Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

lunes, 31 de julio de 2023

viernes, 28 de julio de 2023

¡Qué no cunda el aburrimiento, ni el pánico!

           Después de casi veinticinco viajes en medio año -tres de ellos, al extranjero -, nos da la sensación -aparte de cierta confusión mental, sobre las circunstancias de unos y otros periplos-, de lo que nos pone, ya no es ver unos sitios y otros; sino superarnos, ir más allá, tener emociones, que sobrepasen a lo habitual. ¡Qué no cunda el aburrimiento, ni el pánico!

          Disponíamos de cinco días en julio, que nos hubiera gustado disfrutar en algún lugar de Europa, pero como ya os dijimos en varios artículos, este verano resulta bastante difícil desplazarse por el viejo continente, debido a los elevados precios de los vuelos, incluidas las low cost.

          Tras mucho trastear, encontramos billetes aéreos, desde Santander, a Barcelona por unos veinte euros cada uno. No nos lo pensamos más, a pesar de no tener garantizado a buen precio ningún trayecto de vuelta. Si hacía falta, volveríamos en un eterno regional exprés, que aún circula entre Madrid y Cataluña.

          No teníamos tampoco planes específicos y estos resultaban complicados, porque conocemos la mayor parte de esta región. En contra, también, jugaba el precio del alojamiento, elevadísimo, casi en todas partes. Pero, si hacía falta, dormiríamos en la playa o donde fuera. Solo contábamos con un punto a favor: los billetes gratuitos de rodalies, que podíamos adquirir con una mínima fianza.

          Pero, aún así, no nos preocupamos demasiado y hasta contactamos con nuestro amigo Martín - que reside actualmente en Barcelona -, para disfrutar de una tarde de cervezas y el resto, ya se vería.

          A los cuatro días y faltando menos de una semana para la salida, cambiamos de planes. Encontramos un vuelo, de Barcelona, a Menorca, por quince euros. Era un destino, largamente deseado, aunque volver a casa desde allí salía carísimo y el alojamiento, mucho más gravoso, que en Cataluña.  No obstante, compramos los boletos, porque además y por horario, nos permitía dormir la primera noche en el aeropuerto de Mahón y ahorrarnos el hotel. ¡Bienvenidos al turismo de ensaimada!

          Dos jornadas previas a la partida, hallamos un trayecto, entre Menorca y Valencia, por 10 euros, como en las ocasiones anteriores, con Ryanair. Lo compramos. ¿Cómo volveríamos desde ahí, a Madrid? Ya lo veríamos, llegado el momento: Avlo, BlaBlaCar, Avanzabus, andado ...En cualquier caso, solución incómoda y no barata.

          Pero, otra vez más en nuestras afortunadas vidas, tuvimos suerte. El día antes de volver y en un autobús, entre , Ciudadela y Mahón comprobamos, que los  precios del vuelo desde aquí y  a Madrid,  para unas pocas horas después, se habían desplomado, a 35 euros . Teníamos ya las tarjetas de embarque, para Valencia, pero no lo pensamos más y nos hicimos con los nuevos pasajes. Somos expertos en chollos, pero nunca antes, habíamos encontrado una ganga con tan poca antelación.

          Sobre el viaje, a Menorca, hablamos en los próximos post, pero adelantamos, que ha sido tan bonito y espectacular, como duro y tórrido.

Noites de rock y meigas


 

jueves, 27 de julio de 2023

Haciendo balance

           Hemos resuelto, el que creemos será nuestro último trámite importante en Azerbaiyán: la obtención de las tarjetas de embarque de nuestro vuelo de mañana, a Roma, con Wizzair. De ahí, a Olbia, cambiando de aeropuerto y por tierra, a Alghero, para volar, a Madrid.

          Llega el momento de hacer balance sobre algunos de los aspectos de este viaje.

          Sin lugar a dudas, lo mejor han sido los alojamientos. Todos bastante correctos y baratos. De los seis, cinco nos ofrecieron un buen wifi y los dos, que no contaron con aire acondicionado, es porque no era necesario, al encontrarnos en el Cáucaso.

          Lo peor, el transporte y la información turística. El primero es confuso, escaso, -a veces- y con conexiones indirectas más frecuentes de lo deseado, incluso, entre lugares poblados. Donde hay un bus de ida directo, no existe a la vuelta, misteriosamente. Algunas oficinas de turismo hay, pero no cuentan con un solo plano o recurso informativo y solo se dedican a vender caras excursiones.

          El país es algo difícil, porque la mayoría de la gente no habla nada más, que el azerí -ni siquiera conocen los números en inglés - y tampoco hacen mucho esfuerzo por entenderte, como en otros países. No son, en general, personas maleducadas, ni hostiles, pero si fríos y esquivos.

          La vuelta resultó perfecta y pudimos enlazar y degustar, sin problemas, nuestro pudin de aviones de bajo coste. Nos cabreamos, porque el autobús de Fiumicino, a Roma y en tan sólo unos meses, ha subido un 60% ( de cinco, a ocho euros).

          En Olbia, nos morimos de calor y de asco, porque la ciudad es horrible y caótica. En Italia, no nos terminamos de acostumbrar, a que en algunos supermercados, las cosas cuesten casi el doble, que en otros. Desde Alghero, Air Europa nos dejó en la T3, de Barajas, de madrugada.

          Aquí terminan los 16 artículos de nuestro viaje, a Azerbaiyán. Esperamos, que os hayan sido útiles y entretenidos.

Regresando a Baku

           Al final, el roce hace el cariño y nuestra inicial enemistad con Sekhi, se fue diluyendo, como los azucarillos de colores, que tanto usan en este país para endulzar el té y el café. La bajada de las temperaturas también ha contribuido a la causa.

         Entre sorbos de combinados de vodka -omnipresentes aquí - y sueñecitos plácidos, la vuelta a Bakú fue más tranquila y rápida de lo esperado. Aunque aburrida, porque transitamos, constantemente, por el habitual paisaje desértico.

          Comprobamos, que al mundo rural azerí llega incluso, una furgoneta con el logo de La Casa de Papel y sus máscaras dalinianos -en la capital están plasmadas en muchas camisetas - y que aún siendo un hábito residual en todas las edades, hay más mujeres de veinte años con el hijab en la cabeza, que de cincuenta. Ya sabemos, que el mundo está viviendo la etapa más destructiva y desastrosa en el último medio siglo, pero no nos gusta reafirmarnos cada día.

          Como resulta imposible pasar una jornada en Azerbaiyán sin incidentes, tuvimos un desagradable encontronazo con un estúpido vigilante de seguridad del metro de la estación de autobuses. Esta alberga un desangelado y fallido centro comercial,más fantasma, que la madrileña estación de Chamberí.

          El día terminó tranquilo, paseando por el borde del Caspio, porque en nuestro alojamiento de la anterior estancia había sitio y fuimos calurosamente recibidos, incluso, por Fátima, la niña de tres años, hija de los propietarios. También, nos saludaron efusivamente, al pasar por la puerta de la agencia, donde contratamos la excursión a Gobustan. ¡Empezamos a ser famosos aquí, ahora, que nos vamos!

          El jueves, nuestra última jornada completa, en Bakú, nos lo tomamos con calma, como ocurre siempre, al final de nuestros viajes. El calor era asfixiante y no corría ni una gota de aire, algo muy raro, en la capital azerí.

          Sin embargo, tuvimos tiempo para llevarnos otra decepción. Quisimos visitar por dentro los bajos de las Torres Llama. Pero, todos sus negocios han cerrado y se encuentran valladas, vigiladas e inaccesibles desde fuera. Otra muestra más de los gigantes con pies de barro, que construyen algunos países del tercer mundo con ciertos posibles, normalmente, ligados al petróleo.

miércoles, 26 de julio de 2023

Siempre nos pillan todas las festividades religiosas

           En Azerbaiyán y en otros cuantos países del mundo, termina pasando siempre algo, hasta en los días más anodinos, en los que parece, que no va a ocurrir nada.

          El noveno día de estancia en el país, nos levantamos con los pocos deberes de visitar Kish, tomando una abarrotada y frecuente marsustka y habiendo descartado llegar hasta otros pueblos de esta zona.

          El primer susto de la jornada nos lo da el amable recepcionista del hotel, de Sekhi. Nuestra habitación está reservada para hoy...¡Suspense!. Pero, nos buscarán otra diferente y entre la incertidumbre, nos preguntamos: "¿Por qué no le dan esa otra a los nuevos huéspedes, nos quedamos donde estamos y no hacemos tantos cambios de equipaje?".

          La segunda "alegría ", nos la llevamos al tratar de cambiar dinero. Para nuestra contrariedad y misteriosamente, siendo martes, todos los bancos están cerrados a cal y canto. Investigamos y entramos en pánico. Así será desde hoy y en los próximos tres días, debido a la festividad religiosa de Eid-El-Adha. Nos domina la histeria, pensando en cómo manejar un cajero automático en el idioma azerí -no disponen de ningún otro -, al margen de la abultada comisión, que nos meterá nuestro banco.

          Kish es un lugar agradable y tranquilo con un casco histórico pavimentado a lo grande. Las casas de piedra y una bonita iglesia albanesa de hace 1500 años, constituyen el principal atractivo de este lugar. Se encuentra a tan sólo diez minutos, de Sekhi. Tras algo más de una hora, retornamos.

          El día es algo menos caluroso, que ayer, está nublado y a ratos llueve. Los perros callejeros son un problema, en Azerbaiyán y especialmente, en Sekhi.

          Salvo los puñeteros bancos, todo lo demás está abierto, funcionando con normalidad absoluta y lo único novedoso es, que con motivo de la fiesta musulmana - y eso, que aquí, la religión importa un pimiento - han colocado en los negocios banderolas ancladas al suelo, por lo que si ya se caminaba mal por la ciudad, contamos con otra dificultad añadida.

          Antes de almorzar, volvemos a ascender al casco histórico, por las interminables escaleras y los tramos sin aceras. Las bien montadas tiendas de artesanía y Galván -dulce con mucha almendra y miel, típico de la zona -, no tienen demasiados clientes. Hay menos gente, que ayer, visitando los distintos monumentos.

          Al final, las aguas vuelven a su cauce. Nos topamos con la única casa de cambio, que hemos visto en todo el país, que sí está abierta.

          Mañana, si nada lo impide, volveremos a Baku, a pasar el último día y medio en esta interesante nación. Después y habiendo rizado el rizo para cuadrar la vuelta, nos espera una buena aventura por lugares desconocidos de Cerdeña.

martes, 25 de julio de 2023

lunes, 24 de julio de 2023

viernes, 21 de julio de 2023

¿Es Azerbaiyán un país del tercer mundo?

           Mediado el viaje y cuando nos aburrimos en uno de los buses incómodos, en los que hemos transitando por el país, me dijo mi pareja, en lo que ya es una pregunta clásica: "¿Tú piensas, que Azerbaiyán es un país del tercer mundo? Es que creo, que no tiene las suficientes chabolas y basura para serlo".

          Yo, le contesté, que sí, aunque en aquel momento, vivía más de indicios, que de datos contrastados. Ahora, al final del viaje, lo tengo meridianamente más claro. Cuando uno empieza el periplo por Bakú, con su paseo marítimo, sus torres llama y sus fastuosos edificios en construcción, se lleva una imagen algo distorsionada del país. Es, que en la capital, se gastan a manos llenas el dinero del petróleo. Incluso y ya hace años, llegaron a construir un espectacular palacio de eventos para uno solo: el festival de Eurovisión.

          En el centro de la capital, no encuentras un solo papel en el suelo y circulan, constantemente, operarios, quitando el más mínimo hierbajo. Sin embargo, cuando sales a los barrio colindantes - no siquiera periféricos-, ya te vas haciendo una idea más aproximada del país, aunque aún almibarada.

