Fotos de aeropuertos del octavo viaje largo (unas cuantas de ellas, de Navidad)
En bastantes ocasiones de este octavo viaje largo, me han venido a la cabeza escenas de la película, "La Terminal" o de aquella saga de filmes de los setenta, ya casi oxidadas, que se llamaba, "Aeropuerto". He aquí, un homenaje dedicado a ellos.
Han sido catorce vuelos -algunos, de muy larga distancia-, a lo largo de noventa días, lo que supone, más o menos, un trayecto aéreo cada seis jornadas. ¡Agotador! Vamos a contaros historias de aeropuertos, que ahora, cuando escribo, no se, si darán para uno o dos posts. En cualquier caso, todas ellas se clasifican en dos grupos: desagradables y muy desagradables. Eso sí: todas ellas con final feliz o casi.
La situación en los aeropuertos del mundo, se está poniendo muy fea y es el único lugar civilizado, donde los honrados ciudadanos perdemos todos nuestros derechos, para caer en las garras del personal de tierra de las aerolíneas o de los despiadados funcionarios de los controles de equipajes de mano, que en muchos casos, aplican las leyes a su conveniencia. Es casualidad, ¿que muchos de esos trabajadores sean inmigrantes y generalmente, los más desagradables? Para mí, no y tengo mis claras evidencias, pero no me voy a meter en más charcos.
Eso sí y para ser justos, debemos decir, que no hemos tenido un solo problema de retrasos o de cancelaciones, a lo largo de todo el viaje. Al tema:
Vuelo 1°.- Madrid-Kiev. Empezamos con mucha fuerza, de tal forma, que estuvo a punto de que el viaje se fuera al carajo, desde el minuto 1, en dos ocasiones y en menos de una hora. La compañía Ukrainie, nos pretende denegar el embarque, con toda contundencia, porque no tenemos billete de vuelta, desde Bangkok: explicamos, que vamos a hacer un viaje de unos meses, que no sabemos por dónde vamos a salir de Tailandia, a que países vamos a ir, que nos hacemos responsables por escrito de cualquier problema o coste... No hay tarjetas de embarque, hasta que viene una supervisora con un poquito más de cabeza y de veterania y nos las entrega.
Tan contentos, nos vamos al control de equipajes. No hay inconvenientes con los bultos de mano, pero al pasar yo, suena un pitido extraño. Inmediatamente, la chica me dice, que debo ir a un mostrador especial, donde me espera un funcionario. Me hace poner las manos palmas abajo y que si no obtiene lo que desea, me hará otra prueba, que no se en que consiste, porque a los cinco segundos, me dice: "nos hemos equivocado".
Leyendo por internet, he constatado, que han instalado en Barajas, en septiembre pasado, unas maquinitas, para detectar personas potencialmente peligrosas en los vuelos, que vayan drogadas o pasadas de alcohol. En mi caso, aunque soy amante de la bebida y no lo niego, tengo un problema visual.
Vuelo 2°.- Kiev-Bangkok (habíamos salido a pasar el día en la ciudad): acceso rápido y con personal encantador. ¡Estos se han equivocado de profesión! Ningún problema con el equipaje de mano.
Vuelo 3°.- Dong Muang-Kuala Lumpur. Conseguimos hacer el autocheck-in en la correspondiente máquina automática. Tal vez, el aeropuerto de Kuala Lumpur - y lo digo por la experiencia de diez años y no de este viaje-, sea el más amistoso del mundo.
Vuelo 4°.- Kuala Lumpur-Gold Coast. No hay contratiempos, ni con el equipaje, ni con el embarque. Ni siquiera, para ingresar, a Australia, dado que no nos piden ni la ETA, ni te colocan sello de entrada en el pasaporte. Pero si, en la aduana. Un perro, ya veterano y de aspecto cansado, olisquea a conciencia todos los equipajes en busca de queso, productos de origen animal, plantas, flores... Parece mentira, que después de 20.000 kilómetros de vuelos, sea un can el que decida tu futuro en este país. Harto tiene, que estar ya, de oler calcetines, bragas y gayumbos sucios.
En bastantes ocasiones de este octavo viaje largo, me han venido a la cabeza escenas de la película, "La Terminal" o de aquella saga de filmes de los setenta, ya casi oxidadas, que se llamaba, "Aeropuerto". He aquí, un homenaje dedicado a ellos.
