¿Playa? ¿Montaña? ¿Fiesta perpetua? ¿Treking alocado? Existe una alternativa no muy cara y no muy masiva, que es el pantaneo y no está mal. En nuestro caso, es la primera experiencia y sin profundizar en sus bondades, hemos vuelto contentos.
Según afirman fuentes mejor informadas, que yo, solo entre Aguilar de Campoo y Guardo, se pueden visitar cinco embalses. Una gozada, si el mismísimo Franco, levantará la cabeza o cualquier otra parte de su cuerpo!.
Los pantanos disponen de playas artificiales, viento feroz y cuando se cabrean, hasta de amenazantes olas. Por ver, contemplamos hasta a una voraz gaviota marina, alborotada y algo confundida.
Por supuesto, en los accesos , están llenos de coches y de gente muy mal educada, que piensa, que porque trabaja y tiene -supuestamente- vida, tiene derecho a molestarte y a atropellarte, si hace falta, si has mirado mal, a su vástago molesto o a su perro ladrador.
Uno va siendo mayor y aún recuerda, cuando en los 70 y los 80, las playas estaban llenas de basura. Hoy -fumadores insensibles y enganchados al margen- no hay tanta porquería. Algo hemos avanzado, aunque lentamente. Pero los parkings masivos y brutales, que existen en playas idílicas del Cantábrico -decenas de ellas-, resultan tan dañinos, como aquello.
Tiene pinta, que faltan décadas para que desaparezcan los "inside sundiers"- domingueros interiores de pantanos y lagos- y los "outside sundiers"- todos los demás maleducados a golpe de embrague, playa y adrenalina veraniega, que nos hacen la vida tan incómoda.
Al menos, en pleno puente de agosto y rodeados de pinares, en el pantaneo de Aguilar de Campoo, ni una sola chicharra de día, ni un solo grillo de noche. ¡Que lujo!.
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