Las dos primeras son, de Pristina (la segunda una foto) y el resto, de Prizren
Kosovo está siendo una aventura. No por el riesgo que
estamos asumiendo –el país es una balsa de aceite- o por la ausencia de
infraestructuras para el viajero –transporte correcto y hoteles, más que eso-,
sino por que esta última parte del viaje, se nos ha endiablado y nos ha
obligado, constantemente, a cambiar de planes.
Nuestra
primera intención, era alcanzar Prístina desde Sofía. Ni una sola compañía de
buses, ofrece el trayecto. Suponemos, que porque por el medio de ambas, se
halla Serbia. Decidimos irnos a Ohrid y luego, a Skopje. En un principio, renunciamos
a visitar Prístina y concentramos nuestros esfuerzos en la prometedora,
Prizren.
Al llegar a la capital de
Macedonia, una verrugona –con pelos canosos sobre la misma- y antipática chica
de información de buses, nos indica, que a Prizren, sólo hay un autobús al día –en
un horario muy poco conveniente- y a Prístina, ninguno. Confusión. No es, que
haya cambio de estrategia. Simplemente, no hay planes. A todo esto, nos resulta
imposible encontrar un mapa de Macedonia, que nos aclare las fronteras, con
Kosovo. Raro, en un país tan nacionalista.
Tras
pasear, comer y desacelerarnos un poco, decidimos volver a la estación, a ver
si hay más suerte y nos toca otra persona (con o sin verruga, que eso, igual
nos da). Ahora sí, tenemos más suerte y resulta, que sí existen buses a Prístina
y no pocos. Otra opción y como novedad, es ir a Jankovic, en la frontera y
esperar que haya buses a Prizren. Pero nadie sabe darnos una respuesta sobre el
asunto.
Tras las
nuevas averiguaciones, barajamos dos posibilidades. Conformarnos con visitar la
insulsa capital kosovar o probar suerte y tratar de ver, si desde la frontera,
podemos llegar, a Prizren, de alguna manera. La almohada deberá ayudarnos a
tomar una decisión, con tantas dudas.
Aunque, varios acontecimientos
nocturnos interfieren en nuestra comunicación con ella: la alta música de un
local de los alrededores, los gritos y aporreamiento de la puerta de una
habitación cercana, de una chica desesperada y llorosa y los puntuales y
cantarines muecines de las mezquitas. ¡Malditos, ellos!.
Todo había sido mucho más fácil,
si desde el principio –como ocurrirá al día siguiente-, hubiéramos deducido, atando
cabos, que todo autobús, con dirección a Prizren y aunque Google Maps diga lo
contrario, para por Pristina (o al menos, por sus inmediaciones).
No hay comentarios:
Publicar un comentario