Y menos de un mes después de haber arribado a Billund por primera vez en nuestras vidas, volvimos a esta peculiar y pequeña ciudad danesa. No fue, porque nos hayamos enamorado del lugar o por una promesa. La razón resultó mucho más mundana: se trata de la forma más barata de llegar a Gdanks -centro de vuelos, a Noruega-, desde Madrid.
Realmente, Billund, puede llegar a ser el paraíso terrenal para las familias con niños de corta edad. Pero, eso sí, hay que llevar la cartera bien llena de billetes. Y cuando esto digo, me refiero, a repleta.
Todo cuesta un pastizal: la entrada del Legoland, los dos hoteles relacionados con el parque, las tirolinas, la pista de hielo, el parque acuático, el museo de los osos de peluche y el WoW Park (parque de los árboles).
Además de respirar o de dar un paseo por el parque de las esculturas, solo hay una cosa, que resulta gratis, en Billund: las terrazas de la casa de LEGO, que representan diferentes escenarios temáticos de juegos, que a los críos -y a los no tanto -, les encantan
Bueno. Tampoco cuesta dinero, recorrer los distintos carriles bici/peatonales de los alrededores y por eso, nosotros los controlamos casi todos, después de dos visitas.
Desde Billund, llegamos, a Gdanks y nos pusimos de morros. Teníamos la sospecha, de que el jueves iba a ser festivo, provocando un macro puente, al haber tratado de reservar hotel para ese día. Y, efectivamente, al consultar en internet, descubrimos, que en Polonia es sagrada la celebración del Corpus Cristi. ¡Menuda puñeta! Resulta que en Gdansk, vamos a estar seis días en dos periodos distintos y tres de ellos, coinciden con festivos (los otros dos, el 1 y el 3 de mayo pasados, fechas del día del trabajo y de la constitución).
Y os preguntaréis, seguro: ¿por qué os molesta tanto, que haya días de descanso general? Tres son las razones poderosas, solo aplicables en el primer mundo: los precios de los alojamientos se disparan, el transporte interurbano reduce drásticamente su frecuencia -o desaparece - y debes comprar los alimentos y bebidas por duplicado en los supermercados, aumentando el peso del equipaje. Naturalmente, esto no te afecta, si comes en restaurantes y bebes en bares, pero desde hace mucho tiempo, ese no es nuestro caso.