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domingo, 18 de diciembre de 2022

17 minutos

          Pues sí y para nuestra fortuna, aprovechamos el día muerto de este viaje a tes de partir para Bombay. Tras ir a la estación de trenes y descubrir, que el convoy, a Chador, tiene unos horarios muy limitados, descubrimos, que, los buses , que van a Colva, paran también, en Benaulim. Fueron solo diesisiete minutos unos parecieron muchos más, aunque ya habíamos tomado un par de cervezas, que templaban los nervios. Escalar al cacharro ya cuesta y eso, que en India -a diferencia de otros países-, no arrancan, hasta que sube el último pasajero.

          Era hora punta de ir a la playa y en el pasaje predominan chicas jóvenes, con unas mochilas, que parece, que hubieran decidido irse de casa. Con las ventanas a medio abrir -atascadas por la vejez del vehículo-, el calor es asfixiante, ya que la velocidad es muy lenta, dado que el cobrador no rehuye coger a cualquier persona, a pesar de que los que vamos de pie, cada vez nos van empujando más a la parte trasera del bus, comprimiéndonos.

          La chica de al lado, me clava la mochila en las costillas y me pisa sin inmutarse. La de atrás no sé si me está tocando el culo, apoyando el suyo contra el mío o tratándome de tangara el móvil y el monedero con el dinero del día, ue llevo en los bolsillos de atrás con cremallera, porque no me caben en los de delante.

          Sube gente y más gente y no baja nadie. Llega el cobrador, a hacer su trabajo y se introduce por cualquier recoveco, aplastándonos más. Hay, quién te clava sus nudillos en nuestra huesuda espalda. Menos mal, que hoy vamos sin bulto a cuestas, porque de lo contrario habríamos perdido la respiración.

          El cobrador, que nos había  tranquilizado, con que nos avisaría de nuestra parada, como siempre ocurre en este país, se olvidó de nosotros y bajamos de forma abrupta, saltando por encima, de todo lo que pillamos por el medio. Y, cuando bajas, como siempre, no tienes ángulo de visibilidad y te arriesgas a que te atropelle una moto o un coche o a partirte una pierna.

          Esto es, lo que hay que hacer aquí, para pegarte un día playero, aunque la brutal experiencia te lleva tan solo un poco más de quince minutos. 

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