Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

jueves, 16 de octubre de 2014

La trastienda de un viaje

Camino, de Kanchanaburi (Tailandia)
          Concluye nuestro sexto viaje largo, que de momento, parece que será el último de estas características, en mucho tiempo. Diré, que probablemente, no ha sido el más bonito de todos, pero sí, el más esforzado, de los que hayamos llevado a cabo. Hemos pateado, de arriba a abajo, la India y Bangladesh, como si tuviéramos aversión a tomar, cualquier tipo de transporte.

          Hemos padecido un calor infinito, que en tramos del viaje, ha superado los 50 grados. Hemos estado horas y horas bajo el sol, disfrutando y sufriendo, de lugares maravillosos y horribles. Tales han sido nuestras condiciones extremas, que al llegar a El Cairo, en pleno mes de agosto -con 35 grados a la sombra-, el lugar nos ha parecido un balneario: aceras amplias, gente amable, conductores medio educados, ligera brisa procedente del Nilo... El esfuerzo ha sido tal, que ahora, ya de vuelta, andamos con ciertas secuelas psicológicas, cercanas a la ansiedad y los ataques de pánico. ¡Y no es broma!.
Rishikesh (India)
          Por un lado, estamos encantados, de haber vuelto sanos y salvos, después de más de tres meses pululando por India y Bangladesh (el mes y medio por Tailandia, Egipto e Israel no cuentan, al ser paradisíacos, en comparación con lo otro). Parece increíble, que nada nos haya ocurrido, después de nuestro precario modelo de viaje y de las condiciones extremas padecidas. Y todo, con casi, ni un mínimo contratiempo.
                                                                                                                  Manali (India)
          También, nos mostramos eufóricos. Desde nuestra demorada llegada, nos sentimos tan fuertes, tan reforzados por los avatares de la vida, que cualquier inconveniente, que nos surge, en esta España de chiste, nos parece una minúscula contrariedad, sin importancia. Casi diría, que nos sentimos por encima del bien y del mal, en esta España deprimida y corrupta, gracias a la vacuna recibida, en forma de sufrimientos diversos, allá, por el querido y odiado subcontinente indio.

           Pero, vayamos por partes. Este viaje ha sido extraño. Aunque, al final, siempre acabamos diciendo lo mismo de todos. Al fin y al cabo, largarte casi medio año por el mundo, siempre acaba siendo imprevisible. Al fin y al cabo, lo que teníamos claro, era que queríamos volver a India, por un tiempo dilatado y visitar Bangladesh, único país que nos quedaba de la zona. Bueno, tampoco conocemos Pakistán y fue un país muy estimado, como propuesta añadida, pero nuestro gran grado de locura, de momento, no incluye aventuras, como esta. ¡Todo se andará!.
Thanjavur (India)
          Y lo de un viaje extraño, lo argumento algo más. Debería haber empezado un 7 de febrero y acabó, iniciándose, un 2 de mayo, después de tener que renunciar, a unos boletos aéreos ya pagados, el 19 de marzo, entre Barcelona y Dubai, por razones, que no vienen al caso.    

          Deberíamos haber volado a Bombay y aterrizamos, en Bangkok, destino nunca pensado para este periplo. Pero, como nos gusta tanto Tailandia, nos acabamos quedando allí, 20 días, conociendo sitios nuevos.
                                                  Dahab (Egipto)
          Nuestros planes pasaban, por estar dos meses en India y acabamos viviendo por allí, 87 días. Las dos semanas previstas para Bangladesh, se quedaron en una. Y terminamos transitando por Egipto e Israel, países a los que nos pensábamos en volver, durante muchos años. Y no nos arrepentimos, después de haberlo hecho, porque son dos países con mucha miga y además, contratiempos así, ¡que me vengan los que sean!.
Delhi (India)
          Si la ida fue como un parto, no os cuento la vuelta. Este viaje no tenía previsto durar, más de unos 3 meses y acabamos en 129 días, a solo 2, de nuestro segundo viaje largo, más extenso. Corría un 4 de agosto en Delhi, con ya todo el pescado vendido. Los vuelos estaban caros, como suele suceder, en esta época del año. Pero, se abrió una ventana, para el día 19. 330 euros, un Bombay-Madrid. Bastante económico.

