Sí un extraterrestre llegará a la tierra y lo primero, que viera, fuera un camping, alucinaria. Aunque, al fin y al cabo, una acampada colectiva no es otra cosa, que un hotel o una vivienda, con menos privacidad, lo que alienta los chismes y cotorreos.
Es más: el camping es en realidad, la forma más democrática y heterogénea de disfrutar unas vacaciones. En él, conviven sin aparente fragmentación, yendo a los mismos baños, supermercado o piscina, personas, que se han gastado 60000 euros o más en una autocaravana o parejas de novios veinteañeros, a los que apenas les llega para una lata de sardinas por comida y un litro de tinto de verano.
En otra ocasión, os hablé del privilegiado camping de Santander a 18 euros y al lado de la playa de Mataleñas. Hoy toca, el Monte Royal de Aguilar de Campoo. En coche, todo es fácil. Andando y desde la población palentina, son unos cuatro kilómetros por una carretera serpenteante de arcén aceptable, pero con mucho sube y baja. Hay alternativa de caminos peatonales para buena parte del recorrido, pero eso lo descubrimos, después.
Esperábamos un pinar puro y duro, infame para los endebles ganchos de nuestra precaria tienda. Pero hallamos algunas islas de césped, afortunadamente. El gestor, muy amable y con tablas en el negocio, que se resumen, en que todo fluya, sin conflictos a poder ser: instalaciones básicas, pero precio ridículo para estar en pleno puente de agosto.
En general, todo transcurre laxo, con las ventajas e inconvenientes, que ello conlleva.
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