Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

sábado, 25 de mayo de 2024

Empieza el tercer "interair"

           Mañana domingo comienza nuestro tercer "interair", que nos va a llevar, durante 18 días, por varias ciudades europeas. Por primera vez, llevamos todo el recorrido cerrado y no nos vamos a gastar en él más de 180 € por persona.

          Da un poco de vértigo, porque se trata de un puzzle de diez vuelos, en tan solo dos semanas y media, con el estrés que supone, el transitar y pasar por los controles de seguridad de los distintos aeropuertos. Pero, creemos, que podremos con ellos, especialmente, si no hay retrasos aéreos y el clima acompaña. Solo, entre tres y cuatro noches de hotel.

          26 de mayo: Valladolid - Madrid 

          27 de mayo: Madrid - Billund, con Ryanair. Territorio conocido 

          29 de mayo: Billund -Gdanks, con Ryanair. Intentaremos explorar el cercano campo de concentración de Stutthof y Hel

          1 de junio - 3 de junio: Gdanks - Stavanger -Gdanks, con Wizzair, ida y vuelta 

          4 - 5 de junio: Gdanks - Tronso - Gdanks y su sol de medianoche, con Wizzair. Solo 23 horas en el círculo polar ártico 

          7 de junio: Gdanks - Hamburgo, con Ryanair. Visitaremos este destino y la cercana Bremen.

          9 de junio: Hamburgo - Málaga, con Ryanair. Seis horas de escala.

          10 de junio: Málaga - Burdeos, con Ryanair, para descubrir esta ciudad.

          12 de junio: Burdeos - Madrid, con Ryanair y fin del viaje.

Regreso a Kuta

           En un supermercado de Lombock nos compramos unos tintes super morados para el pelo. Nos los dimos en el hotel de Padangbai. Desde entonces, somos la sensación de las islas y casi todas las mujeres de diversas edades -también algunos hombres- se deshacen a nuestro paso con calificativos, como "great", "beautiful", "nice", "deep purple"...

          Al final y con más esfuerzo del esperado, tuvimos, que volver a Kuta con Perama, pagándolo caro y en un trayecto muy pesado de casi dos horas para 35 kilómetros, debido al denso tráfico. De camino, vimos un Ikea y una estación de autobuses, que nos abrió futuras esperanzas, para poder ir a Dempasar, desde donde pensamos acometer la vuelta por tierra hasta Surabaya -Java- desde donde tenemos un avión, a Kuala Lumpur, el día 21 de diciembre.

          En Kuta -como en el resto de Indonesia -,  contratiempos podíamos esperar, pero no desde luego, con el alojamiento, al querer volver al de la primera vez, con nuestra gran piscina y aire acondicionado. Pero el conserje nos devolvió a la realidad, indicando, que todo estaba lleno. Más tarde y trasteando en Booking descubrimos, que si había alcobas, pero que no estaban dispuestos a ofrecerlas al precio de la otra vez.

          Comenzó entonces un largo, tedioso, caluroso, húmedo, esforzado y desanimado peregrinar por los diversos hoteles de la zona. Pagamos lo mismo que hace más de dos semanas, pero sin aire, sin piscina y con un baño indecente. Mañana, definitivamente, buscaremos otra cosa.

          En los próximos días debemos visitar Canggu y volver a Dempasar y probablemente, en ambos casos, será andando por la escasez y el alto precio del transporte colectivo, que de público tiene poco.

viernes, 24 de mayo de 2024

Nunca debimos volver a Ubud

           Si segundas partes nunca fueron buenas, no digamos, las terceras. Nunca debimos volver, a Ubud. De hecho, no entraba en nuestros planes, pero al acortar nuestro circuito por Flores, nos sobraban días. El templo del lago -el principal y el más visitado, aunque no el más bello- estaba en nuestros recuerdos y en las fotos de los dos viajes anteriores a esta ciudad y al que habíamos acudido docenas de veces en el pasado. Al bajar del bus de Padangbai, le dije a mi pareja: "algún día cobrarán por entrar a ese templo, a no tardar mucho". Más bien, a no tardar nada, porque ya han puesto férrea billeteria junto al Starbucks.