          Que si sí, que si no. Que si estamos hasta las narices de India, que si queremos irnos ya, que si es mucho esperar... Total, que entre paja y paja mental, lo perdimos. Tuvimos, que inventarnos un recorrido de sitios nuevos por Rajasthan -donde no habíamos pensado ni ir-, para entretener el tiempo y buscar otra alternativa, aunque tampoco, con mucho ahinco.

          Los nuevos destinos fueron magníficos: Bikaner, Kota, la maravillosa Bundi, Chittor... Pero, al llegar a la revisitada y redecepcionante Udaipur, se nos encendió la luz. Aparte, de querernos ir ya, nos quedaban 12 días de visa. Había que irse, sí o sí.

          Afortunadamente, nuestro alojamiento tenía wi-fi y nos pusimos, con la tablet y el móvil, a la labor de buscar unos boletos aéreos, que nos sacaran del país. Más de 20 horas -y no exagero-, en dos días, para descubrir, que en esas fechas, volar a Europa es una sangría incurable. ¡500 euros, un Delhi-Madrid!.     Jerusalén (Israel)
Kanchanaburi (Tailandia)
          Estambul, Túnez, Casablanca, Dubai, Abu Dabi, Taskent... Todos eran destinos potenciales. Sí, y finalmente El Cairo, con Royal Jordanian. Ese sería nuestro destino más inesperado, para luego transitar por el Sinaí y volver a Israel, desde donde volar con la española. Vueling, a Barcelona y así, acabar retornando, a nuestra querida y odiada España. Cuando la dejamos, hace ya casi medio año, estaba echa una mierda. Hoy, ni os cuento, porque ya lo podéis ver por vosotros mismos. ¡Han llegado el ébola y las blaxk cards!.

          Empezar este viaje, nos costó y consumió muchas de nuestras energías. Las primeras semanas nos sentíamos fuera de juego, en un país, tan fácil, como Tailandia, a pesar de padecer un golpe de estado (allí, eso es como comer pipas). Luego, nos fuimos animando, tras un par de duras semana en India. Y acabamos de forma pletórica, casi sin querer regressar.


miércoles, 15 de octubre de 2014

El viaje a vista de pájaro

          Para aquellos, que no tengan tiempo o les dé pereza, leer un relato tan largo, como el de la página web, se hace una compilación, en unas cuantas líneas, de lo que ha sido nuestro trepidante viaje, a lo largo de cinco países.
Bundi (India)
          La cosa debió empezar en febrero, para aprovechar el clima más benigno de la zona a visitar, pero se retraso hasta marzo. Compramos billetes a Dubai -con Pegasus Airlines-, pero por causas de fuerza mayor, no pudimos tomar ese vuelo y perdimos el dinero (aún peleamos, con la asegurdora de nuestra tarjeta de crédito).      Fatehpur Sikri (India)

          Finalmente, fue el día 2 de mayo, cuando nos pusimos en marcha, rumbo a Bangkok. No era nuestra intención, volver a Tailandia, pero nos lo pusieron tan a huevo, las tarifas aéreas... Dos mochilas pequeñas, los boletos a la capital Thai y una visa de India, fueron nuestro único y cómodo equipaje.

          Las dos primeras semanas las pasamos, con la cabeza más aquí, que allí, pero luego, todo se fue normalizando. El periplo por Tailandia, resultó muy tranquilo, visitando lugares escasamente turísticos, como Kanchanaburi, Sangkhlaburi, Nakhon Ratchasima, Phimai o Petchaburi. Sitios, muy recomendables y acogedores, cuando uno ya conoce, lo fundamental del país.

          India, India, India. El el 22 de mayo, aterrizamos en Chennai, para completar nuestro segundo periplo por el país, que iba a durar dos meses, pero acabó en tres. A pesar del calor, de los 13.500 kilómetros recorridos o del agobio general, que siempre supone viajar por el país, en plan trotamundos, vivimos una experiencia muy sufridamente, inigualable.
Sanggkhlaburi (Tailadnia)
          Bajamos, a tramos breves, hasta la punta de la India y ascendimos por el oeste, con menos calmas, hasta la ya conocida, Bombay (o Mumbay, que a mi, me gusta menos el nombre). Zigzagueamos por el norte, hasta Delhi y Amritsar y nos sumergimos con placer, en los maravillosos paisajes y las benignas temperaturas, de Himachal Pradesh, acabando en la maravillosa Shimla, lugar, que debería servir de ejemplo a otros estados del país, como ciudad sostenible (aunque dudo, que así ocurra).

