Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Comarcas del Besaya y Cabezón de la Sal

                                                 Esta y las dos siguiente son, de Cartes (Cantabria)
          Cuando éramos jóvenes y pobres, dilapidábamos todo nuestro presupuesto vital en viajes, sin que pareciera haber un mañana. Sobre todo, dedicábamos cantidades del dinero de entonces -en pesetas, claro-, a restaurantes y tabernas de copiosos y originales menús, a bares de originales tapas apetitosas y cervezas frescas o a pubs de música del momento, fundamentalmente, española y cubatas cargados.

          Hoy, siendo medio ricos y habiendo sobrepasado -seguro y en el mejor de los casos- más de la mitad de nuestras vidas, almorzamos de bocadillo, snacks o de latas de comida preparada, engullimos cerveza de litrona de plástico y optamos por transportes y alojamientos, low cost, donde ello es posible y cada vez, más frecuente (lástima, que todavía no se haya inventado el menú del día de bajo coste, aunque todo llegará y lo celebraremos con exultante regocijo).

          Para nuestra infinita felicidad, con casi todos nuestros sueños viajeros ya cumplidos y después de tres intensos periplos por España, durante los dos últimos meses, se nos ha ocurrido -nada original, por cierto-, que una vez, que hayamos realizado todos los viajes internacionales pendientes -largos, medianos o cortos-, el periplo estrella de nuestra vejez, debe consistir en un itinerario gastronómico por toda la piel de toro, ya sólo acompañados de paseos suaves y trekkings muy selectivos y no demasiado exigentes. Y es, que en la mayoría de los lugares, que hemos visitado últimamente, en Asturias, Andalucía, Murcia o Çantabria, se presentan numerosas opciones culinarias para chuparse los dedos.

                                         Esta es de Riocorvo y la de abajo, de Caldas de Besaya (Cantabria)
          Mientras ello llega a nuestras vidas -y que tarde, lo más posible-, os contamos en este post, lo que hicimos en nuestros dos primeros días por las siempre acogedoras tierras cántabras. La primera jornada, la dedicamos a recorrer la comarca del río Besaya. Teníamos previsto conocer los bonitos pueblos de Cartes y Riocorvo, pero como la senda peatonal -y ciclista- lo propicia y la temperatura también, nos acabamos acercando, a Caldas de Besaya -balneario, que no sabemos si funciona o no, aunque parece lo segundo-, Barros -mayormente, un polígono industrial horrible- y Los Corrales de Buelna, que presenta una iglesia norteña muy chula, enclavada en un extenso recinto ajardinado.
Los Corrales de Buelna (Cantabria)
          La ruta, que casi en todo momento trascurre junto al poco caudaloso río, resulta agradable y en nuestro caso, bien animada por el omnipresente sol y el crudo y descarnado paisaje invernal. No escatimamos esfuerzos tampoco, en ascender hasta el santuario de Nuestra Señora de las Caldas, ubicado junto a una residencia de personas disminuidas mentales y de una hospedería, que dispone de catering enlatado, que les proporciona una empresa del ramos, en una discreta furgoneta.

                                         Estas dos son, de Correjo y las últimas, de Cabezón de la Sal (Cantabria)
          A lo largo de la segunda jornada, nos acercamos, a Cabezón de la Sal, que dispone de una corpulenta y bella iglesia y de unos pocos monumentos más de interés, ubicados a lo largo de una exigua zona peatonal. Además, un atractivo poblado cántabro, que contemplamos y fotografiamos desde fuera, dado que a la autoridad competente no se le ha ocurrido más brillante idea, que cerrar durante la segunda quincena de enero todos los museos y lugares de visita de la comarca. Sin otra razón, como no podía ser de otra manera, que porque les ha dado la real gana.

          Por una acera, que no ofrece pérdida, ni peligro, se alcanzan los encantadores pueblos, de Carrejo -majestuosas casas de piedra y terrazas y tejados sobresalientes, impregnados de constante e insoportable olor a estiércol- y la contigua, Santibañez, de las mismas características, pero algo más pequeño. Por supuesto, todo rodeado de vacas, caballos, verde recalcitrante hasta la saciedad y montañas, para no decepcionar a nadie.


          Como premio final, tuvimos la merecida suerte de terminar la tarde y la noche, en Potes -una delicia, su relajado paseo nocturno-, donde pagamos el alojamiento más caro del viaje (40 euros y con fortuna,, porque casi todos están cerrados en esta época. Empezó entonces, la parte más interesante de esta fugaz escapada, compuesta por esta reseñada localidad, la cercana comarca de Liébana y las playas de Suances. De todo esto y con muchos detalles, os hablaremos, a lo largo de las próximas tres entradas del blog.  

Un inesperado viaje, a Cantabria, gracias a que ALSA, está que lo tira

                                           Esta y las tres siguientes son, de la comarca de Liébana (Cantabria)
          Es 31 de enero. Hace 20 grados en la calle y un sol espectacular. Caminamos carretera arriba, armados de cachivaches y de ropa invernal sobrante, tratando de acceder desde las maravillosas playas de Suances, al pueblo. Tenemos dudas, sobre como llegar y preguntamos a una chica, que viene despistada, de frente. Se trata de una amble y joven “smombie” -a la que ya, le sobran unos kilos-, que no separa los ojos de su pantalla digital y que nos responde: “mirad, yo tampoco soy de aquí y estaba tratando de aclararme, mirando el google maps”.

          Una simpática lugareña entrada en años, aunque no en carnes, que escucha la conversación, se ofrece a ayudarnos desde la acera de enfrente: “si cruzáis, os puedo enseñar un atajo, siguiendo unas escaleras, que hay aquí mismo; siempre tenéis, que seguir pegados a la pared, porque si no, os metéis en un barrio raro y así os ahorráis más de un kilómetro, hasta volver a tomar la ascendente carretera”. Así lo hacemos, con notable éxito.

                                             Las dos de abajo son de las playas, de Suances (Cantabria)
          A pesar de peinar canas hace años, yo soy mucho de tecnología y de andar todo el día con el GPS en los viajes. Sin embargo, me causa gran emoción -orgullo y satisfacción, que diría el antiguo Rey-, que aún y aunque parezca lo contrario, la forma más sencilla y eficiente de llegar de un sitio a otro, siga siendo la cálida comunicación entre los seres humanos. ¡¡¡Chúpate esa, google maps!!!.

          La verdad es, que este viaje de cinco días, a Cantabria, surgió de la nada. Retozando en el sofá mi aburrimiento, escuche uno de esos tantos pitidos, que da el móvil, cada rutinario día. ALSA nos ofrecía, viajar a mitad de precio, a un montón de destinos, pero sólo teníamos cinco horas para reservar. A duras penas, me desperecé, renuncié a ver El Intermedio, de Wyoming y compatibilicé la serie televisiva de turno, con averiguaciones varias, sobre un itinerario posible, en nuestra trillada España. Y además y como siempre, ¡que fuera factible en transporte público!.

                                                             Las dos siguientes son, de Potes (Cantabria)
          Con esfuerzo y constancia, me salí con la mía y sólo cinco minutos antes de que se acabara la oferta, reservé billetes, a Santander, ida y vuelta, a 6,5 euros, desde Valladolid. A partir de ahí, había que labrar un periplo de destinos nuevos, sobre unas bases ya hechas de siempre -mezclar ciudades, pueblos pintorescos, montaña y playas- y no era fácil, porque en Cantabria, ya hemos estado muchas veces.
Las tres siguientes son de la comarca, del río Besaya (Cantabria)
          A Potes y al monasterio de Santo Toribio, de Liébana, le teníamos ganas desde hace mucho tiempo, pero o siempre nos pillaba a trasmano o nos daba pereza, porque se encuentra alejado de cualquier ruta. Baste decir, que se hace necesario entrar en Asturias -vía Panes-, para volver a Cantabría, por el bonito desfiladero de La Hermida. La información práctica existente en internet, sobre esta ruta es escasa, confusa y muchas veces, equivocada. Así, que a ver, si en un próximo post, aporto algo de luz.


