Pues sí. Hoy, hay que hacer trámites para casi todo. Nos prometieron, que si nos vacunamos, nuestra vida volvería a ser normal, pero la realidad es, que todavía dista bastante de serlo. Aún me entra la risa y el pánico, cuando para ir a un concierto, tienes que sentarte en una silla con mascarilla y distancia de seguridad. O para ir al fútbol -despues de haber pagado tu abono- debes completar un formulario y esperar las buenas nuevas de un sorteo.
Afortunadamente -entiendase con cierta ironía-, viajar a determinados países, como Italia, resulta algo más fácil, que todo eso. Puedo confirmar, que gestionar un viaje al país transalpino, sigue siendo más sencillo y menos laborioso, que tramitar un visado a India, antes de la pandemia (aunque por los pelos).
Rellenamos el formulario localizador de viajeros DPLF -Covid 19- a través de internet. Es parecido, al que completamos para ir, a Grecia, el verano pasado. Datos y más datos, pudiendo inventarse algunos -como el número de asiento en el avión, si aún no has facturado-, que conllevan una confirmación inmediata por correo electrónico.
Para viajar, debes llevar el certificado de vacunación de la pauta completa -era nuestro caso-, una PCR reciente o una prueba de haber pasado el coronavirus.La realidad y llegado el día fue, que no nos pidieron absolutamente nada, ni al despegar, ni al aterrizar: ni el formulario de ingreso, ni el de vacunación y además, en , Bérgamo, al llegar a la terminal, íbamos todos juntitos, sin respetar distancia de seguridad alguna.
Al regresar a España, rellenamos otro impreso -el mismo, que para volver de Grecia hace unos meses-, que te genera un código QR en tu teléfono móvil, que sí controlan, en Barajas, además de una toma colectiva de la temperatura. Pero, si te has despistado, lo puedes completar a mano y bolígrafo al llegar al propio aeropuerto madrileño.
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