          A partir de ahí, comenzó nuestro periodo de santidad y de abstinencia alcohólica -bueno, no fue exactamente así, pero en este epígrafe, debo ser breve-, por las santísimas ciudades de Haridwar, Rishikesh, Allahabad y Varanasi. Terminamos en Calcuta, nuestra tercera casa en el mundo, después de la de Valladolid -pagada y en propiedad- y Bangkok.   Bombay (India)

          Bhubaneswar, Puri y Konark, fueron el preludio, de un aventuroso periplo por Bangladesh, que iba para dos semanas y se quedó en una. El calor húmedo, la falta de entretenimientos, la ausencia de cerveza, el Ramadán y el escaso interés de los lugares a visitar, tuvieron la culpa. Sin embargo, vivimos ricas y enriquecedoras experiencias, además de transitar, por unos mercados magníficos (de los mejores del mundo).

          India, India, India. Vuelta a la India y además, tan contentos, después del estrés pasado en el país vecino. El pescado estaba vendido, pero como no encontrábamos vuelo de vuelta, a buen precio, acabamos haciendo un recorrido muy interesante, por ciudades secundarias de Rajasthan, destacando, la increíble, Bundi.
Jerusalén (Israel)
          Y sin quererlo, aunque estamos muy agradecidos, nuestros huesos fueron a parar a Egipto e Israel, para desde Tel Aviv, volver a Barcelona. El reencuentro con El Cairo fue apoteósico y la semana, que pasamos en Dahab y alrededores, magnífica (lastima, no haber podido subir al monte Sinaí)

          Lo de Israel, resultó ser un formato exprés. Jerusalén -ya visitada- y Tel Aviv, entre precios desorbitados, por todo, muchas medidas de seguridad y humillación en las fronteras. ¡Nada nuevo bajo el persistente sol!..

martes, 14 de octubre de 2014

El viaje en cifras

          -129 días de aventura -o lo que es los mismo, 18 semanas y tres jornadas más-, transitando por Tailandia, India, Bangladesh, Egipto e Israel. De todos esos países mencionados, solo el tercero era nuevo.
Kanchanabury (Tailandia)
          -En torno a 18.000 kilómetros realizados -unos 13.500, por India, que se suman a los 10.000, de la vez anterior-, solo por vía terrestre. 75 destinos visitados, que nos sirvieron para hacer 1.850 disparos fotográficos, de los que resultaron, 1.578 fotos. Este tema, tuvo su miga. Se nos rompió la cámara y acudimos a una segunda, de repuesto, que también falleció. Terminamos el último mes, haciendo las fotos con el móvil y a la vista están los efectos:, ¡no os podéis imaginar, cuantas han quedado borrosas!.
                                                                                                        Puri (India)
          -Pernoctamos en 59 alojamientos (42 en la India). En algunas ciudades cambiamos de hotel en varias ocasiones, por no estar conformes, con el primeramente elegido. El hospedaje más caro, lo pagamos en Israel, llegando a abonar 20 euros, por dos camas en un hostel. En India, con precios muy variables, aunque siempre baratos, logramos dormir por menos de 2 euros, en Fatehpur Sikri, en lo que fue, nuestro hotel más barato del viaje.

          -Pasamos 28 noches sin alojamiento -18 en India-, repartidas entre trenes, autobuses, aeropuertos, estaciones ferroviarias, la calle... Aunque, parecen muchas -y lo son-, no son tantas, proporcionalmente, como en algunos otros viajes largos. De todas formas, esto significa, que casi una de cada cinco noches -en concreto, 4,77-, no tuvimos hotel y en unas pocas ocasiones, siquiera, lugar para dejar el equipaje, durante el día.
El Cairo (Egipto)
          -En los 129 días de aventura, gastamos 3.629,67 euros, en total y sumando, todos los conceptos, lo que supone una cifra de risa. Ello significa un gasto medio por día, de 28,14 euros (para los dos). Y eso, que casi la mitad de lo gastado, se lo llevaron los vuelos: : 1.756,03 euros. El resto del transporte supuso, un ridículo importe, de 316,08. Para alojamientos, dispusimos de 560,10 euros y para gastos corrientes diarios, 739,52. En cuanto a los visados, utilizamos, 241,78 euros y para entradas a lugares de pago, 13,91. Conseguimos ver muchísimas cosas, buscándonos la vida, sin abonar un solo euro, como se le supone, a nuestra delicada economía de guerra.
                                                                                                        Rishikesh (India)
          -Pasamos, la friolera de 447 horas y 26 minutos, montados en diversos medios de transporte público, ya fueran trenes, buses, aviones o barcos. En este cómputo, no se incluyen, las horas invertidas en transportes locales, como autobuses urbanos, metro, tranvía. rickshaws, taxis o tuk tuks, entre otros. No hace falta saber de matemáticas, para intuir, que la cifra expuesta es una auténtica barbaridad. De los 129 días de nuestro periplo, 19, casi completos, nos los pasamos viajando

