Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

viernes, 12 de abril de 2024

Playa 🏖️👙 de Taghazout


 

Tras la ratonera de Labuan Lombock...,llega la calma

           Nos costó conciliar el sueño por el calor, por las constantes y largas llamadas a la oración, por los incidentes de encerrona del día anterior, por el estrés general y por llevar cuatro días por Sumbawa sin acceso ninguno, no a las bebidas alcohólicas, sino a una sola y miserable cerveza.

          A la mañana siguiente nos ponemos en marcha temprano tratando de escapar cuando antes de esta ratonera de Labuan Lombock. Al final, fue sencillo. No quedaban por las calles a esas horas, ninguno de los que se habían divertido a nuestra costa - y casi, de nuestro dinero - del día anterior. Nos recoge un minibus, que cobra lo justo y en dos horas y media, tras mucho jaleo y atravesando constantes ciudades cacharro, nos ponemos en Mataran.

          Nuestros objetivos hoy son, bien sencillos: encontrar el alojamiento de hace cinco años -desayuno espectacular -, el super de la cerveza y comida callejera atractiva. No va a ser  difícil y a las once y media, ya los habíamos logrado todos 

          Tarde reposada y noche super cervecera y de espectacular monzón, mostrando toda su parafernalia lumínica, sonora e innundante. Solo nos quedan dos pasos para retornar a Bali. Gestionar el transporte desde aquí al muelle y obtener los billetes para el ferry. 

          En el primer caso, cuando se trata de estos servicios tan opacos, uno siempre tiene cierta desconfianza, pero topamos con un chico amable y con buen ingles. Algún problema más tuvimos para obtener los boletos del barco. Antes, ibas a la ventanilla y ya , como en todas partes. Ahora se han montado un sistema mixto, que no beneficia a nadie. Es venta on line, pero a medias, porque tú no puedes comprar desde el móvil, porque es una intranet, a la que solo dan acceso a unas agencias autorizadas, que han surgido como champiñones. 

          El resultado para los pasajeros ha sido, que los billetes han incrementado su precio más de un veinte por ciento, debido a las altas comisiones. El resultado del futuro también es previsible: dentro de poco, abrirán la venta online a todo el mundo, y las agencias especuladoras se hundirán, sin que a la compañía estatal de ferris le importe lo mas mínimo.

          Ha terminado nuestro periplo por Nusa Tengara y Andaman Central. Las experiencias han sido espectaculares, pero también el sufrimiento, sobre todo, en Sumbawa Besar , donde se abordan muchas situaciones difíciles, entre ellas la vida cotidiana y la total abstinencia de cerveza o alcohol.

          Para animarnos, nuestro lema en esta ocasión ha sido:"lo que hoy es mañana, pasado ese día,será ayer.

martes, 9 de abril de 2024

Intento de estafa y humillación, en Labuan Lombock

          Después de dos noches terribles, al fin dormimos al amparo del aire acondicionado y sin ningún ruido. Augurábamos un día largo, como todos aquí, por lo que decidimos ponernos temprano en las calles. Sumbawa Besar no tiene nada de especial. Ni siquiera su playa -llena de basura y casi inaccesible -, resulta interesante.

          El bus, a Poto Tano sale puntual. Tan colorido e incómodo, como siempre. El conductor solo se aturulló al final, cuando tuvo que recoger varios bultos de peso y a unas cuantas pasajeras con churus, que sus maridos habían acercado con la moto 

         Los ferris entre Sumbawa y Lombock son muy frecuentes y la travesía dura dos horas y cuarto, aunque podrían hacerlo en menos tiempo, porque hoy hay muy mala mar. Es mucho más nuevo, que el del otro día, dispone de aire acondicionado y viajan varios guiris.

          No nos desconcertamos, cuando vemos, que al lado del puerto no hay nada más, que algunas agencias de venta de billetes on line y varios garitos, porque lo habíamos estudiado antes. Hay tres kilómetros, hasta la localidad de Labuan Lombock, que hacemos, caminando por una carretera no muy complicada. No sabemos, que ocurrirá después, porque nada hay en internet sobre esta ciudad.

