Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

lunes, 19 de diciembre de 2022

Benaulim

           La playa magnífica de Benaulim,  se encuentra a poco más de un kilómetro de donde te dejan los autobuses. Primero, hay casas y negocios, después campos -en los que no falta la basura - y posteriormente, se llega al aparcamiento. No hay excesivo tráfico, para el que estamos acostumbrados a soportar todos los días. De camino, aparte de alguna Guest House suelta, vemos una carnicería, con las salchichas -no se especifica el animal del que proceden -, a 500 rupias el kilo, el cerdo a 300 y la gallina viva, a 150 los mil gramos.

          La playa de Benaulim aglutina decenas de barcas un poco decadentes y con nombres portugueses  en su proa y también, luciendo imágenes religiosas del cristianismo. Tiene algunos bares, unas cabañas muy bien montadas y vendedores aislados de masajes y flores o de collares de conchas. Guiris, los contados e indios, menos 

          De nuevo, arena blanquísima y otra vez, nos ha pillado la marea baja. Cuando suba, la playa quedará cortita a lo ancho, pero como siempre, a lo largo no tiene fin. Después de seis días aventureros y playeros -aunque solo con dos baños-, por Goa, mi podium de arenales es, por orden descendente, Palolem, Arambol y Benaulim.

          Mañana, si nada lo impide, partiremos para Bombay, empezando las maniobras de aproximación del viaje. Cuando lleguemos a casa, ya no me acordaré, por qué me ofrecen taxi, cuando estoy paseando sin equipaje o iv5 cream, cuando tengo cara de mala hostia y cargo con la mochila, porque no nos aceptan en los alojamientos, con el clásico, "no rooms", "is full" Se nos quitarán ya los granos malignos procedentes de los colchones, el furibundo catarro de un solo día y esperamos a estas alturas, no tener, que escribir más posts de este viaje. Significaría, que ocurra lo que ocurra, es lo esperado y deseado.

domingo, 18 de diciembre de 2022

17 minutos

          Pues sí y para nuestra fortuna, aprovechamos el día muerto de este viaje a tes de partir para Bombay. Tras ir a la estación de trenes y descubrir, que el convoy, a Chador, tiene unos horarios muy limitados, descubrimos, que, los buses , que van a Colva, paran también, en Benaulim. Fueron solo diesisiete minutos unos parecieron muchos más, aunque ya habíamos tomado un par de cervezas, que templaban los nervios. Escalar al cacharro ya cuesta y eso, que en India -a diferencia de otros países-, no arrancan, hasta que sube el último pasajero.

          Era hora punta de ir a la playa y en el pasaje predominan chicas jóvenes, con unas mochilas, que parece, que hubieran decidido irse de casa. Con las ventanas a medio abrir -atascadas por la vejez del vehículo-, el calor es asfixiante, ya que la velocidad es muy lenta, dado que el cobrador no rehuye coger a cualquier persona, a pesar de que los que vamos de pie, cada vez nos van empujando más a la parte trasera del bus, comprimiéndonos.

          La chica de al lado, me clava la mochila en las costillas y me pisa sin inmutarse. La de atrás no sé si me está tocando el culo, apoyando el suyo contra el mío o tratándome de tangara el móvil y el monedero con el dinero del día, ue llevo en los bolsillos de atrás con cremallera, porque no me caben en los de delante.

          Sube gente y más gente y no baja nadie. Llega el cobrador, a hacer su trabajo y se introduce por cualquier recoveco, aplastándonos más. Hay, quién te clava sus nudillos en nuestra huesuda espalda. Menos mal, que hoy vamos sin bulto a cuestas, porque de lo contrario habríamos perdido la respiración.

          El cobrador, que nos había  tranquilizado, con que nos avisaría de nuestra parada, como siempre ocurre en este país, se olvidó de nosotros y bajamos de forma abrupta, saltando por encima, de todo lo que pillamos por el medio. Y, cuando bajas, como siempre, no tienes ángulo de visibilidad y te arriesgas a que te atropelle una moto o un coche o a partirte una pierna.