sábado, 11 de octubre de 2014

Los 10 peores momentos del viaje

                                                                                Allahabad (India)
          1º.- El calor en general y especialmente, el que padecimos en Delhi, antes de partir para Amritsar, a mediados de julio. Superamos los 50 grados y pasamos un día sin hotel, vagabundeando y estando a punto de tener problemas, con un imbécil integrista, por tomar una cerveza en la calle. Ni siquiera en la estación de trenes, con aire acondicionado, fuimos capaces de reaccionar.
                                                                                                       Kanchanaburi (Tailandia)
          2º.- En Calcuta, también sin hotel, al marcharnos esa misma noche a Bangladesh y con abrasador calor húmedo. Dolor de barriga y estómago, diarrea y todo un día sin comer, convirttieron a ese día, en el peor del viaje.

          3º.- Paseando con los bultos a cuestas -ninguna agencia de autobuses te los guarda-, por la calurosa y agobiante Dhaka, antes de que cayera el diluvio universal y en pleno Ramadan. Y además, sin fórmulas posibles de diversión, más allá, de matar el tiempo en un decadente y lúgubree ciber.
Varanasi (India)
          4º.- Comiendo muy mal, a lo largo de todo Rajasthan, mientras recorres ciudades tan maravillosamente asquerosas, como Bikaner.

          5º.- Aterrizando en Chennai (India) y descubrir, que nada de lo malo de este país, ha cambiado a mejor (si acaso, a peor). Fue pisar la calle, escuchar el inequívoco, pi, pi, pi, pi de los coches y demás cacharros y decir: “Efectivamente, estamos aquí”. Entonces, te pellizcas y te das cuenta, de que no es un sueño.

                                                                              Bhubaneswar (India)
          6º.- Tirados en Calcuta, deprimidos, encerrados en la habitación, con ventana semi ladrillada, por donde entraba olor a chapatis quemados. Y todo, por no saber a donde tirar, por estar mentalmente, colapsados. Bangladesh, Corea, Japón.... Sin ideas claras, de como salir de aquí y seguir camino.
                                                                                                        Amritsar (India)
          7º.- Siendo perseguidos por los pelmas, en Varanasi. Especialmente, por uno, al que intimidamos, le llamamos de todo y aún así, no nos dejo de seguir, durante hora y media, hasta que encontramos alojamiento (por supuesto, se quedó sij beneficio alguno, faltaría más y habiendo perdido su tiempo).

          8º.- Tratando de entrar en Bangladesh, poniéndonos más pegas y pegas, una vez, eso sí, que ya nos habían sacado los 52 dólares de los visados. La salida, tampoco fue un buen momento, pero sobre ese tema, ya hay un post en eel blog
Dahab (Egipto)
          9º.- Estropeándose el móvil, en Kanyakumari e impidiéndonos comunicarnos por whatsapp, herramienta que nos resultaba bastante cercana y práctica. La pantalla se quedo en blanco y con empeño, conseguí repararlo un par de semanas después. Nos quedaba la tablet, pero en India el wi-fi, todavía es bien de lujo, al menos, en los establecimientos hoteleros económicos.
                        