Han sido catorce vuelos -algunos, de muy larga distancia-, a lo largo de noventa días, lo que supone, más o menos, un trayecto aéreo cada seis jornadas. ¡Agotador! Vamos a contaros historias de aeropuertos, que ahora, cuando escribo, no se, si darán para uno o dos posts. En cualquier caso, todas ellas se clasifican en dos grupos: desagradables y muy desagradables. Eso sí: todas ellas con final feliz o casi.
La situación en los aeropuertos del mundo, se está poniendo muy fea y es el único lugar civilizado, donde los honrados ciudadanos perdemos todos nuestros derechos, para caer en las garras del personal de tierra de las aerolíneas o de los despiadados funcionarios de los controles de equipajes de mano, que en muchos casos, aplican las leyes a su conveniencia. Es casualidad, ¿que muchos de esos trabajadores sean inmigrantes y generalmente, los más desagradables? Para mí, no y tengo mis claras evidencias, pero no me voy a meter en más charcos.
Eso sí y para ser justos, debemos decir, que no hemos tenido un solo problema de retrasos o de cancelaciones, a lo largo de todo el viaje. Al tema:
Vuelo 1°.- Madrid-Kiev. Empezamos con mucha fuerza, de tal forma, que estuvo a punto de que el viaje se fuera al carajo, desde el minuto 1, en dos ocasiones y en menos de una hora. La compañía Ukrainie, nos pretende denegar el embarque, con toda contundencia, porque no tenemos billete de vuelta, desde Bangkok: explicamos, que vamos a hacer un viaje de unos meses, que no sabemos por dónde vamos a salir de Tailandia, a que países vamos a ir, que nos hacemos responsables por escrito de cualquier problema o coste... No hay tarjetas de embarque, hasta que viene una supervisora con un poquito más de cabeza y de veterania y nos las entrega.
Tan contentos, nos vamos al control de equipajes. No hay inconvenientes con los bultos de mano, pero al pasar yo, suena un pitido extraño. Inmediatamente, la chica me dice, que debo ir a un mostrador especial, donde me espera un funcionario. Me hace poner las manos palmas abajo y que si no obtiene lo que desea, me hará otra prueba, que no se en que consiste, porque a los cinco segundos, me dice: "nos hemos equivocado".
Leyendo por internet, he constatado, que han instalado en Barajas, en septiembre pasado, unas maquinitas, para detectar personas potencialmente peligrosas en los vuelos, que vayan drogadas o pasadas de alcohol. En mi caso, aunque soy amante de la bebida y no lo niego, tengo un problema visual.
Vuelo 2°.- Kiev-Bangkok (habíamos salido a pasar el día en la ciudad): acceso rápido y con personal encantador. ¡Estos se han equivocado de profesión! Ningún problema con el equipaje de mano.
Vuelo 3°.- Dong Muang-Kuala Lumpur. Conseguimos hacer el autocheck-in en la correspondiente máquina automática. Tal vez, el aeropuerto de Kuala Lumpur - y lo digo por la experiencia de diez años y no de este viaje-, sea el más amistoso del mundo.
Vuelo 4°.- Kuala Lumpur-Gold Coast. No hay contratiempos, ni con el equipaje, ni con el embarque. Ni siquiera, para ingresar, a Australia, dado que no nos piden ni la ETA, ni te colocan sello de entrada en el pasaporte. Pero si, en la aduana. Un perro, ya veterano y de aspecto cansado, olisquea a conciencia todos los equipajes en busca de queso, productos de origen animal, plantas, flores... Parece mentira, que después de 20.000 kilómetros de vuelos, sea un can el que decida tu futuro en este país. Harto tiene, que estar ya, de oler calcetines, bragas y gayumbos sucios.
1 comentario:
Hola.
Descartado el plan, este de EE.uU y Canadá, porque la pereza invernal nos ha podido y los precios de los vuelos, ya han subido, nos encomendamos al noveno viaje largo, que comenzaría en mayo o junio de este año.
Aún, nos quedan por publicar unos diez posts y 22 videos del octavo. Esperamos, que os gusten.
Saludos
Publicar un comentario