           Eso sí y como cabía suponer, en la red no hay ningún problema para encontrar detalles sobre los frascos de anchoas, de Santoña -a más de 40 euros el kilo- los caricos -finas y suaves alubias rojas- con chorizo, el cocido montañés, el lebaniego o la carne de tudanca (raza de vaca algo oscura, aunque parece, que muy rica). Porque a la hora de subir cuestas o callejeear, hay muy pocos voluntarios, pero a la de yantar, son multitud, los que se apuntan.
Carrejo (Cantabria)
          La cuestión “pueblos con encanto”, parecía más difícil, aunque es verdad, que en la cornisa norte de España, lo son, casi todos. Optamos por la comarca del Besaya, que acoge bonitos destinos, como Cartes o Riocorvo. También por la de Cabezón de la Sal, con pintorescos enclaves, como Carrejo y Santibañez, donde un domingo cualquiera y como hace décadas, la gente vestida para la ocasión, sigue reuniéndose delante de la puerta de la iglesia -muy chula y norteña, por cierto-, después de misa, para debatir sobre asuntos de interés particular, general -las menos veces- o poner a parir a todo lo que se mueve (las más).
            A continuación, tres de Cabezón de la Sal (Cantabria)
          Quedamos tentados, de acercarnos, a Liérnagues, pero ni la logística, ni las ganas de más de lo mismo, ni la economía, nos echaron un capote.

          En cuanto a playas, quedamos maravillados, arribando a Suances y a Tagle (lástima, que no nos dio tiempo a llegar, a la de Santa Justa, a unos dos kilómetros de esta última). La de la Concha, muy tranquila y donde para que te cubra, debes caminar hasta aburrirte, destinada para mayores y familias poco activas. La de Los Locos, para surferos y gente más activa. Y la del Tagle -o del Sable-, para bañarse en aguas algo bravas y en un agradable y rocoso entorno. Siempre, las arenas doradas y finas, ¡lo que resulta una delicia!.

          Para finalizar, decir, que aunque compramos billetes, a Santander, nunca llegamos a dejarnos caer por esta ciudad. Establecimos, como centro base principal, Torrelavega, donde encontramos un alojamiento muy barato (hasta hicimos la ruta del Colesterol, en esta ciudad, que es más esforzada y tediosa de lo que a simple vista, parece).



          Nos surgieron muchas alarmantes dudas, sobre si podríamos abordar el regreso, desde esta parada intermedia, sin avisar a la compañía de autobuses. Nos arriesgamos y no hubo más problemas -afortunadamente-, que en ALSA están implantando una nueva tecnología de control de pasajeros, que de momento, da demasiados quebraderos de cabeza a los conductores, por estar en fase de experimentación.

viernes, 27 de enero de 2017

A la espera del muro de Trump, las fronteras terrestres nunca fueron demasiado peligrosas

                                                                         Iglesias del Tigray (Etiopía)
          La verdad es, que cuando empezamos a viajar, hace casi ya tres décadas, una de las cosas, que más miedo nos daba al imaginar nuestros soñados periplos por el mundo, eran las fronteras terrestres entre determinados países -supuestamente, inseguros-, llenas de maleantes profesionales, buscavidas intimidadores, gentes de mal vivir, cambistas sin escrúpulos, policías corruptos de uniforme viejo y holgado, militares prepotentes de mirada asesina, aduaneros extorsionadores...

          Tras todo este tiempo “on the road”, es cierto, que algo de eso hay, aunque en dosis muy justas, afortunadamente. En las fronteras “trabajan” gente de todo tipo y aventuras puedes vivir -faltaría más-, pero estoy en condiciones de asegurar, sin equivocarme, que si te muestras firme, normalmente, te respetan, te sonríen y hasta te admiran. Pareciera ser, que existiera un código no escrito de elegante combate incruento, que premia a quien es más hábil o experimentado.
                                                                                                        Puerto Iguazú (Argentina)
          Igualito, que moverse hoy en día, por nuestro desconcertante, destartalado y agresivo país, donde el más energúmeno, despiadado e inconsciente, siempre tiene razón y encima, saca pecho a cada rato:

          Conductores desquiciados, que casi te atropellan -o te atropellan- en los semáforos intermitentes, para tener que parar, veinte metros después; ciclistas de las aceras -los más mal educados de la galaxia-, que te perdonan la vida -en el doble sentido, de no arrollarte o no agredirte-, mientras circulan contestando mensajes de whatsapp; paseantes nocturnos de minúsculos perros de correa larga de dos metros, que después de que te tropiezas con ella y casi te matas, te perdonan la vida; twitteros acosadores de tres al cuarto, de vida real inexistente y/o amargada; vendedores despiadados de lo invendible o de lo innecesario... Por no hablar del gobierno, de hacienda, de la UE... Todos, todos y todos, resultan bastante peores y más impíos y crueles, que el engranado ecosistema de las fronteras terrestres (¡habrá excepciones, porque no conozco todo el mundo!).
Khota Khota (Malawi)
          Dicho todo eso, analicemos algunas de las cosas, que te pueden pasar en las fronteras terrestres (también, a veces y si no llevan visado, en las aéreas):
Machu Pichu (Perú)
          -Policías corruptos: Pues mirad, que en mi dilatada experiencia viajera, tendría que hacer memoria para encontrar alguno. Yo intuía, que en África, Sudamérica y Centroamérica nos iban a freír a sobornos descarnados y nada de nada. Bueno, salvo en la frontera entre Zimbabwe y Zambia -la de Kariba-, donde la vil encerrona se encuentra asegurada. En realidad, nuestros mayores problemas fronterizos, los tuvimos en los países del este, a finales de los ochenta y principios de los noventa y todavía hoy en día, en la frontera entre Bulgaria y Turquía.
Poipet( Camboya)
          -Funcionarios de fronteras pesados/repelentes/burócratas/inquisidores... Sí, claro, que existen, pero no en mayor proporción, que en la burda vida cotidiana de cualquiera. En Hispanoamérica, por aquello de que te entienden sin esfuerzo, oscilan entre graciosos, estrictos y tocahuevos. En India, Bangladesh o Indonesia, pueden llegar a desesperarte, pero en estos casos no se trata de nada personal y basta con mantener la calma y armarse de paciencia.

          -Aduaneros: Intentos de extorsión leve -tabaco o alcohol, por el morro-, alguno tuvimos, pero son insignificantes y anecdóticos, después de tantos años por el mundo. También, lo de pedir pequeñas cantidades en concepto “de no se sabe”, por ejemplo, en la frontera, entre Guatemala y México. ¡Nada frustrante, pasados diez minutos!.
                                                                                                           Cataratas de Iguazú (Brasil)
          -Militares, que se aprovechan de su condición. Conocemos algunos casos de viajeros, que nos reportaron este problema, con consecuencias leves, pero nosotros nunca padecimos esta humillación, por suerte

          -Buscavidas: Bueno. Eso depende, de lo transitada, que sea la frontera en cuestión, pero haberlos, haylos, sin duda. Si uno da a entender, que sabe de lo que va el tema, la relación es cordial, haciendo pequeñas concesiones. Es el caso de vendedores, tramitadores de papeles, que puedes hacer tu sólo, taxistas, comisionistas de yo que sé... Es más, muchas veces, hasta te resuelven la vida, de verdad. Es el caso de los cambistas, en los numerosos lugares donde no existen oficinas de cambio, que aprecian tus dólares o euros, como si fuera oro.
Yogakarta (Indonesia)
          Aunque, ya me voy perdiendo en mis oxidados recuerdos, quizás, la frontera más tragicómica, que encontramos jamás, fue la de Aranya Prater (Tailandia), con Poipet (Camboya). Extorsión en el precio del visado, pero negociación posterior, porque no teníamos moneda local suficiente. Transportistas canallas y mentirosos, pero con una sonrisa en los labios, mientras hombres sin expresión facial, hacían de bueyes humanos, arrastrando pesados carros de soporte alargado y manejo, casi imposibles. Y sobre todo, el contraste de los lujosos casinos, con la mugre, los barros hediondos, las hogueras de basura, las edificaciones corroídas, las gentes vagabundeando sin rumbo....


          Habrá, que ver, si sale adelante lo del muro, de Trump, para seguir hablando de fronteras. Pero, yo ya he apostado un euro en las casas de apuestas, a que ese señor no dura ni un año, como presidente.

martes, 24 de enero de 2017

Mejorando nuestros planes cántabros

                                                                          Playa de Santa Justa (Cantabria)
          La semana avanza y ya va quedando menos para nuestro viaje, a Cantabría, al que le hemos metido tantos matices, que ahora ya no se parece demasiado al proyecto inicial. Hemos conseguido, no sin poca dedicación y esfuerzos, que se trate de un periplo más original, variado -montaña, mar y pueblos, en proporciones muy parecidas- y barato (ajustando los lugares de alojamiento y prescindiendo de algún destino algo alejado y no demasiado interesante, para perder el dinero y el tiempo, que ello supone).
                                                                                                         Ríacorvo (Cantabria)
          Aunque, tenemos el billete de bus comprado hace casi una smena, hasta Santander, ni siquiera llegaremos o volveremos desde este destino, sino desde Torrelavega, donde pasaremos dos noches no consecutivas, en la pensión, La Bodega, a 20/€, cada día. Ojedo, a las afueras de Potes y Cabezón de la Sal -40€ y 25, respectivamente-, se constituirán en nuestras otras dos moradas nocturnas.