          En el resto de urbes, la cosa fue empeorando, paulatinamente y sin desglosar, hago un compendio de por qué, Azerbaiyán es un país del tercer mundo.

          1. Las ciudades están absolutamente dispersas y en ellas resulta difícil saber, donde está el centro.

          2. Falta de aceras y canalizaciones y alcantarillas destapadas.

          3. Medios de transporte confusos y con muchas carencias.

          4. Ausencia total de recursos turísticos públicos para los viajeros.

          5. Deseo e interés del estado en desplumar, a los viajeros con las entradas a los lugares de visita.

          6. Funciona mejor lo privado, que lo estatal.

          7. Sin embargo, los diferentes negocios o servicios miran más el margen empresarial, que la esmerada atención al cliente (por ejemplo, un taxista te aprieta las tuercas con el precio y luego no te lleva al punto acordado, sino donde le viene bien a él).

          8. Los baños públicos -incluso en las estaciones de transporte - son de pago.

          9. La gente es muy solidaria con el prójimo y no mira solo por sus intereses, como ocurre en el supuesto primer mundo.

jueves, 20 de julio de 2023

Peculiaridades de Azerbaiyán

           Va acercándose el final del periplo por Azerbaiyán y podemos explayarnos con algunas experiencias y conclusiones sobre los momentos vividos.

          Azerbaiyán es el país de los taxistas -nunca vimos tantos, sobre todo, en lugares pequeños -, de los supermercados -los hay a decenas en una misma zona-, de los omnipresentes escalones -no hay calle, que no los tenga - y del juego de las adivinanzas, porque la dispersión y la confusión es tal -salvo en Baku-, que resulta muy difícil saber o no, si estás en el centro de una ciudad.

          Azerbaiyán es la patria del inglés cero (extensible a todo aquel idioma, que no sea el azerí). Vaya de antemano, que nosotros no criticamos a un pueblo, porque no sepa más lenguas, que la suya, porque no tienen ninguna obligación y deberíamos ser los viajeros, los que pusiéramos algo más de nuestra parte. Pero es, que no conocen ni siquiera los números, ni palabras sencillas, como bus, station, breakfast o similares. A lo largo de treinta y cinco años de viaje, solo nos ha ocurrido lo mismo en Siria, hace muchos años ya, pero allí la gente es más amable, que por aquí y eso, que hemos visitado poco más, que los destinos esenciales del país. No queremos imaginar, que habría pasado, si hubiéramos ido a sitios más remotos 

          En definitiva, el caso es, que para entendernos sobre cosas muy básicas y salvo en la capital, hemos tirado de mucha paciencia -normal, porque éramos los interesados-, gestos, dibujos y cuando ha sido posible, sobre todo en tiendas, de los benditos traductores de internet.

          Es curioso y a la vez, deprimente e inquietante: llevamos ocho días en el país y no hemos visto un solo mercado de nada.

          El transporte interurbano se ha convertido en todo un misterio para nosotros y ya hemos renunciado, a descifrarlo. Fuimos de Bakú, a Quba, pero nos cobraron el billete hasta el destino final, Qusar. A la vuelta y desde aquí, tomamos un mismo servicio y no pasó por Quba. En Bakú, quisimos embarcarnos en transporte directo, a Sekhi, pero nos dijeron que resultaba imposible y solo podíamos hacerlo, a través de Ismailliyi. Y , ahora, desde Sekhi, existen todos los autobuses y marsustkas, que quieras y que te devuelven a la capital sin transbordo.

          Y más, más asuntos sin explicación. Fuera de Bakú y aunque los dejes toda la noche, es casi imposible conseguir la carga completa de los móviles, da igual, el enchufe de la habitación, que uses.

          ¡Menudo país de enigmas!

Dormir en la playa, en cala Galdana


 

miércoles, 19 de julio de 2023

Un cumpleaños no del todo feliz, en Sekhi

           Hoy -26 de junio - ha sido el día de mi cumpleaños. He celebrado mi onomástica en muchas partes del mundo: Roma, Bangkok, Bardar, Tokio, Simla...y en esta ocasión tocaba , entre Ismailliyi y Sekhi, antiguo famoso enclave de la Ruta de la Seda.

          He de decir, que no ha sido uno de los cumples más bonitos de mi vida. A primera hora y después de una buena noche de aire acondicionado, se confirmaron nuestras peores sospechas: no existen marsustkas o autobuses, a Sekhi, sino viejos e incómodos taxis compartidos. Nos pidieron 40 mantas a los dos y nos negamos. Apareció otro chico  y nos lo bajaron a 35. Insistimos y se quedó en 30. Tratamos de bajarlo un poco más, haciéndonos los remolones, pero pronto nos dimos cuenta, de que no íbamos a conseguirlo. La demanda de este servicio es muy baja y el taxista tenía las de ganar.

          Tardamos dos horas exactas, a Sekhi, por una carretera fea y plagada de obras eternas. El poco amable conductor no se digno a llevarnos hasta la terminal de buses y nos dejó de malas maneras a las puertas de la nada. Así, que más de una hora andando, al supuesto centro, por caminos imposibles, aunque al menos, bien indicados. Deberíamos haber tomado un transporte público urbano, pero no pensábamos, que estuvieramos tan lejos. 

          Menos mal, que encontramos rápido un hotel adecuado y barato, porque la sed y el apabullante calor comenzaban a hacer mella y a poner nuestra salud en juego.

          Aún nos faltaba otra medida hora más, para llegar al centro histórico por una cuesta interminable, sin casi aceras y con las canalizaciones del suelo abiertas. 

          Esta zona es muy bonita, pero a mí me ha dejado un regusto amargo, debido al insoportable y abrasivo sol, al salvaje tráfico, al maldito empedrado, a las alcantarillas sin tapadera, a la falta de aire fresco y a unos malditos helados, que compramos en una tienda y que me han tenido atado todo el día al agujero turkish style de los baños de los distintos monumentos, corre que te corre.