          Lo único barato en Ubud ya solo son los hoteles, porque hay tantos, que no pueden subir los precios. Pero, en general y en cuanto a los económicos, son algo más rústicos, que en el resto de la isla, aunque suelen compensar con sabrosos desayunos.

          Cada vez eso sí, nos da más la sensación, en cada ocasión, que volvemos a Ubud es, que con más descaro y sin disimulo, tratan de estafarte con todo, siendo la inflación galopante. Definitivamente - ya había pocos en 2018-, han desaparecido los bemos y por tanto, no hay forma de moverse en transporte público, por Bali. Solo te quedan los shutles -diez veces más caros el kilómetro, que en Sumbawa o Lombock - o los carísimos taxis (un recorrido de 30 kilómetros equivale a cuatro noches de hotel para dos personas).

          Los fantásticos templos de la ciudad, que antes visitabas entre sonrisas y en pantalón corto, ahora, o los cierran o ponen carteles en los que dicen que solo se puede entrar para rezar -ni puto caso - y en los que están abiertos, tratan de echarte, pesadisimas señoras, por no llevar el sharong (a la mierda, todas ellas). Los templos de la ciudad no los cobran porque no va nadie, en los de las afueras y pagando una carísima excursión no hay problema.

          Algo, si ha mejorado, desde hace un lustro. Han construido un mercado nuevo y moderno y peatonalizado los alrededores, pero obras, sin educación, no sirven para nada, porque siguen campando a sus anchas y aparcando en cualquier parte con las malditas motos. 

          En Ubud me caí y me arañe un brazo. La última vez, había sido en Guadalajara, México, hace más de dos años.

Cuatro agujeros en el modelo de vida indonesio

           Existen muy poderosos motivos para asegurar, que países como Indonesia no podrían subir en el ranking de prosperidad y bienestar, ni aunque lo intentaran, ni aunque les tocara la lotería, ni aunque de la noche de la mañana, produjeran todo el petroleo, el coltán o todos los diamantes del mundo. La razón es, -como ocurre en la mayoría de países del tercer mundo -, que las medidas, que harían progresar exponencialmente al país no cuestan demasiado dinero.

          Se trata más, de un cambio de decisiones y de filosofía vital, que de poder económico. Pero, ya os adelanto y por experiencia, que nada de esto se va a producir. Son cuatro -a grandes rasgos, porque son muchos más -, los agujeros del irreparable sistema, que no requerirían  de casi ninguna inversión.

          1.- Movilidad. Resulta imposible moverse por el país con criterio. Todo movimiento humano fluye con tanta naturalidad, como caos, a pie o mediante los diversos -fundamentalmente motos anárquicas -, transportes. No puedo ni imaginar, los puntos de crecimiento del PIB, que esto puede restar al país,sin que a nadie le importe.

          2.- Destrozar el medio ambiente. ¿Costaría tanto, que cada uno tirará sus cosas sobrantes a la basura? Parece ser, que sí. Resulta deprimente, sobremanera, viajar en un ferry y ver, que el mar está lleno de basura generada por los lugareños y agrupada por bloques, que mueven las corrientes y las olas. Asomado a la barandilla y asombrado ves, como sin sutilezas o remordimientos, lanzan todos los desperdicios al mar. Lo mismo ocurre en el transporte terrestre.

          3.- Precios. En un país coherente y por pocos recursos, que tenga, no puedes pagar un precio y el doble, por lo mismo. Pues eso ocurre, por ejemplo, dependiendo, en que dirección tomes el ferry a las islas Penidas (60.000, por 30.000).

          4.- La hipocresía, motivada por no se que razones, dado que no tiene raíces, ni políticas, ni religiosas. Resulta, que prohíben el alcohol en la mayor parte del país -menos en Bali, porque sino , no iría, ni el tato- y lo fundamentan, en que hace daño a los jóvenes. Pero, cuando vas por la calle, ves a críos de 12 o 13 años haciendo el bestia con una moto, con el peligro, que conlleva para ellos y para el resto del tránsito.

Padangbai

           Padangbai es un lugar infravalorado -incluso por nosotros, hace cinco años - por ser un sitio de tránsito de los viajeros que van, de Bali, a Lombock y viceversa. Como tantas veces, todos vamos corriendo y decimos aquello de "no tiene nada interesante". No es verdad. Padangbai posee un número importante de templos, que casi no visita nadie, salvo los devotos lugareños.

          En Padangbai se pueden realizar caminatas en los alrededores, donde contemplar excepcionales playas de arenas blancas y negras. También cuenta con bien montados barrios suburbiales, donde se mezclan la ruralidad de la zona y sus guerreros y variados animales domésticos, con cuidados alojamientos para extranjeros o familias locales.

          El único problema de Padangbai es, el de siempre aquí. Gente tratándose de hacer rica, a bajo coste y a alto precio. No existe transporte público, ni estación de autobuses. Por lo que para los desplazamientos todo queda en manos de las sanguinarias agencias locales, que se relamen , por cada guiri, que ven. Los shutles son un robo -encima, tratan de engañarte dos veces- y los taxis, organizados, como mafia, son simplemente depredadores de gentes.

          Los ferrys hacia las Penidas no se han visto inmunes a esta especulación fagocitan te. Han eliminado las ventanillas de venta de toda la vida para encomendársela a las agencias, sin que el viajero reciba un plus a cambio. Al final y tras varias valoraciones de la situación y a regañadientes, les regalas los tres euros a mayores, que te piden y les deseas la muerte inmediata. Un trayecto en Bali, de 30 kilómetros cualquier transporte  cuesta diez veces más, que en el resto de Indonesia.

Las Penidas

            Retornados a Bali, después de  nuestras aventuras  isleñas por Flores, Sumbawa y Lombock, nos trasladamos a través de una hora y media de ferry a las islas Penidas. Son tres y acabamos en la más grande y en concreto, desembarcamos en Batununggul, que es donde llega el ferry público ( hay otras muchas formas de transporte privado)

          El municipio tiene una calle larguísima y relativamente caótica, que ofrece todos los servicios necesarios para el viajero: hoteles o bungalows bastante competitivos, minimarkets, oficinas de cambio, restaurantes y bares y hasta un bien abastecido mercado nocturno de comidas variadas.

          En la parte izquierda se suceden un sin fin de playas, aunque están más adaptadas a la explotación de la pesca y de otras actividades por parte de los lugareños que al turismo. No obstante sus verdosas aguas cristalinas incitan al baño, en cualquier parte. Lo más famoso de esta isla y de forma merecida son las espectaculares playas del sur, como la Diamante, Cristal Bay o Broken Athu. 

          Se encuentran  lejos de los núcleos de población, por lo que si se quieren ver, no basta con andar. Alquilar una moto o tomar un taxi son las mejores opciones. Caminar da de sí lo que da, porque el calor es asfixiante y no hay una sola sombra, al tratarse de edificaciones bajas. Pero, si sirve -y nadie lo menciona, para contemplar los numerosos templos de la zona, de piedra y en diferente estado de conservación y que nadie visita. Son diferentes a los de Bali, aunque mantienen unos rasgos comunes. ¡No saben lo que se pierden!

Transportes privados desfasados y negocios emergentes poco ocurrentes

           Hace quince años, que vinimos por primera vez al sudeste asiático y también, a Indonesia. Hay cosas, que han cambiado, como la calidad de los alojamientos para bien que en más de cien días de viaje, entonces, no viéramos una sola pastilla de jabón, bote de champú o rollo de papel higiénico, cosas que hoy aparecen en casi todos los alojamientos.

          Pero hay otras cosas, que de manera endémica, duradera y claramente proyectable hacia el futuro, permanecen igual. El más inmovilista es el sector del transporte privado. Los "drivers" con las mismas técnicas y frases de siempre: "Hello mister, taxi yes", mientras tratan de acompañarte hasta que les digas, que sí, de forma más o menos hostigante o haciendo gestos de mover un volante. Ni entienden, ni han entendido nunca, que el guiri tonto no lo es tanto para saber coger un taxi por si solo o que llegado el caso tendría habilidades para pedir ayuda. Por otro lado, la mayoría de los turistas van con el móvil de la mano, han estudiado más o menos, sus pretensiones, tienen tarjetas SIM del país, que les permiten estar conectados en todo momento y conocen las aplicaciones, como GRAB, que presta diversos servicios sin intermediarios bien sea de transporte, comida u otros. A estos pobres buscavidas desfasados, alguien debería llevarles por el camino del reciclaje profesional, aunque resulta difícil, porque muchos de ellos no saben, ni leer, ni escribir. De todas formas, algún guiri imprudente sigue cayendo.