          ¿Qué ha cambiado en el itinerario?. Fundamentalmente, hemos abandonado la idea de ir, a Liérganes y hemos incluido nuevos destinos, que se resumen en el siguiente apretado itinerario, que os detallamos:

          Día 1º.- Valladolid-Torrelavega.

          Día 2º.- Cartes, Riocorvo, iglesia de Santa María de Yermo y Cabezón de la Sal.
Santa María de Yermo (Cantabria)
          Día 3º.- Cabezón de la Sal Y Carrejo, para tomar el único autobús dominical -16,05, con la empresa Palomera-, hacia Ojedo, a las afueras de Potes.

          Día 4º.- Potes y Santo Toribio de Liébana, retornando por la tarde, a Torrelavega. Nos ha costado varias llamadas y gestiones, con trabajadores de turismo poco eficaces, para constatar, que lo de la ruta peatonal entre el pueblo y el santuario, “están en ello”, como ya imaginábamos, a pesar de que la administración regional se había comprometido, a tener este proyecto listo para principios de este 2.017, año jubilar y especialmente importante para toda la comarca.


          Día 5º, que se convierte en el más novedoso, respecto a nuestros planes iniciales.- Ubiarco, la bonita playa de Santa Justa -distante 1,4 kilómetros, que posee una ermita enclavada en una cueva-, Tagle y posiblemente, Suances, donde ya estuve hace mil años, por lo menos. Parece ser y lo digo con mucha cautela, que la climatología nos puede acompañar. ¡Vamos viendo!. 
Playa de Tagle (Cantabria) 

sábado, 21 de enero de 2017

Cinco inesperados días invernales, en Cantabria

                                          Potes y debajo, monasterio de Santo Toribio, de Liébana (Cantabria)
          Gracias a la gracia -valga el gracioso juego de palabras-, de ALSA, que el pasado día 19 y durante seis horas, puso la mayoría de sus destinos, al 50% de precio, para viajar entre el 23 y el 31 de enero, nos vamos cinco invernales días, a Cantabria, en un viaje no previsto, que promete ser realmente interesante, a pesar de que ya hemos visitado muchas veces esta comunidad autónoma. Valladolid-Santander, a 6,5 euros el tramo por viajero, ¡nos resultó una propuesta irresistible e irrechazable!.
                                                                                                          Cartes (Cantabria)
          Viajaremos a la capital cántabra, durante la tarde del 27 de enero y dormiremos en la ciudad, para a la mañana siguiente visitar la bonita, Liérnganes. De ahí -probablemente, con transbordo en Torrelavega-, nos trasladaríamos, a Cabezón de la Sal, donde nos alojaríamos tres noches, a un interesante precios de 25 euros por jornada.

          Para el domingo, tocará la visita de esta localidad y algunos núcleos limítrofes, como el desconocido pueblo, de Carrejo, muy cercano.
Cabezón de la Sal (Cantabria)
          El lunes, nos acercaremos a Potes. Disfrutaremos de su casco histórico, del mercado -que se celebra ese día de la semana- y de los tres kilómetros, que separan esta pequeña ciudad, del monasterio de Santo Toribio de Liébana, en su año jubilar (el 16 de abril, cae en domingo y se trata del día de máximo apogeo y devoción). Aún desconocemos, si ya está inaugurada la senda peatonal, presupuestada hace meses por el gobierno de la comunidad, que une ambos puntos de una forma más segura y relajada, que acceder por la carretera.

          Al día siguiente, toca retorno, a Torrelavega y excursión a la cercana, Cartes, situada a tan sólo 3 kilómetros, hacia el sur. Por la tarde, retorno a casa. Esperamos, que el tiempo acompañe, aunque últimamente, no tenemos mucha suerte en este aspecto.
                                                                                                        Liérnagues (Cantabria)
          Hemos dejado fuera de este itinerario lugares, que nos apetecía conocer, pero que por la falta de tiempo o la dificultad de llegar en transporte público, quedarán para otra vez. Bárcena Mayor, Carmona o Cahecho están entre ellos. Del parque Nacional de Cabárceno -que ya visité en mi juventud- o de la cueva del Soplao, ni hablamos, debido a motivos de latrocinio, consistente en 18 y 12 euros, respectivamente.

lunes, 16 de enero de 2017

Paranoias, que solo se remedian, viajando lejos y a menudo

                                                Fotos de Valladolid, en un gélido y luminoso día de enero
          Me siento a escribir. Como otras tantas veces, tengo necesidad de hacerlo. Pero, hoy no dispongo de un mensaje claro a transmitir, lo cual me atormenta. De todas formas, no sé por qué me preocupo tanto. Al fin y al cabo, la mayoría de las vidas de las personas transcurren así, erráticas, alborotadas, sin guión, sin objetivos, sin alma... y tiran para adelante, como si tal cosa.