          10º.- Llegando a Allahabad. Al bajar del concurrido tren, una avalancha de gente, que quería entrar a toda costa y sin reparar en nada y en nadie, nos atropelló, dando con nuestros huesos en el suelo, mientra tratábamos de bajar (afortunadamente, sin consecuencias).
 Fatehpur Sikri (India)

viernes, 10 de octubre de 2014

Los 10 mejores momentos del viaje

                                                                 Dahab (Egipto)
          1º.- y casi único y sublime: cada día, al llegar al hotel y al comprobar, que habíamos superado una jornada más,, vivos, con todas sus dificultades, con todo el esfuerzo y, sobre todo, con las altísimas temperaturas, tan insufribles. Darse una ducha, ponerse debajo de un ventilador de techo, tomar una cerveza helada y relajarse, fueron el motor, que nos ayudó a continuar, en nuestro viaje.
Thanjavur (India)      
          2º.- Volver a Bangkok, por enésima vez. No estaba previsto, pero por motivo de los precios de los vuelos, acabamos, una vez más, en esta maravillosa ciudad. Y el reencuentro fue encantador, con acampada gigantesca cercana a Kahosan, incluida, que derivó en golpe de estado, l día antes, de que nos marchábamos del país.

          3º.- Retornando a El Cairo. La ciudad, que tan inhóspita nos había parecido, en 2.006, resultó, como ir, a nuestro particular spa. Nada es casual: El Cairo ha mejorado mucho -especialmente, en la zona islámica antigua- y nosotros, necesitábamos salir de India, fuera como fuera y a cualquier parte.
                                                                                                          Manali (India) 
        4º.- Encuentro con María y Carol, en Agra y Fatephur SiKri o con María José y Almudena, en Varanasi. Momentos intensos y agradables, con muchas vivencias y recuerdos de por medio, en un viaje, en el que apenas nos topamos con españoles (digamos, que casi, con extranjeros). No me extraña, que India sea el país número 28, en cuanto a recepción de turistas.

          5º.- Buceando en Dahab (Egipto), en uno de los marcos más incomparables para esta reconfortante práctica. ¡Merece mucho la pena! Y no hay demasiada gente.

                                                 Nakhon Ratchasima (Tailandia)
          6º.- Marchándonos de Bangldesh, después de uno de los periplos más estresantes y aventureros, de nuestra trayectoria viajera.
Margao (India)
          7º.- Retornando a Calcuta. Es nuestra tercera casa en el mundo, después de la que tenemos en propiedad, en Valladolid y la inolvidable, Bangkok. Es la ciudad, donde mejor se come y se bebe en India y nosotros -que conocemos buenos sitios-, lo agradecimos.

          8º.- Siendo invitados, a una cena de Ramadan, en Cox's Bazar, a punto de abandonar Bangladesh. Comimos hasta reventar, en un ambiente muy agradable.

                                                            El Cairo (Egipto), arriba y Bangkok (Tailandia), debajo
          9º. Bañándonos en las playas de India -Kovalam, Varkala y Goa-, después del insoportable calor y de la dureza de las ciudades.

          10º.- Engullendo con ansia, bolas de queso con guindillas y rebozadas, en Dheradun. Mira, que esta vez, hemos comido mucho mejor en India y que el reencuentro, con el riquísimo chow mein, fue sonado y más tempranero, que en el viaje anterior. Pero, como este rico y sabroso plato, ningún otro, en India. También, podríamos destacar, volver a degustar el ful o las tamiyas, de Egipto.


          Y no debemos olvidarnos, aunque sea fuera del decálogo, de nuestra única habitación con aire acondicionado, en Dahab. Gracias a Dios o a Alah, allí casi todas lo tienen, porque si no, habríamos perecido abrasados.
Sangkhlaburi (Tailandia)

miércoles, 8 de octubre de 2014

Los 10 mejores descubrimientos gastronómicos y bebidas, de este sexto viaje largo

          Se trata de resaltar, lo que comimos o bebimos, por primera vez, en este sexto viaje largo y no las mejores cosas, que nuestro paladar degustó, durante el viaje. Por eso, no se incluyen clásicos, como el chow mein, los momos, las samosas del sur, el arroz frito con pollo o pescado, los shawarmas, los fuls o las tamiyas, entre otros. Cada vez, esta clasificación va siendo más difícil, puesto que queda, menos por descubrir.
Bondas, de India
          1º.- Los bolas de queso, vegetales y guindilla rebozadas, de las que nos hartamos en Dheradum, en una mañana lluviosa. Definitivamente, ¡deliciosas!.
Koshari, de Egipto
          2º.- El Koshari egipcio. Habíamos oído hablar de este popular plato, en nuestro viaje a Egipto, de 2.006, pero no lo llegamos a probar, al menos, en su receta decente: garbanzos, lentejas, arroz y cuatro tipos de pasta distintos, mezclados con tomate y especias, ligeramente picantes (nada te sabe picante, después de tres meses, en India).

          3º.- Las bolas rebozadas y crujientes, rellenas de cebolla y muy frecuentes, en el sur de la india. Existen dos versiones. Una con los trozos grandes y otra, casi triturada y mezclada con otros vegetales. La fritanga del sur del país, supera, ampliamente, a la del norte, tanto en variedad, como en elaboración y sabor.
                                                                                                             Biryani, de India
          4º.- Las bondas picantísimas, rellenas de enormes trozos de queso, que se pueden degustar en cualquier establecimiento, de Bikaner. El único problema es, que no se pueden comer dos seguidas

          5º.- Los bocadillos en pan redondeo, de patata rebozada, mezclada con vegetales al gusto del cocinero -siempre llevan tomate- y con tres o cuatro salsas de colores. Los mejores, los de Augandabad y Bundi.

          6º.- El delicioso Biryani de gallina -que no de pollo, mucho más frecuente e insípido-, que degustamos en lugares tan diversos y distantes, como Augandabad (India) y Chittagong (Bangladesh).
Chow mein, de la cocina tibetana
          7º.- La enorme, alargada, sabrosa y crujiente croqueta/roll rellena de vegetales, que me comí en Dhaka

          8º.- Las heladas sodas de cola, mango, piña, limón -la mejor, cerca de la estación de trenes de Udaipur, con lima natural-, masala... Las de mango y piña, mejor pedirlas sin gas (si las tienen, que no siempre ocurre). Resucitan a un muerto, en un intenso e insoportable día de calor. Hay unos cuantos establecimientos, que la sirven -a 5 ó 10 rupias-, a lo largo de muchos lugares de India. Van en aumento.

          9º.- Los momos rebozados. Los habíamos probado solo crudos, en el viaje anterior y rebozados, ganan muchos enteros. Especialmente buenos, los de un puesto callejero, de Mcleod Ganj.
                                                                                                      Momos, de la cocina tibetana
          10º.- Los garbanzos de un puesto callejero, cercano a la estación de trenes, de Allahabad. Con diversos vegetales y salsa secreta, son los mejores, que hemos probado, si dejamos al margen, los del cocido de nuestras abuelas.

          Y podríamos seguir: los dulces de miel y coco, de Bhopal; los macarrones estriados y gordos, a la masala, de Delhi; las berengenas crujientes por fuera y suaves por dentro, en Varanasi; los deliciosos rolls de pollo, queso y/o verduras, de Calcuta; las bondas especiales, de Bangladesh; los helados con frutas escarchadas, de Bikaner, los naturales zumos de mango, de Fatehpur Sikri... Y podría seguir.

martes, 7 de octubre de 2014

Posibles próximos proyectos viajeros

                                                                 Pakistán
          En un principio y salvo sorpresa mayúscula, se han terminado los viajes largos, a corto y medio plazo. Probablemente, también, los viajes al extranjero, en lo que queda de año, salvo escapadas cortas.
Yemen
          Así, que nuestros grandes proyectos viajeros de calado, quedan aplazados hasta, mínimo, principios de 2.015. Los destinos, que tenemos en la cabeza -la mayoría, en Asia, como no podía ser de otra manera-, de mayor a menor interés, serían los siguientes:

          1º.- Yemen, Yibuti y Somalilandia: habiendo constatado, que la seguridad en el primer destino, no es tan mala como se dice, este plan se convierte en nuestro principal objetivo. Los inconvenientes fundamentales son, el alto precio de los vuelos -no hemos dado con un itinerario económico, ni siquiera, a través de Dubai- y el alto coste del visado de un país, tan pequeño, como Yibuti (50 euros).

          2º.- Haití y Santo Domingo. Los vuelos tampoco son baratos y nos preocupa la seguridad, en Haití.
                                                                                                                         Japón
        3º.- Cuba: Destino largamente deseado, al que hemos estado a punto de ir en varias ocasiones. El precio de los boletos aéreos es, también, el mayor de los contratiempos.

          4º.- Corea del Sur y Japón. Otro viaje, largamente esperado y varias veces, malogrado. Una vez, incluso, llegamos a tener vuelo confirmado, a Tokio, desde Roma. Pero hubo un problema con el portal Barceloviajes y acabamos en Etiopía.