          Esto es, lo que hay que hacer aquí, para pegarte un día playero, aunque la brutal experiencia te lleva tan solo un poco más de quince minutos. 

viernes, 16 de diciembre de 2022

La misma India para todos

           India es un caos de tráfico a todas horas, incluida la madrugada. Sin embargo, como casi todo en el país, la circulación tiene sus horarios. Por  lo mañana, los vehículos de reparto, los camiones y autobuses siembran el pánico en todo ser viviente, menos en las vacas. Colapsan el tráfico, porque a veces, tienen, que hacer mil maniobras para entrar o salir de calles estrechas o de las atestadas por puestos callejeros, motos aparcadas, motos circulando, personas... Los motoristas, además de salvajes, son unos cracks esquivando todo lo que se mueve o permanece estático. Creo, que deben llegar a casa con dolor de piernas y de cintura, porque además suelen llevar a  , a dos y más personas de paquete, generalmente, adultos.

          Sobre las ,13 o 14 horas, desaparecen los vehículos pesado casi por completo y queda un tráfico fluido de ciclomotores, que te taladra el cerebro,pero, que al menos, no hace recular al peatón.

          Al atardecer, el noventa por ciento de los vehículos de motor, que transitan por el asfalto - cuando lo hay- son motos, pero con una conducción mucho más agresiva y temeraria. Es hora de refugiarse en el hotel, sino se quiere comer riesgos.

          Salvo en las estaciones de buses y de tren, donde el servicio es permanente,, la comida también tiene sus horarios en los tenderetes y negocios de la calle. Por ejemplo, aquí en Margao, nos hemos acostumbrado  a comer a más de las cinco de la tarde, que es cuando empieza la fritura de las bondas, las guindillas, las samosas, los sándwiches... porque al mediodía, la oferta es muy escasa. Hay otros vendedores de mañana, pero son mucho menos y el género suele estar frío y llevar hecho unas cuantas horas (sino de la jornada previa. A medianoche y en las ciudades de tamaño medio a pequeño, es complicada ingerir comida de forma económica.

           En India , lo caro no tiene porque ser bueno, ni lo barato malo. Hemos estado en algún hotel de 1200 rupias, para que el baño -siempre dentro- sea indigno del precio de esta alcoba. Por el contrario, hemos pernoctado en alojamientos de 600, con sus sanitarios nuevos o muy bien mantenidos.

          Pero es que además, India nos iguala a todos: tú puedes estar en un resort de lujo de 6000 rupias y yo, en una cabaña de ,500, pero al salir a la playa, a la calle, al campo...nos vamos a encontrar exactamente lo mismo.

          El hábitat urbano o rural no te protege de mejor manera por tener más dinero o dilapidar lo poco, que poseas, salvo que viajes en una burbuja. Por mucha pasta, que tengas, no podrás eliminar la basura, las aceras destruidas, las vacas, los olores deliciosos mezclados con los nauseabundos, los lodazales sin fondo...

          Esta mañana y en la tienda del alcohol, vimos a unos chicos distraídos y formando cola, preguntando por botellas de cerca de 2000 rupias. Lo que yo bebo por las noches, cuesta 30 y unos y otros, dependiendo del ritmo de ingesta y la cantidad, vamos a conseguir lo mismo por una parte, perjudicarnos y por la otra, relajarnos o mamarnos.

Los autobuses del diablo merodean por Margao

          Solemos victimizarnos y echar la culpa a la India -asi, en general-, de las cosas malas, que  nos suceden en el país. Y, no faltando os razón, debemos asumir, que muchos de los momentos difíciles, dependen de nuestros erróneos actos o falta de cálculo. No es el caso de tener, que tomar cinco autobuses, para menos de 100 kilómetros, tres de ellos en cacharro infernal, carretera demoníaca, música diabólica y cargas y descargas de pasajeros, casi satánicas.

          Por cierto, hemos descubierto, que para destinos secundarios, en Goa, operan destartaladas empresas privadas, con pocos horarios y vehículos muy deteriorados, que ponen a los autobuses estatales, casi a la altura del lujo.

          Tampoco dependió de nosotros, que se hayan ido las lluvias y cada día haga más calor insufrible y humedad. Pero sí, fiarnos de nuestros recuerdos anteriores y abordar andando el largo y peligroso camino, que comunica las estaciones de bus y tren, de Margao. El sofoco y el estrés,podrían haber por si solos habernos dejado KO, pero es que además, por poco acabamos debajo de un coche de gama alta, en un peligroso cruce.

