En Emiratos, también tuvimos problemas para entrar, teniendo que ir a tres mostradores diferentes, porque la máquina no tomaba bien mi foto. Pero estos árabes son otra cosa, personas mucho más amables, dicharacheras, comunicativas... Uno de los maderos se sacó de la chistera, que si íbamos a Dubái, de luna de miel, cuando se ve a la legua, que llevamos casi cuatro décadas juntos. Y ahí, nos echamos todos unas risas y la situación fluyó. Y si no, el Real Madrid y el Barsa, también son un buen recurso.
Por lo demás, el vuelo a Dubái también salió puntual y llegó en hora. Índigo nos ha parecido una compañía bastante correcta -algo cara, pero no había nada más barato - con trato frío, pero correcto y asientos con buen espacio.
Eran las seis de la mañana, amanecía y salimos del aeropuerto, después de haber reservado en la zona de Deira, el hotel elegido en los últimos días, sin fianzas, ni libros de familia.
Decidimos que iríamos andando -reposando en las paradas de autobuses, cerradas, que hay por el camino, con aire acondicionado, que no existen en Abu Dhabi - y como el check -in no era hasta la una, nos vimos toda la margen de la ría Creek Dubái, ocupada por alguna mezquita y decenas de zocos. El paisaje se afea, porque están inmersos en complejas obras de mejora de la ribera.
La tarde entera, la pasamos en la habitación y para mañana hemos dejado la otra margen de la ría, antes de tirar para Abu Dhabi.
Hace mucho calor -47 de sensación térmica -, pero hemos aguantado ocho horas en las calles y en julio, no llegamos a una, sin entrar en un complejo comercial ( en el centro de Deira no los hay).
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