Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

La república bananera y non grata de Oman (parte I de II)

Después de la lectura de la web del ministerio de Exteriores, en la que se indica, que es posible acceder a Omán gratis, sin pagar visado, si se entra por Dubai, decidimos contrastar la información con la embajada de este país y nos la confirmaron por teléfono punto por punto. La gestión merecía la pena, porque son 40€ por persona, para una nación, de precios similares a España - salvo en el transporte -, y a veces superiores.               
Buraini
Llegó el día. Después, de recorrer arriba y abajo la agradable ciudad fronteriza de Al-Ain, nos desengañamos de que aquí fuéramos a encontrar alojamiento - solo dos hoteles y muy caros -, así que dimos vueltas y tomamos unos tés, esperando paci3entemente, a que transcurriera la noche.

Pero, finalmente, no aguantamos tanto. Sobre las dos de la madrugada, ponemos en práctica la táctica de siempre, en estos casos. Pasamos de las voces de los taxistas y nos sentamos a una distancia prudencial. Los legales - inesperadamente - no muestran ningún interés, pero sí un ávido conductor, que vive de la desidia de los profesionales. Nos lleva hasta la frontera a mitad de precio y procedemos a solicitar nuestro sello de salida de Emiratos.

Para ello, nos piden 35 dirhams a cada uno. No teníamos noticia de esta tasa, pero como nos dan recibo, los abonamos a regañadientes. Nos aseguran, que en Omán ya no tenemos que pagar nada. Salimos a la calle. Extrañeza absoluta. No hay puesto fronterizo omaní alguno.
                                                                 Buraini
            Preguntamos a varios viandantes -bastantes para la tardía hora- si estamos en Omán o en Emiratos y todos nos certifican la primera opción. Pero ¿para salir de un país y entrar en otro, no hay que pasar dos fronteras?. Dada la avanzada hora de la madrugada, no buscamos hotel y nos acomodamos en el confortable exterior, de una barbería ¡Qué recuerdos de la Nochevieja pasada¡, que pasamos en los sillones de la antesala de una tienda de fotos, en Kasane (Botswana)!.
 
            Amanece un nuevo día, que pasamos distraídamente, en esta agradable localidad, llamada Buraimi, de casas con almenas o en forma de panal de abeja y sabiamente coloreadas y empapeladas, de una forma armónica.
 
            A las 13 horas y como estaba previsto, tomamos el bus a Mascate. No hay autovía, como a lo largo de todos los emiratos visitados, pero la carretera es buena. Comemos hamburguesas con patatas, que hemos comprado en un concurrido restaurante. Tras, más de una hora y cuando nos disponemos a dormir la siesta, aparece un control policial, que imaginamos rutinario. No. Es una frontera en toda regla, de Omán dentro de Omán, después de haber transitado ya, más de 50 km.
                             Buraini
            Nos hacen bajar a todos: a unos pasaportes, les dan el OK, otros los ponen en un montón y los nuestros y los de un indio, los dejan para lo último.
 
            El policía, que comprueba los datos en su ordenador, de agresiva mirada, nos indica que tenemos que pagar. El ayudante del conductor del bus, como buen samaritano y si lo hacemos deprisa, se ofrece a adelantarnos el dinero con su tarjeta de crédito, como ha hecho con el ciudadano de la India .
 
            Explicamos, lo que nos dijeron en la embajada de Omán en España, ante lo que el agente esgrime, que para  no pagar visa, hay que venir directamente desde Dubai, y que nosotros, hemos estado ya en Abu Dhabi. ¡Y él que sabrá, si los viajes internos por un país no dejan rastro en los pasaportes, que ni siquiera ha abierto!. Y mientras, el ayudante del autobús, que nos demos prisa, que el viaje debe continuar.
                                                                                  Buraini
             Apenas hay más conversación, dado que la única respuesta es pagar, pagar y pagar. No es esta la frontera por donde se puede entrar, gratuitamente Recogemos nuestros pasaportes y advertimos de que informaremos a la embajada de Omán, en nuestro país, sobre estos hechos. Al menos, tendremos alguna pista más, de si el sinvergüenza es el personal de esta frontera o el gobierno del país, que abre un agujero-trampa, para ofrecer visitas sin cargo y luego prepararte una encerrona , cuando llegas al control de inmigración.
 
