Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

martes, 6 de diciembre de 2022

Empezamos Goa, en Palolem

           Pues, podíamos haber empezado por aquí y nos habríamos ahorrado una parte del sufrimiento del principio del viaje. Parece, que después de una semana de zozobra, hemos enderezado el rumbo, desde que llegamos, a Bijapur. Nosotros hemos puesto algo de nuestra parte, pero India y en este caso Goa, aún ha puesto más.

          Después de trece días a través de Maharastra y Karnataka, en Palolem, además de con una fantástica playa de las tercer mundo -mucha oferta y poca demanda-, nos hemos reencontrado con la cerveza, que dicho sea de paso cuesta aquí el doble, que en un Mercadona patrio. ¡Pero, había ansia! Y eso, que salvo la Foster y hasta las de marca, cualquier cerveza India es asquerosa - no sé, si por la glicerina -, en cuanto se calienta un poco.

          Los problemas irresolubles de los primeros días, en territorio hostil, ahora se resuelven en cinco minutos y con la sartén por el mango. Y es, que llegamos a Palolem muy pronto y con muchas cabañas vacías, por lo que no nos costó bajar el precio a nuestro antojo y que nos mejorarán las condiciones del alojamiento. El único inconveniente, el alto precio de los restaurantes, aquí. Así, que con snacks, galletas y unas latas de sardinas, que nos quedaban de España, salvamos el día. Era más importante beber y atiborrarse a alcohol -cuesta aquí una cuarta parte, que de donde venimos-, que alimentarse.

          Entre dos virulentas tormentas, nos pegamos un buen chapuzón en aguas extremadamente cálidas y sin peligro alguno. Aunque, aquí, viaje tras viaje y vayas al arenal que vayas, siempre hay bandera -trapo- roja desteñida y deshilachada. Supongo, que la mayoría de la gente no sabe nadar y más vale prevenir. En el puesto elevado de un socorrista, a este, le había sustituido una vaca. Al atardecer, los lugareños salen de paseo y también algún guiri, mientras montan terrazas, que llegan hasta el borde del agua, aunque la oferta, supera por mucho a la demanda.

          Llevamos ya unos días, en los que no nos toca caminar por calles caóticas y eso nos desestresa un poco. De todas formas y después de cuatro viajes, a India, que suman casi un año no logro entender la base de todo: por qué los vehículos pitan, cuando en la mayoría de los casos pueden esquivarte, sin más y por que ante tales amenazas, ni peatones, ni vacas, hacen caso. Reflexiones aparte, no nos vendremos arriba, porque sabemos, que dentro de poco, tendremos que volver a Marahastra y nuestra vida, sí o sí, volverá a ser muy dura.

lunes, 5 de diciembre de 2022

Cuatro historias de Gokarna

           1.- EL HOTEL. Cansados y tras siete horas de viaje, nos decidimos por el Guest House Jayalaxmi, porque era la primera opción que encontramos desde la estación de autobuses, tenía un buen precio y en seguida nos dieron una mejor habitación, sin ponernos ninguna pega. Pero nunca debimos ir a ese alojamiento. Está gestionado desde una colindante tienda de joyas y viajes, que solo atiende en horario comercial, que aquí es muy reducido. No hay recepción, ni puerta exterior, ni nadie vigilando. Sobre las 19:45 un individuo, supuestamente acompañado, empezó a golpear nuestra puerta de forma muy sutil y hablando bajo y de forma incomprensible. Quería confundirnos, como si fuera alguien del establecimiento. A la quinta, le gritamos que se fuera, pero aún insistió en una sexta y ya tuvimos, que ser más expeditivos y amenazar con llamar a la policía. Ya no volvieron . Pero pasamos unas horas muy desagradables y con miedo. Es muy probable, que nos hubieran seguido durante la tarde. Por supuesto, nunca se nos pasó por la.imaginación abrir, porque somos dos perros viejos y ya habíamos tenido tres experiencias similares: en Karonga, en Malawi, en Kars, en Turquía y en Cox Bazar, en Bangladés ; pero en estas dos últimas, si había recepción. Evidentemente, a la mañana siguiente, cambiamos de hotel, con excelentes resultados.

          2.-  EL WIFI. Nuestro primer alojamiento no tenía wifi, como el 80% de los económicos de India. Encontramos la red de un banco y como tantas otras veces, simulamos la contraseña 12345678. Nunca nos había funcionado, pero está vez, sí. ¿ Cómo puede tener una entidad financiera nacional, una contraseña tan sencilla? Nuestro gozo en un pozo: a la media hora cerraron la sucursal y apagaron el cacharro. Noche sin wifi, hasta las diez de la mañana del dia siguiente.

          3 .- EL CAMBIO. En nuestro primer hotel nos ofrecieron 80 rupias por euro,cambio muy razonable, teniendo en cuenta que la cotización estaba a 80,90, pero en una agencia cercana, nos daban 84. Imaginábamos, que era un timo, pero la avaricia, no tiene límites y probamos. La realidad fue, que lo entendimos mal el dia anterior y la tarifa era 80,40.

          4 .- EL RICKSAWH. Estábamos tan obsesionados con la seguridad, que decidimos, que la día siguiente apuntariamos todas las matrículas de los rickshaws, que nos parecieron sospechosos de algo, así, sin criterios muy claros y especialmente la del vehículo, que nos llevara a las playas de las afueras, la de Kudle y la de Om. El paso de las horas nos hizo entrar en razón y afortunadamente, no lo hicimos.


sábado, 3 de diciembre de 2022

Gokarna y playas cercanas

           Nada más bajar del autobús nos cogieron en el primer hotel, donde preguntamos y lo agradecims, porque estábamos agotados. Y más, cuando nos cambiaron de habitación y nos dieron una mejor por el mismo precio. Gokarna nos pareció raro, aunque agradable desde el principio, a pesar de que el calor húmedo -mayor cada día -, no nos dejaba, ni pensar. Extraño, porque nos chocó, que no hubiera casi gente, ni tráfico, ni basura, ni perros, ni sitios de fritanga o snacks en en centro... Y, agradable, porque no es una de esas típicas ciudades cacharro, que encontramos casi cada día en este país. Tiendas de especias, monedas antiguas, tatuajes, joyería.., no es lo normal, que sueles hallar en todas partes.

          La playa es gigante y no está tan mal como dice la Lonely Planet. Hay paseo marítimo, dos templos cercanos y un estanque sagrado. Al borde de la arena se encuentran unos cuantos restaurantes caros y vacíos -manchurian y arroz frito, como especialidades-, como ocurre en todas las playas del tercer mundo.

          Nos gusta este sitio de calles de agentes, aunque con cierto glamour, de buen asfalto y pocos charcos. Lastima, que tuviéramos que acabar comiendo snacks y galletas, por la falta de fritanga, phakora o sabrosos platos económicos. Casi todo lo que hay, cierra  a mediodía, aquí. Pero. al segundo dia, nos pusimos las pilas y disfrutamos de un exquisito thali de arroz con pescado; pollo al tandori, con cebolla y además, en nuestro hotel nos invitaron -en una celebración de las tantas, que hay siempre en este país -, a merendar, ricas bondas y dulces.

          En Gokarna, es la primera vez en este viaje, que hemos visto el lungi blanco, esa especie de faldamento, que se ponen los hombres y que se sube y se baja con un mecanismo elemental: enrollarlo a la altura de las caderas. Pero, como nada permanece, ni siquiera en India, aquí también ha llegado el velcro para asumir estas funciones.

          Los hombres, por cierto, son más religiosos en este lugar, que las mujeres y abarrotan los numerosos y bonitos templos de diferentes estilos, extraño, porque no suele ser lo más frecuente en el mundo hinduista.

          Gokarna es la segunda ciudad de nuestra India visitada, donde hay más plastas de vaca por el suelo y no resulta fácil esquivarlas. También, hemos visto llover sin haber nubes y la primera puesta del sol del viaje.

          A cinco y a seis kilómetros y pagando 200 rupias por trayecto, en un rickshaws, de encuentran las bellísimas playas de Kudle y Om. Como el resto de las famosas playas del tercer mundo: mucho arroz para tan poco pollo.

viernes, 2 de diciembre de 2022

Siete horas y media para 250! kilómetros

           Lo bueno de levantarte a las siete de la mañana, en India es, que las aceras están despejadas de todo tipo de cacharros y puestos y puedes caminar por ellas siendo de día pero, nosotros no madrugamos por eso, sino por aprovechar parcialmente la jornada, tras un largo viaje.

          La mala noticia en India del sur es, que para la mayoría de tus destinos de tamaño medio y pequeño, tienes que hacer uno o varios transbordos. La buena -siempre la suele haber-, es, que, normalmente, resultan bastante rápidos.

          Así, nuestro día parece una vuelta ciclista por etapas. Primero, bus de Badami, a Hubli, 2,50 horas. Después, dura negociación con un conductor de autorickshaw, para cambiar de estación. Siguiente tramo, 3,20 horas, hasta Ankola y otros cincuenta minutos -con cobradora femenina y joven en el bus-, hasta Gokarna. Salvo los primeros tramos, tocan carreteras infernales 

          En el camino, da tiempo a pensar y a acordarse de cualquier anécdota. Por ejemplo, el día, que en Badami, dos motoristas se enfrentaron en una pequeña calle y ninguno de los dos quería ceder el paso. Al final, obligaron a una mujer de un puesto a quitarse, para poder pasar los dos. O el día, que en Kolhapur, habíamos negociado un plato de arroz con verduras, a 30 rupias y sin titubear, el tendero nos cobra 50 y alega, que ha sido por echar un poco de salsa. Solo cuando protestamos, nos devuelve la diferencia, pero sin vergüenza alguna.

          En nuestros primeros andares por Gokarna, descubrimos a varios guiris. Esto sería un dato insignificante, sino fuera, porque en todos los días de la primera mitad del viaje, solo nos topamos con una.

          Dos noticias nos contrarían y preocupan para el futuro inmediato. A las playas de Kudle y Om, no hay transporte público, solo autorickshaw y a Goa, nada más existe un autobús al día y no es, ni a Palolem, ni a Margao, ni a Panaji, sino a Kadamba, que no viene en ningún mapa. Menos mal, que este estado es pequeño. De todas formas, contrastaremos mañana esa información, porque aquí no te puedes fiar de lo primero que te dicen.

jueves, 1 de diciembre de 2022

Pattadakal: a mitad del viaje previsto

           Mañana será la mitad del viaje previsto y previsiblemente, pasaremos la jornada casi entera, transportandonos, hasta Gokarna. Llevaremos entonces 1.050 kilómetros -mas de un 80% en autobús - y nos quedarán otros 1.000 más para volver,a Bombay.

          Lo que queda por Goa y Maharastra, va a estar más relacionado con playas y mar, que con templos y cuevas, como hasta ahora.

          Hoy ha sido tal vez y hasta la fecha, el día más caluroso del viaje, así que después de haber madrugado, a las dos de la tarde ya estábamos en el hotel, protegidos del sol y del caos de las calles circundantes.

          En la mañana, nos hemos trasladado a la cercana, Pattadakal, donde poder contemplar tres templos magníficos, Virupaksha, Mallikarjuna y Papanatha, este último en obras. Antes eran todos gratis, pero ahora han encerrado los dos primeros y te cobran 600 rupias. No pasa nada, porque  se ven, perfectamente, desde fuera. Parece increíble, que un modestisimo pueblo de1.600 habitantes pueda albergar estás fantásticas joyas. Y, todavía más, que existan más de veinte autobuses diarios, que conectan este lugar con Badami. El que no ha estado en India, no le daría crédito. Pero es, que además van llenos, porque dan servicio a las localidades intermedias y a los sumisos escolares de los alrededores.

          De vuelta, a Badami, todo sigue igual, que ayer. El mercado con su vida vibrante; las callejuelas con las actividades de la vida cotidiana llevadas a cabo por las mujeres -entre ellas, limpiar de residuos con una rejilla, las guindillas o las lentejas -, mientras los hombres reposan sentados o tumbados en la tienda del alcohol o haciendo el bestia con la moto. Aunque, si algo hay igualitario en India entre los sexos es este último aspecto.

          Hay que ver, por cierto, que mal y deformados tienen los pies, los indios, por culpa de las omnipresentes chanclas y peor, las mujeres. A la mayoría se le ha agrandado el espacio entre los dedos donde se engancha el encaje y tienen los talones secos y agrietados, con durezas y callos,duros como piedras. Un callista solvente, haría negocio en éste país.

          La tormenta de la tarde resulta bestial, aunque más corta, que la de ayer. En Tamil Nadul y Karnataka, el monzón se alarga hasta noviembre. Llevamos un 75% de días llovido y no son más, porque los dos primeros transcurrieron en Madrid y Abu Dhabi. Los cortes de luz, cada vez, son más frecuentes, aunque aquí, disponen de generador autónomo.

miércoles, 30 de noviembre de 2022

Día tranquilo en Badami

          Después de dos noches seguidas -por primera vez en este viaje- nos da pena dejar el confortable hotel de Bijapur, pero el periplo debe continuar. A estas alturas estamos ya menos alborotados y ni nos planteamos, si hubiera sido mejor, irnos a las islas griegas y a Puglia. Ni tampoco valoramos este viaje, como el peor de los últimos años, como llegamos a opinar. Son varios y sonados los motivos, por los que estamos menos revolucionados y afligidos. Por un lado, hemos cubierto el periodo de adaptación, que conlleva cualquier viaje a India, aunque hayas venido mil veces. Y, por otro, la mayoría de las circunstancias, que nos mantenían en tensión han desaparecido.

          Transitamos a un ritmo más lento; visitamos lugares más bonitos, nos aceptan en casi todos los hoteles, pagando menos; tenemos reservas en rupias para seis o siete días y estamos comiendo mejor, introduciendo en la dieta mucho más arroz, masala dosas y las ricas samosas. del sur y todo menos picante, que al principio.

          Nuestro destino de hoy ha sido la bella Badami, donde los monos campan a sus anchas y el calor y la humedad derriten el cuerpo. En el centro de esta localidad, un colorido mercado donde las reinas son las guindillas, la fruta y las animadas y genuinas callejuelas casi sin tráfico, que conducen a los desperdigados y bellísimos templos de piedra -estilo del sur-, el embalse - donde se bañan y lavan la ropa-, las impresionantes montañas de roca -algunas labradas- y sus famosas cuevas (3 hinduistas y una jainita).

          No hay demasiados visitantes y los pocos, que vienen, llegan a estas últimas en autobuses y luego, se van. Para que os hagáis una idea, en veinte minutos hemos solucionado conseguir un buen hotel, una comida copiosa, una fresquisima coca cola y la orientación en el lugar. Y, a las cuatro de la tarde, ya habíamos realizado las visitas y pudimos dedicar varias horas a trastear con el potente wifi del alojamiento, para fundamentalmente, subir al blog los vídeos del viaje, descargar series y ponernos al hilo de la actualidad patria, para conocer entre otras cosas, que el Madrid ha goleado al Barcelona .

          Después de ocho días sin conexión inalámbrica, ha aparecido en el momento más inesperado. A última hora y como todas las tardes, ha caído el tormentón del siglo y se nos ha inundado la habitación. Cada vez, están siendo más frecuentes los cortes de luz momentáneos, gracias a los generadores autónomos podemos sobrevivir.

martes, 29 de noviembre de 2022

Bijapur

           Al no hacer el improbo esfuerzo de ir a Bidar y volver, decidimos quedarnos un día más,en Bijapur y acertamos. La metereologia acompañó y solo llovió un ratito, aunque la mayoría de las calles seguían encharcadas y enfangadas.

          Bijapur es otra de esas joyas de India, que nadie conoce. Los propios lugareños, muy amables y curiosos, te saludan y te preguntan por tu nacionalidad. Se sorprenden de ver extranjeros. Ayer una joven, con sari colorido, dejo plantado a su novio en la moto y vino a hacerse unas selfies con nosotros. Hoy, los colegiales se alborotaban y ruborizaban a nuestro paso.

          Bijapur está llena de lugares de interés, distantes entre si, lo que supone una molestia, si como nosotros, se hace la visita caminando. Pero, cuenta con la ventaja, que de camino, se contempla la cotidianidad de sus habitantes. Ves a los notarios con sus actas o escrituras en plena calle, en mesas, que son peores, que las de los puestos de las samosas o el té. También, merodean por el lugar algunos abogados y escribientes de documentos en máquinas de hace cincuenta años, como poco.

          En las zonas más humildes, las cabras comen flores y las vacas reposan con sus cuernos retorcidos y pintados. Mientras, las mujeres -no se libran ni las embarazadas - llevan a cabo las tareas de limpieza y cocinado en el exterior, dado que los grifos de agua están fuera. Los viejos entretienen el tiempo en interminables tertulias y hasta los conductores de rickshaws son aquí, amables y atentos.

          Para mas colorido, hemos coincidido con una nutrida manifestación de partidos políticos -unos con una flor de logotipo y otros, con una mano- que se han movilizado por toda la urbe. Primero, iban los hombres, gritando sus consignas; después las mujeres y detrás, las motos y los autorickshaws. En algunos lugares se ha repartido comida rápida -bondas, samosas y platos de arroz, fundamentalmente - y lanzado fuegos artificiales.

          Aquí y de momento, hemos almorzado las mejores samosas de patata y vegetales del viaje. ¡Para chuparse los dedos!

          Bijapur cuenta con numerosos templos de casi todas las religiones, incluida la católica. Su emblema es el Golgumbaz, unas tumbas muy bonitas, camino de la estación de trenes. Pero su fuerte son las mezquitas. Hasta tres de consideración hemos visto, destacando la de Ibrahim Rouza que es la más bella, que hayamos visto jamás en nuestras ya dilatadas vidas.

          Diversas son las ruinas, muy bien conservadas, destacando las de la ciudadela. Son gratuitas. Otros lugares para no perderse son las murallas y sus puertas,un afamado cañón, una poderosa fortaleza y el animado mercado, en una parte cubierto y en otra no, que sirve a particulares y a mayoristas. Aquí, vemos desde gente machacando guindillas de forma rudimentaria, a un puesto de comida benéfica, donde nos zampamos un enorme plato de arroz con vegetales, por solo diez rupias.

          Un único paso elevado no es suficiente para evitarte el estrés en cruces de calles imposibles pero, algún peaje hay que pagar por disfrutar de estas maravillas.

lunes, 28 de noviembre de 2022

India, no con billete de vuelta

           Hace ya unos cuantos años, antes de visitar por primera vez este país, me preguntaba con curiosidad, porque la mayoría de los viajeros expertos en India, insistían, que al menos había, que dedicar un par de meses a la aventura. Hoy, en nuestro cuarto periplo por el país, de tan solo 26 días y con billete de vuelta cerrado, lo comprendo, perfectamente.

          En nuestros tres anteriores, sin fecha de fin prederteminada, cumplimos formalmente nuestros objetivos e incluso, los sobrepasamos. ¿Por qué? Pues, porque no existía el yugo del retorno prefijado. Si queríamos correr, corríamos. Si queríamos parar, por estar agobiados, parábamos. Daba igual dilapidar los días, haciendo nada o sencillamente, tomando cervezas y oliendo a chapatis quemados, en una habitación con la ventana enladrillada, mientras meditaba sobre la.conveniencia o no de ir, a Bangladés.

          Sin embargo, en nueve días, que llevamos ahora, ya hemos cambiado dos veces el recorrido y no dejamos de estresarnos con cada momento perdido o cada contrariedad producida. Pareciera, que nos hubiéramos metido en la carrera de la rata: seguir y seguir siguiendo, hasta el desfallecimiento definitivo.

          A India, no se puede viajar con el calendario de la mano. Demasiada tensión genera transitar por el país, para meterte a ti mismo presión, una jornada tras otra. Por India, se viaja sin ataduras, sin pensar, que tal día tienes, que volver al trabajo o a tu país, por cualquier otra causa. Si eres feliz, puedes estirar el hilo, lo que te durá el visado. Si te sientes mal y ves, que no puedes, te largas al día siguiente y santas pascuas.

          En un viaje con billete de vuelta, a India, lo que en realidad son oportunidades para absorberte el país, se convierten en contrariedades y en escenas de mal humor. Al entrar a esta nación.por.cualquier aeropuerto o frontera terrestre, nunca te van a pedir un boleto de salida a diferencia de otros destinos del mundo. ¡Si ellos no te ponen pegas, no las crees tú!

Cambio de planes sobre la marcha

           Este viaje nació, como una mezcla de lugares de tres estados distintos: Marahastra, Karnataka y Gujarat. Si se observa el mapa y aterrizando en Bombay, era posible hacer un circuito circular, como planteaba nuestro objetivo inicial. Había que bajar por el primer estado y el segundo -Matheran, Lonavala, Cueva de Karla, Pune, Mahabaleswar, Kolhapur, Bidar, Bijapur y Badami- y volver a subir al punto de partida. Y, luego, hacia arriba, visitando Nasik, camino de Ahmedabad, para acabar un circuito en forma de triángulo: Bkavnagar, Palitana, Diu, Junagahd y Janmagar, que añadía 3.500 kilómetros a la primera parte.

          En casa y para 26 días, nos parecía factible, pero tras dos días en India, nos dimos cuenta, de que nunca conseguíriamos hacer esto, porque antes, moriríamos de estrés o por locura. Así, que de buenas a primeras, decidimos cargarnos la segunda parte del viaje. Al llegar a Badami, tomaremos camino a Mangalore, Gokarna y el estado de Goa, donde nos esperan lugares no conocidos, como Anjuna, Palolem, Arambol, Chandorm, Candolin o Benaulim.

          Desde aquí, tres serían las posibilidades de terminar el viaje: subiendo poco a poco por la costa de Maharastra, hasta Bombay; tomando un tren directo, desde Margao o en un más rápido y cómodo avión.

          A día de hoy, 12 de octubre, nos encontramos en Pune, y estos nuevos planes siguen siendo perfectamente posibles, si la lluvia nos deja, claro, porque lleva cuatro días seguidos diluviando.

          Este post, se escribió en Pune y debería haber sido publicado antes de los del día a día del viaje.

domingo, 27 de noviembre de 2022