Todas las fotos de este post son, de Malasia
1°.- Sacar los billetes de vuelta, a España, desde Taipei. Fue una pesadilla -peor, que la de la cocina-, que duró unas 24 horas y en la que estuvieron implicados, las tarjetas SIM de Simyo nuestras, la de mi padre, la aplicación de Bankia y el juguetón wifi de la estación de ferrocarril, de Taipei, además de nuestros cerebros. Todo con mucho suspense, indignación y agotamiento. A poco, nos quedamos a pasar las Navidades allí.
2°.- Las dos denegaciones de embarque, que solo pudimos superar con mucho esfuerzo y determinación. Una, en el primer vuelo, Madrid-Kiev, con Ukrainie y la otra, con Lion Air, en el tramo, Bangkok-Taipei. A veces, hay que tratar con gente muy desagradable, a la que tienes, que dar, miles de explicaciones y que te hacen pasar muy malos ratos.
En ese mismo sentido, una confusión en los controles de seguridad, de Madrid, como ya se ha contado al principio, estuvo a punto de dar con el viaje al traste.
3°.- La habitación del hotel, de Phuket, la más barata del viaje, pero también, la más mala y que nos bajo mucho los ánimos, tras cuatro noches allí. Ya habíamos estado cuatro noches en este hotel, pero la alcoba era más grande y tenía ventana.
4°.- Otra vez y por tercer viaje consecutivo, se estropeó mi teléfono móvil. Fue el 17 de octubre en un bus, camino de Sydney. Al quitarle la tarjeta SIM, para introducirla en el de mi pareja, como nos habían recomendado los de Simyo, se quedó bloqueado, pudiendo un código, que nadie conoce, incluido yo. A los pocos días, se fastidio la batería y ya perdimos toda esperanza de recuperarlo.
5°.- Desesperados, en el control de equipajes de mano del aeropuerto, de Sydney, camino de Singapur. Un negro y un chino registrando nuestros dos bultos y desquiciandonos y con los objetos de los bolsillos -incluidas la cartera y la cámara- corriendo por la cinta, alejándose de nuestro control. Sin lugar a dudas, uno de los momentos más desagradables del viaje, que aún nos enfada, cuando lo recordamos.
6°.- Pasar seis noches seguidas sin alojamiento. Menos mal, que la temperatura era moderada y no sudamos. Dos fueron en la estación de trenes, de Sydney; dos en un autobús, yendo y viniendo, de Melbourne y las restantes, en la terminal de buses de esta última ciudad. Y lo peor es, que terminamos hasta cogiéndole gustillo.
7°.- Quince horas montado en un avión de Iberia, entre Shanghái y Madrid. Y para más inri, nos mataron a hambre con todo descaro. Creo, que se trata de una experiencia, que no voy a volver a repetir.
8°.- La mañana, que en Krabi, me entró un tremendo dolor de barriga, que no había tenido jamás. Me asusté mucho. Y encima, me había tomado dos cafés seguidos y a mí no me sientan bien para los nervios.
9°.- El día de la excursión, a Phanom Rung, desde Nakhon Rratchasima. La información en internet es muy equivoca y lo organizamos tan mal, que estuvimos a punto de perder el último autobús de vuelta. Nos salvamos, gracias a dos amables conductores, que nos cogieron para resolver dos largos tramos de carretera.
10°.- Pasar la noche en un pequeño bungalow, de Kaikoura, en Nueva Zelanda. Después de pagar más de 35 euros, las instalaciones eran muy básicas y nos quería cobrar por la manta, aparte. Nos molesto mucho y le dijimos, que no. Luego, nos morimos de frío y más, porque teníamos parte de la ropa mojada por la lluvia de la tarde. ¡Menuda hija de puta la cabrona!
1°.- Sacar los billetes de vuelta, a España, desde Taipei. Fue una pesadilla -peor, que la de la cocina-, que duró unas 24 horas y en la que estuvieron implicados, las tarjetas SIM de Simyo nuestras, la de mi padre, la aplicación de Bankia y el juguetón wifi de la estación de ferrocarril, de Taipei, además de nuestros cerebros. Todo con mucho suspense, indignación y agotamiento. A poco, nos quedamos a pasar las Navidades allí.
2°.- Las dos denegaciones de embarque, que solo pudimos superar con mucho esfuerzo y determinación. Una, en el primer vuelo, Madrid-Kiev, con Ukrainie y la otra, con Lion Air, en el tramo, Bangkok-Taipei. A veces, hay que tratar con gente muy desagradable, a la que tienes, que dar, miles de explicaciones y que te hacen pasar muy malos ratos.
En ese mismo sentido, una confusión en los controles de seguridad, de Madrid, como ya se ha contado al principio, estuvo a punto de dar con el viaje al traste.
3°.- La habitación del hotel, de Phuket, la más barata del viaje, pero también, la más mala y que nos bajo mucho los ánimos, tras cuatro noches allí. Ya habíamos estado cuatro noches en este hotel, pero la alcoba era más grande y tenía ventana.
4°.- Otra vez y por tercer viaje consecutivo, se estropeó mi teléfono móvil. Fue el 17 de octubre en un bus, camino de Sydney. Al quitarle la tarjeta SIM, para introducirla en el de mi pareja, como nos habían recomendado los de Simyo, se quedó bloqueado, pudiendo un código, que nadie conoce, incluido yo. A los pocos días, se fastidio la batería y ya perdimos toda esperanza de recuperarlo.
5°.- Desesperados, en el control de equipajes de mano del aeropuerto, de Sydney, camino de Singapur. Un negro y un chino registrando nuestros dos bultos y desquiciandonos y con los objetos de los bolsillos -incluidas la cartera y la cámara- corriendo por la cinta, alejándose de nuestro control. Sin lugar a dudas, uno de los momentos más desagradables del viaje, que aún nos enfada, cuando lo recordamos.
6°.- Pasar seis noches seguidas sin alojamiento. Menos mal, que la temperatura era moderada y no sudamos. Dos fueron en la estación de trenes, de Sydney; dos en un autobús, yendo y viniendo, de Melbourne y las restantes, en la terminal de buses de esta última ciudad. Y lo peor es, que terminamos hasta cogiéndole gustillo.
7°.- Quince horas montado en un avión de Iberia, entre Shanghái y Madrid. Y para más inri, nos mataron a hambre con todo descaro. Creo, que se trata de una experiencia, que no voy a volver a repetir.
8°.- La mañana, que en Krabi, me entró un tremendo dolor de barriga, que no había tenido jamás. Me asusté mucho. Y encima, me había tomado dos cafés seguidos y a mí no me sientan bien para los nervios.
9°.- El día de la excursión, a Phanom Rung, desde Nakhon Rratchasima. La información en internet es muy equivoca y lo organizamos tan mal, que estuvimos a punto de perder el último autobús de vuelta. Nos salvamos, gracias a dos amables conductores, que nos cogieron para resolver dos largos tramos de carretera.
10°.- Pasar la noche en un pequeño bungalow, de Kaikoura, en Nueva Zelanda. Después de pagar más de 35 euros, las instalaciones eran muy básicas y nos quería cobrar por la manta, aparte. Nos molesto mucho y le dijimos, que no. Luego, nos morimos de frío y más, porque teníamos parte de la ropa mojada por la lluvia de la tarde. ¡Menuda hija de puta la cabrona!
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