              Por supuesto, el dinero del bus a Mascate, no lo recuperamos, por mucho que insistimos al ayudante del conductor. Hacemos dedo, para emprender el camino de vuelta, a Buraimi y tenemos suerte: se detiene el primer vehiculo que se acerca. Un agradabilísimo chico, nos devuelve a nuestro punto de partida. El estrambótico casso aprece consistir, en que estábamos en Omán, hemos querido entrar en Omán y no nos han dejado y todo para volver, de nuevo, a Omán. Lamentamos, no tener el suficiente cociente intelectual para entender esta extraña paradoja.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Emiratos: mucho más, que lo que vierten sus tópicos

                                                           Sharjah
Me comentaba un lector, por correo electrónico, después de enterarse de que estaba escribiendo desde un ciber de Emiratos, que menudo dineral nos estaríamos gastando. Tópicos y más tópicos, de los que no logramos deshacernos, hasta que visitamos los destinos. Una hora en cualquier internet de Dubai, sale por unos 0.50€. Una habitación de un hotel de tres estrellas, superior, por unos 23€. Comer, cuesta poco más de 1€ y hasta el transporte es barato y eficaz, circulando por autopistas interminables y magníficas, de hasta cuatro carriles por sentido.


Por lo hasta aquí expuesto, no es necesario ser un viajero petrodolárico, para visitar esta zona del planeta. Tampoco y para –en este caso- vuestra desilusión, os encontraréis con un jeque por la calle y la vida del esparcimiento, el despiporre y el show permanente, estará concentrada en otros sitios, supongo. Vamos, como en todas partes, porque nosotros, tampoco la hemos visto. Tópicos y más tópicos, que encierran a nuestra mente entre barrotes.

 Dubai
             Al contrario de lo imaginado, no siendo feos los rascacielos de Dubai - bastante dispersos entre sí y muchos de ellos en abandonada construcción -, no son el principal atractivo de esta trepidante ciudad. La tranquila y agradable zona monumental de Bastakia, nos muestra junto al río, algunos de los edificios más monumentales del país. Cruzando en “abra” (embarcación tradicional), se llega a Deira, donde el casco histórico de diluye y muere, tras un ramillete de calles caóticas, aunque agradables. Nos decepciono, enormemente, Palm Jumeraih, que desde el cielo debe resultar mucho más interesante, si la incesante bruma deja ver la bahía con nitidez (cosa extraña).


            El emirato de Abu Dabhi no merece siquiera una visita, pero sí Al-Ain, próximo a la frontera con Omán y sobre todo, la bellísima Sharjah, que cuenta con una preciosa mezquita, tranquilos paseos junto al lago y uno de los centros históricos más bonitos y acogedores, que hemos visto en lo que llevamos de viaje.

                                                                                                                     Sharjah
Durante nuestra estancia en el golfo Pérsico, el cuerpo ha ido mutando, hasta convertirse en un ente extraño, que debía adaptarse sin dilación, a contrarrestar los 45º del exterior con los 17º, que proporciona el aire acondicionado de los centros comerciales y de los hoteles en los que nos refugiamos a las horas de más calor. ¡No hay término medio: o te asas o te congelas!.

                                                    
Creo, que la próxima vez, que visite este país, será en los meses de diciembre o enero.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Al borde de la insolación

                                                                                           Bahrein

Llegamos a Bahrein, después de varias horas de vuelo y de haber sido sometidos a la tortura de la congelación, de la zona de tránsito del aeropuerto de Addis . Como somos tan “listos”, tratamos de colársela a Gulf Air: había varias conexiones a Dubai para este día, pero elegimos la última de la noche, para poder pasar el día aquí. Naturalmente y con descaro, reclamamos hotel y comida, por estar tantas horas aquí. Incluso, la gratuidad del visado (10 euros por persona).  Pero, no hay suerte, ni con lo uno, ni con lo otro.
       
Una vez ya dentro y algo desesperados, tratamos de localizar el transporte público hasta el centro de Manama. No lo hay, sólo podemos tomar caros táxis. Además, teníamos el problema de ajuste de moneda local para un sólo día.
   Bahrein
Nos tomamos 10 vasos de agua de la fuente gratuita de la terminal de salidas del aeropuerto y constatamos en persona e in situ, que efectivamente, hasta el centro hay los 8 o 9 km de los que nos habían advertido. La temperatura, ahora a las 8 de la mañana, ya ronda los 40 grados y el sol cae de plomo, como una bola impertérrita e impasible de fuego.

Comenzamos a caminar. Al principio, hay lugares donde refugiarse, pero después, se enfila la curvilínea carretera, que discurre junto al mar - atravesando un puente - y desde donde se contemplan unos pocos y bellos rascacielos y otros cuantos más feos o en paralizada construcción. Tras más de una hora y media, llegamos exhaustos, al centro de la ciudad.
   Bahrein
El día lo dividimos, con breves o largas paradas en los lugares donde hay aire acondicionado, en beber agua para hidratarnos y en ver las torres principales que distan otros dos kilómetros, de lo que se puede llamar centro histórico. Éste, no carece de encanto, pero es poca cosa, comparado con el de Qatar o Dubai. Aún, tenemos tiempo de entrar en un ciber y reservar un Dubai-Sri Lanka- Bangkok, para dentro de casi dos semanas.
                
Aunque, el aire mitiga un poco el calor y no dejamos de hacer fotos –que nos mantiene entretenidos-, la vuelta se hace dura. Durísima. En la terminal y en unas dos horas, bebemos cada uno, más de 25 vasos de agua en un estado nervioso y de confusión.

Con algo de retraso, llegamos a Dubai, sobre la media noche, No tenemos reserva hotelera y por tanto y como ya estaba previsto, nos va a tocar dormir en uno de los peores aeropuertos del mundo, en cuanto a su  confort. Dentro, hará unos 16 grados, no te permiten tirarte al suelo y las sillas son muy incómodas. Fuera, el termómetro marca 40 grados.
                                                        Bahrein
 La noche resulta realmente desagradable y dura. Llegada la madrugada, una vez hemos abandonado el aeropuerto y tras una larga peregrinación con la mochila a cuestas, tanto por Bur Dubai, como por Deira - a más de 45º -, constatamos que la única forma de encontrar alojamiento decente aquí, es reservarlo por Internet.

Tras, no poco rato para encontrar un cíber, así lo hacemos y le damos al cuerpo dieciséis horas de reposo, tan sólo interrumpido por una vigilia de dos horas. Hemos estado al borde de la insolación y yo lo pagaré de forma bastante seria en mi salud, durante los días siguientes.

Todo sigue igual


Lalibella
Otra vez voy al monasterio. Como siempre, al llegar, cubro mi cabeza y mis hombros con el chal blanco, que sólo uso para estas ocasiones. Es una herencia de mi madre, que a su vez ,lo recibió de manos de mi abuela. Yo lo cuido con mucho amor, pues es el único recuerdo, que me queda de mi familia.

En los antiguos muros de piedra, rezo mis oraciones a Jesús. Dentro, ya se ha formado un grupo numeroso de hombres, que sentados, esperan a que comiencen las charlas que todas las tardes tienen lugar aquí. Como yo soy mujer, no tengo derecho a tomar parte en ellas.

Siempre las religiones, coartan nuestra libertad. Mi vecina Lisbet es musulmana y ella tampoco tiene las mismas prerrogativas, que los hombres dentro de la mezquita. Sin embargo, no sé que harían en nuestros hogares sin nosotras:  ¿quién cuidaría a los niños?, ¿quién sembraría y cosecharía los campos?, ¿quién vendería los productos de nuestro trabajo en el mercado ?
                                           Aksum
Mientras tanto, la vida sigue igual que todos los días. Los niños juegan al balón o a la tanga, mientras que las cabras y las ovejas pacen a su alrededor, la hierba que crece entre las piedras del suelo y las paredes cubiertas de musgo. Los negocios todavía siguen abiertos, aunque a estas horas tienen pocos clientes. No sucede lo mismo con los bares de cerveza, que están llenos de ociosos hombres, bebiendo antes de volver a sus casas. 

martes, 13 de diciembre de 2011

Rumbo al este

                                                                                                    Harar
                                                                                               Harar
           El último día en Etiopía, fue realmente estresante. Todas las circunstancias, que no nos habían ocurrido por separado durante el viaje, se alinearon a lo largo de esa jornada: avería del bus, varios accidentes por la carretera, severos controles policiales, un atasco eterno entre Adama y  Addis...