          5º.- Pakistán: En realidad, este sería nuestro destino favorito, pero siendo realistas, sabemos, que actualmente, esta propuesta es difícil de llevarse a cabo, entre otras cosas, por la seguridad del país.
República Dominicana
          6º.- Uzbekistán y Kirguistán: A simple vista, es la propuesta más sencilla de llevar a cabo y resulta la más económica.

          7º.- Canadá y el este de Estados Unidos, dado que el oeste y Nueva York, lo visitamos, en el año 2.009. A día de hoy, hay pocas posibilidades de que esto salga adelante, por el elevado coste del viaje.

          8º.- Azerbaiyán: Trataríamos de combinar este destino, con algún otro país, como Irán. Pero, tenemos pocas esperanzas, de que esto salga adelante, al menos, en 2.015.

lunes, 6 de octubre de 2014

El próximo, que me diga, que en India hay mucha miseria, se va a arrepentir

                                                                 Esta y la siguiente son, de Bikaner (Incia)
          Lo que me apetece es, escribir de forma visceral, pero aún así, me controlo y busco datos. Es posible, que esta sea una de las entradas más duras del blog, pero es que estamos hartos, hartos, hartos y lo siguiente, de que desde que hemos llegado, cada vez que nos encontramos con alguien y le decimos, que hemos estado varios meses en India, siempre nos espeten lo mismo: “¡Ah, pero allí hay mucha miseria!.

          Cierto es, que la tercera parte de la población de India, vive bajo el umbral de la pobreza. Pero, no nos olvidemos, que un 20% de los habitantes padecen la misma situación, en la próspera y honorable España. Con la diferencia, de que aquí, el porcentaje sube, progresivamente y allí, baja, constantemente.

          En algo nos parecemos: India y España, más o menos y siendo generosos con nuestros gobernantes, padecen la misma corrupción administrativa y política. Y en muchas cosas les superamos. Por ejemplo, somos igual de maleducados, que ellos -prepotencia máxima patria-, con la diferencia, de que los indios, apenas han tenido acceso a la educación y que aquello es una selva (lo que empieza a ser, aquí), donde cuesta sobrevivir.

                                                                                      Chittor (Incia)
          Pero, en otras cosas nos superan: Allí, si quieres trabajar, encuentras algo, aunque sea miserable (dicho sea de paso, que la miseria es, bastante más digna y menos padecida, en India, que aquí). Y, sobre todo, que aplican la lógica, tan básica, como: “si eres pobre, te jodes”. Aquí y en algunos casos muy próximos y numerosos, el estado se gasta cientos de miles de euros en formarte, en que tengas una carrera uniWERTsitaria, para que luego, no te contraten ni de limpiadora, a tiempo parcial. ¿Es India miserable o nuestro modelo de sociedad está enfermo, sangrando y muerto?.

          ¡PODEMOS!.

          Y el próxim@, que me venga diciendo aquello de la miseria que hay en la India, pues, se va a arrepentir. Porque, le voy a echar una charla,  más insoportable, que las ruedas de prensa del extinto Gallardón


          Es, que estamos más quemados y ya que viene a cuento, que la pipa de un indio.
Bundi (India)

domingo, 5 de octubre de 2014

Historias de fronteras

                                                              Las primeras seis son, de Tel Aviv (Israel)
          Tanto empeño quisimos poner, en que en nuestro pasaporte no quedara ni un solo rastro de nuestra visita a Israel, que nos olvidamos de lo más importante: no solo basta con que esto no ocurra, sino que también es necesario, que no figure el sello de salida, del país que procedes (en este caso, Egipto).

          Pues, como dos principiantes pardillos, nos olvidamos de este detalle. Y lo peor: no nos hemos dado cuenta hasta ayer, casi un mes después, de haber vuelto. Efectivamente, en nuestro pasaporte figura un destacado -en la primera página-, enorme y bien tintado sello, donde de forma muy visible y además de la fecha, pone: “Taba”, punto de cruce a la israelí, Eilat.

          Así, que de un plumazo, nos hemos cerrado las puertas hasta 2.020 -fecha de caducidad del pasaporte-, a un puñado de países árabes. En un principio, todos menos Egipto, Jordania, Túnez, Turquía -no es árabe- y Marruecos. Aunque, en la práctica y según he investigado, la entrada solo te la niegan en Siria, Líbano y Arabia Saudita (tengo mis dudas, sobre Yemen). En los dos primeros lugares, ya hemos estado y al tercero, es muy difícil el acceso por libre.

