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martes, 9 de agosto de 2022

De fiestas y de playas

           Volvimos a Santander por segunda vez este verano y de nuevo, de camping. Esta vez, nos pillaron las fiestas patronales de Santiago y disfrutamos de lo lindo durante la primera tarde - viernes -, tanto de las casetas de algunos bares, las regionales -solo Cantabria y Galicia - y los carruseles. Todo, además de la feria de artesanía se expande en torno al Sardinero.

          Para el sábado y con un calor axfisiante, cumplimos nuestra deuda con Liencres que la vez anterior, solo visitamos a medias. Esta vez, hicimos el recorrido playero completo a través de una senda rompepiernas. Llegamos a la playa de Valdearenas. Es preciosa, con sus coquetas formaciones rocosas y el parque natural de las dunas al lado. Luego toca la amplia de Canavalle.  No encontramos la de Madero, pero a cambio salimos a unos bonitos acantilados. Proseguimos por la de Somocuevas, Cerrías, Portio y Arnia que ya conocíamos. Un kilómetro y medio después se llega a Los Covachos, ya fuera de la zona de Piélagos.

          El domingo, queríamos ir a Puente Viesgo. Pero ese día por festivo no cuadraban bien los autobuses. ¿Error de cálculo? Sí. Pero también alivio al evitar el calor del día anterior, no coger transportes, desmontar la tienda tranquilamente y seguir disfrutando de las fiestas.

          La noche anterior y desde Mataleñas habíamos disfrutado con buen sonido del concierto  en la Magdalena de Rulo y la Contrabanda.

          Recorrimos las playas de abajo, llegamos a la polémica zona de la duna de Gamazo y el dique de Zaera, visitamos el decepcionante mercado marinero y los bares de Cañadio y subimos en funicular al mirador del Río Pila donde arranca la siguiente historia.

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