El peor  acontecimiento de todos –aunque, afortunadamente, quedó solo en un susto-, ocurrió casi nada más salir de Harar. Por las intensas lluvias del día anterior, una enorme avalancha de rocas gigantes, acabó estrellándose contra el techo de nuestro autobús. Cuando, irremisiblemente, nos íbamos directamente al barranco y la gente gritaba de forma histérica, milagrosamente, el conductor pudo controlarlo y salvarnos de una muerte segura.
                                                                                                      Dire Dawa
 Previamente a estos sucesos, habíamos pasado unos días en Dire Dawa y más tiempo del deseado, en Harar, al no encontrar plazas para el transporte deseado. Del primer sitio, no esperábamos nada y nos recompensó con una bonita iglesia y un palacio. Tras cruzar un puente sin río, se desliza la zona histórica, con sus coquetas calles y casas de colores y cierta rugosidad en sus paredes y un mercado muy auténtico, encerrado entre bellas arquerías. ¡Un lugar fantástico y muy genuino!
 
           Harar, tampoco está mal, aunque no cumplió, ni colmó nuestras  expectativas. La bella y descendente calle de los cosedores, está flanqueada, por otras de casas de diversos colores y mezquitas de distinto fuste. La desmejorada muralla, no recuerda precisamente a la de Jerusalén.
                                            Harar
          Aquí, el ambiente a veces resulta bastante hostil. Los niños son tan agresivos, que tienes que acabar pegándolos, para defenderte y marcar territorio. Nos tiraron piedras, agua y nos llamaron de todo y a todas horas. Especialmente, "farangio" (, que aunque solo significa extranjero, repetido hasta la extenuación y con ánimo de ofender, desquicia al más calmado). De nada sirvió - ni de desahogo siquiera-, responderles "hijo de puta", a cada una de las provocaciones

Este asunto, nos  descuadró bastante, porque en el resto de Etiopía, incluida la cercana Dire Dawa, los niños son afables y maravillosos.

           En Harar, hay gente viviendo de forma permanente en las medianas y las aceras. La lamentable organización del transporte público, estuvo a punto de propiciar que perdiéramos nuestro enlace aéreo, entre Addis y Barhein.
                                                                                              Harar
Después, de llegar al aeropuerto con la lengua afuera, nuestro vuelo al golfo Pérsico, se demoró durante bastantes horas. Adiós a Etiopía, sin lugar a dudas, el país, que merece más la pena –junto a Marruecos-, de los 16 de África, que conocemos hasta ahora.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Historias de "farangis" o extranjeros (parte II de II)

                                                Gondar
Otra cuestión es la imaginación, que pueden llegar a desarrollar para explicar, porqué no hay agua en los hoteles - casi nunca fluye -: desde porque  está lloviendo, no hay luz, hoy hay tormenta...,  hasta casi con asuntos relacionados con la conspiración judeo-masónica. Aunque, algunos más sinceros, te advierten de que ni está, ni se la espera. Deben pensar, que mejor una vez colorado, que veinte naranja.
 
La llegada al hotel de Aksum, fue realmente apoteósica. No había agua y la cerradura de la puerta no casaba entre si. Es decir: por dentro entraba la llave, pero por fuera no. Y así pasaba en todas las habitaciones. Cuando se lo comentamos, aparecen siete tíos, contemplando y manipulando la puerta, como si les pillara de nuevos y con cara de poker. Lo mismo y más de 20 minutos para que pusieran una bombilla en el baño. Y mientras tanto, un niño tan listo como pesado, persiguiéndonos de un sitio a otro, para vendernos tanto lo tangible, como casi lo intangible. Empezó una tormenta y se fue la luz. Ya no volvería nunca, a lo largo de nuestra estancia.
                                         Lalibella
 En esa misma ciudad, al día siguiente y en otro alojamiento, el propietario quiso recuperar el dinero que le había dado a unos niños por conducirnos hasta allí, a pesar de que habíamos llegado solos y por nuestros propias piernas, dado que está enfrente de la estación de autobuses, desde donde partíamos al día siguiente. Y lo trató de hacer, chantajeando a Alex y queriéndole cobrar a mayores y a un precio desrbitado, el colchón extra -en una habitación triple- que le había ofrecido gratis, horas antes. La discusión fue larga, después de venir de tomar unas cervezas y pasadas las 12 y media de la noche.
                                                 Cataratas del Nilo Azul
 En Lalibella, se focaliza la mayor parte del timo o del chantaje psicológico. El día anterior, un guía se nos ofreció para llevarnos por las iglesias. Le dijimos claramente, que no estábamos interesados en sus servicios y a la jornada siguiente cuando nos vio llegar, argumento sin escrúpulo alguno, que llevaba esperándonos desde las 6 de la mañana. Ya en el interior del recinto, tuvimos que pelear muy a fondo, con un falso controlador de entradas, que no soltaba nuestros tickets de acceso y al que se intuían muy malas intenciones.
   
