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viernes, 28 de julio de 2023

¡Qué no cunda el aburrimiento, ni el pánico!

           Después de casi veinticinco viajes en medio año -tres de ellos, al extranjero -, nos da la sensación -aparte de cierta confusión mental, sobre las circunstancias de unos y otros periplos-, de lo que nos pone, ya no es ver unos sitios y otros; sino superarnos, ir más allá, tener emociones, que sobrepasen a lo habitual. ¡Qué no cunda el aburrimiento, ni el pánico!

          Disponíamos de cinco días en julio, que nos hubiera gustado disfrutar en algún lugar de Europa, pero como ya os dijimos en varios artículos, este verano resulta bastante difícil desplazarse por el viejo continente, debido a los elevados precios de los vuelos, incluidas las low cost.

          Tras mucho trastear, encontramos billetes aéreos, desde Santander, a Barcelona por unos veinte euros cada uno. No nos lo pensamos más, a pesar de no tener garantizado a buen precio ningún trayecto de vuelta. Si hacía falta, volveríamos en un eterno regional exprés, que aún circula entre Madrid y Cataluña.

          No teníamos tampoco planes específicos y estos resultaban complicados, porque conocemos la mayor parte de esta región. En contra, también, jugaba el precio del alojamiento, elevadísimo, casi en todas partes. Pero, si hacía falta, dormiríamos en la playa o donde fuera. Solo contábamos con un punto a favor: los billetes gratuitos de rodalies, que podíamos adquirir con una mínima fianza.

          Pero, aún así, no nos preocupamos demasiado y hasta contactamos con nuestro amigo Martín - que reside actualmente en Barcelona -, para disfrutar de una tarde de cervezas y el resto, ya se vería.

          A los cuatro días y faltando menos de una semana para la salida, cambiamos de planes. Encontramos un vuelo, de Barcelona, a Menorca, por quince euros. Era un destino, largamente deseado, aunque volver a casa desde allí salía carísimo y el alojamiento, mucho más gravoso, que en Cataluña.  No obstante, compramos los boletos, porque además y por horario, nos permitía dormir la primera noche en el aeropuerto de Mahón y ahorrarnos el hotel. ¡Bienvenidos al turismo de ensaimada!

          Dos jornadas previas a la partida, hallamos un trayecto, entre Menorca y Valencia, por 10 euros, como en las ocasiones anteriores, con Ryanair. Lo compramos. ¿Cómo volveríamos desde ahí, a Madrid? Ya lo veríamos, llegado el momento: Avlo, BlaBlaCar, Avanzabus, andado ...En cualquier caso, solución incómoda y no barata.

          Pero, otra vez más en nuestras afortunadas vidas, tuvimos suerte. El día antes de volver y en un autobús, entre , Ciudadela y Mahón comprobamos, que los  precios del vuelo desde aquí y  a Madrid,  para unas pocas horas después, se habían desplomado, a 35 euros . Teníamos ya las tarjetas de embarque, para Valencia, pero no lo pensamos más y nos hicimos con los nuevos pasajes. Somos expertos en chollos, pero nunca antes, habíamos encontrado una ganga con tan poca antelación.

          Sobre el viaje, a Menorca, hablamos en los próximos post, pero adelantamos, que ha sido tan bonito y espectacular, como duro y tórrido.

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