viernes, 3 de diciembre de 2021
jueves, 2 de diciembre de 2021
Los héroes de la patria
Pues ya vamos por la mitad del viaje por México y estamos disfrutando más de lo previsto, mejorando nuestras expectativas iníciales. Después de cerca de diez ciudades recorridas ya nos vamos aprendiendo los nombres de los héroes de la patria, a través de sus calles omnipresentes y casi siempre larguísimas. Los podemos recitar, casi como si fuera la alineación de nuestro equipo favorito. En esta hay políticos -buenos y malos-, insurgentes, consortes, mineros cabreados y silicosis... De todo un poco.
Benito Juárez: abogado, político y presidente. Su avenida siempre es imprescindible.
Francisco Madero: empresario, escritor, filántropo y político. Vamos, el Leonardo da Vinci de México. Y con el su vicepresidente: Pino Suárez. Asesinados la dos.Miguel Hidalgo: cura e insurgente, condenado a muerte, fusilado y con su cabeza expuesta para escarnio público, durante 10 años.
Pipila: minero y con gran reconocimiento, en Guanajuato, donde quemó la entrada de la Alhóndiga y con ella a cientos de españoles.
La Corregidora -Josefa Ortiz-, conspiradora y muy venerada en Querétaro.
Por lo demás hemos llegado a Guanajuato. Encontramos un hotel muy aceptable, antes de lo previsto y más, encontradonos en plena festividad de los Muertos. Pero, el camino al centro bfue algo más complicado. Tratamos de ir andando y casi fallecemos -para celebrar la festividad- en un lugubre y abrupto túnel de 400 metros.
Pero el centro, a pesar de estar abarrotado de turistas nacionales, es todo un encanto. La población ha sido construida en laderas y colinas, con casas de colores, a distinta altura.El centro histórico tiene iglesias, teatros, la Alhóndiga...con una buena zona peatonal. Escaleras, túneles, cuestas... Hay que esforzarse un poco, para llegar al cerro de la estatua del Pipila -con cartel de delito de odio en la base de su estatua-, para contemplar las magníficas vistas del valle y disfrutar de un animado mercado de comidas. En esta zona hay muchos vendedores de excursiones cercanas, pero no son muy pesados.
Me sigue cansando mucho caminar por las calles de aceras estrechas llenas de obstáculos y -por ahora-, de pacífica gente.Maíz, maíz y maiz
Maíz, maíz y maiz. Cuando vinimos a México hace trece años -Yucatan, Chiapas y Oaxaca-, no recordábamos este persistente olor, que a mí ahora, me disgusta. Seguimos con las celebraciones, del Día de Muertos, aunque aquí, en San Miguel, son menos intensas, pero la población se ha lanzado, directamente, a las calles. En una de ellas hay hasta 36 puestos callejeros para maquillarte para la ocasión. Casi todos los clientes son mujeres y niñas que se dejan pintar como si fueran la Catrina. Hay muy pocos hombres que pasen por las manos de las artistas. A medida, que avanzamos hacia el norte, asumimos que todo es más caro y más cutre, aunque no nos quejamos, porque podría ser peor, dadas las circunstancias. El día parecía puñetero de principio, pero salió bien. Bus barato, aunque no muy directo y cuando llegamos, una señora nos pagó todas las cervezas del día, por qué le gusta ser generosa al comenzar la jornada. San Miguel está un poco sobrevalorado -lleno de domingueros, porque, sencillamente, es domingo. De todas formas, es muy bonito, como todos los destinos anteriores.
Avanzamos camino de Guanajuato con necesidad de cambiar dinero. Echamos de menos el aeropuerto del DF para menester.
Morelia y Querétaro
Me estoy acostumbrando a vivir en México, teniendo música en todo momento y para todas las actividades cotidianas. Hoy hemos llegado a Querétaro, yo tenía 18 años, me faltaban tres días para enfrentarme a la selectividad y viví un partido memorable de España contra Dinamarca, 5-1 de resultado y con cuatro goles de Butragueño. Y nunca pensé que llegaría a estar aquí. Es emocionante.
Es una ciudad magnífica, bastante accesible en el centro, aunque las aceras sin muy estrechas y llenas de postes, cables, árboles.. que dificultan la movilidad.
Afortunadamente, hemos llegado en plenas celebraciones de la fiesta del Día de los Muertos. Tiene a la ciudad revolucionada con sus espectaculares escaparates en forma de alfombras y de altares. Antes estuvimos en Morelia donde manejarse era más difícil pero tiene lugares bellísimos y montajes espectaculares.martes, 30 de noviembre de 2021
Guadalajara y alrededores
Guadalajara es un fantástico cúmulo de plazas, a cuál más interesante, donde se puede disfrutar de numerosas iglesias y edificios civiles, en un ambiente casi peatonal (salvo en los cruces).
