Después de la lectura de la web del ministerio de Exteriores, en la que se indica, que es posible acceder a Omán gratis, sin pagar visado, si se entra por Dubai, decidimos contrastar la información con la embajada de este país y nos la confirmaron por teléfono punto por punto. La gestión merecía la pena, porque son 40€ por persona, para una nación, de precios similares a España - salvo en el transporte -, y a veces superiores.
Buraini
Llegó el día. Después, de recorrer arriba y abajo la agradable ciudad fronteriza de Al-Ain, nos desengañamos de que aquí fuéramos a encontrar alojamiento - solo dos hoteles y muy caros -, así que dimos vueltas y tomamos unos tés, esperando paci3entemente, a que transcurriera la noche.
Buraini
Llegó el día. Después, de recorrer arriba y abajo la agradable ciudad fronteriza de Al-Ain, nos desengañamos de que aquí fuéramos a encontrar alojamiento - solo dos hoteles y muy caros -, así que dimos vueltas y tomamos unos tés, esperando paci3entemente, a que transcurriera la noche.
Pero, finalmente, no aguantamos tanto. Sobre las dos de la madrugada, ponemos en práctica la táctica de siempre, en estos casos. Pasamos de las voces de los taxistas y nos sentamos a una distancia prudencial. Los legales - inesperadamente - no muestran ningún interés, pero sí un ávido conductor, que vive de la desidia de los profesionales. Nos lleva hasta la frontera a mitad de precio y procedemos a solicitar nuestro sello de salida de Emiratos.
Para ello, nos piden 35 dirhams a cada uno. No teníamos noticia de esta tasa, pero como nos dan recibo, los abonamos a regañadientes. Nos aseguran, que en Omán ya no tenemos que pagar nada. Salimos a la calle. Extrañeza absoluta. No hay puesto fronterizo omaní alguno.
Buraini
Preguntamos a varios viandantes -bastantes para la tardía hora- si estamos en Omán o en Emiratos y todos nos certifican la primera opción. Pero ¿para salir de un país y entrar en otro, no hay que pasar dos fronteras?. Dada la avanzada hora de la madrugada, no buscamos hotel y nos acomodamos en el confortable exterior, de una barbería ¡Qué recuerdos de la Nochevieja pasada¡, que pasamos en los sillones de la antesala de una tienda de fotos, en Kasane (Botswana)!.
Amanece un nuevo día, que pasamos distraídamente, en esta agradable localidad, llamada Buraimi, de casas con almenas o en forma de panal de abeja y sabiamente coloreadas y empapeladas, de una forma armónica.
A las 13 horas y como estaba previsto, tomamos el bus a Mascate. No hay autovía, como a lo largo de todos los emiratos visitados, pero la carretera es buena. Comemos hamburguesas con patatas, que hemos comprado en un concurrido restaurante. Tras, más de una hora y cuando nos disponemos a dormir la siesta, aparece un control policial, que imaginamos rutinario. No. Es una frontera en toda regla, de Omán dentro de Omán, después de haber transitado ya, más de 50 km.
Buraini
Nos hacen bajar a todos: a unos pasaportes, les dan el OK, otros los ponen en un montón y los nuestros y los de un indio, los dejan para lo último.
El policía, que comprueba los datos en su ordenador, de agresiva mirada, nos indica que tenemos que pagar. El ayudante del conductor del bus, como buen samaritano y si lo hacemos deprisa, se ofrece a adelantarnos el dinero con su tarjeta de crédito, como ha hecho con el ciudadano de la India .
Explicamos, lo que nos dijeron en la embajada de Omán en España, ante lo que el agente esgrime, que para no pagar visa, hay que venir directamente desde Dubai, y que nosotros, hemos estado ya en Abu Dhabi. ¡Y él que sabrá, si los viajes internos por un país no dejan rastro en los pasaportes, que ni siquiera ha abierto!. Y mientras, el ayudante del autobús, que nos demos prisa, que el viaje debe continuar.