        Hace algún tiempo, que desde mis felices y convulsos nubarrones mentales, me siento como el protagonista de una de esas películas de culto, que todo el mundo -supuestamente- admira e idolatra en público, pero que a nadie le importa un pimiento, en la realidad.

          Nunca tuve mitos, ni héroes, pero desde mi apasionado, sensible y arraigado corazón de izquierdas y espíritu altamente rockero, debo reconocer, que en mi más tierna infancia y en la adolescencia, cantaba las canciones de José Luis Perales o tenía mi biblia de cabecera nocturna en las ondas de Supergarcía en la Hora Cero. Total, para que el uno y el otro, hoy en día, no ocupen casi ni media página en la wikipdia.

          También, recuerdo mi ciudad, Valladolid, de la que quería huir a toda costa desde los albores de la juventud. Amé el Madrid de los ochenta y de los noventa, del que fui más beneficiario exultante, que partícipe activo y comprometido. Al fin y al cabo, había sido líder en el instituto y tenía mi ego colmado, porque a los que vamos a nuestra bola, nos acaba llenando y vaciando todo o, a veces, nada.

          Los momentos infernales de mi vida -para, que os hagáis una idea-, se resumieron en dos nublados años de cargo directivo de perfil bajo, en una emisora de radio, de Palencia, donde aprendí, como nadie, a sufrir sin tener motivos. Con lo mal, que se me da mentir, tuve que aprender a decir: “a esta ciudad, todos venimos llorando, porque creemos haber caído en desgracia, pero también, nos vamos con lágrimas en los ojos, tras varios años, por la agradable experiencia vivida y por la cordialidad de sus gentes. ¡Paparruchas provincianas de segunda división preferente, como poco!.

          Como quería irme de allí y lo imaginaba, gustosamente, a todas horas, pues me terminaron echando, por aquello, de ten cuidado con lo que deseas. Pero, como la suerte siempre fue mi aliada, encontré mejores ingresos y responsabilidades apetitosas. Es curioso, que en esta apacible etapa de mi vida, sea en la que más vacío he sentido, mentalmente, emocionalmente y espiritualmente, llegando a ser, casi un abúlico zombi (entonces, no existían los numerosos smombies, que hoy pueblan y castigan nuestras ciudades) .

          De allí y tras unos cuantos años, también me largaron, convirtiéndome en uno de los pocos trabajadores, a los que han despedido en dos siglos diferentes (2.000 y 2.009). ¡De algo absurdo e irrelevante, tengo que presumir!.

           De vez en cuando, me encuentro a algunos amig@s del instituto. Siempre son cordiales y escasamente esquivos, aunque no pueden -ni quieren- esconder sus mierdas de vidas. Ya no es como antes: Imposible sacarles una llamada telefónica, un simple whatsapp de quedar bien o un compromiso para tomar unas cañas y vivir viejos tiempos. ¡Porca miseria!. Y eso, que yo sé, que me perdonan haber conquistado a la pareja más molona de la pandilla y que hayamos recorrido mucho más de medio mundo en estas últimas décadas.

          A estas alturas de mi vida, sólo una persona -ahora serán más, al leer esto- sabe, que tengo pasta, todos mis sueños cumplidos -que no, los objetivos- y, que por el contrario, me siento con más temor y vulnerabilidad, que nunca.

          Como, me temía, este es el post más extraño, que he escrito nunca, después de casi cuatrocientos, que tiene este blog. Y lo peor: no sé, como terminarlo. ¡Cuántas veces habré perdido el tiempo leyendo, viendo o escuchando historias tan paranoicas y pueriles, cómo esta!.


