Puente de agosto en Aguilar de Campoo. De camping, claro, como gran parte del verano y ganando a la inflación y a los especuladores, de calle. Escapada superando las expectativas, en cuanto a visitas, entretenimiento y sobre todo, huida del calor.
Día 1.- Aún trabajando con jornada reducida, nos da tiempo a llegar al camping, montar la tienda, volver y ver el grueso de los monumentos más céntricos de la ciudad.
Día 2.- Es el turno del elevado castillo -en ruinas por dentro -, la iglesia de Santa Cecilia y el monasterio de Santa María la Real, al que se accede por una agradable vía peatonal. De ahí a las fuentes y parque situados al borde del dique del embalse. Tras escalarlo, lo cruzamos por encima y caminando disfrutamos de algunas de sus playas. Regresamos por la otra margen del Pisuerga, disfrutando de un bello paseo fluvial y un gran vendaval. La tarde, entre tormenta y tormenta -unas cinco- fue para el bien acondicionado paseo del Loco, con bellas vistas del río y de la colegiata de San Miguel. En el monasterio de Santa Clara, las monjas venden dulces muy caros.
Día 3.- Aprovechamos para, desde el camping recorrer dos rutas opuestas del embalse. Una más agreste y la otra, por la playa, ambas largas y agradables. Pero, también, hicimos y por la margen del Pisuerga, la ruta hasta Villaescusa de las Torres, de unos cinco kilómetros; bellas vistas del río, terreno de firme diverso y un final fallido, dado que el puente para llegar, está en construcción. Son solo 17 habitantes, que viven una vida tranquila y de cañas ( no de las de beber, sino de las de pescar enormes truchas, como ya pudimos comprobar)
Día 4.- Madrugando poco - como los otros días -, recogiendo todo, paseando por lugares ya visitados, degustando dulces y quesos de una feria local y peleandonos por correo electrónico con ALSA ( explicación de detalles en un próximo post).
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