Madrid, Manzanares y La Pedriza
La tarde del viernes, la dedicamos a especular por el barrio de Hortaleza y por el cey comercial, Palacio de Hielo.
El sábado y no sin problemas de orientación, nos fuimos a Manzanares el Real y La Pedriza, tomando el autobús 724 en el intercambiador de plaza de Castilla. El pueblo tiene un bonito castillo (5 euros). Al parque natural, se puede ir andando -unos seis kilómetros-, aunque los fines de semana existen autobuses lanzadera gratuitos, que ese día no funcionaron, desconociendo las causas. El lugar cuenta con caminatas muy pedregosas y sinuosas y el paisaje rocoso resulta bastante atractivo. Nos vaciamos menos de lo esperado, debido al insoportable calor. Hicimos tres pequeñas rutas, a través del cañón de La Camorza, senda de Carboneras y camino de Canto Cochino. Está prohibido bañarse en el río, pero la gente no hace ni caso. Por la noche, disfrutamos de lo lindo, paseando por el inconmensurable, Lavapiés, crisol de culturas. En la zona de Mesón de Paredes abundan los subsaharianos con sus restaurantes, ritos y costumbres. El la de Ave María, los indios. Apenas queda rastro de los chinos y sus tiendas mayoristas o de las carnicerías musulmanas, que invadieron el barrio a finales de los noventa. En la plaza principal, aún sobreviven un bar castizo y el Carrefour 24 horas.La mañana del domingo, la dedicamos a ver la céntrica iglesia de San Antonio de los Alemanes y nos acercamos al cauce del río Manzanares y el parque Madrid Río, entrando por el puente de Segovia y saliendo por el de Toledo, dejando a un lado las poco vistosas ruinas del antiguo estadio Vicente Calderón.
Por la tarde y tras un receso, nos zambullimos en el barrio de Vallecas, donde visitamos el cerro del Tío Pío. Su hisy es muy larga y ofrece buenas vistas de Madrid, viéndose el Pirulí y las torres Kio. Fue un poblado chabolista y el parque enseña siete montículos -siete tetas, según los más salidos-, que no son naturales y que están formados por los escombros de las infraviviendas.Finalmente, el lunes y tras desestimar Toledo -los buses se toman en la plaza Elíptica-, nos fuimos a ver un templo sij, en Santa María de la Cabeza, que como habíamos previsto, consiste en un simple local en un edificio de viviendas. Paseamos por el Madrid tradicional, que tanto nos recuerda a nuestra juventud y a los tiempos de estudiante, aunque ya no se parezca mucho, a aquellos increíbles tiempos.
Antes de regresar, durante la madrugada del martes, matamos el viaje en el abarrotado parque del Retiro -que el descerebrado Almeida había cerrado el día anterior, domingo, por turbios motivos-, en el barrio de Las Letras y su animada zona de Huertas .
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