          Con sorpresa y estupor, hace unos días y en el aeropuerto de Bali vimos, como dos inconscientes mujeres y en plena noche, con bultos de ruedas, se entregaban a dos motoristas, para que las llevaran a su supuesto hotel. ¿Habían calibrado los muy probables peligros?

          El otro gran sector anquilosado y víctima constante del fracaso son, los visionarios emprendedores, que montan negocios al olor de turistas y viajeros. Hay decenas o centenas cerrados en cada sitio, pero no aprenden e incurren en gastos cuantiosos, que en no mucho tiempo, les llevan a la irrecuperable ruina. Ejemplos los hay en todos los sectores del turisteo.

          Mucho más inteligentes son esas señoras de los puestos de comida, que invierten poco y granito a granito, se van forjando unos merecidos ingresos. Esto es más viejo que el hilo negro. Recuerdo el mundial de fútbol del 82, cuando en el grupo, que jugaba en Valladolid, cayó Kuwait. Muchos empresarios se volvieron locos, para luego descubrir, que los que vinieron, comían hamburguesas y bebían coca colas,sin más.

          Nosotros podemos tener en el banco, diez mil veces,lo que un indonesio, pero eso no significa, que hayamos venido aquí, a gastarnoslo todo o a que nos estafen en cada esquina o con cualquier triquiñuela ocurrente. No comprenden, que la mayor parte del dinero lo gastamos en los pasajes aéreos y que una vez en el destino, nos gusta más hacer actividades sin excesivo coste, que convertirnos en el gordo o la pedrea de los lugareños.

 En el tercer mundo -incluida Indonesia -, el concepto ocio no es entendido, ni por los más avispados. Ellos piensan, que siempre el turista necesita transportarse o estar dilapidando sus euros 

jueves, 23 de mayo de 2024

Se nos atragantó Sumbawa

           Creo, que la única vez, que he perdido el control en este viaje, ha sido, cuando en Sumbawa y parte de Lombock, nos han tenido sin poder tomar alcohol -ni siquiera una misera cerveza -, durante casi cuatro días y sus respectivas noches, mientras nos machacaban con la lentitud y arbitrariedad de los transportes, nos devoraba el monzón o éramos sometidos a vejaciones y risas por los lugareños, simplemente para su divertimento. La vida es muy aburrida, porque en buena parte del territorio de la Sonda, no hay ni siquiera ni bares de té o café. Nos dejaron tranquilos, después de que se dieran cuenta de que con sus indisimuladas tretas colectivas, no iban a sacarnos una sola rupia.

          En los primeros viajes al sudeste asiático -salvo Tailandia y Laos-, vivíamos en una especie de montaña rusa, lo que afectaba a diario a nuestro carácter . Hace ya tiempo y en esta zona del planeta, que nos tomamos la vida con mucha más filosofía, tranquilidad y sin sufrir desgaste. Ya no entramos al trapo de casi nada, ni de casi nadie, pero debemos reconocer, que Sumbawa se nos ha hecho largo y que en esta isla hemos sido maltratados de diversas maneras y ninguna ha sido, precisamente, sutil. No vamos a arremeter contra nadie, porque la mayoría de la gente en Sumbawa y en el resto de Indonesia es buena, al margen del gran salvajismo adquirido, que es variado. El común de los mortales trata de ayudarte, a su manera, incluso, cuando no están preparados para ellos, porque hemos detectado, que mucha gente no sabe leer, ni escribir.

          La gente mala es la de siempre, la que espera sacar algo de ti, abiertamente y a tumba abierta o bajo manipulación y confusión. Son  los mismos de casi todas partes del tercer mundo: los del transporte, los  de las agencias, los buscavidas sin oficio, pero con mucho tiempo libre y los molestadores profesionales. Serán los  gestores de los alojamientos o las señoras de los concurridos puestos de comida, la que os hagan la vida más fácil, porque va en sus genes, se juegan su esforzado beneficio gota a gota y su prestigio.

          Sobre el gremio del transporte y los supuestos negocios emergentes en el tercer mundo, hablo en la próxima entrada.

"De analógicos, a digitales*, exposición en el Espacio Telefónica de Madrid