martes, 13 de febrero de 2024
domingo, 11 de febrero de 2024
Adiós a las montañas, camino de Assam y del verano
Darjeeling Siliguri están separadas por apenas 75 kilómetros, pero mientras en la primera, hoy, el rango de temperatura era 13-0, en la segunda 27-14. ¡Vamos: del abrigo, a la manga corta!. Una está a 2.050 metros de altitud, mientras que la otra, a 122. Se puede decir, que al regresar esta mediodía, a Siliguri, hemos vuelto al verano por enésima vez, pero ahora, para quedarnos en él, hasta el final dé este decimo periplo largo. ¡Adiós a uno de mis dos polares, que flamantemente, vestirá un indio!
Pero, la última noche en Darjeling no fue muy calurosa para nosotros, a pesar de las tres mantas. Frío no pasamos, pero tampoco entramos en calor completamente y a ratos, debimos taparnos la cabeza. Vamos, que salir de esa madriguera a la mañana siguiente era toda una perezosa epopeya.
Pero, había que hacerlo y el reinante sol de estos tres días nos ayudó. Quedaba la última visita: la Pagoda de la Paz, sita a unos 3 kilómetros. Enfilamos hacia arriba por la estrecha calle Ghandi, pero a medio camino nos dimos la vuelta, por lo peligroso de los agresivos todoterrenos y más, llevando los bultos a cuestas, ¡Será por estupas! Así, que tomamos la misma arteria hacia abajo, en dirección a la plaza Chowrasta y el bazar. Vistas espectaculares de los alrededores, que disfrutamos a medias, por ir más pendientes del tráfico.
Tomamos a las 11:30 el bus de vuelta a Siliguri. Salvo en las faldas del Himalaya, los paisajes son bastante aburridos, en India, cuando viajas, salvo que te pirren los campos de arroz. El único entrenamiento suele ser ir contemplando los deteriorados pueblos, con sus cacharros y sus negocios de cuatro cosas, en los que siempre cuelgan las omnipresentes tiras de bolsas pequeñas de snacks. ¿Alguien será capaz de calcular, cuantas se ofertan en todo el pais? Tal vez, miles de millones.
Otra cosa son los intensos olores, que entran por las ventanillas del autobús o del tren, que se repiten, aunque no siempre en el mismo orden. El que más odio es, el omnipresente a chapati quemado. Tal vez, porque se repetía cada día en una casi hermética habitación en Calcuta hace diez años, cuando atravesábamos momentos bajos. Me da ligeras arcadas. El segundo, el de los meados reconcentrado.
A la basura y a las vacas y sus mierdas, ya casi no nos huele desde mediados del primer viaje a India. Otros son, a humo, a humanidad, a animales varios, a incienso, a ambientador, a fritanga diversas, a fango, a polvo , a cables quemados, a bencina...La cosa empeora sobre manera, cuando se entremezclan varios de ellos, lo que suele ocurrir muy frecuentemente.
La novedad del viaje de hoy de vuelta, a Siliguri, ha sido precisamente, que no ha habido noticias, por primera vez en este periplo. Tan solo, un enfrentamiento entre nuestro conductor y un motorista, que casi llegan a las manos. ¡Poca cosa! Hemos tardado tres horas y cinco minutos, casi una hora menos, que a la ida.
Si el tren no nos falla, mañana a media noche partimos para Guwahati, en Assam. Queremos visitar también y por criterios logísticos, Meghalaya, Tripura, Manipur y Mizoran. Hemos descartado Arunachal Pradesh y Nagaland.
El juego del tren
Cada tarde, cuando llegamos al hotel y desde el primer viaje al país decimos: "otro día, que hemos sobrevivido en las calles de India". Después, llegan la quietud y el relax de la ducha, la cena, la cerveza el güisqui...