          Como curiosidad, he llegado a leer, que los sirios disponen de un aparato, que detecta el pegamento de la pegatina, que te endosan los israelíes, en la tapa de atrás del pasaporte, aunque lo hayas raspado, a conciencia.

          Para cruzar de Taba, a Eilat, primero te someten a un pequeño interrogatorio, desde una ventanilla, sin ni siquiera permitirte, franquear una gruesa y aterradora verja. Luego, te dejan pasar, te retienen el equipaje y te llevan a un lugar con aire acondicionado (lo más agradecido). Van viniendo funcionario, tras funcionario y todos te preguntan lo mismo, mientras tratas de mantener tu sonrisa Profiden. Otro se lleva los pasaportes y los estudia, minuciosamente, durante cuarto de hora o más.

          El rato, que te van a hacer esperar, es directamente proporcional, a tu nacionalidad, pero sobre todo, a los sellos “peligrosos”, que encuentren en tu pasaporte. Tres horas y media nos retuvieron, en 2.007, al ver, que veníamos de Siria. Cincuenta minutos esta vez, al haber renovado nuestro pasaporte lleno de sellos y solo encontrar en el nuevo, marcas de Tialandia, India, Bangladesh y Egipto.

          Posteriormente, te aíslan y te interrogan por separado. Primero, a uno y si ven algo sospechoso, luego, al otro (no fue nuestro caso). Además de las preguntas rutinarias -entre ellas, que habíamos estado haciendo en Dahab, a lo que no contestamos, que preparando un atentado terrorista-, otras son, mucho más personales -nuevamente, sonrisa, esta vez, Colgate- y algunas, sencillamente, absurdas y/o estúpidas. No es fácil escaquearse, ni siquiera, fingiendo hablar poco inglés, porque muchos funcionarios hablan perfecto español, aunque no suelen destapar esa carta, si no es necesario, para haber si te cazan en alguna conversación privada.

Esta y las tres siguientes son, de Jerusalén (Israel)
          Todo parece estar conforme. Estamos famélicos, con la piel quemada del sol, con ropas viejas -aunque, limpias... No tenemos pinta de muy peligrosos. Pero, algo no le cuadra e insiste e insiste. ¿cómo es posible, que para un viaje de tantos meses, llevemos tan poco equipaje?. “Pues, mire: “lavando todas las noches y comprando cosas, según las necesidades y tirando otras”. No lo termina de entender, sin duda, porque nunca ha hecho un viaje largo.

          Finalmente, hay que soportar, que hasta te revisen tus escritos más íntimos y pretendan, que les cuentes cualquier anotación, que les parezca sospechosa (en nuestro caso, una serie numérica, que ya no recordábamos, ni de que era).

          Y, aún quedaba un momento de tensión: nos llevan a la zona wi-fi, para que les mostremos el correo de confirmación, de nuestro vuelo de salida de Israel. Por razones, que desconozco, no pudimos entrar y se conformaron con nuestra palabra.

          Aún nos queda, aguantar un minucioso registro y la mala cara de la empleada, a la que le pedimos que no nos ponga sello en el pasaporte. A regañadientes nos dice, que ya no estampan nada y nos da una especie de pequeña pegatina, con los datos de entrada.

          En el aeropuerto de Tel Aviv, el día de marcharnos, nuevo interrogatorio más ligero, con la siguiente pregunta: ¿Esa botella de agua, que llevan, la han llenado íntegramente en Israel o procede, parcial o totalmente, de otra parte?.

          Las cosas no terminan ahí: al llegar a Barcelona y mientras los israelíes entran a sus anchas en el país, a nosotros nos interroga una policía, sobre por que venimos por Barcelona, si somos de Valladolid y sobre, como vamos a llegar a nuestra casa. Ante nuestra estupefacción, argumenta, que es para indicarnos, donde teníamos, que hacer el tránsito, para vuelos nacionales. ¿No se le ha ocurrido pensar, que podemos viajar en bus, quedarnos unos días en la ciudad condal y que en todo caso, no tenemos ninguna obligación de contárselo?.


          Nueve días después y ya en Valladolid, sin motivo alguno, sufrimos un acoso policial, que hace de la española, la peor y más arbitraria policía, de nuestros casi 130 países visitados. Próximamente, se publicará un post sobre este asunto.
Barcelona (España)