Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

domingo, 28 de julio de 2024

Otra vez, el timo del revisor estafador

           Con un embarque absolutamente caótico y con más de una hora de retraso, volamos desde Mascate, a Abu Dhabi y sin abandonar la zona de tránsito, a Bombay. Habíamos dejado India a principios de primavera, seca, polvorienta y con el aire viciado y ahora, tras un mes de monzones, la encontramos verde, extremadamente nublada y enfangada.

          En Omán vivíamos el infierno, durante cuatro horas al día -en las abrasadoras calles- y en el paraíso habitacional de aire acondicionado las otras veinte. Aquí, tenemos la sensación de estar las veinticuatro horas en el purgatorio: no sufrimos temperaturas extremas en el exterior, pero debemos confirmarnos con pernoctar solo con ventilador. 

          Entrar en India fue sencillo y rápido, porque como tenemos visado de un año, nos servía el de la vez anterior. No quisimos quedarnos en Bombay, porque es la ciudad de las grandes, que menos nos gusta y los alojamientos son caros y pésimos.

          Así, que decidimos marcharnos a la conocida Daman, que está camino de Madya Pradesh, donde llegaremos en los próximos días para visitar casi una decena de destinos, antes de regresar a Sikkim y abordar algunos estados del nordeste, que nos quedan pendientes.

          En el tren a Vapi, sufrimos un incidente altamente desagradable. Debemos decir, por nuestra dilatada experiencia en el país, que los timos no son frecuentes, pero lo que nos ocurrió, ya lo padecimos hace diez años, en nuestro segundo viaje a esta nación.

          Compramos billetes sin reserva, al tratarse de un recorrido de 170 kilómetros y dos revisores distintos -uno, con más empeño y perseverancia - trataron de estafar nos una cantidad importante, alegando, que no teníamos plaza. ¡Ni que fuéramos primerizos! Nos enfadamos bastante, nos negamos a pagar, les amenazamos con llamar a la policía y finalmente, nos dejaron en paz.

          En Daman hemos vuelto al mismo alojamiento de hace cuatro meses y los dueños nos han conocido. Hemos comido también, en el sitio de siempre y sobre todo, hemos recuperado el tiempo perdido en barata cerveza .

          Como novedad, están arreglando la calle principal, que falta hace, pero la playa y debido al monzón, está hecha un asco, con kilos y kilos de basura, que han arrastrado las mareas.

sábado, 27 de julio de 2024

Sorpresas de última hora

          Pues no. No fuimos a  Nizwa, que  era el otro gran objetivo de Omán. La apacible vida sedentaria en la fresquísima habitación, la pereza, el asfixiante calor,  el desconocimiento sobre todo el transporte público interurbano en este país, tuvieron la culpa. Está claro, que para visitar Omán, más allá de Mascate, se debe alquilar  coche, si o sí.

          Este país es, como es y aunque las cosas sean más fáciles y amistosas, que hace casi tres lustros, no hemos podido evitar dos tremendos sustos.

          Por un lado, el Mascate Bank trató de duplicarnos el importe obtenido del cajero y menos mal, que nuestro banco reaccionó a tiempo. Ya habíamos mostrado desconfianza con el uso de tarjetas de crédito y por eso, todo lo hemos pagado en efectivo y las reservas de hoteles las hemos hecho donde no pedían este requisito.
   
          Pero, aún fue peor momento, cuando en el aeropuerto y en el control de pasaportes, no me dejaban salir. Mi pareja, sin problemas y yo, más de media hora de silencio, porque ni hablan inglés, ni ganas, que teníamos de saber lo que pasaba. Son documentos consecutivos y tenemos los mismos sellos, pero al madero de mierda, había algo, que no le cuadraba y nos puso nerviosos hasta la desesperación, de perder el vuelo o algo peor: ella estaba fuera y yo dentro, con las consecuencias imprevisibles, que podrían haberse producido.

          Para terminar con Omán, unas pocas pildoritas anecdóticas:

          No vimos en nuestra estancia ni moscas, ni hormigas, ni cucarachas, ni chicharras. ¡Les gusta el calor, pero parece que no!

          Es imposible mezclar el agua de la ducha en los hoteles, porque a los depositos les da el sol y debes elegir entre muy caliente e hirviendo.

          En Omán hay poca gente por la calle -no es extraño, por el calor y porque no existe forma de divertirse- pero el 80% de los transeúntes son hombres y el resto, mujeres cubiertas totalmente de negro -cuervos-, nunca solas y de todas las edades (las de veinte, también.

          En seis días en Omán, habremos visto unos 10 guiris.
      
          Ya estamos en India.
 








jueves, 25 de julio de 2024

miércoles, 24 de julio de 2024

La dispersa Mascate

           Mascate es tan extraordinariamente dispersa -es difícil creer, que alguna vez hubiera siquiera un boceto de plan urbanístico -, que puede visitarse con todas las creatividades posibles, aunque unas fórmulas son más prácticas que otras.

          Exponemos aquí, la nuestra:

          Se toma el autobús A1, desde el aeropuerto y se baja en la Gran Mezquita del Sultán Qaboos, que solo puede ser visitada por dentro de 8 a 11. Si es fuera de horario o no os apetece, no os deprimáis, porque Mascate es seguro, la ciudad con más mezquitas por kilómetro cuadrado del mundo. Cuesta encontrar un supermercado, un centro comercial, un restaurante o incluso personas por las calles, pero desde cada lugar, por remoto que sea, al menos, veréis un minarete.

          La misma linea os llevará a la estación de autobuses locales, Ruwi. Al lado, hay un supermercado Nesto, bien abastecido y barato.

       Desde allí , la línea 4 os conduce -pasando por el zoco y en poco más de cuarto de hora -, hasta Old Muscat. Allí nos alojamos.

          Es un barrio fantasma, lleno de casas bajas y blancas, complejos oficiales y como monumentos están el Museo Nacional, el palacio Al Alam y los fuertes Al Mirani y Al Jalali. Nada parecido a algo "Old", sino fuera por el estado de algunos edificios.

          El siguiente plan puede ser recorrer andando los seis kilómetros de la Corniche, desde el Palacio Real, hasta el Mercado de Pescado. Casi ninguna sombra para un recorrido con muy buenas vistas, tanto del mar, la bahía, los acantilados y las escarpadas y peladas montañas del interior (unos y otras, plagados de esbeltas atalayas).

          En la zona del Fish Market -solo abierto por la mañana -, está también el de frutas y verduras, el zoco -parcialmente cubierto, el zoco del oro y la plata y una maraña de calles con casas en distinto estado de conservación.

          A tomar por el culo de todos los lugares anteriores se encuentra el único barrio animado de Mascate, llamado  Al Qurum. Está habitado por expatriados, principalmente y cuenta con numerosos restaurantes y bares, donde poder comer algo distinto a platos árabes e indios y llevar a cabo un acto tan exótico aquí, como tomar una cerveza. Su atractivo monumental más interesante es la Ópera Real. Para no hacerse más líos, lo mejor es ir en taxi.

          Hay otra corniche y otros barrios de menor interés como el de Al Ghubrah, pero hasta allí no fuimos.

¡No hay alcohol, pero si Agua 💧🔫 ardiente!


 

Desde la terraza de nuestra habitación 🛏️ de hotel 🏨, en Mascate


 

martes, 23 de julio de 2024

Mascate práctico (parte II)

           GENTES: los omanies son bastante amistosos en el trato con el extranjero, por el que muestran curiosidad. Gracias al GPS, no hemos tenido, que preguntar demasiado, pero casi siempre están dispuestos a colaborar. Otra cosa son los vendedores del zoco y los taxistas, que resultan bastante pesados y algo agresivos.

          SEGURIDAD: bien. Tanto la vial, como la ciudadana . Los conductores, salvo excepciones, resultan educados. Es improbable, sufrir robos o asaltos, como en la mayoría de culturas musulmanas. Pero, como vas siempre tan solo por la calle -y más de noche-, la situación de alerta es constante.

          COMIDA: los restaurantes se encuentran dispersos y no son baratos. Sí lo son los de comida rápida, aunque aún hay menos. La solución más frecuente pasa por la comida preparada de los supermercados -no los hay en cada esquina- Lulu y Néstor -de tipo indio o árabe- y los Coffe Shop, donde de vende fritanga a precios ridículos (bondas, varaw, samosas, pakora, huevos rebozados...)