         En la poca información, que hay en internet, nadie lo explica, así, que lo hago yo. No os imaginéis la zona antigua, como la de una ciudad europea o sudamericana. Salvo los lugares, que están dentro de la muralla, todo está muy disperso e invadido por el agresivo tráfico. Ni callejuelas, ni tiendas para turistas, ni remanso de paz...

          A media tarde, al menos, se produjeron dos buenas noticias: extenuado, pude beber algo sin expulsarlo inmediatamente y constatamos en la autogazal, que hay marsustkas y autobuses directos, a Bakú, por lo que a priori no tendremos, que asumir nuevas aventuras y molestos transbordos.

          Mañana probaremos suerte en la vecina localidad de Kish, que también tiene buena pinta, habiendo descartado otros lugares de los alrededores, por falta de tiempo.

jueves, 13 de julio de 2023

Un día de mil estados de ánimo distintos

        Nos levantamos, como un toro, antes de que sonara el despertador. Contemplábamos dos opciones para este incierto día: o, directamente, una mierda o un triste peñazo. Acabó siendo una mezcla de ambos conceptos. Eso sí y aunque sufriendo, con final feliz. 

          Valoråbamos tres posibles escenarios y no se cumplió ninguno, como suele ocurrir por estos lares. Por un lado, que no nos cogiera nadie en autostop y tuviéramos, que retornar, a Qusar andando y dormir allí. Por otro, tener suerte intermedia y poder llegar hasta Baku. Y ya, el despiporre, poder arribar, a Sheki.

          El día amaneció despejado y muy caluroso, hasta en el Cáucaso, que ya es raro. Comenzamos a andar por la empinada y deteriorada carretera. Al poco, pasa un coche y para, pero solo dispone de una plaza libre. Caminamos durante media hora y el segundo conductor, también se detiene. Viaja solo y nos coge. Vehículo nuevo y música oriental extraordinaria. No nos dice nada, no hace un solo gesto y ni siquiera pregunta por nuestra nacionalidad. No solo nos deja en la ciudad y en la estación, sino en el mismo andén de donde parten los buses, a Baku.

     Tras una pausa logística, nos embarcamos en un autobús tórrido y super incómodo, rumbo a la capital, pero bendecimos nuestra suerte. A las doce y media estamos en Bakú. No hay bus directo, a Sheki y debemos cambiar en Ismailliyi. Mejor bus, aunque acabamos cansados del calor, las paradas y las constantes obras en la carretera, que nos hacen botar, sin tregua. Nos paran en una calle cualquiera, sin estación y sin explicaciones.

          Empieza la inesperada parte difícil del día. Como no entienden ni la palabra bus, ni station, ni siquiera yes, hay que ingeniárselas con gestos y con los traductores del móvil, con suerte diversa. Nos ofrecen un taxi para llevarnos hasta otro y no entendemos nada. Caminamos con cierto rumbo para ir descubriendo, que no hay una única terminal de cacharros, sino diversas paradas de taxis compartidos. Son las seis de la tarde del domingo y apenas hay oferta a Sheki y además, nosotros estamos muy cansados.

          Ahora toca buscar hotel y continúa la pesadilla. Solo hay un cuatro estrellas y su recepcionista no habla ni papa de inglés. Llegamos a entender y no sé cómo, que es la celebración del Eid-El-Adha y no vamos a encontrar nada en toda la ciudad 

          Empezamos a temernos, que tocará dormir en la calle y esta pequeña urbe solo ofrece una tienda 24 horas, en cuya puerta poder estar mínimamente seguros. Caminamos un poco más, maldiciendo el desenlace del día, cuando aparece un restaurante con habitaciones. Cuesta el doble, que el alojamiento de ayer y probablemente, sea el más caro del viaje, pero no hay posibilidad de negociar. Están de reformas y hemos llegado tan de sorpresa, que hasta nos tienen, que montar un situ y de urgencia, la cerradura de la habitación.

          Todos los días vamos con el cántaro a la fuente y de momento, no se ha roto. ¡Veremos mañana!

miércoles, 12 de julio de 2023

Los precios en Azerbaiyán

           Llevamos ya seis días en Azerbaiyán y ya nos hemos hecho una idea exacta de los precios de este país.

         El alojamiento presenta unas tarifas razonables, sobre todo y hasta ahora, teniendo en cuenta, la buena calidad de las habitaciones. Hemos pagado por la doble y noche, entre 15 y 20 euros y la mayoría de las veces, con buen wifi y aire acondicionado. Olvidaros de Booking y de las guest house privadas, que ofrece esta plataforma, ya que si logras encontrarlas, normalmente, perderás mucho y valioso tiempo. Por tanto, a buscar sobre la marcha.

          Tanto el transporte público urbano, como el interurbano están tirados de precio. Los autobuses locales y el metro de Bakú rondan los 20 céntimos y un trayecto de unos 200 kilómetros por carretera, sale por unos cuatro o cinco euros. Sin ser una ganga, los taxis también son baratos (unos 10 euros para 35 kilómetros).

          En cuanto a la alimentación podríamos establecer tres categorías: comida de batalla en puestos o establecimientos básicos, tipo perritos o pereski, resultan muy baratos (entre 25 céntimos y un euro, la unidad). La comida algo más elaborada y variada tiene precios medios: unos 3 euros, un plato de piti, por ejemplo. Las compras en el supermercado, que es la última opción, salen carísimas y con poca variedad de género.

          En este caso, precios prohibitivos para quesos y embutidos -se salvan las ricas salchichas, generalmente, ahumadas- y elevados para el resto, con las excepciones de galletas, caramelos -onmipresentes- y algunos snacks. Las escasas conservas de cualquier tipo están disparadas.

