Cerramos una semana casi perfecta, desde que el domingo pasado llegamos a Bijapur. Hoteles asequibles y fáciles de conseguir; lugares atractivos, que son patrimonio histórico; playas y algún wifi, que otro, que nos ha permitido conocer, dos victorias consecutivas del Madrid y del Valladolid.
El día comenzó con pereza, por dejar nuestra coqueta cabaña y esta deliciosa playa, ahora con la marea alta y casi desaparecida. Nos esperaba un rosario de cuatro autobuses en un entorno de calor abrasivo, cada día, más.
Primero y tardando en venir a Canacona. Luego,a Margao por una carretera lamentable y en un vehículo cacharro. Queríamos ir , a Chandorm, una cercana ciudad colonial, pero nadie nos supo decir, cómo. Así, que optamos por otra playa, la de Candolim, para la que primero, tuvimos que llegar a Panaji, por una flamante autovía y con un autobús con aire acondicionado. Y, después, sufrir de pie, en una dificultosa sauna rodante, hasta llegar agonizando a nuestro destino.
Si en Palolem, eran deliciosas cabañas en la playa, aquí son alojamientos más tradicionales. La ciudad tiene unas cuantas aceras vacías, lo que es de agradecer y cuenta hasta con dos supermercados muy concurridos y bien abastecidos, que venden cerveza y alcohol, cosa, que no habíamos visto nunca, en India, en los viajes anteriores.
No sé, si por ser domingo, pero el núcleo central de la playa está masificado y plagado de tumbonas y sombrillas. Oleaje más fuerte y arena muy fina, pero nosotros echamos de menos el día de ayer.
Seguimos bebiendo cervezas, como si no hubiera un mañana y hasta nos hemos encontrado un combinado de vodka y naranja, que hemos enfriado en el frigorífico de nuestro alojamiento -el primero en el país -, al igual que la ducha de agua caliente, cuando en el exterior estamos a 35 grados y con un 95 por cierto de humedad.
Empieza la última semana, con cierta incertidumbre, aunque esperamos, que con menos sufrimiento, que la primera. Por cierto, hoy nos evitaron las tormentas y comimos snacks y galletas, porque aquí los restaurantes tienen precios desproporcionados y estratosféricos.
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