La ciudad se visita en un solo día, pero el extrarradio esconde muchas agradables sorpresas. Entre ellas, la basílica de Zapopan y su entorno. No se trata de una iglesia extraordinaria, pero el fervor y la fe se respiran por todos sus poros.Siguiendo la misma línea del tren ligero, pero en dirección contraria, se llega en poco tiempo a Tlaquepaque, con su zona peatonal llena de galerías y de impresionantes esculturas en mitad de la calle. Ambiente muy bohemio y relajado. Si tenéis curiosidad, investigad sobre el parian, lugar de ejecuciones, mercado indígena, gran cantina latinoamericana y conjunto de 7 bares, que es lo que es en la actualidad.
A unos 13 kilómetros, no demasiado lejos, se encuentra Tonalá. También es un enclave artesano, aunque algo más modesto y, sobre todo, dedicado a la cerámica.A cincuenta kilómetros, Tequila. Estamos investigando, pero parece ser, que sale más barato en un tour organizado -von catas, incluidss-, que en el autobús y haciéndolo por tu cuenta.
Los hoteles, aquí, baratos y buenos.
domingo, 28 de noviembre de 2021
Los perdedores siempre acaban en la capital
Aún faltan más de diez días para Halloween y para la famosa fiesta del Día de Muertos. Pero Ciudad de México rezuma de motivos y emblemas de esta festividad, a cada paso que das. Y, todo al ritmo de los organilleros, que con una mano le dan a la manivela y con la otra piden. Son decenas de ellos, solo por el centro y te acaban sacando de quicio. Yo si les daría un donativo, pero por qué se fueran a su casa. Después de visitar otros lugares, concluyo que Ciudad de México es la capital de los perdedores. Muchos llegaron aquí buscando fortuna y ahora nadan en la turbulentas aguas de la miseria. Son miles de personas, las que se ven obligadas cada día a tomar las calles para ganarse la vida (eso que hayamos visto, solo ocurre aquí, afortunadamente). Gentes, que desde otros territorios arribaron aquí y ahora pagan sus frustraciones voceando, cualquier negocio en la calle a cambio de migajas. Vendiendo las cosas más diversas -a veces, inservibles-, improvisando conciertos o gestionando un puesto en el suelo -innumerables sobre todo en el entorno de la calle Moneda-, en interminables y caóticos mercadillos. De verdad, ¿Alguien puede creer, que todo lo que hay por la calle se puede vender en un período razonable de tiempo?. Y, además, hay que hacerlo llamando la atención. En el DF nunca se vende en silencio. Se pone música estridente, se gesticula, se grita, si es a través de un micrófono mucho mejor o se aborda al viandante sin miramientos.
La conflictividad social en la ciudad es enorme, pues la plaza del Zócalo rebosa de protestas frente al palacio presidencial, menos en una ocasión y fue porque había un ruidoso concierto.
Apenas existen supermercados en el centro aunque hay bastantes buenas opciones de llevarse algo a la boca, fundamentalmente en forma del omnipresente taco. Y todas las bonanzas o penurias se pueden compartir con quién quieras gratis, porque la ciudad dispone de 18000 puntos de wifi, que te dan conexión casi permanentemente.Creo que en 2008 pasamos muy deprisa por esta ciudad y nos perdimos cosas. El centro es maravilloso y muy animado -un sábado cualquiera, puede haber más de veinte conciertos a la vez-, y en sus límites, existen buenos itinerarios para encontrar algunas iglesias dispersas, mercados -nos encanta el de San Juan-, o bares y pulquerías como los de la calle Regina.
Los templos de Guadalupe son un remanso de paz y fervor, aunque haya que visitarlos con mascarilla.Los hoteles económicos son una lotería: malos, buenos o regulares.
Tristes escenas cotidianas de la Ciudad de México
Estamos acostumbrados a asociar el tercer mundo con la pobreza y la realidad no lo desmiente, sin embargo, tal condición no solo está relacionada con la capacidad económica sino por el despotismo y la falta de respeto reiterada y constante, a las personas.
Tú compras un billete para poco más de 500 kilómetros y te soplan 35 euros -una habitación de hotel decente, cuesta unos 10-, pero si quieres orinar antes de partir, debes pagar por ello. Llegas a una estación desconocida y la única forma de coger el transporte hacia el centro de la ciudad, es depositar el importe exacto en una máquina que no da cambio y que no admite billetes. O lo tomas o lo dejas. Durante la estancia en ese lugar , te pasas el tiempo Dee forma obsesiva, intentando recolectar monedas, como un poseso.
Luego vas al supermercado de turno. Te cobran mal por culpa suya y no tener los precios actualizados, pero la bronca te la llevas tú, por no haber estado al tanto. Para devolverte un triste, pero legítimo peso te tiras media hora. Entre reproches y teniendo que firmar dos justificantes de que te devuelven el dinero y estás de acuerdo.Como veis, el tercer mundo no es solo un asunto de carencia de recursos. Pero si es verdad -sobre todo en la capital-, que estos son muy limitados. Pongamos varios ejemplos, de lo que uno puede ver en un día y sin prestar muy atención, en las céntricas calles del DF:
- Niña de seis años, vendiendo churros, en solitario, y en paquetes de tres unidades. Lo que nos extraña -al margen de la explotación infantil-, es que la cría no va comiendo ni una sola pieza, lo que sería un comportamiento de lo más natural.- Niña de unos tres años, vendiendo flores, sin vigilancia de ningún adulto y sentada en el suelo.
