Esta y las tres siguientes son, de la comarca de Liébana (Cantabria)
Es 31 de enero. Hace 20 grados en la
calle y un sol espectacular. Caminamos carretera arriba, armados de
cachivaches y de ropa invernal sobrante, tratando de acceder desde
las maravillosas playas de Suances, al pueblo. Tenemos dudas, sobre
como llegar y preguntamos a una chica, que viene despistada, de
frente. Se trata de una amble y joven “smombie” -a la que ya, le
sobran unos kilos-, que no separa los ojos de su pantalla digital y
que nos responde: “mirad, yo tampoco soy de aquí y estaba tratando
de aclararme, mirando el google maps”.
Una simpática lugareña entrada en
años, aunque no en carnes, que escucha la conversación, se ofrece a
ayudarnos desde la acera de enfrente: “si cruzáis, os puedo
enseñar un atajo, siguiendo unas escaleras, que hay aquí mismo;
siempre tenéis, que seguir pegados a la pared, porque si no, os
metéis en un barrio raro y así os ahorráis más de un kilómetro,
hasta volver a tomar la ascendente carretera”. Así lo hacemos, con
notable éxito.
Las dos de abajo son de las playas, de Suances (Cantabria)
A pesar de peinar canas hace años, yo
soy mucho de tecnología y de andar todo el día con el GPS en los
viajes. Sin embargo, me causa gran emoción -orgullo y satisfacción,
que diría el antiguo Rey-, que aún y aunque parezca lo contrario,
la forma más sencilla y eficiente de llegar de un sitio a otro, siga
siendo la cálida comunicación entre los seres humanos. ¡¡¡Chúpate
esa, google maps!!!.
La verdad es, que este viaje de cinco
días, a Cantabria, surgió de la nada. Retozando en el sofá mi
aburrimiento, escuche uno de esos tantos pitidos, que da el móvil,
cada rutinario día. ALSA nos ofrecía, viajar a mitad de precio, a
un montón de destinos, pero sólo teníamos cinco horas para
reservar. A duras penas, me desperecé, renuncié a ver El
Intermedio, de Wyoming y compatibilicé la serie televisiva de turno,
con averiguaciones varias, sobre un itinerario posible, en nuestra
trillada España. Y además y como siempre, ¡que fuera factible en
transporte público!.
Las dos siguientes son, de Potes (Cantabria)
Con esfuerzo y constancia, me salí
con la mía y sólo cinco minutos antes de que se acabara la oferta,
reservé billetes, a Santander, ida y vuelta, a 6,5 euros, desde
Valladolid. A partir de ahí, había que labrar un periplo de
destinos nuevos, sobre unas bases ya hechas de siempre -mezclar
ciudades, pueblos pintorescos, montaña y playas- y no era fácil,
porque en Cantabria, ya hemos estado muchas veces.
Las tres siguientes son de la comarca, del río Besaya (Cantabria)
A Potes y al monasterio de Santo
Toribio, de Liébana, le teníamos ganas desde hace mucho tiempo,
pero o siempre nos pillaba a trasmano o nos daba pereza, porque se
encuentra alejado de cualquier ruta. Baste decir, que se hace
necesario entrar en Asturias -vía Panes-, para volver a Cantabría,
por el bonito desfiladero de La Hermida. La información práctica
existente en internet, sobre esta ruta es escasa, confusa y muchas
veces, equivocada. Así, que a ver, si en un próximo post, aporto
algo de luz.
Eso sí y como cabía suponer, en la
red no hay ningún problema para encontrar detalles sobre los frascos de anchoas, de Santoña -a más de 40 euros el kilo- los caricos
-finas y suaves alubias rojas- con chorizo, el cocido montañés, el
lebaniego o la carne de tudanca (raza de vaca algo oscura, aunque
parece, que muy rica). Porque a la hora de subir cuestas o
callejeear, hay muy pocos voluntarios, pero a la de yantar, son
multitud, los que se apuntan.
Carrejo (Cantabria)
La cuestión “pueblos con encanto”,
parecía más difícil, aunque es verdad, que en la cornisa norte de
España, lo son, casi todos. Optamos por la comarca del Besaya, que
acoge bonitos destinos, como Cartes o Riocorvo. También por la de
Cabezón de la Sal, con pintorescos enclaves, como Carrejo y
Santibañez, donde un domingo cualquiera y como hace décadas, la
gente vestida para la ocasión, sigue reuniéndose delante de la
puerta de la iglesia -muy chula y norteña, por cierto-, después de
misa, para debatir sobre asuntos de interés particular, general -las
menos veces- o poner a parir a todo lo que se mueve (las más).
A continuación, tres de Cabezón de la Sal (Cantabria)
Quedamos tentados, de acercarnos, a
Liérnagues, pero ni la logística, ni las ganas de más de lo mismo,
ni la economía, nos echaron un capote.
En cuanto a playas, quedamos
maravillados, arribando a Suances y a Tagle (lástima, que no nos dio
tiempo a llegar, a la de Santa Justa, a unos dos kilómetros de esta
última). La de la Concha, muy tranquila y donde para que te cubra,
debes caminar hasta aburrirte, destinada para mayores y familias poco
activas. La de Los Locos, para surferos y gente más activa. Y la del
Tagle -o del Sable-, para bañarse en aguas algo bravas y en un
agradable y rocoso entorno. Siempre, las arenas doradas y finas, ¡lo
que resulta una delicia!.
Para finalizar, decir, que aunque
compramos billetes, a Santander, nunca llegamos a dejarnos caer por
esta ciudad. Establecimos, como centro base principal, Torrelavega,
donde encontramos un alojamiento muy barato (hasta hicimos la ruta
del Colesterol, en esta ciudad, que es más esforzada y tediosa de lo
que a simple vista, parece).
Nos surgieron muchas alarmantes dudas,
sobre si podríamos abordar el regreso, desde esta parada intermedia,
sin avisar a la compañía de autobuses. Nos arriesgamos y no hubo
más problemas -afortunadamente-, que en ALSA están implantando una
nueva tecnología de control de pasajeros, que de momento, da
demasiados quebraderos de cabeza a los conductores, por estar en fase
de experimentación.
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