          Cuatro viajes a India y aún no se responder, si es mejor circular siendo el último mono de la calzada o por las imprevisibles aceras llenas de todo tipo de cosas y de asfalto irregular. En un momento dado y al bajarse de una moto, un salvaje me pega una patada, sin ni siquiera mirarme. Al menos, esta disparatada excursión por la caótica Margao, nos sirvió para controlar un par de hoteles en el centro, de precio adecuado.

          Pero, no. No nos recogimos en uno de ellos y nos fuimos, a Colva, con los bultos a cuestas, en otro descontrolado bus, que avanzaba a trompicones y con música religiosa -cristiana, con ritmos indios- a todo volumen. Ya habíamos estado allí, hace ocho años y no fue nada fácil encontrar alojamiento. Colva es un lugar pretencioso y no de trotamundos, como Palolem o Arambol. Ni siquiera pudimos comer, más que snacks y galletas, porque por una maldita tortilla francesa, nos pidieron tres veces más, de lo habitual. Cuatro fotos de la concurrida playa, un vídeo y regreso a Margao, en otro cacharro conducido y cobrado por el mismísimo Belcebú.

          Unas bondas calentitas, en un puesto, que no estaba esta mañana, fueron la recompensa final del día. Mi pareja dice, que ha sido una jornada horrible. Yo no estoy de acuerdo, porque a pesar de todo, se han cumplido los objetivos principales. De todas formas, el día que hagan el  "Cuéntame" de India, yo no me perderé ni un solo capítulo.

jueves, 15 de diciembre de 2022

Cambio drástico de planes

           Este post se podría haber titulado, el día de los cinco autobuses +tres de ellos infernales -, la mañana en que casi morimos atropellados, 35 grados y un 80 por ciento de humedad o el duro constipado, que duró menos de 24 horas. Pero le hemos dado este titular, porque fue el hecho más relevante del día. Pues sí, solemos tomar muchas decisiones esperando, que caigan por su propio peso y eso ha pasado una vez más.

          Teníamos enfrentados desde tiempo atrás entre si -como el Diwali confronta el bien y el mal, la luz y la oscuridad- dos planes bien diferentes: el lento e incierto, para llegar, a Bombay, ascendiendo y parando en tres o cuatro sitios de camino o el  rápido y más  cómodo, de bajar a Margao y tomar un expreso nocturno, a la capital de Maharastra desde donde deberemos, volver, a España.         

          Las ventajas de la primera opción eran muy pocas o casi ninguna. Los inconvenientes, casi todos. Un único bus al día, a Malwan desde Mapusa, perdiendo toda la mañana -es muy difícil cambiar de estado con buses directos y sin trasbordo-, mucho esfuerzo y, probablemente, tener que pasar, otra noche en un incomodo vehículo estatal; los precios del alojamiento y el alcohol, en Maharastra, la incertidumbre de la valía de los destinos seleccionados y sus conexiones. Es verdad, que teníamos tiempo suficiente para eventualidades, pero ninguna gana de afrontarlas.

          Tomada la decisión definitiva, solo quedaba volver, a Margao, con varios trasbordos y comprar los billetes del expreso, esperando en pleno ,Diwali, que los hubiera para nuestra fecha. A pesar de haber cambiado todo el emplazamiento de las reservas en la terminal de esta ciudad, este trámite -otrora, con momentos difíciles -lo resolvimos bien y con brevedad. Nos quedan cinco días de periplo y la duda ahora es, si los utilizamos de paso para visitar sitios pendiente, como Matheran o Nasik o nos acomodaremos y dejaremos morir el viaje.

miércoles, 14 de diciembre de 2022

Arambol

          Nos despertamos mucho antes de lo necesario y no fue por culpa del estrépito de las cercanas olas o de los persistentes graznidos de los numerosos cuervos. En este entorno rural y disperso de Anjuna, hay mucha más vida animal, que en nuestros anteriores destinos. Están además los aburguesados perros, que apenas se levantan del suelo y sobre todo, una tropa de poderosas vacas con sus crías, que estuvieron a punto de jugarnos una mala pasada. Estábamos en el exterior de un hotel con wifi libre, cuando llegaron en tropel a las cercanas charcas y tuvimos que dejar la zona y las descargas, antes de salir trasquilados a cornada limpia. Debemos añadir las moscas, que pululan en torno a ellas y las agresivas hormigas rojas, que caen, constantemente, desde los frondosos árboles.