Pero hoy, los mayores nervios y la peor angustia los hemos pasado ya en el alojamiento, al darnos cuenta, de que habíamos cometido un gravísimo error de principiante. Al comprar los billetes desde New Jalpaiguri a Guwahati, no habíamos mirado, previamente, de donde sale este expreso . Al constatarlo, llega el horror. Es sábado. Hemos comprado los tickets a las tres de la tarde para el martes de madrugada y el convoy ha salido hoy, a las cinco y media de la tarde.
Lo explico mejor: el tren tiene su origen en Kanyakumari -la punta o end of India - y hasta New Jalpaiguri hay un recorrido de unos 3000 kilómetros y unas 55 horas de viaje. Si para 1600 kilómetros nuestro tren de Delhi se retrasó quince horas, ¿qué día puedes aparecer este en nuestra estación? ¡Pánico, por podernos quedar bloqueados en esta ciudad mucho tiempo!
Por los dos billetes hemos pagado poco más de seis euros, por lo que anularlos -aunque no nos devolvieran el dinero - era lo de menos. El problema surgía porque ya no había boletos de sleepers para ese día y el siguiente. Así, que estamos atrapados igual. Estudiamos, si nos quedaba algo por visitar en los alrededores de Siliguri y no encontramos nada accesible.
Recordamos entonces, a pesar de que el frío de la habitación no nos dejaba casi pensar, que unos chicos del tren de Delhi tenían una aplicación, que precisaba todos los movimientos y estado actual de cada tren en circulación, en India. Descubrimos, entonces, que se llama "where is muy train" y nos la descargamos.
Ni el juego de tronos, ni el del calamar, ni el del rol, ni los del hambre ... No hemos visto cosa más adictiva, porque cada diez minutos andamos mirando por donde anda el tren y así, hasta el martes.
Decir, que partió con veintidós minutos de retraso de Kanyakumari. Llegó a acumular casi una hora de retardo durante la madrugada, pero ha ido recuperando a lo largo del domingo, hasta los once minutos actuales ( cuando esto escribo, 19:59 hora local). No estamos contentos, a pesar de la puntualidad, porque aún queda mucho partido por jugar para nuestro expreso, número 22503, que ahora anda por Rajahmundry. Guwahati nos espera, ¡pero no sabemos cuándo!
sábado, 10 de febrero de 2024
Darjeeling
Había, que dividir el día entre gestiones logísticas -buscar nuevo hotel, comprar los billetes de tren ,a Guwahati (Assam)- y buscar cambio, tarea difícil y las visitas a Darjeeling y optamos por hacer primero, esto último.
Darjeeling y después de una jornada de más de 44000 pasos, nos ha parecido una ciudad un poco más agresiva, que ayer y dos son los motivos: los descontrolados e irrespetuosos todoterrenos -suponen el 80% del tráfico total - y los omnipresentes perros. No es fácil manejar está situación, si pasas largos tiempo, sobre el asfalto. De hecho, ayer y preguntando en un hotel me embistió un can.
Descartadas todas las gompas de las afueras -muy distantes-, comenzamos ascendiendo por la zona peatonal de ayer, hasta la curiosa y agradable plaza Chowrasta. Aquí se abren tres posibilidades.
Una ruta de unos veinte minutos, caminando sin tráfico, visitando tres miradores -el segundos, curiosamente, tiene una alambrada- desde donde contemplar el Khangchendzonga. ¡Magnífico!. Hemos tenido suerte, porque el día está despejado y soleado y luce majestuoso.
La segunda opción es llegar hasta la gompas de Bhutia Busty, que no es una estupa, sino un monasterio. Entre ir y volver y verlo, se tarda una hora.bel camino es descendente/ascendente, el firme muy malo y está lleno de motos, pero se pueden contemplar las viviendas tradicionales de la zona. Es bonito, pero esperábamos otra cosa..
Más cercano está el templo hindú -lleno de molestos monos- de Makahala. El complejo no es gran cosa, pero el ambiente resulta magnífico, debido a la avalancha y actividades religiosas de sus fervientes fieles.
De la plaza, salen dos calles peatonales para el otro lado, siendo la mas famosa, The Mall.