          En cuanto a las bebidas, precio moderado de la cerveza -mayor, que en España - y razonable del vodka, que cuesta un 35% menos en tiendas especializadas -normalmente, en las afueras -, que en los super o las grandes superficies del centro. Del vino, ni hablamos. Que un supermercado sea más grande no significa, que tenga mejores tarifas y ofertas, que uno más pequeño, aunque a eso y en el tercer mundo, ya estamos acostumbrados.

          Y, como siempre, el que realmente hace negocio redondo es el Estado, con las carísimas visitas a los lugares de interés. Aparte y de forma injusta, cuestan entre cinco y diez veces más a los extranjeros, que a los nacionales.

          Y, hablando de dinero, no esperéis encontrar casas de cambio en Azerbaiyán. Solo grandes bancos -hay pocos, incluso en Baku- y de lunes a viernes. Así, que cambiado grandes cantidades cuando haya oportunidad. La tasa, en general, es bastante buena.

          Cuando escribí esto, no habíamos estado en Sheki, donde si existe una casa de cambio en la zona antigua.

martes, 11 de julio de 2023

Laza: naturaleza arrolladora

           Hace tan sólo 48 horas estábamos en Baku con el aire acondicionado a todo trapo y ahora mismo , mantenemos nuestros cuerpos entonados al calor de una eficiente estufa y de la imprescindible botella de vodka. Estamos en una cabaña rural bastante amplia, en mitad del Cáucaso, sin televisión y sin wifi y tampoco se está tan mal y eso, que ya no nos encontramos en edad de follar, que sería otra alternativa.

          El día ha salido según lo previsto, pero para variar, no empezó nada bien. Cuando nos despertamos, estaba cayendo el diluvio universal y durante más de una hora, vimos amenazados nuestros planes.

          Desde la terminal local de buses de Quba -no es a la que llegamos ayer -, cogimos un breve vehículo, a Qusar. A la llegada, tanteamos a los taxistas de la caótica terminal, pero como están en grupo, siempre se vienen arriba con el precio. Así, que nos alejamos y conseguimos pagar el importe, que queríamos y que habíamos leído, que era el adecuado: 20 manat. El conductor, muy simpático, nos fue haciendo de guía turístico en su idioma, sobre cosas, que eran evidentes, con solo mirar a ambos lados de la carretera. El vehículo es viejo y despide un fuerte olor a gasolina. Tememos que de un momento a otro, explotemos, como los del submarino del Titanic.

          Al llegar -después de tener que preguntar a un camionero-, el hombre nos dió su teléfono, para venir a buscarnos mañana, pero nosotros no sabíamos, si siquiera nos íbamos a quedar a dormir, si tendríamos wifi para contactar por WhatsApp osi volveríamos por la tarde en autostop, a Quba.

          Antes de nada, vamos con la información de servicio, sobre Laza. No existen taxis, que te devuelvan a Qusar o a cualquier otro lugar. Encontramos solo dos alojamientos: un hostel, donde no se bajan del burro con los precios y una guest house, que si acceden a negociar (nos pedían 50 y lo dejamos en 30 mantas). Sus propietarios son dueños de medio pueblo y ello incluye el restaurante -ahora de reformas - y el supermercado, que no tiene horario fijo y opera bajo petición expresa, si tienes la suerte de toparte con algún miembro de la familia. Por lo que mejor,traeros toda la comida, que necesitéis y también la bebida.

          Laza es un lugar natural fascinante, rodeado de verdes montañas -parecen interminables alfombras-, riachuelos y cascadas, además de los terrenos colindantes del Parque Nacional Shadag. Un buen lugar para desestresarse y convivir con las vacas y con las cabras, porque seres humanos no hay muchos.

          Laza es absolutamente disperso y lleno de aterradoras cuestas. Como no fuimos a Xinaliq, no os podemos dar opinión, de cuál de los dos es más bonito y recomendable. Hemos leído dos comentarios en blogs y cada uno, prefiere uno de los dos lugares.

          Aunque ya hace dos días, todavía seguimos echando pestes sobre la montaña ardiente de Baku. Y mucho más, hoy, que es San Juan. Mañana, nos aventuraremos volver a dedo, a Qusar y de ahí, vuelta a Bakú e intento de viajar, a Sheki. ¡A ver en qué queda la cosa!

lunes, 10 de julio de 2023

El desconcierto de Quba

           Dejamos nuestro alojamiento de Bakú, después de cuatro noches, con bastante pereza. Baño propio, potente aire acondicionado, televisión solo en azerí y turco, nevera, buen wifi y té y café gratis en las zonas comunes han sido los alicientes de este buen y céntrico hotel, llamado Phoenix 

          En el tercer mundo nunca te puedes fiar de que el día empiece bien o mal, porque puede terminar de cualquier forma. No arrancamos bien, ya que el plano del metro de Bakú, que nos habíamos descargado no era el bueno y nos hicimos un pequeño lío para llegar a la estación de autobuses. Es un suburbano funcional aunque de trenes muy antiguos y ruidosos.

          La estación de autobuses de la capital es una mezcla entre un centro comercial casi abandonado y una terminal de pasajeros nada caótica. Partimos enseguida, después, de que nos obligarán a pagar el billete completo, a Qusar, aunque solo vamos hasta Quba. El vehículo resulta super incómodo y va repleto, con atasco monumental y kilométrico, media hora después de la salida y en mitad de la nada. Autovía todo el rato, paisaje aburrido y desértico, muchos puestos de fruta -especialmente, sandias-, nublado y punteando. Me duermo más de la mitad del camino

          Al llegar, desconcierto total, junto a un centro comercial enorme. No sabemos dónde está el centro -no sería la última vez, que nos pasará esto, en Azerbaiyán -, aunque si encontramos un hotel de batalla. Regateamos y nos quedamos de mala gana, solo porque han accedido a nuestro precio. Después, descubriríamos -guest houses privadas, al margen - que es el único alojamiento de la ciudad.

