Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Comarcas del Besaya y Cabezón de la Sal

                                                 Esta y las dos siguiente son, de Cartes (Cantabria)
          Cuando éramos jóvenes y pobres, dilapidábamos todo nuestro presupuesto vital en viajes, sin que pareciera haber un mañana. Sobre todo, dedicábamos cantidades del dinero de entonces -en pesetas, claro-, a restaurantes y tabernas de copiosos y originales menús, a bares de originales tapas apetitosas y cervezas frescas o a pubs de música del momento, fundamentalmente, española y cubatas cargados.

          Hoy, siendo medio ricos y habiendo sobrepasado -seguro y en el mejor de los casos- más de la mitad de nuestras vidas, almorzamos de bocadillo, snacks o de latas de comida preparada, engullimos cerveza de litrona de plástico y optamos por transportes y alojamientos, low cost, donde ello es posible y cada vez, más frecuente (lástima, que todavía no se haya inventado el menú del día de bajo coste, aunque todo llegará y lo celebraremos con exultante regocijo).

          Para nuestra infinita felicidad, con casi todos nuestros sueños viajeros ya cumplidos y después de tres intensos periplos por España, durante los dos últimos meses, se nos ha ocurrido -nada original, por cierto-, que una vez, que hayamos realizado todos los viajes internacionales pendientes -largos, medianos o cortos-, el periplo estrella de nuestra vejez, debe consistir en un itinerario gastronómico por toda la piel de toro, ya sólo acompañados de paseos suaves y trekkings muy selectivos y no demasiado exigentes. Y es, que en la mayoría de los lugares, que hemos visitado últimamente, en Asturias, Andalucía, Murcia o Çantabria, se presentan numerosas opciones culinarias para chuparse los dedos.

                                         Esta es de Riocorvo y la de abajo, de Caldas de Besaya (Cantabria)
          Mientras ello llega a nuestras vidas -y que tarde, lo más posible-, os contamos en este post, lo que hicimos en nuestros dos primeros días por las siempre acogedoras tierras cántabras. La primera jornada, la dedicamos a recorrer la comarca del río Besaya. Teníamos previsto conocer los bonitos pueblos de Cartes y Riocorvo, pero como la senda peatonal -y ciclista- lo propicia y la temperatura también, nos acabamos acercando, a Caldas de Besaya -balneario, que no sabemos si funciona o no, aunque parece lo segundo-, Barros -mayormente, un polígono industrial horrible- y Los Corrales de Buelna, que presenta una iglesia norteña muy chula, enclavada en un extenso recinto ajardinado.
Los Corrales de Buelna (Cantabria)
          La ruta, que casi en todo momento trascurre junto al poco caudaloso río, resulta agradable y en nuestro caso, bien animada por el omnipresente sol y el crudo y descarnado paisaje invernal. No escatimamos esfuerzos tampoco, en ascender hasta el santuario de Nuestra Señora de las Caldas, ubicado junto a una residencia de personas disminuidas mentales y de una hospedería, que dispone de catering enlatado, que les proporciona una empresa del ramos, en una discreta furgoneta.

                                         Estas dos son, de Correjo y las últimas, de Cabezón de la Sal (Cantabria)
          A lo largo de la segunda jornada, nos acercamos, a Cabezón de la Sal, que dispone de una corpulenta y bella iglesia y de unos pocos monumentos más de interés, ubicados a lo largo de una exigua zona peatonal. Además, un atractivo poblado cántabro, que contemplamos y fotografiamos desde fuera, dado que a la autoridad competente no se le ha ocurrido más brillante idea, que cerrar durante la segunda quincena de enero todos los museos y lugares de visita de la comarca. Sin otra razón, como no podía ser de otra manera, que porque les ha dado la real gana.

          Por una acera, que no ofrece pérdida, ni peligro, se alcanzan los encantadores pueblos, de Carrejo -majestuosas casas de piedra y terrazas y tejados sobresalientes, impregnados de constante e insoportable olor a estiércol- y la contigua, Santibañez, de las mismas características, pero algo más pequeño. Por supuesto, todo rodeado de vacas, caballos, verde recalcitrante hasta la saciedad y montañas, para no decepcionar a nadie.


          Como premio final, tuvimos la merecida suerte de terminar la tarde y la noche, en Potes -una delicia, su relajado paseo nocturno-, donde pagamos el alojamiento más caro del viaje (40 euros y con fortuna,, porque casi todos están cerrados en esta época. Empezó entonces, la parte más interesante de esta fugaz escapada, compuesta por esta reseñada localidad, la cercana comarca de Liébana y las playas de Suances. De todo esto y con muchos detalles, os hablaremos, a lo largo de las próximas tres entradas del blog.  

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