Ya solo nos quedaba el templo hindú, cercano a la estación de trenes, de Dhirdhan, enclavado en uns explanada rodeado de chabolas sin agua corriente, que tiene una bonita torre.
Comprar un billete de ferrocarril o cambiar dinero sin cosas, que en cualquier parte del mundo son sencillas. Pero, en India, suelen enquistarse. Veinticinco minutos -sin cola-, para comprar el tramo New Jalpaiguri - Guwahati, por constantes malentendidos con el desagradable taquillero (Darjeeling no tiene tren convencional, pero si oficina de venta de billetes, a todas partes.
En dos días, no habíamos visto donde cambiar dinero y preguntamos en una agencia de viajes, donde nos indican una tienda de artesanías, llamada, Ridhi Sidhi con una tasa malísima por lo que solo canjeamos 29 euros.
Está en Laden La Road, a unos cien metros de la calle peatonal principal, al lado de la torre del reloj. Al volver al hotel y por la calle principal, que hemos recorrido más de veinte veces, vimos una tienda de electrodomésticos, donde también cambiaban. Estás cosas nos pasan más a menudo de lo deseable
Actualización del balance de guiris: Sikkim 4 - Darjeeling 16, la mayoría viejunos.
Hoteles de invierno, hoteles infierno
Después de que anocheciera y de dar varios paseos por el bazar y las calles peatonales, nos recogimos en el hotel y comenzó el calvario. A los diez minutos de estar en la habitación, teníamos los pies, las piernas y las manos congeladas. En la alcoba, había solo una manta, que no solo iba a ser insuficiente para dormir los dos por la noche -estimamos, que nos íbamos a quedar a entre los cinco y los seis grados -, sino para poder pasar la tarde tapados los dos. Poca ayuda nos proporcionaba nuestra fina manta de Etihad.
A esas alturas, ya habíamos decidido, que no pasaríamos aquí la siguiente noche de ninguna de las maneras. Trataríamos de volver a buscar el reservado en Booking -de 700 rupias-, iríamos al de el lado -de mil- o por este precio, a unos, que habíamos visto de unos chicos jóvenes, más lejos del centro.
A la hora de estancia, salimos a pedir una segunda manta, ya cabreados, pero encontramos abierta la habitación de al lado y nos agenciamos la suya, sin más miramientos. Así, pasamos la tarde algo mejor -las manos siempre frias- y para dormir, pudimos las dos encima, poniéndonos muy juntitos, porque no tapaban toda la cama. No pasamos frío, pero tampoco, sensación de calor, aunque sí un enorme peso encima
Al menos, a la mañana siguiente nos permitieron dejar el equipaje en recepción, mientras íbamos a hacer las visitas y a buscar otro hotel. Como ejemplo muy gráfico de esta estancia en el hotel Purni, baste decir, que a mí pareja se le congeló una lentilla, lo que no le había ocurrido nunca. Finalmente, nos decantamos por el reservado por Booking, ayer no nos funcionaba la bolita azul de Google Maps, por lo que resultó más fácil encontrarlo hoy, con dos sorpresas: habíamos pasado delante de su puerta ayer, sin detectarlo y -según nos dijo una señora de una tienda cercana-, lleva cerrado desde las pandemia. Y, ¿aún sigue apareciendo en Booking? Ya nos pasó algo parecido en Lombok, hace cinco años. Menos mal, que nuestra reserva era sin tarjeta de crédito .
Para llegar al hotel de los chicos jóvenes hay que sortear una auténtica gimkana de cosas múltiples, que hacen el camino muy incómodo. Al agarrarme a un poste metálico, para no caerme, me dió una fuerte descarga eléctrica.
En nuestro nuevo dormitorio, hemos mejorado algo en aislamiento -suelo de moqueta y paredes de madera -, en mantas -tres estando enrollado en una de ellas, mientras escribo - y en el baño. Pero seguimos sin una sola fuente de calor - cuando se prevén cero grados de minima- y con unos vecinos muy pesados.
Mañana, volvemos a Siliguri y por tanto, al verano.