          Ya con los bultos a buen recaudo, continuamos de lleno en el desconcierto y visitamos la plaza central, sin saberlo. Al final y tras dar mil vueltas por difusas y profundas barriadas de infraviviendas, la amable chica de una óptica nos ayuda con el traductor de Google, porque aquí de inglés o de cualquier lengua no propia, no saben ni los números.

          Entre los edificios destartalados y los pestilentes charcos, una vez ha cedido la lluvia, los niños juegan al fútbol o hacen muñecos con los omnipresentes barros. Llegamos, no sin esfuerzo, al parque Nizami, que está plagado de esculturas y escaleras y es la única parte salvable de esta turbia y anodina ciudad. Las mezquitas, que encontramos son tan básicas, que tienen el tejado de chapa.

          Finalmente, cruzamos el raquítico río por el puente peatonal y entonces, nos topamos con el Red Village, el bonito barrio judío, que se encuentra en diferente estado de conservación: casas reconstruyéndose, casas para entrar a vivir, casas abandonadas y casa cayéndose. Ni un solo extranjero, ni siquiera en el megasupermercado principal del lugar, el mejor abastecido y barato, hasta ahora.

          Mañana trataremos de llegar a Laza, vía Qusar, combinando bus público y taxi. Hemos, casi, descartado Xinaliq, por no poder compartir los gastos del vehículo privado con nadie. Lo que te pasa en el tercer mundo al día siguiente, nadie lo sabe, ni lo imagina, así, que todo puede ocurrir.

          Hemos estado todo el día, hasta la noche, sin comer ni beber nada y me ha entrado cagalera. Nunca me pasó esto antes y encima, hoy el baño es compartido.

viernes, 7 de julio de 2023

Un poco decepcionante, para que engañarnos

           Diez de la mañana, en la puerta de la céntrica agencia. Calor severo. El nuevo minibus llega cuarto de hora tarde, debido al intenso tráfico. Pasaje diverso: nacionales, indios, europeos o de Hong Kong, además de nosotros.

          Salimos por la carretera de ayer, la de la bonita mezquita del extrarradio y transitamos por una impecable autovía. En una hora, nos ponemos en los petroglifos de Gobustan. Nos ahorramos la entrada, que cobra el guía, pero los vemos al completo, dado que es fácil colarse por la zona de los baños y del bar, sin ser descubiertos.

          El paisaje rocoso es excelente, pero los grabados antiguos, hay que imaginarlos, más que visualizarlos. Los diez manat de la entrada son un robo, como es costumbre en los precios de los atractivos turísticos de este país.

          Volvemos al vehículo de buen aire acondicionado, porque el calor es ya insufrible. En cuarto de hora estamos en los volcanes de lodo. Los contemplamos tras un breve paseo por mitad del poco silencioso desierto, porque a decenas de metros, las excavadoras van a todo trapo en la construcción de una clínica y un hotel, que revitalizan está árida e improductiva zona con tratamientos con los barros, aquí producidos. Borbotean sí, pero como cuando llueve sobre mojado en cualquier parte. Nada, desde luego, que te haga hacer hasta aquí seis mil kilómetros de avión para contemplar estás modestas elevaciones con cráter.

          Deshacemos el camino, durante hora y cuarto. Gobustan está al sur y nosotros nos dirigimos ahora a la península de Abseron, al norte.

          Dos incidentes nos sacan de quicio dentro del bus: el agobiante atasco al atravesar la vía principal de Bakú y los vómitos de una niña de un año, que caen de forma abrupta delante de nosotros. Su madre, una estúpida filipina, no ha tenido otra irresponsable ocurrencia, que traerla a este largo tour. Una espectacular torre en forma de vela y otras dos , simulando estar llenas de telarañas,  entretienen nuestros ojos.

          Son casi las tres de la tarde y estamos en el restaurante concertado para la comida, tipo buffet. El género no tiene mala pinta, aparentemente, pero si nos tenemos que fiar por el estado de limpieza y mantenimiento de los baños... Nosotros hemos optado por no seguir al rebaño y almorzar por nuestra cuenta y merodeamos por la desfavorecida zona, donde si encontramos, sin embargo, vodka a mitad de precio, que en el centro y mucha más oferta de kebabs, ensaladas y pitis.

          El templo de fuego se ubica casi al lado. Si combinas la entrada con la visita, a Yanardag, te cuesta un poco menos caro, pero el precio de los accesos vuelve a ser abusivo (30 manat los dos, que es casi lo mismo, que pagamos cada noche por una habitación gigantesca con baño, nevera, aire acondicionado y buen wifi).

          El recinto sagrado es sencillo y pertenece a la religión de Zoroastro, cuyos fieles eran adoradores del fuego y vivían por aquí e Irán, hasta que fueron expulsados a la India. Hay un fogoso altar en un patio y diferentes estancias interiores recreadas alrededor de este. No está mal, pero nada, que perdure en tu memoria para siempre.

          Tras cuarenta minutos más de conducción, acabamos en la auténtica tomadura del pelo del viaje y casi de nuestras vidas. El Yanardag o Burning Mountain, donde esperábamos ,-vaya imaginación la nuestra- un auténtico volcán en erupción y con enormes llamas saliendo por las grietas y el cráter. Y, nos encontramos con media docena de cutres y anodinas hogueritas, que no dan ni para asar unas chuletas de lechazo o unos chorizos. Y, encima, no les cuesta ni un solo manat este perverso timo, porque es gas natural, que emerge de la tierra.

          Por favor: evitad pagar por esto. No por el dinero, que también, sino por la cara de gilipollas, que se te queda 

          Menos mal, que ya de vuelta a Bakú, hubo una quinta visita: una parada para fotos en el magistral Centro Heydar Aliyev, de diseño grandioso y vanguardista.