            Ni siquiera, la policía es segura. Un de ellos, nos informó en Mekele, de que había microbuses todo el día, a Lalibella. La realidad es, que a las dos de la tarde, ya no salía ninguno, que no fuera por caro contrato particular. En otra estampa kafkiana, una chica de este cuerpo policial, se nos presentó en la propia habitación del hotel de Addis, porque no le habíamos dejado hacer una fotocopia del pasaporte a la empleada de la recepción, cuando en realidad, lo que le habíamos impedido, es que se fuera a la calle con ellos, perdiéndolos de nuestra vista 
                                                              
Con los de seguridad , hay que andarse también con cautela. Conversación a la puerta de un banco, donde previamente ya te han cacheado: "is there ATM in the bank"?. "Yeees". "Can we use international cards?". "Yeees". Como ya habréis imaginado, no había cajero alguno en la entidad bancaria.
                                                         Aksum
 Molestias menores, fueron -supongo, ya que no se lo he preguntado a él -, que en la mayoría de los alojamientos a Alex y por ir sin pareja, se le ofrecieron con insistencia chicas de compañía o que, cuando vas a orinar a determinadas y pestilentes letrinas en zona rurales - y las urbanas no están en mejores condiciones - y da igual que seas chica o chico, niños de ambos sexos, se te arriman a observarte a muy corta distancia.
 
 Sin duda, la higiene de los baños -todos- y la constante falta de agua para ducharte o para lavar la ropa, son los mayores quebraderos de cabeza del viajero en Etiopía. Lo demás, son puros gajes habituales en el oficio de viajero.

Historias de "farangis" o extranjeros (parte I de II)

Normalmente, los etíopes son afables y tranquilos, aunque depende también de la zona del país. No es lo mismo el excelente trato recibido en Gondar, que las piedras, agua o insultos, de los que fuimos víctimas en Harar.
                                                                            Bahir Dar
Los timos no están muy generalizados, aunque hay quién trata - sin escrúpulos - de conseguir un extra, por lo que hay que preguntar por los precios de todo: desde un "mastika" (chicle) a la compra más elevada, que necesitemos acometer. Poruqe, nos hemos topado con incautos, a los que les han llegado a facturar 30 €, por una simple ronda de refrescos.

Las mayores molestias se producen en los restaurantes. Dado que, a Anna, Joan y Alex y a nosotros, no nos ocurrió por separado, pensamos que actúan cuando los grupos son más numerosos y los suponen menos atentos a la cuenta. Los espaguetis, comida central y socorrida del farangi (literalmente, extranjero, en la lengua local) suelen ser el elemento estelar.

Pase, que te los tarden dos horas en traer - para que sigas bebiendo cervezas y agrandando la cja-, pero lo que ya no cuela, es que intenten cobrarte dos raciones, habiendo pedido sólo una y no habiéndolos cocinado siquiera ( el pobre Joan, se quedó casi sin comer en Lalbella, por esta kafkiana causa). Y aún tuvieron bemoles, para discutir hasta 10 minutos, incluso cuando la propia cocinera, reconocía su error, de intentar facturarlos.
Dire Dawa
              En  la localidad de Weldiya, solicitamos tres platos de espaguetis  y uno de macarrones y no sirvieron una de las raciones de los primeros. Reclamamos "one more" y nos traen y nos sueltan con violencia  sobre la mesa, otros tres platos de espaguetis y otro más de macarrones. La pelea fue cruenta, para pagar sólo lo adecuado, cosa que acabamos consiguiendo, no sin pasar un rato bien desagradable.

