Hace quince años, que vinimos por primera vez al sudeste asiático y también, a Indonesia. Hay cosas, que han cambiado, como la calidad de los alojamientos para bien que en más de cien días de viaje, entonces, no viéramos una sola pastilla de jabón, bote de champú o rollo de papel higiénico, cosas que hoy aparecen en casi todos los alojamientos.
Pero hay otras cosas, que de manera endémica, duradera y claramente proyectable hacia el futuro, permanecen igual. El más inmovilista es el sector del transporte privado. Los "drivers" con las mismas técnicas y frases de siempre: "Hello mister, taxi yes", mientras tratan de acompañarte hasta que les digas, que sí, de forma más o menos hostigante o haciendo gestos de mover un volante. Ni entienden, ni han entendido nunca, que el guiri tonto no lo es tanto para saber coger un taxi por si solo o que llegado el caso tendría habilidades para pedir ayuda. Por otro lado, la mayoría de los turistas van con el móvil de la mano, han estudiado más o menos, sus pretensiones, tienen tarjetas SIM del país, que les permiten estar conectados en todo momento y conocen las aplicaciones, como GRAB, que presta diversos servicios sin intermediarios bien sea de transporte, comida u otros. A estos pobres buscavidas desfasados, alguien debería llevarles por el camino del reciclaje profesional, aunque resulta difícil, porque muchos de ellos no saben, ni leer, ni escribir. De todas formas, algún guiri imprudente sigue cayendo.
Con sorpresa y estupor, hace unos días y en el aeropuerto de Bali vimos, como dos inconscientes mujeres y en plena noche, con bultos de ruedas, se entregaban a dos motoristas, para que las llevaran a su supuesto hotel. ¿Habían calibrado los muy probables peligros?
El otro gran sector anquilosado y víctima constante del fracaso son, los visionarios emprendedores, que montan negocios al olor de turistas y viajeros. Hay decenas o centenas cerrados en cada sitio, pero no aprenden e incurren en gastos cuantiosos, que en no mucho tiempo, les llevan a la irrecuperable ruina. Ejemplos los hay en todos los sectores del turisteo.
Mucho más inteligentes son esas señoras de los puestos de comida, que invierten poco y granito a granito, se van forjando unos merecidos ingresos. Esto es más viejo que el hilo negro. Recuerdo el mundial de fútbol del 82, cuando en el grupo, que jugaba en Valladolid, cayó Kuwait. Muchos empresarios se volvieron locos, para luego descubrir, que los que vinieron, comían hamburguesas y bebían coca colas,sin más.
Nosotros podemos tener en el banco, diez mil veces,lo que un indonesio, pero eso no significa, que hayamos venido aquí, a gastarnoslo todo o a que nos estafen en cada esquina o con cualquier triquiñuela ocurrente. No comprenden, que la mayor parte del dinero lo gastamos en los pasajes aéreos y que una vez en el destino, nos gusta más hacer actividades sin excesivo coste, que convertirnos en el gordo o la pedrea de los lugareños.
En el tercer mundo -incluida Indonesia -, el concepto ocio no es entendido, ni por los más avispados. Ellos piensan, que siempre el turista necesita transportarse o estar dilapidando sus euros