          Y entonces, comenzó una tarde más rara, que dificultosa. Tenemos la suerte de encontrar una agencia de Perama -es cara, pero muy fiable - y preguntamos al empleado si hay transporte público, a Mataran, siendo su respuesta afirmativa, aunque no son ellos los que realizan el servicio. Vamos hacia el lugar indicado, sin preguntar la tarifa y enseguida llega un minibus, que tras darnos el precio real, diez metros más adelante, nos pide el doble. Bajamos y los siguientes servicios nos llegaron a solicitar, hasta cinco veces más. Entonces, todo comienza a ser un espectáculo circense para los aburridos lugareños de un pueblo grande, donde nunca pasa nada y comenzaron a entrometerse. Una tenderá llegó a asegurarnos que las 40.000 rupias reales, eran, 300.000.

          Volvimos a Perama a preguntar la tarifa y efectivamente, era de 40.000, pero ya nadie nos quería llevar a destino por una cifra, que no fuera astronómica. Ya no se conformaban con querernos sacar el dinero, sino que querían humillarnos y reírse de nosotros en nuestras caras, como tantas veces ocurre en Indonesia.

          Vamos a un hotel y nos ofrecen una habitación muy barata, que era lo más parecido a una pocilga oscura y sin ventilador. No la cogemos y la chica nos advierte, de que tengamos cuidado por ahí, pero no sabemos, con que o con quién. Al fin y casi enfrente, encontramos otro establecimiento más adecuado. Está es la primera vez en este país que no tenemos el baño dentro de la habitación.

          Nos da algo de yuyu lo que pueda pasar mañana al intentar salir de este territorio de salvajes.

lunes, 8 de abril de 2024

Noche de hotel infernal, día de bus diabólico

           Era bastante improbable, que pudiéramos pasar una noche peor, que la anterior, en Sape, pero así ocurrió. El calor era insoportable, el ventilador pequeño de pared daba escaso aire y emitía ruidos ciclicos cada diez segundos, que parecían ronquidos. El jolgorio y los gemidos no cesan durante toda la madrugada, sospechando, que estábamos en el establecimiento mixto, compartido entre viajeros y parejitas de amor fugaz. 

          Comenzó a dolerme algo una muela y posteriormente, sobre las tres y media de la mañana, la cabeza, al producirse cánticos de  la cercana mezquita de una hora y media. No eran los tradicionales, sino corales y con algún instrumento. Parecía más bien, fusión muslium - rock. Es imposible contar en esta isla, las veces, que llaman cada día a la oración y lo que se prolonga.

          A las cinco, comenzó el intenso tráfico diurno y siguieron las discusiones en las alcobas vecinas. Para la próxima noche necesitamos inexcusablemente un hotel normal y una habitación con aire acondicionado.

          Salimos a las siete en punto, hora prevista, en un bus tan incómodo y viejo, como el de ayer, pero hoy se trata de 250 kilómetros y no de 45. Imposible adoptar una posición para dormir, habiendo solo conciliado el sueño una hora durante toda la noche. Las primeras paradas son de unos pocos minutos -aparentemente, para nada-, y a la derecha se visiona un paisaje marino, no demasiado agraciado porque parecen más campos de arroz de arena, que playas.

          Llegamos a Tante, una ciudad cacharro de manual. Este tipo de urbes son todas iguales de caóticas y desagradables, pero como ocurre con las drogas duras, nosotros estamos enganchados a ellas sin explicación alguna. En esta misma estación y sin justificación alguna -ni mecánica, ni de carga, ni de recogida de pasajeros -, el conductor desaparece durante hora y media, mientras disfrutamos entretenidos del inmenso caos de las ocho de la mañana.

          A la salida de esta localidad, otra parada para recoger sacos y cajas, porque estos cacharros transportan todo (hasta un gallo, en una caja). No tardamos en detenernos por un conflicto con una señora, que pone a sus hijos de cebo para salirse con la suya. A todo esto, somos el vehículo más lento de la carretera y nos adelantan hasta los camiones. Paisaje de campos, que se alternan con poblaciones pequeñas y alargadas, con su vida de mierda. Y, como cada día, calor insoportable.