            Otra de las técnicas, es hacerse los locos, con que no saben los números en ingles, a la hora del pedido y luego, te recitan la cuenta de corrido, con un acento mejor y más atinado, que el de  anglosajón de nacimiento. De esta forma en Mekele, tuvimos que pagar 35 birr por unos apestosos espaguetis con salsa de tomate, cuando no suelen costar, más de 15 o 20 y además, en la carta no había nada. que respondiera ese importe o se aproximara..
                                            
                              Monasteio del lago Tana
              La cerveza, también se lleva su protagonismo. En Aksun, se nos cayó y rompió una botella casi entera y no sólo, no nos pusieron otra, sino que además de cobrarla, nos requirieron una cantidad desorbitada por el envase. En Mekele - según un lugareño - la Castell valía a 9 birrs. Poco después y con las birras ya en la mesa, vino a pedirnos perdón, dado que el propietario le había dicho, que eso era ayer: hoy ya costaba 13 (y menos mal, que no le dio por decir, 50).

Idéntica y larga y larga discusión, mantuvimos en Weldiya, donde por la mañana habíamos abonado 10 birrs por un tercio de cervez y por la noche, nos solicitaban 12, alegando tarifa nocturna. ¡Lo que tienen estos es mucha cara a todas las horas del día!. Pero, no se salieron con la suya

             De surrealismo, se puede calificar a las cervecerías, que no disponen de cervezas o a las teterías, de té y aunque tú estés viendo tomarlo al resto de clientes, te dicen con absoluta normalidad, que no te lo sirven, porque no tienen.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Rarezas etíopes e incertidumbres

Reposando en un bareto, en el fin del mundo, después de la excursión por las iglesias del Tigray, con Anna, Joan y Alex
              Si se cree un poco atolondrado, después de aterrizar en el aeropuerto de Addis, tras varias horas de vuelo, tal vez es que lo esté. Pero no se asuste, si al llegar a la estación de autobuses le han vendido un billete para Bahir Dar, con fecha 11 de noviembre de 2003, creyendo estar a 18 de julio de 2011. Ni se ha vuelto loco, ni ha realizado un maravilloso viaje en el tiempo (a pesar, de que paseando por "Mercato" lo parezca), ni le han tratado de timar (cosa no infrecuente aquí).
      
             No se frote los ojos, si observa en un calendario, que Navidad cae el 7 de enero, el Año Nuevo el 11 de septiembre o que el propio año, dispone de 13 meses (12 de 30 días y 1 de 5). Simplemente cuando toda la cristiandad, decidió adoptar el calendario gregoriano, estos decidieron seguir a su bola, con el juliano.
                                    La Libella
           Tampoco hay que irse corriendo a la cama, si pregunta por la hora del check out del hotel y le indican, que es a las 6 a.m (o sea, de la mañana). También funcionan con horario propio. El día para ellos, comienza a nuestras 6 de la mañana por lo que a su hora local, hay que sumarle 6 más y preguntar, para más seguridad si es "etyopian hour" o "international hour". Sobre todo, si te dicen, que habrá agua "in the evening", piensa que no debes encontrarla a las 6 de la tarde, sino a partir de las 12 de la noche.
 
          Todos los autobuses, salen a las "eleven" (cinco de la mañana y sin mucho retraso), tan solo uno al día, para destinos largos. Si ya de viaje, veis a los pasajeros sudando, con las ventanas cerradas y tres camisetas de manga larga y un polar, no tratéis de persuadirlos de nada y preocuparos más por vosotros. ¡Y por supuesto, nada de intentar introducir algo de aire fresco en el vehículo!
 
          Una rareza muy esperanzadora -aunque nos ofenda a los trotamundos-, es que muchas veces, no se bajan del burro, ante nuestras arrolladoras pretensiones occidentales, de rebajar los precios de algunas cosas. En casi cualquier parte de África, lo hacen si con ello sacan, aunque sea un mínimo beneficio. Aquí no.
                                                                                                                                                   Harar
          Del tema de las rarezas religiosas, habría para escribir un libro entero, a pesar de que a los agnósticos, nos preocupan menos. Aunque, llamar la atención, si que clama, que al menos a nosotros, los ritos nos parezcan más mezcla de musulmanes y budistas, que de católicos y protestantes de hoy ( y eso que los etíopes, parecen los más arraigados con sus iglesias precristianas y el cristianismo primitivo)
 
           En cuanto a las incertidumbres, dejo sólo una reflexión múltiple:
 
           -¿ Porqué el país con el tercer lago más grande de África –el Tana- y con una copiosa época de lluvias -padeciéndola en nuestros huesos y carnes-, carece del líquido elemento a todas horas, incluso en la propia capital?.