Buraini
Apenas hay más conversación, dado que la única respuesta es pagar, pagar y pagar. No es esta la frontera por donde se puede entrar, gratuitamente Recogemos nuestros pasaportes y advertimos de que informaremos a la embajada de Omán, en nuestro país, sobre estos hechos. Al menos, tendremos alguna pista más, de si el sinvergüenza es el personal de esta frontera o el gobierno del país, que abre un agujero-trampa, para ofrecer visitas sin cargo y luego prepararte una encerrona , cuando llegas al control de inmigración.
Por supuesto, el dinero del bus a Mascate, no lo recuperamos, por mucho que insistimos al ayudante del conductor. Hacemos dedo, para emprender el camino de vuelta, a Buraimi y tenemos suerte: se detiene el primer vehiculo que se acerca. Un agradabilísimo chico, nos devuelve a nuestro punto de partida. El estrambótico casso aprece consistir, en que estábamos en Omán, hemos querido entrar en Omán y no nos han dejado y todo para volver, de nuevo, a Omán. Lamentamos, no tener el suficiente cociente intelectual para entender esta extraña paradoja.
Amanece un nuevo día, que pasamos distraídamente, en esta agradable localidad, llamada Buraimi, de casas con almenas o en forma de panal de abeja y sabiamente coloreadas y empapeladas, de una forma armónica.
A las 13 horas y como estaba previsto, tomamos el bus a Mascate. No hay autovía, como a lo largo de todos los emiratos visitados, pero la carretera es buena. Comemos hamburguesas con patatas, que hemos comprado en un concurrido restaurante. Tras, más de una hora y cuando nos disponemos a dormir la siesta, aparece un control policial, que imaginamos rutinario. No. Es una frontera en toda regla, de Omán dentro de Omán, después de haber transitado ya, más de 50 km.
Buraini
Nos hacen bajar a todos: a unos pasaportes, les dan el OK, otros los ponen en un montón y los nuestros y los de un indio, los dejan para lo último.
El policía, que comprueba los datos en su ordenador, de agresiva mirada, nos indica que tenemos que pagar. El ayudante del conductor del bus, como buen samaritano y si lo hacemos deprisa, se ofrece a adelantarnos el dinero con su tarjeta de crédito, como ha hecho con el ciudadano de la India .
Explicamos, lo que nos dijeron en la embajada de Omán en España, ante lo que el agente esgrime, que para no pagar visa, hay que venir directamente desde Dubai, y que nosotros, hemos estado ya en Abu Dhabi. ¡Y él que sabrá, si los viajes internos por un país no dejan rastro en los pasaportes, que ni siquiera ha abierto!. Y mientras, el ayudante del autobús, que nos demos prisa, que el viaje debe continuar.
Buraini
Apenas hay más conversación, dado que la única respuesta es pagar, pagar y pagar. No es esta la frontera por donde se puede entrar, gratuitamente Recogemos nuestros pasaportes y advertimos de que informaremos a la embajada de Omán, en nuestro país, sobre estos hechos. Al menos, tendremos alguna pista más, de si el sinvergüenza es el personal de esta frontera o el gobierno del país, que abre un agujero-trampa, para ofrecer visitas sin cargo y luego prepararte una encerrona , cuando llegas al control de inmigración.
Por supuesto, el dinero del bus a Mascate, no lo recuperamos, por mucho que insistimos al ayudante del conductor. Hacemos dedo, para emprender el camino de vuelta, a Buraimi y tenemos suerte: se detiene el primer vehiculo que se acerca. Un agradabilísimo chico, nos devuelve a nuestro punto de partida. El estrambótico casso aprece consistir, en que estábamos en Omán, hemos querido entrar en Omán y no nos han dejado y todo para volver, de nuevo, a Omán. Lamentamos, no tener el suficiente cociente intelectual para entender esta extraña paradoja.