          Resumiendo: excursión cara, agotadora y en general, calificada con un aprobado raspado. Pero felices, porque ya pasó el día, que más pereza nos daba 

jueves, 6 de julio de 2023

Excursiones de las agencias, desde Baku

           Vayamos por partes. La oferta de excursiones organizadas desde Baku, a diferentes puntos del país +cerca y lejos -, no es excesiva, aunque si suficiente. Conviene comparar un poco, porque aunque los servicios son muy similares, los precios no son los mismos. En ningún caso son baratos, como en otros países de la zona, aunque tampoco derrumban ningún presupuesto. Lo que si son caras -para extranjeros, importe muy superior, hasta de más de siete veces, que para nacionales -, son las entradas a los lugares de interés. Como siempre, la banca ,- el dudoso gobierno democrático del país -, gana.

          Como ventaja, los tours de las agencias don flexibles. O todo incluido o solo el transporte y el guía. Y las entradas y la comida te la gestionas tú aparte.

     Siendo finales de junio, nosotros no tuvimos ningún problema en contratar el circuito por Gobustan y algunos alrededores de Bakú, de un día para otro. Aunque, al minibus solo le sobraba una plaza. Hemos de agradecer, que en ningún caso, ha habido gastos ocultos y que no se nos ha pedido una propina añadida al final de la excursión, cosa frecuente , incluso, en países como Estados Unidos. A cambio nada es regateable. Hay que tener en cuenta, que de las ocho horas de tour, más de cuatro son de transporte puro y duro, aunque con buen aire acondicionado, que es muy de agradecer.

          Existe además, una oferta de excursiones a lugares más distantes de Bakú, como Quba y Sheki, opciones, que se pueden y se deben hacer perfectamente por libre, sin mayor dificultad y ahorrando mucho dinero. Por tanto, no las recomendamos. Por caras y por resultar una auténtica paliza, para llevarlo a cabo en una sola jornada. En el caso de la bella y caótica Sheki y por lo que nos contaron, se trata de dieciséis horas de auténtico y desgastante maratón de autobús.

miércoles, 5 de julio de 2023

Como gestionar los alrededores de Bakú y Gobustan

           Previamente a nuestro viaje, le dimos muchas vueltas, a como llevar a cabo la visita de los alrededores de Bakú y a los petroglifos y los volcanes de lodo, de Gobustan. Vimos, que lo primero y tras unas cuantas dudas, lo podíamos hacer en un solo día, combinado trayectos varios de metro -eficiente, barato ,congestionado y supersovietico- y autobús, acompañados de caminatas no muy largas.

          En cambio y en cuanto a Gobustan, lo tuvimos claro desde el principio, porque los tres relatos de viajeros, que habían hecho esta excursión por libre, resultaban experiencias muy negativas, caras, largas y problemáticas.

          Resumiendo de una forma sencilla, lo que nos esperaba, llevando a cabo Gobustan por nuestra cuenta : mezcla de transportes públicos de combinación difícil o lenta y trato con taxistas poco profesionales, de mal carácter y aprovechados.

          Del fenómeno chófer para todo el día, nosotros estamos muy escamados desde hace ya años. Siempre y como si fuera imposible evitarlo, suele ocurrir lo mismo: buen precio y simpatía inicial. Incluso, hasta te invitan a una bebida o un dulce, después del acuerdo. Pero, a lo largo del día, se van cansando. Cada vez, te aceleran más en las visitas y cuando llega el final y bajo cualquier pretexto, te terminan pidiendo más dinero, de muy malas maneras. Lo hemos vivido, sobre todo, en Oriente Medio, en diversos países, porque en la mayoría del resto de los lugares del mundo no se estila está fórmula.

          En Azerbaiyán, además, los taxis salen bastante caros, en relación a lo que es el transporte público en autobús o marsustka. Así, que evitando a los taxistas y a los deslavazados buses locales, decidimos sin mucha controversia, visitar la zona de Gobustan en excursión organizada. Y eso, que esta manera para nosotros es, como ir al dentista: hacer algo necesario - no te queda otro remedio-, pero sufriendo.

          Atila juró odio eterno a los romanos y nosotros, a los guías chistosos, parlanchines y controladores de los tours de las malditas y crueles agencias. Pero, si aún había alguna escasa incertidumbre, la excursión, que nos ofrecieron, no sólo incluía los atractivos de Gobustan, sino las inmediaciones de Bakú, en un solo -aunque agotador- día.

martes, 4 de julio de 2023

Baku

           La mayor parte de la ciudad de Bakú está impoluta y saca músculo con el paseo marítimo más largo del mundo -y tal vez el más ancho, en el que apenas hay gente transitando a ninguna hora- y modernos y caprichosos edificios, algunos de ellos en constante y lenta construcción.

          Pero y como casi siempre ocurre en estas megaciudades con pies de barro, alejándote de las zonas más turísticas, los barrios se convierten en verdaderos avisperos tercermundistas: apenas sin aceras, de estructura sórdida mente soviética -edificios austeros, feos e iguales- o ambos casos. Las mezquitas son escasas, a pesar de estar en un país musulmán.

          Hay varias formas de explorar Baku y sus alrededores más cercanos, incluidos los petroglifos y volcanes de lodo de Gobustan. Todo por libre, todo por agencia o una mezcla de ambas opciones, que para nosotros, resulta lo más adecuado, de antemano.

          Lo primero, que atrae la atención del viajero, que recala en Bakú, es el casco histórico amurallado, casi colindante con la agitada, vibrante y moderna zona comercial soportalada. Calles ascendentes, serpenteantes y caóticas, gobernada por el descontrolado tráfico, que albergan la famosa torre de la Doncella, el palacio, mezquitas encajonadas, edificios antiguos y remodelados caravasar es, hoy convertidos en lujosos restaurantes, hoteles y tiendas de todo tipo, destacando las de imponentes alfombras.

          No muy lejos de este área, se encuentra el elegante Museo de la Alfombra y tras ascender unas cercanas 562 escaleras o tomar el barato funicular, se llega a las famosas tres Torres Llama, construidas hace poco más de una década, aunque parezca, que lleven ahí desde siempre. Cada una tiene un uso diferenciado: hotel -caro y venido a menos-, residencial y oficinas.

