Pero, nosotros y como siempre, hemos asumido el desafío de la inflación y de la sinvergonzoneria de los hosteleros y hemos viajado, más tiempo, por bastante menos: las ofertas de ALSA, el próximo bono ferroviario gratis del gobierno y...el camping
No se trata de ningún descubrimiento. Yo de pequeño, ya iba de acampada con mis padres. Y después, con mi novia, recorrimos durante varios años Europa en interrail y dormíamos en todos los campings. Entonces -salvo en Italia- compensaba llevar el bulto a la espalda ya que salía por la cuarta parte del precio de una pensión (generalmente, cutre).
Rondando la cuarentena -2006- y en un periplo por Reino Unido, Irlanda y Escocia, descartamos "para siempre" la fórmula del camping y hasta tiramos la tienda a la basura. Desde entonces y hasta este año, solo habíamos vuelto a acampar, durante tres noches, con una tienda muy básica.
¡Y llegó este año de locura, como si fuera el último de nuestras vidas,ven el que la hostelería, además de haber abusado de los precios, y de las malas condiciones laborales de sus trabajadores, se quejan amargamente.
Pero nosotros, a lo nuestro. Un ejemplo: día 15 de agosto, en Aguilar de Campoo; dos personas y tienda pequeña en el camping, 12,76 euros. El hotel más barato, 179..
A pesar de fliltear con la mitad de nuestra quinta década de vida, aún estamos sanos para dormir en el suelo, aportar temperaturas de 10 grados con un solo saco para los dos y estar al día siguiente, enteros, a pesar del ruido, que es el mayor inconveniente de los campings.
En el próximo post, os hablaré de nuestra experiencia en el camping Monte Royal, de Aguilar, pero lo que si os puedo decir, es que ir de camping poco ha variado, en los últimos cuarenta años.
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