          Al menos y como compensación, os dejo unas pocas fotos, de Valladolid -en un luminosos y helador día de enero-, esa ciudad, que tanto odié en mis tiempos imberbes. Tanto, como las camisas de cuadros, que me compraba mi madre, porque decía, que estaban de moda y no había otras en las tiendas.

lunes, 9 de enero de 2017

A la segunda, el séptimo (parte III de III)

                                                                        Yibuti y debajo, lago IssyK-Kul (Kirguistán)
          Una vez, hayamos abandonado India para unos cuantos años, se hablen tres posibles escenarios: viajar a algunas repúblicas ex soviéticas de Asia Central, recalar en Yemen y Yibuti o sencillamente y si todo se complica demasiado, regresar a casa sin demasiadas sensaciones de frustración. Veamos los puntos a favor e inconvenientes de cada plan y los posibles itinerarios por esos países. La pena es, que ya desde la casilla de salida, nos hayamos resignado a prescindir, de Pakistán (aunque tengo la pedrada ya consolidada, de que el día que arribemos a este país, nos decepcionará).
                                                                                                        Bukhara (Uzbekistán)
          1º.- Uzbekistán, Kirguistán y más remotamente, Kazajistán y Tayikistán. El gran inconveniente de esta opción es, el precio de los vuelos desde India. Ya valoramos esta salida, en 2.014 y resultó inviable económicamente. Veremos a ver, si las cosas han cambiado para bien o siguen igual, Otra posibilidad sería, obtener el visado de China e ir por tierra, a la aventura. Pero en la actualidad, desconocemos si estas fronteras son realmente transitables para viajeros. Así, que a seguir investigando.

                                                                Mapa de Yemen y debajo, Socotra (Yemen)
          En Uzbekistán, nuestros principales objetivos serían Tashkent, Khiva, Bukhara y Samarkanda, aunque se pueden añadir otros. En Kirguistán, visitaremos Bishkek y Karakol, unidas por la fantástica ruta del lago IssyK-Kul. Además, pensamos recorrer el valle de Fergana y algunos lugares más, aún sin determinar. Pensamos, que sin ser destinos espectaculares a nivel mundial, para una semana cada país, nos va a dar mucho juego.
                                                                                                         Khiva (Uzbekistán)
          2º.- El asunto de Yemen se presenta complicado. Supongo, que el tema de los vuelos no sería difícil, ni demasiado costoso, si los canalizamos por Emiratos, Qatar o Bahrein. Lo que más nos preocupa, evidentemente, es el tema de la seguridad. Tenemos información de una viajera catalana, que estuvo hace dos años y que no afrontó mayores problemas en este sentido. Pero, necesitamos datos más actuales y no sé, si serán fáciles de obtener, buceando en los foros de internet en inglés. Por supuesto, lo que puedan decir las autoridades españolas o la embajada de Yemen, no nos merece ninguna credibilidad.

          El recorrido, a estas alturas de la película y por muy diversas razones, resulta incierto. Pero, por partir de algo, más o menos, podría ser lo siguiente: Saná, Seiyun, Al Mukalla, Aden, Taiz, Al Hudaydah Ibb y tal vez, la isla de Socotra. Desde el puerto pertinente y llegado el caso, viajaremos rumbo a Yibuti y Somalilandia, para desde Etiopía, regresar a España.
Karakol (Kirguistán)
          3º.- No hay mucho más, que explicar. Si nada de lo anterior nos convence o no es viable, regresamos a casa, aunque valoraríamos la opción de hacerlo con escala en Irán o en Azerbayán, para rutas no muy extensas, pero para nosotros, suficientes. Todo dependerá del precio de los vuelos y de la dificultad de la obtención de los visados de ambos países, en las ciudades de Delhi, Tashkent o Bishkek.

          Aunque, resulta una posibilidad bastante remota, no parece descartable, que demos un vuelco al viaje, si los precios de los vuelos nos cuadran y llevemos a cabo nuestra primera vuelta al mundo -algo, que por otra parte, me importa y seduce bien poco-, de la siguiente forma: España-Uzbekistán-Tayikistán-China-India-Japón-Brunei-Australia-Nueva Zelanda-isla de Pascua-Chile-este de Bolivia-interior de Brasil (oeste)-Venezuela-Trinidad y Tobago-islas de Centroamérica-Puerto Rico-Islandia-España.


          Este insuperable e idílico plan, entra más en la categoría de sueño, que en la de realidad, pero sería un inigualable colofón a todos los viajes largos anteriores. ¡Todo es cuestión de ir colocando las piezas del puzzle y de sacar la calculadora!. Tenemos más de tres meses para hacerlo viable.