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sábado, 14 de diciembre de 2024

Kas

           Antes de encontrar hotel sobre las once de la mañana, ya habíamos explorado Kas de día de arriba a abajo. Y decimos tal cosa, porque los atractivos de esta encantadora ciudad de unos cinco mil habitantes -que en temporada alta son muchísimos más-, se extienden en varias direcciones.

          Lo primero, que hicimos, fue acercarnos a la llamada zona de la península. Se trata de un brazo de tierra con el mar a ambos lados. En uno de ellos existe un puerto pequeño y el otro da a un mar más abierto y paisajístico. El paseo está muy bien acondicionado con nuevas y espléndidas aceras y el final es un buen punto para ver la puesta del sol. Allí estaban, incluso, rodando un anuncio de televisión.

          El centro de la ciudad gira en torno a una enorme y armónica plaza, que distribuye en su contorno el bonito barrio histórico peatonal, lleno de todo tipo de negocios  tusticos. Su calle más famosa fue la ascendente empedrada, que en la antigüedad era una calzada romana.

          Saliendo de este ágora y hacia la izquierda, se halla oto puerto de mar más abierto. En el no muy lucido paseo marítimo están los mostradores de las decenas de agencias, que ofrecen las excursiones por las bahías de los alrededores, incluyendo Kekova y la isla griega de Meis, a través de un ferry rápido. Sus atractivos son los restaurantes de pescado, una panadería y un duty free y en temporada baja es la única ruta turística, que funciona, aunque tan solo los sábados. Si se continúa el paseo -con oficina de policía incluida y los gatos de la noche anterior -, se obtienen inmejorables vistas de la ensenada y de sus aguas azules y transparentes.

          Pero Kas, que es la ciudad que más nos ha gustado del viaje, también tiene una zona absolutamente sórdida, llena de hormigón indecente y de calles parking sin aceras, donde se ubican algunos de los más caros y espantosos hoteles del lugar.

         Kas es al menos, en cuanto a restauración y bares, un 50% más caro que Fethiye. Por ejemplo, un triste café turco cuesta dos euros en una terraza y 20 centilitros de raqui , más de quince. No ocurre lo mismo con los precios de los hoteles, que resultan similares. Nosotros por 25, nos alojamos en el Puya, muy nuevo por dentro, céntrico y con buenas prestaciones.

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