          BEBIDA: el agua del grifo es potable, pero sabe mal, hasta helada. Los refrescos son caros y en las habitaciones de hotel suelen tener hervidores de agua para café, té o sopas. Sin demasiadas dificultades, encontramos la tienda de cervezas y bebidas alcohólicas, que se encuentra a 10 kilómetros de la estación de autobuses y se llama Deser Trade Company. Todo nuestro gozo en un pozo, porque solo venden a residentes extranjeros con licencia y no a turistas. El indio cabron, que atiende, es muy estricto 

          WIFI: en Abu dhabi, la mayoría de los wifis públicos -incluida estación de autobuses y centros comerciales- son de largo y tedioso registro, además de comprometer datos sensibles y peligrosos. En Mascate, por el contrario, hay muchos libres, sin más, incluidos los de todos los autobuses públicos.

          ENCHUFES: planos y de tres patas. Hay, quien dice, que vale el normal si añades en el agujero de arriba una patilla de las gafas.

          Mascate es muy tranquilo y limpio en casi todas sus zonas, no habiendo encontrado ninguna caótica, para nuestra sorpresa.

          Para finalizar, decir, que es fundamental elegir un buen alojamiento, porque vais a pasar muchas horas en él. A veces, por un poco más, incluyen desayunos decentes, que te arreglan la mitad del día.

Mascate práctico (parte I)

           Quien se ponga partiendo de cero a planificar un viaje, a Mascate -y en cierta medida al resto de Omán -, puede sentir angustia y cierta desesperación. La dispersión de las visitas, el transporte público, las zonas de alojamientos...

          Pero, no os preocupéis, porque al final, todo es más fácil de lo que parece.

         Vayamos con esta breve guía práctica de Mascate, expuesta en dos entregas.

          DINERO: cuando llegas al aeropuerto es lo primero, que necesitas, porque los buses no pueden pagarse con tarjeta de crédito. El cambio en la terminal es tan usurero, que vuestro banco -por leonino, que sea, que los hay y muchos- os dará mejor tasa, sacándolo a débito. Los cajeros funcionan muy bien.

          ALOJAMIENTO: conviene llevar el tema estudiado, previamente. Hay tres zonas básicas donde buscar: Old Muscat, Mutrah y el entorno de la estación de Ruwi. Nosotros elegimos la primera, donde contratamos un apartamento por dos noches. Llegado el momento, nos fuimos otras dos a la segunda, porque Old Muscat es muy tranquilo, pero salvo escasos Coffe Shop desabastecidos, carece de los servicios más básicos para el viajero.

          TRANSPORTE: si no optáis por coche o taxi, para llegar al alojamiento se debe coger el autobús, que resulta bastante barato. En este caso estáis de suerte, porque las tres zonas están conectadas de forma muy sencilla: del aeropuerto, a Ruwi, el A1 -pasa por la mezquita principal y cuesta 500 paisas- y desde la estación, a Mutrah, primero y Old Muscat después, el 4 (cada veinticinco minutos y 300 paisas)

          CALOR: lo hace todo el año -las piscinas de los hoteles abren los 365 días -, pero en julio es insoportable, superando los 49 grados, que junto al 85% de humedad, dan una sensación de 52. Mascate no es Abu Dhabi, donde hay numerosos centros comerciales acondicionados y edificios altos, que dan sombra. La exposición al sol es casi constante, porque por no haber, no hay casi ni palmeras en la larga corniche. A las ocho de la mañana, ya no hay quien aguante en la calle. Por lo que para salidas largas caminando, la mejor franja -la menos mala - sorprendentemente es, a partir de las cuatro y media de la tarde, cuando la calima viene a nublar parcialmente el sol y se levanta algo de viento (comprobado, in person). Mascate -Abu Dhabi, también -, es una ciudad fantasma en las horas centrales del día. Solo transitan indios o ciudadanos de Bangladesh, que van o vienen del trabajo. El tráfico es igualmente reducido y el 90% son taxis.

lunes, 22 de julio de 2024

Día 13

          El día 13 de viaje era tan ansiado, como incierto y peligroso. Nosotros ya habíamos estado en Omán, en 2011, recorriendo una pequeña parte del país y tuvimos tantos problemas, que siempre nos dió demasiado respeto volver.
    