           -¿Qué misteriosa idea -para nosotros- les llevó, a gastarse un dineral en la construcción de dignísimas carreteras -para África y la orografía del país-, por donde sólo circulan camiones -vuelcos y vuelcos espectaculares-, a cada tramo de viaje, por conducción temeraria, por el medio de la carretera y a no tratar de montar, una minima red de abastecimiento de agua?.
 Addis Abeba
            Es África, donde no falta la luz, falta el agua, el asfalto... Y así seguirá siendo, previsiblemente, por los siglos de los siglos.
      

Por cierto, cerca de Mekele, presenciamos un aparatos accidente, donde de forma horrible e inolvidable, vimos sacar muertos -de entre los restos de un microbus-, sin siquiera una camilla o una manta. A varias decenas de metros, paró un autobús de guiris y mientras sacaban fotos de la catástrofe, sin escrúpulos, el guía ponía la ambientación sonora. Si África no tiene remedio, occidente y los occidentales, ni os cuento.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Los chicos del backgamon

A la simpática chica, que nos despertó en Bahir Dar, nos la volvimos a encontrar en Gondar, junto a su novio y un amigo, como compañeros de viaje. Decidimos, sin siquiera pensarlo, hacer un grupo de cinco, de forma indefinida.
Anna y Joan
Hoy, tras once intensos e inolvidables días, nos hemos despedido - al llevar rutas distintas- de eellos y debo decir, que les echamos de menos. Aún sentimos los ecos de la voz de Anna, dándonos información actualizada de las picaduras  de mosquitos y otros insectos varios (la pobre, se los lleva casi todos). O los de Alex, agobiándose por si estaba comiendo mucho o poco y haciendo de padre, a ver si los demás hacíamos lo mismo.

Nos sentimos algo huérfanos, sin el extraordinario sentido del humor catalán de Joan, con el que tanto nos reímos. Y también, sin esos piques -a modo de guerra psicológica-, que se provocaban en las partidas de backgammon -pasión descubierta recientemente por ellos-, a  5 Bir la ronda, que entretuvieron muchos ratos libres.

Pero, lo que más echamos en falta, son esas larguísimas y entretenidas veladas, al calor de unas cervezas, un plato de espaguetis o carne a la plancha o una enjira (especialidad local, base de la alimentación etíope). Hubo bastantes días, que nos levantamos a las 4 de la mañana a coger un autobús y llegada la medianoche, aún seguíamos de cháchara. Nunca, tres barcelonistas y dos madridistas acérrimos, discutieron menos de fútbol y se rieron más de su propia pasión deportiva. Tal vez, porque de los cuatro partidos de abril -a nivel de aficionado sensato-, ya no quedan ni los rescoldos. ¿O sí?            Vida rural en Etiopía

      Con Anna, Alex y Joan, viajamos desde Gondar a Aksum, por una carretera sin asfaltar, que deja a los lados espeluznantes precipicios y maravillosos paisajes. En Aksum, momentáneamente, el grupo se elevó a 8 miembros, al sumarse 3 médicos madrileños, que ya habíamos visto en las cataratas del Nilo azul. Si no se va con muchas expectativas, el lugar no decepciona, por sus ruinas, la iglesia del Arca de la Alianza y sobre todo,  el extraordinario mercado.

             Posteriormente, continuamos hacia Mekele, para explorar las iglesias del Tigray. Por falta de un plan de actuación, iglesias vimos las justas, pero pasamos un extraordinario día, caminando por bonitos paisajes, descubriendo la cotidianidad de la Etiopía rural, rodeados de niños, tomando cervezas en exóticos bares, que parecen sacados de los libros de historia y de los documentales o pegando botes en el remolque de un viejo y trepidante camión, que se apiadó de nosotros, cuando teníamos todas las papeletas para dormir en el campo, sin material de acampada ninguno. Lo de siempre: África te hace sufrir, pero te da una solución, cuando menos la esperas, que te acaba compensando y llenando de euforia.

                                            Alex, con un grupo de niños
            La iglesias de Lalibella, no decepcionan, a pesar de que algunas, cuenten con andamios y marquesinas para protegerlas de las inclemencias del tiempo y del paso de los años (la entrada, eso sí o es algo cara o se nos pegó cierto catalanismo ahorrativo).

En la misma zona, el treking al elevado monasterio de Asheton, también colmó nuestras expectativas, a pesar de ser algo esforzado. Sin embargo aún nos encantó más, el mercado que los sábados se desarrolla en Lalibella, que es realmente pintoresco, colorido, caótico y realmente extraordinario.