          Llegamos a Dompu y sorprendentemente, casi no nos detenemos. Empieza un periodo estable en la constancia del tránsito, aunque inestable en el asiento, porque ascendemos un puerto de montaña y las curvas son pronunciadas. Cuando menos lo esperamos y siendo las 12:20 de este viernes, el vehículo se detiene delante de una impecable mezquita en una humilde y destartalada aldea. El conductor se baja como un poseso a rezar -el resto de los hombres van detrás - y la cosa se alarga veinte minutos. Previamente y en otro escenario rural similar, nos habíamos detenido media hora para almorzar.

          El paisaje, hasta llegar a Plampung, se volvió, más anodino y desde este lugar a Sumbawa Besar, apareció de nuevo, el mar. El cielo se fue nublando y media hora antes de llegar comenzó -como ayer- el diluvio universal. Al final, nueve horas exactas, a una media de poco más de 25 kilómetros por hora . Si quitamos los incidentes por averías, los países orográficamente muy difíciles o las obras en las calzadas - no ha sido ninguno de estos tres casos -, este es el peor periplo en transporte público en 35 años. Por lo que por experiencias , que tengas, siempre te puede ocurrir algo nuevo, en este caso solo, por la voluntad y los caprichos del conductor.

          En Besar y sin dejar de llover, seguimos con el día aciago y nos cuesta mucho encontrar hotel, aunque resulta bueno, relativamente barato, silencioso -salvo la mezquita de turno - y con aire acondicionado, cumpliendo así nuestras expectativas. También y por fin, encontramos cerveza en un hotel, pero nos pidieron por cada botella de medio litro, unos 6 euros y va a ser, que no.

          Sin embargo, la cena va a ser excelente, a base de nasi campur de pescado fresco y vegetales. Ayer me llevé un gran susto, porque me atraganté con una espina y estuve a punto de ahogarme.

domingo, 7 de abril de 2024

La extraña Bima

          El día siguiente iba a ser extraño, para lo que suele ocurrir por estos lares, tan inciertos. Lo que salió bien ocurrió a la primera y lo que no, no lo hubiéramos arreglado ni en una semana.

          Salimos del hotel, resignados a caminar dos horas bajo el sol, cuando a los quince minutos, pasa un autobús vacío, que va a la  estación. El conductor aprovecha para tratarnos de cobrar más de la cuenta, pero tenemos referencias, que nos ha dado la del hotel y no pagamos ni una sola rupia de mas. A continuación, en la terminal nos toma otro chófer, con destino a Bima, muy simpático, pero varias veces trata de colarnos otros buses posteriores, de los que se lleva su comisión ¡Joder con los habitantes de los destinos poco turísticos!

          En muchas zonas del recorrido el olor es a fuerte pescado seco. El paisaje es montañoso y la carretera está mal asfaltada y llena de curvas.

          Nos dejan en la estación buena, en el centro de la ciudad y en diez minutos, tenemos los precios y horarios para mañana para nuestro siguiente destino, Sumbawa Besar y el hotel, malo y caluroso, como el previo, aunque no hay mucho donde elegir. Caemos también en la cuenta, de que hay numerosos puestos de ricas y baratas comidas.
 
          Dos serán las barreras insalvables a lo largo del día: encontrar cambio de divisas -comisión de cajero al canto - y conseguir alcohol o cerveza en toda la ciudad. Ya nos advirtió una chica que, esto segundo, es misión casi imposible.

          Bima es hasta el momento, la ciudad más cacharrosa del viaje. El centro está formado por una calle principal, con cuatro edificios altos, una decena de mini markets y la estación de autobuses. Son bastantes las mezquitas -una de ellas, junto al mar- donde dan la prolongada brasa en todo momento.

          El Google nos lleva a confusión varias veces a lo largo de la jornada , porque lo que llama "malls" -centro comercial - son tiendezujos oscuros y decrépitos. Paseamos, para desestresarnos por algún barrio humilde, de esos, que son tan pobres como dignos, pero el monzón nos manda sin remedio al hotel. 
         
         Aquí la gente es muy mal educada -niños, mujeres y hombres, todos por igual- y se dedican abiertamente a molestar a los escasísimos extranjeros (vimos uno, además de nosotros).