Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

sábado, 24 de diciembre de 2016

¡Este viaje es una pesadilla (parte II: el monzón español, que no es Wyoming)!

                                              Esta y la de abajo son, de cabo de Gata, en San José (Almería)
          Al quinto día de viaje, después de dos llovidos y tres de tiempo variable, nos empezó a entrar cierta confusión. ¿Nos habremos equivocado de autobús o nos habrán drogado y trasladado a Galicia, Asturias o Escocia?. Bueno, a Escocia no, porque como ya vimos en su día, puede estar varias jornadas con el cielo negro negrísimo y no caer ni gota.

          A los ocho días, tras cinco de intensísimas precipitaciones, después de haber visto ciudades y pueblos anegados -muchos, sin una sola alcantarilla, que aliviara la situación-, desiertos inundados y con corrientes vertiginosas y peligrosas sobre sus agrestes y lunares ramblas -no había contemplado algo semejante en mi vida- y un mar encolerizado y marrón, llevándose todo lo que se mueve, empiezo a tener conciencia, de que estamos en el sudeste asiático o en India, en plena época destructiva de monzones.
Esta y las dos de abajo son, de Mojácar (Almería)
          Recapacito, después de tratar de mover mis pies, enclaustrados en unas pesadas botas llenas y rodeadas de agua y barro. Me cuesta más desplazarme, que si portara grilletes o los antiguos zapatones de los buzos prehistóricos. Han sido ya varias veces, las que hemos visitado estos mencionados territorios asiáticos en su época de lluvias y nunca vimos nada semejante. Buscamos lo positivo: ¡se pueden disfrutar experiencias alucinantes, exóticas y únicas sin abandonar nuestro delirante y podrido país!.

          Los efectos del agresivo temporal sobre Andalucía oriental, Murcia y la comunidad valenciana, ya los habéis visto por la tele, pero no es lo mismo, que vivirlo sobre el terreno, sin paraguas -en los trekkings no nos habría servido de nada- y con unos impermeables muy básicos. Porque, cuando uno viaja a estas zonas en diciembre, no espera que ocurran estas cosas (y menos, cuando había sucedido lo mismo dos semanas atrás).

          Y aún, tuvimos suerte, porque, como si se adaptara a nosotros, la lluvia casi nos permitió llevar a cabo todo el itinerario previsto. Eso sí: ¡de noche, se cebaba!.

          Todo empezó el tercer día, como la resurreción de Cristo, pero en este caso, al revés. Durante nuestra visita a las Alpujarras, el cielo se fue tiñendo de negro y al volver a Granada, cayó la mundial Nos entraron ganas de estrangular al elocuente y repipi conductor de nuestro casi vacío bus, que no paraba de enaltecer las beneficiosas propiedades de la lluvia y de la nieve, sobre todo, para aniquilar a los bichitos, que luego se convierten en parásitos molestos en verano. ¿No se callará la boca este hombre!.

                                                Las tres siguientes son, del desierto de Tabernas (Almería)
          Pero, si algo puede empeorar, lo hará. Tras un día de sosiego en Almería -en el que probamos la manga corta-, llegaron dos jornadas infernales y otras tantas de purgatorio.

          Habíamos decidido, pasara lo que pasara -somos así de inconscientes y un día nos costará caro-, hacer la senda, que junto a los elevados acantilados de cabo de Gata, lleva desde San José, a Los Escullos, a traves del Pozo del Fraile. En condiciones normales, se trata de un camino esforzado y ascendente. Hundidos sobre el fango y tambaleantes -con riesgo de caer al mar-, debimos darnos la vuelta, una vez cumplida la mitad de la travesía. La tarde fue algo más benigna y nos permitió disfrutar de la espectacular playa de los Genoveses y de las bonitas calas urbanas, menos esforzadas.

          Al día siguiente, tocaba el desierto de Tabernas, el único del sur de Europa. Taxi desde la localidad almeriense, hasta la entrada del patético Mini Hollywood (caro parque temático de películas del oeste). De camino, el locuaz conductor -que fue camellero hace un par de décadas- nos cuenta, que ha llovido más en esta última semana, que en los seis años pretéritos juntos. ¡Alentador panorama!, sobre todo, cuando amenaza: “¡mirad, ahí vienen las nubes de la sierra!”.
                                                   Lorca (Murcia)
          Al bajar a la rambla y ya pinteando, fuimos incapaces de distinguir, si estábamos aquí o en la selva de Vietnam. ¡Qué bien nos habría venido un buen machete para abrirnos paso entre la jungla, mientras doblábamos las piernas ante el incontrolable barro fangoso. Media ruta y vuelta, arreciendo el temporal, pero permitiéndonos regresar al parking, antes de hacerse efectivo el diluvio universal, que duró 18 horas, con relámpagos y truenos sólo vistos, en las series de dibujos animados de maléficos monstruos antisociales y vengativos.

          Los días del purgatorio los pasamos en Mojácar, Lorca y Murcia, entre lluvias y claros, aunque acompañados de un viento feroz y veloz, que derribó varios árboles. Nuestras pecaminosas almas debieron comportarse bien, porque el sol nos acompañó, durante las tres últimas jornadas del viaje.

          Hablando de pesadillas españolas y no, precisamente, de la cocina. Pocas habrá peores, que la de los habitantes de la desolada y sumisa Lorca, donde después de más de un lustro, aún siguen siendo visibles las penosas consecuencias del terrible terremoto, olvidado por las administraciones hace tiempo (y por todos, en general).    

No hay comentarios: