Este post se podría haber titulado, el día de los cinco autobuses +tres de ellos infernales -, la mañana en que casi morimos atropellados, 35 grados y un 80 por ciento de humedad o el duro constipado, que duró menos de 24 horas. Pero le hemos dado este titular, porque fue el hecho más relevante del día. Pues sí, solemos tomar muchas decisiones esperando, que caigan por su propio peso y eso ha pasado una vez más.
Teníamos enfrentados desde tiempo atrás entre si -como el Diwali confronta el bien y el mal, la luz y la oscuridad- dos planes bien diferentes: el lento e incierto, para llegar, a Bombay, ascendiendo y parando en tres o cuatro sitios de camino o el rápido y más cómodo, de bajar a Margao y tomar un expreso nocturno, a la capital de Maharastra desde donde deberemos, volver, a España.
Las ventajas de la primera opción eran muy pocas o casi ninguna. Los inconvenientes, casi todos. Un único bus al día, a Malwan desde Mapusa, perdiendo toda la mañana -es muy difícil cambiar de estado con buses directos y sin trasbordo-, mucho esfuerzo y, probablemente, tener que pasar, otra noche en un incomodo vehículo estatal; los precios del alojamiento y el alcohol, en Maharastra, la incertidumbre de la valía de los destinos seleccionados y sus conexiones. Es verdad, que teníamos tiempo suficiente para eventualidades, pero ninguna gana de afrontarlas.
Tomada la decisión definitiva, solo quedaba volver, a Margao, con varios trasbordos y comprar los billetes del expreso, esperando en pleno ,Diwali, que los hubiera para nuestra fecha. A pesar de haber cambiado todo el emplazamiento de las reservas en la terminal de esta ciudad, este trámite -otrora, con momentos difíciles -lo resolvimos bien y con brevedad. Nos quedan cinco días de periplo y la duda ahora es, si los utilizamos de paso para visitar sitios pendiente, como Matheran o Nasik o nos acomodaremos y dejaremos morir el viaje.
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