          La página del MAE habla de exención de visado para los españoles, que visiten el país por menos de catorce días, cual era nuestro caso. Nada más.

          Sin embargo, otros viajeros añadían tres condiciones más, de las que cumplíamos dos: tener billete de vuelta o de continuación -a India, en este caso - y disponer de una reserva de hotel confirmada.

          La tercera, técnicamente, nos faltaba y consistía en un seguro médico obligatorio, pero podíamos arreglarlo presentando una póliza colectiva de una tarjeta de crédito, que ya no está vigente, pero que daría el pego.

          El día 12 y en el aeropuerto de Abu Dhabi había terminado con bastante incertidumbre. Al sacar la tarjeta de embarque, con Wizzair, a Mascate, nos apareció una contradicción. Nos daban asiento y ponían el símbolo de ok, pero al mismo tiempo, indicaban , que no eran válidas, si no se imprimían. Algo así, como lo que Ryanair hace en Marruecos. Nos fuimos a dormir desconfiados, entre trago de ron y ron.

          El madrugón comienza con el temido sobresalto: la máquina de acceso no lee los códigos QR y debemos acudir al mostrador. Tras un par de minutos de máxima tensión, nos entregan dos tarjetas físicas.

          A partir de ahí, todo pareció estar planeado para nosotros. Al salir de Emiratos, rapidez en la gestión de pasaportes y un control de equipajes sin apenas exigencias.

          Y al llegar, a Mascate, disfrutamos del control de documentos más veloz, desde que estuvimos en Vietnam, hace ya nueve meses. Y ni un solo requisito de los mencionados nos fue requerido, además de la amabilidad, que caracteriza a la mayor parte de los ciudadanos de este país.
 
          Llegar a nuestro apartamento y no hacernos una caraja con las zonas de la ciudad, cuestiones también temidas, se resolvieron con extrema facilidad, pero de eso, ya hablamos más adelante.

          ¡Bendito día 13!

De 52 grados a 15 en un segundo

           Y de madrugada, volamos desde Corfú, hasta Atenas y estuvimos seis noches seguidas sin alojamiento: la de la isla, dos en la capital griega y tres en el aeropuerto de Abu Dhabi. En esta ciudad, dos, obligadas, dado que una llegamos tarde y en la otra salíamos muy temprano. Y la del medio,nos fue imposible encontrar una habitación digna, fácil de localizar y barata, por menos de cuarenta euros, cuando en Dubai o Sarjha las hay a cientos.

          La entrada en Emiratos, por cierto, resultó bastante abrupta. En el control de pasaportes y como en enero pasado, mucha lentitud y demasiadas pegas. Y una vez traspasado, no pudimos pagar con tarjeta los bonos del autobús al centro, porque los dos datáfonos estaban averiados. Manda narices, que en una islita de Panamá, pudieras pagar con dinero de plástico unas cervezas hace tres lustros y anden con estas en un aeropuerto internacional.

          El resultado tuvo tintes de usura y de los diez euros canjeados, entre el mal cambio y la comisión, perdimos 2,50€ (un 25%).

          Ya habíamos estado en Emiratos en julio, en 2011, así que los 45 grados y el 90 por ciento de humedad, ya los conocíamos. Es horrible, porque según sales a la calle,el calor te embadurna y la ropa se va calentando hasta parecer arder. Y todo, mientras el sol te hunde contra el tórrido asfalto. Menos mal, que en la ciudad hay muchos centros comerciales y edificios climatizados, que en un segundo te llevan de una sensación térmica de 52 grados, a 15 y viceversa. ¡Me río yo de las montañas rusas!

          Bañamos nuestras penas en cerveza de 16 grados y ron cubano -a 2,5 euros la botella de 75 centilitros-, que compramos en la socorrida tienda de alcohol, que encontramos en enero pasado y que está a solo un cuarto de hora andando de la estación central de autobuses.

          Comimos también, bastante decentemente, gracias a que en los supermercados Lu lu venden comida preparada muy barata. La mayoría es de origen indio y está mejor que en la nación de origen.

          Y nada de visitas turisticas , porque ya habíamos hecho las pertinentes -mezquita principal incluida-, el invierno pasado, con algo menos de calor y calima.