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domingo, 22 de agosto de 2021

Desarrollo cronológico del trepidante viaje

 
       Nuevamente, los billetes de autobús para Madrid, los obtuvimos con un importante descuento. En la capital, pasamos la tarde del 21 de julio y por la noche nos fuimos a dormir al aeropuerto, pero lo hicimos en el exterior, por dos razones: para evitar la puta mascarilla y por otra más realista: en la actualidad, las terminales cierran sus puertas entre las once y las cuatro de la mañana, (aunque puedes estar dentro, si entras antes).

          Con puntualidad, llegamos a Bérgamo. Hemos estado allí muchas veces, pero hacía demasiado tiempo, que no la visitábamos, con lo que utilizamos gran parte del segundo día para redescubrir su parte alta y explora otras zonas nuevas. A media tarde, nos trasladamos a Milán, tratando de organizar la logística de los restantes días.

        La siguiente calurosa jornada, la dedicamos, a Milán, en exclusiva. Habíamos estado varias veces allí, pero más como campo base para otros destinos, de Lombardía, que de exploración profunda. A pesar, de que apenas existen zonas peatonales y además de llevar a cabo las rutinarias visitas por los alrededores de la catedral, el castillo Sforcesco y la iglesia de "La Última Cena", descubrimos lugares más inéditos y agradables, como el área de los canales -seria clave al siguiente día- y el barrio de Ticinese, con la magnífica plaza de columnas, ubicada en la plaza de San Lorenzo, donde también bse encuentra la basílica de San Lorenzo Maggiore.

          El sábado afortunadamente, algo nublado, nos fuimos en tren al bonito lago Maggiore, done visitamos dos de sus más conocidas localidades: Stressa -nada estresante, por cierto- y Arona, siendo está última muy turística.

        Como pasamos esa noche en blanco, de fiesta bien fiesta y a la vieja usanza, las primeras horas del domingo las dedicamos a una visita fugaz, a Vigevano, que dicen, cuenta con la plaza más bella de Italia. Muy bonita es, desde luego. El resto de la jornada, descansando y haciendo planes.

          Como nos cancelaron el vuelo, de Ryanair, debimos cambiar los billetes para el día siguiente y el lunes nos topamos, con  lo que ya preveíamos, iba a ser la jornada más interesante del viaje. En ferrocarril, nos desplazamos al lago Iseo -agradabke temperatura-, tras hacer escala en la ya conocida Brescia. Descubrimos la fantástica Pisogne y caminamos siete kilómetros por una ruta "nsturalustics" -es un decir, que ellos venden así, porque es más un desastre, que otra cosa-, hasta la increíble, Lovere, el mejor destino de todo el periplo. De vuelta, recalamos en la relajada y agradable, Iseo, que bien merece unas horitas.

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