Las cuatro fotos, que aparecen a continuación, son de Dilijan (Armenia)
Con tanta tradición religiosa, imaginábamos Armenia, con
muchas más iglesias. Pero, ni en Yerevan, ni en la montañosa y dispersa Dilijan
–dónde acabamos de llegar-, apenas las hay. Lo que si encontramos, en esta
última, húmeda y fría localidad, son decenas de militares, que campan a sus anchas,
tanto andando, como en vehículos, unas veces propios y otras en transporte
público, que nunca pagan (esto ya lo hemos
visto en otros países). Desconocemos los motivos de su presencia, aquí
La amable y
guapa Evelyn –en la única oficina de turismo, que hasta ahora, hemos visto en
el país-, nos orienta sobre las vivstas, que podemos hacer por la zona. A los
monasterios de Haghartsin y Goshavank, no circula transporte público. Se debe ir
en caros taxis.
Como tenemos algo de sobredosis,
en cuanto a edificios monacales se refiere y andamos algo cortos de dinero,
decidimos evitarlos. Optaremos por hacer un trekking por las cercanas montañas,
visitando de camino unas iglesias y capillas más pequeñas (pero muy bellas).
De paso,
convivimos con alguno pueblos detenidos en el tiempo, en estado de semi
abandono, con sus desdentados habitantes –no me extraña, que por tan
inaccesibles veredas no bajen al dentista-, y las vacas, caballos y cerdos.
También, con la intermitente lluvia, que se vuelve más torrencial, cuando va
acompañada de truenos y relámpagos.
A continuación, cinco fotos de Alaverdi (Armenia)
Nuestro
siguiente destino es, Alaverdi. Por un lado, llegamos con las máximas
expectativas, que además, se cumplen: pensamos, que va a ser el mejor sitio, de
Armenia. Por otro, estamos preocupados, tras la advertencia de Romualdo y Patricio,
sobre la existencia de un solo hotel en la ciudad, al margen de la alejada guest
house de Irina. Nos explicaron en Yerevan que les cobraron 12000 drams – y mil
más, por un desayuno inexistente-, por una sórdida habitación sin luz –problema
que les solucionaron con un alargador, un cable y una bombilla- y con una ducha
de agua helada. Además, debieron aguantar a sus toscos propietarios.
Nosotros morimos de éxtasis,
cuando en un cercano hotel de carretera, que todavía tiene partes en
construcción, por 10000 drams y con grandes atenciones, nos ofrecen una
impoluta habitación, con baños a estrenar –de agua caliente-, televisión, aire
acondicionado, calefacción y productos de tocador. Es de la misma y agradable
propiedad, que el restaurante de comida tradicional armenia, donde se almuerza
de cine. Antes de saber lo que queremos, su propietario nos recibe al grito de,
¿“¡ñam, ñam!”?. ¡Otra frase, que hemos descubierto, es universal!
Las únicas
“Pegas” -así se llama el establecimiento- son los 25 minutos de caminata, que
empleas en llegar hasta el centro y la cercana y ruidosa carretera. Aunque esto
último, lo amortigua el climalit
Además de
su bellísimo, fluvial y montañoso entorno, Alaverdi ofrece dos impresionantes monasterios.
Al de Haghpatm se llega en quince minutos, en marshuska –microbús-. Al de
Sanahim, a través del funicular, que también utilizan para la explotación de la
mina metalúrgica, que además de dar trabajo, contamina severamente, el río. Y
su humeante chimenea, el aire.
Estamos contentos. El excelente y
suave vodka ruso, a 1.70 € la botella, anima bastante nuestras vidas en estos
lugares tan apartados. Y no castiga la garganta, como los que se venden en
España.