- Niño de unos seis años, requiriendo que le compremos sus golosinas, para poder adquirir comida para sus dos gatos, que reposan a su lado.
- Cantante veinteañero con guitarra en ristre, con dos niños muy pequeños y un gato, interpretando canciones de Duncan Dhu. ¿Dónde estará la madre? No, no es mala, estará buscándose la vida en otro sitio.- Jóvenes comiendo una pizza. Dejan los bordes y una pequeña parte del centro. Aparece en escena un niño pequeño, que les pide las sobras y cuando se las dan, le hacen chiribitas los ojos.
- Octogenaria enjuta, arrugada y pasiva vendiendo flores y cestas de mimbre, acomodada -es un decir-, sobre el asfalto.
Y lo curioso y triste es que quienes tienen que arreglar la vida de esas personas -los transeúntes- son casi tan pobres como ellos.
sábado, 27 de noviembre de 2021
Arribando a México
Decidimos acceder a la zona de tránsito de Barajas tres horas y media antes del horario de salida del vuelo. Salvo el tradicional control de explosivos, que esta vez le tocó a mi pareja -nuestra vida no sería igual, si desde hace tres años no recayera tal requisito en uno de los dos-, lo demás fue genial: amabilidad, rapidez y sin registro de equipaje.
Paradójicamente y desde la pandemia en los controles de seguridad, todo es más ágil y menos puñetero. Si tuvimos que soportar, en la puerta 38 de la T4S los exagerados controles de Iberia, para los que la compañía nos abrasó a SMS y emails.
A la llegada al DF y a pesar de las largas y accidentadas colas para el acceso al país, mucha más tolerancia. Ni te ponen sello en el pasaporte, ni te hacen foto, ni tienes que dejar tus huellas, ni te piden el formulario de salud que ellos mismos emiten. Entre medias un largo y tedioso vuelo de 12 horas, con películas, juegos de mesa, casino, trivial y rico pollo con arroz, sándwich de queso y apestoso taco de espinacas con exceso de pan enrrollable.Varias cosas nos llamaron la atención desde el primer momento y que son contrarias a las normas habituales. El cambio de moneda en el aeropuerto es el mejor de toda la ciudad de largo. El metro hasta el centro solo tarda 45 minutos, con un trasbordo y su precio es de cinco pesos (20 céntimos).
, Hasta aquí lo muy bueno. Lo malo empieza por el metro del DF. Accesos y transbordos interminables de 10 o 15 minutos, llenos de escaleras larguísimas, que a modo de capricho suben o bajan, atravesando zonas de muy mala iluminación, trenes que se demoran una eternidad y vagones atestados hasta la axfisia. Mientras la megafonía te recuerda, que mantengas "la sana distancia". Y, también, frenazos agresivos y constantes. Llegamos al hotel, casi a deshora y lo que encontramos fue un gerente mal educado y chulo que nos acosó con la limpieza de pies -muy frecuente aquí- , el gel desinfectante, la toma de temperatura y un montón de malas palabras. Nos pidió, además, una fianza por las llaves, la mitad del precio de la habitación, pero conseguimos reducirla bastante.Bosa, Oristano y Cagliari
Bosa es un lugar magnífico, quizás el sitio más bonito de la isla. La visita se divide en tres: la imponente iglesia de San Pedro -a unos dos kilómetros-, la marina de Bosa -a unos tres, en la otra dirección-, zona de playa y paseo y el casco histórico con su calle principal -apenas sin comercios ni bares- y sus callejuelas. La corona el bien conservado castillo, actualmente cerrado por mantenimiento.
Resulta impresionante pasear de noche. Su único defecto es el caos casi constante de tráfico que convierte a la urbe en una auténtica fusión de la belleza con el desastre.
Oristano resultó ser el punto débil del viaje. Su casco histórico es pequeño, aunque muy animado por la gente joven y la plaza del Duomo también merece la pena. A dos kilómetros y sí, se puede ir andando está la bonita iglesia de Santa Justa, aunque en la actualidad está llena de andamios. Algo más alejadas se encuentran las ruinas de Tharros, a las que no fuimos.Cagliari es la capital y ciudad más animada de la isla. El centro se divide en cuatro barrios principales: la Marina, el del Castillo -sin lugar a dudas el más bonito de todos-, Stampace y Villanova.
En el norte de la isla las grandes "piazzas" a la italiana son casi inexistentes, mientras en Cagliari abundan y están llenas de terrazas y buen ambiente. Preparaos para unas buenas cuestas y escaleras y para encontrar pocos hoteles. En el debe de esta ciudad tres aspectos: el puerto es feo, el paseo marítimo más y las playas están a casi diez kilómetros.Al día siguiente y tras volver a Alghero, abandonamos la isla, hacia Madrid, para acometer México. Si a la ida no había habido ningún control, en esta ocasión nos pidieron el pasaporte, la tarjeta de embarque, el certificado de vacunación y el QR de acceso a España. Lo teníamos todo.