Las cuatro primeras, de Almaty (Kazajistan) y el resto, de Biskek (Kirguistån)
Como ya se ha indicado -al margen de este viaje-, nuestra experiencia en cuanto a estancia en los hostels no es muy dilatada, pero si lo suficiente, como para establecer algunas características del gremio "jostelero", que pueden variar, dependiendo de la época del año y de los países. También,es verdad, que en el "jostelerismo" existen grados por, lo que no hay, que tomarse este artículo al pie de la letra. Más bien, con cierta ironía.
En los casos más distinguibles y puros, un "jostelero premium", elegirá su litera o cama en un dormitorio compartido de un hostel, aunque le salga más cara, que una habitación doble en otro establecimiento. Lo hemos visto decenas de veces, por extraño, que parezca, sobre todo, en el tercer mundo.
La savia principal de los hostels, suele estar constituida por viajeros, que viajan solos -durante parte o todo su periplo-, siendo muy significativo el número de mujeres. La edad ha subido algo en los últimos años. La prueba es, que hace tres décadas eran pocos los establecimientos de este tipo y se llamaban youth hostel y hoy en día, casi ninguno pone límite de edad, como entonces . Pocos jóvenes hemos visto en estos dormitorios. No se, si porque no les gusta este estilo de vida o sencillamente, porque la crisis ha reducido el número de viajeros de este rango de edad.
Generalmente, suelen vestir de forma alternativa -faldas largas para las chicas y pantalones de coliringuis para los chicos, acompañados de pañuelos o fulares, para ambos, camisetas de tirantes, camisas indias, rastas, barbas...-, gustan de desplazarse en bicicleta y sin disimulo te miran por encima del hombro, aunque toda generalización acarrea injusticias y aunque no lo reconozcan. Son unas auténticas bestias a la hora de desayunar, bien sea a base de tostadas, mantequilla y mermelada o un bufet mucho más completo y variado, como ocurre, en Uzbekistán.
Pasan buena parte del día en el hostel. Cómo van solos, una vez, que han llevado a cabo sus actividades, regresan al alojamiento, tal vez, por aburrimiento. Con excepciones y salvo para cocinar -actividad, a la que a veces dedican horas, picando y partiendo ingredientes para hacer un simple pollo con verduras y arroz o un plato de pasta-, destinan la mayor parte de su tiempo a estar tirados en su litera, pendientes de sus dispositivos electrónicos, sin dejarse ver demasiado por las zonas comunes, salvo si hay salón de televisión.
Pese a lo que se pudiera pensar y al menos, en público, no consumen apenas alcohol. Si la ciudad no es muy animada, acostumbran a irse pronto a dormir. A veces, a las nueve y media de la tarde. Se levantan bastante pronto y en ocasiones, no resultan demasiado silenciosos.
Normalmente, son raritos, introvertidos y con cierto halo de misterio, pero no conflictivos. No es infrecuente, que su visión de la vida sea algo radical y/o alternativa. Muchas mujeres, que viajan solas, se decantan por usar el dormitorio femenino, siempre que lo haya.
Como ya se ha indicado -al margen de este viaje-, nuestra experiencia en cuanto a estancia en los hostels no es muy dilatada, pero si lo suficiente, como para establecer algunas características del gremio "jostelero", que pueden variar, dependiendo de la época del año y de los países. También,es verdad, que en el "jostelerismo" existen grados por, lo que no hay, que tomarse este artículo al pie de la letra. Más bien, con cierta ironía.
En los casos más distinguibles y puros, un "jostelero premium", elegirá su litera o cama en un dormitorio compartido de un hostel, aunque le salga más cara, que una habitación doble en otro establecimiento. Lo hemos visto decenas de veces, por extraño, que parezca, sobre todo, en el tercer mundo.
La savia principal de los hostels, suele estar constituida por viajeros, que viajan solos -durante parte o todo su periplo-, siendo muy significativo el número de mujeres. La edad ha subido algo en los últimos años. La prueba es, que hace tres décadas eran pocos los establecimientos de este tipo y se llamaban youth hostel y hoy en día, casi ninguno pone límite de edad, como entonces . Pocos jóvenes hemos visto en estos dormitorios. No se, si porque no les gusta este estilo de vida o sencillamente, porque la crisis ha reducido el número de viajeros de este rango de edad.
Generalmente, suelen vestir de forma alternativa -faldas largas para las chicas y pantalones de coliringuis para los chicos, acompañados de pañuelos o fulares, para ambos, camisetas de tirantes, camisas indias, rastas, barbas...-, gustan de desplazarse en bicicleta y sin disimulo te miran por encima del hombro, aunque toda generalización acarrea injusticias y aunque no lo reconozcan. Son unas auténticas bestias a la hora de desayunar, bien sea a base de tostadas, mantequilla y mermelada o un bufet mucho más completo y variado, como ocurre, en Uzbekistán.
Pasan buena parte del día en el hostel. Cómo van solos, una vez, que han llevado a cabo sus actividades, regresan al alojamiento, tal vez, por aburrimiento. Con excepciones y salvo para cocinar -actividad, a la que a veces dedican horas, picando y partiendo ingredientes para hacer un simple pollo con verduras y arroz o un plato de pasta-, destinan la mayor parte de su tiempo a estar tirados en su litera, pendientes de sus dispositivos electrónicos, sin dejarse ver demasiado por las zonas comunes, salvo si hay salón de televisión.
Pese a lo que se pudiera pensar y al menos, en público, no consumen apenas alcohol. Si la ciudad no es muy animada, acostumbran a irse pronto a dormir. A veces, a las nueve y media de la tarde. Se levantan bastante pronto y en ocasiones, no resultan demasiado silenciosos.
Normalmente, son raritos, introvertidos y con cierto halo de misterio, pero no conflictivos. No es infrecuente, que su visión de la vida sea algo radical y/o alternativa. Muchas mujeres, que viajan solas, se decantan por usar el dormitorio femenino, siempre que lo haya.