleos
urbanos de 15.000 habitantes, que consisten en dos calles alargadas de casas
bajas, con otras perpendiculares que las cruzan. Casi hasta Vientiane, la
capital de la nación, parece un pueblo. Pero los paisajes son increíbles, sobre
todo los que discurren, a ambos lados del río Mekong, uno de los más
fascinantes del mundo, a pesar de su denso y pastoso color marrón
Vientiaane (Laos)
Estamos contentos, porque la
calidad de nuestros alojamientos y de la comida, ha mejorado bastante, con
relación a Tailandia y el precio no se ha incrementado. Nos hemos comido unos
arroces fritos con carnes diversas y curry, que están realmente deliciosos.
1 comentario:
Este texto fue escrito, el 19 de julio de 2.008.
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