          Después y volviendo a descender, se encuentran las atracciones urbanísticas del interminable paseo marítimo, en forma de modernos centros comerciales -uno, copia casi exacta de la Ópera de Sidney -, edificios modernos, una noria y varios complejos multiusos, construidos a capricho para eventos deslumbrantes de fechas pasadas, además de un modesto Litte Venezia, una amplia y cuidada zona ajardinada y un reconvertido y poco activo puerto.

          Para completar la visita, quedarían los lugares de los alrededores, a los que nos referimos en el siguiente artículo.

          Si aún te quedan fuerzas, después de una jornada dura, dominada por la humedad y el calor, no dudes en pasear de noche por la extensa bahía. Aunque en este caso, nuestras altas expectativas quedaron decepcionadas. No así y a nuestra llegada, las vistas aéreas de este magnífico enclave costero del Mar Caspio, según aterrizabamos.

lunes, 3 de julio de 2023

La puesta en marcha en un país nuevo

           Compramos un bono recurrente a Santander, que utilizaremos con el de Madrid, a lo largo del verano, por lo que el tramo a Cantabria nos salió gratis. Agradecimos los diez grados menos de la capital cántabra y el ligero orbayu. Dormimos en el exterior del aeropuerto, con un trato muy cordial por parte del personal de las instalaciones, antes del vuelo a Roma. De fondo y mientras tratábamos de conciliar el sueño, los grillos, una pareja follando en el aparcamiento y la música de las fiestas de la cercana Maliaño nos amenizaron la velada.

          En la ciudad eterna, calor, agobio y demasiadas horas de espera. Un correo de Wizzair nos puso en alerta extrema : la OTAN está haciendo maniobras militares por la zona del Cáucaso, entre el 13 y el 23 de junio y nuestros planes podrían verse afectados. Nada ocurrió, afortunadamente.

          El ingreso en Azerbaiyán fue meteórico y ni siquiera nos pidieron la visa. Puedes leer guías o empaparte en internet -cuando hay dónde - de información de tus destinos, pero aún así, cuando los viajeros independientes llegamos a un país nuevo, siempre hay una serie de problemas, que resolver. Nunca sabes, a ciencia cierta, cual de ellos, va a ir bien y cuál va a ir mal, pero el estrés está asegurado.

          1. Llegar desde el aeropuerto a un lugar reconocible de la ciudad. En Bakú, capear con este asunto resulta bastante sencillo y barato.

          2. Alojamiento. Llevábamos una habitación reservada para dos noches, pero no conseguimos dar con ella, ni con sus propietarios. Molestia tremenda, aunque al final recalcamos en un hotel algo más caro, pero mucho mejor. En Azerbaiyán, nos olvidaremos de Booking a lo largo de todo el viaje y buscaremos un situ.

          3. Información turística. En el país existen oficinas, pero no tienen planos, ni mucha idea de resolver cuestiones sencillas. En la del aeropuerto puedes descargarte un QR, pero no hay wifi gratuito.

          Oficinas de cambio. El quebradero de cabeza más grande. Después de solo canjear 20 euros en el aeropuerto, únicamente hemos visto, en dos días, un banco con operaciones con divisas. Lo resolvimos un extremis, negociando en un hotel de cuatro estrellas con el recepcionista de turno.

          Supermercados y tiendas de alcohol. En el casco histórico no hay ninguno grande. Estos están en los centros comerciales del paseo marítimo o en las afueras. Pero, sorprendentemente, no son más baratos, que los pequeños ( esto es frecuente también en países, como India).

El puzzle del viaje, a Azerbaiyán

           Siempre, quisimos combinar Azerbaiyán con Irán en un viaje de aproximadamente mes y medio. Pero ahora es imposible. Primero, porque en la actualidad no disponemos de ese tiempo seguido y segundo y más importante, porque todas las fronteras terrestres del país azerí están cerradas.

          En un principio y siguiendo el ejemplo de hace cuatro años, en el viaje por Asia Central, quisimos llegar a Azerbaiyán con una compañía de bandera, pero vimos, que la broma se nos iba a más de 500 euros. Tocaba bajar al barro, remangarse y trabajar duro si queríamos reducir esa factura a menos de la mitad. Diez días tardamos en armar el puzzle de cinco trayectos, que cerraron el periplo de ida y vuelta, poco antes de nuestra partida.

          Evidentemente, cuando tiras de vuelos de bajo coste de distintas compañías, las escalas suelen ser más largas, el riesgo de perder enlaces mayor y la comida, te la debes proporcionar tú mismo, evitando determinados productos alimentarios, que te pueden tirar para atrás en los controles de seguridad.

          El primer problema surgió al comprobar lo caros, que están los vuelos europeos este verano. Tras mucho trajinar, por internet, encontramos un Santander - Roma, por 29 euros. Para el segundo tramo tuvimos bastante suerte: Wizzair ha estrenado hace poco un vuelo entre la ciudad eterna y Bakú, a precio razonable, en las fechas próximas ya a la temporada alta: 70 euros.

          En un principio parecía, que la vuelta nos saldría por más del doble. Tras mucha incertidumbre e investigaciones constantes y después de subidas y bajadas diversas del precio, volveremos por Roma, con idéntica tarifa. Pero directo de Roma a Madrid, eran más de 120 euros todos los días de julio. El trabajo suele dar resultados y así fue. Completaremos nuestra aventura con dos tramos más: Ciampino - Olbia -ciudad que no conocemos- con Wizzair y rápida ruta por tierra, desde Costa Esmeralda, a Alghero, para volar a Madrid, con Air Europa ( 28 y 35 euros, respectivamente).

          Quedó descartada, finalmente, la opción de volver por Kuwait, por muy caro. El destino lo tenemos muy presente, por lo que puede ser el punto de inicio del noveno viaje largo, que probablemente, pongamos en marcha el próximo otoño.

Volviendo de Azerbaiyán, por Alguero