            La vuelta a Addis, a través de Dessie, fue algo tediosa y larga (dividida en dos jornadas). Este tramo- por unos 30 euros- ya que no ofrece los paisajes más espectaculares del país, debería, de todas, todas, hacerse en avión. Para Anna, Alex y Joan nuestros mejores deseos, en las más de dos semanas, que les quedan por el sur. Nosotros viramos hacia el este, para visitar Dire Dawa y Harar y en seis días, hacia Dubai (Emiiratos), vía Manama (Barhein).

lunes, 5 de diciembre de 2011

Gondar: uno de los lugares más maravillosos del mundo

                                                                                                         Gondar
            Al contrario de lo que algunos viajeros pudieran pensar, Gondar no es sólo un excelente castillo (recinto real), patrimonio mundial de la humanidad. Son tantos sus encantos, hasta en la desquiciante época de lluvias, que lo convierten en uno de los lugares más maravillosos del mundo (y no exagero ni un ápice).                            A izquierda, a derecha y debajo, Gondar 


No hay agobios, como en Addis o en Bahir Dar. El asfalto es compartido amistosamente por personas, cabras, vacas, ovejas, carros de época tirados por caballos, tuck-tucks, coches y todo aquel o aquello que se quiera sumar a la perfecta fiesta de la convivencia y armonía urbanas.. Y todo ello, mientras los animosos niños, saludan, dan la mano y tratan de fotografiarse, con los pocos blancos que pululamos por las calles (sobre todo, saliendo de la víaa principal y sus perpendiculares). Nunca vi tanta ternura y a cambio de nada, porque aquí raramente piden dinero, bolígrafos, carameles o chocolate.                                              Gondar 
      
Hasta las adolescentes, se aferran a nuestros brazos -del orden de seis o siete por cada uno- con el fin de manosearnos, achucharnos y sobre todo, tocarnos el pelo. Un zarandeo en toda regla, pero con toneladas de cariño. Gondar es una isla, en la sufriente Etiopía. La mayoría de  sus calles están asfaltadas y las casas, son de una original belleza. Unas, pintadas de colores y otras, construidas en elegante piedra. No tenemos la certeza, pero se intuye, que esta población ha gozado de una situación privilegiada, respecto al resto del país. Además de la calidad de las viviendas, apenas hay puestos callejeros y los vendedores ambulantes, se reducen a niños, comercializando chicles. No sabemos de que vivirán, pero no es de ni de la venta, ni afortunadamente, tampoco de estrangular a los viajeros.
      Gondar 
Después de varios contactos con el -para nosotros- sorprendente cristianismo etiope, quedamos maravillados por las numerosas iglesias, que circundan el castillo o que se hallan en los barrios. Inmediatamente, nos recordaron al budismo, por tratarse de espacios cerrados y arbolados, con el templo en el medio, además de con las casas de los monjes e incluso, tumbas y cánticos repetitivos y estresantes. Por otro lado, nos vino a la mente al Islam, debido a los colores vivos de sus paredes y a la simplicidad o ausencia de simbología religiosa.
      
A la indiscutible autenticidad de Gondar -no contaminada por el rodillo turístico, que en Etiopía tampoco es muy aplastante-, se une la hospitalidad de sus gentes, que tratan de agasajarte y curiosean sobre la nacionalidad, los planes inmediatos o la vida del viajero.
                                                               Gondar
En este sentido, nuestra llegada resultó ser apoteósica, al recalar en un bar enfrente del hotel, de decoración muy conseguida. Varios jóvenes sentados en una mesa, nos hicieron de encantadores anfitriones. Charlamos y en un momento dado, mandaron callar a unos que discutían, para que nos sintiéramos más agusto. Finalmente, nos invitaron a dos jarras de cerveza a cada uno y aun chupito de ginebra, tras el que se ingiere media lima, para sosegar al estómago. Les decíamos que no, pero ellos insistían, con la contundente frase:  "yes. We can pay". Sus teléfonos táctiles -tan poco frecuentes aquí- nos hacían sospechar, que realmente podían. La sesión terminó, algo atolondrados por el alcohol con fotos varias e intercambio de e-mails. Algún día, contaremos la turbulenta relación que ellos intuyeron, entre los padres de de Cesc Fábregas y nosotros. Ja, ja, ja....                                                                   Gondar