          Iremos hoy al cuarto destino, de Goa, en este caso, Arambol. Como en otros viajes hay ratos bien largos -a veces, incluso dias- en los que estamos hartos de la India. En Goa, estamos especialmente cansados del calor extremo y del transporte público, mucho más salvaje que en otros estados. A veces, para hacer 50 kilómetros hay, que coger dos o tres autobuses y no es raro tener que viajar de pie, botando como loco sobre los speed breakers.

          Pero, también estamos hasta las narices de lo brutos , que son los indios; del olor a incienso, a basura y a fritanga; de las hamacas y sombrillas desplegadas hasta la orilla de la playa...vamos, lo de siempre. La India es dura, pero lo es mucho más, como en este viaje, sino tienes trenes expresos, donde viajas relativamente rápido y estás protegido en tu litera.

          Como el recorrido empezó tan duro, me obsesionaba con la frase "quiero que no amanezca nunca para no dejar este hotel". Cuando llegó lo bueno cambie a "quiero que lleve mañana, para seguir disfrutando" Cuando me cansé, pase a ," quiero que llegue pronto el final del viaje" Y desde hoy, a punto de tocar la vuelta a Marahastra, regreso a la primera premisa.

          Arambol, cuenta con aceras -aunque no al final de la calle principal, plagada de tiendas de casi todo- y con una extraordinaria playa, en la que desemboca una agradable callejuela comercial. El arenal de tonalidad blanca, cuenta con unos bonitos acantilados, un enorme mercado en la parte derecha y una zona más accesible para el baño a la izquierda. Como en casi todas las playas de Goa, nunca se ve el final. Aquí estamos con un buen wifi y hasta con toallas en el hotel, por segunda vez en todo el periplo.

          Arambol tiene más similitud con Palolem -también en el tipo de alojamiento+, que con Candolim y Anjuna.

          Las noticias son algo preocupantes, en cuanto a nuestro retorno, a Maharastra. En la ventanilla de la estación de Mapusa nos han dicho, que solo hay un bus al día, a Malwan, pero hay carteles donde se indican más. Otra vez, con informaciones cruzadas con los horarios del transporte. Lo que hace desde varios días que nos pongamos nerviosos.

          Hoy es la segunda jornada de Diwali y para celebrarlo, se ha ido la luz durante dos horas en todo el pueblo. ¡Porca miseria!.

martes, 13 de diciembre de 2022

Cambiar dinero, pesadilla olvidada

          Estamos en Goa y aquí puedes cambiar dinero desde una joyería, una agencia de viajes o hasta la tienda de la cerveza. Esto, que ahora es una anécdota, nos causó bastantes problemas en la primera semana del viaje. Ni en la mismísima Bombay, encontrábamos forma de convertir nuestros euros en rupias. Tuvo que ser un señor muy mayor de un puesto callejero, al que ayudaron a juntar la cantidad otros comerciantes de la zona. El nos sacó del apuro. Sin pretenderlo, nos regaló 1.000 rupias , pero nosotris no hicimos nada por corregir el error.

          No vimos ni un solo sitio donde cambiar, hasta días después, en Kolhapur. Dos simpáticos chicos de una agencia de viajes y transferencias de dinero, a los que habíamos ido a preguntar por autobuses a Bidar, nos canjearon 100 euros por la mañana y otros tantos por la tarde, a una tasa muy razonable. El siguiente cambio fue en Gokarna, lugar donde hemos visto más guiris hasta ahora. Se produjo en otra agencia de viajes, aunque nuestro primer hotel, también lo ofrecía.

          Aunque anteriormente, habíamos llevado a cabo tres viajes largos, a India, nos sorprendió el asunto de la dificultad de la conversión de divisas, porque en ellos siempre tiramos de cajero, con las tarjetas de ING o de Evo Banco, que ya no tenemos. Caixa Bank, nuestro banco principal actual, te sangra por sacar en el extranjero, un cinco por ciento de la cantidad extraída. ¡Un robo más, de los habituales de los bancos!

          Convertir nuestras rupias en euros, a la vuelta en el aeropuerto, de Bombay, nos salía tan tremendamente abusivo, que nos las trajimos para casa, esperando utilizarlas en el quinto viaje al país, tal vez, el año, que viene.

lunes, 12 de diciembre de 2022

Anjuna

           Seguimos transitando por Goa con la vista más o menos puesta en nuestro regreso, a Maharastra, entre un extraordinario calor y muchísima humedad. Hace dos días, que ya no nos acompañan las tormentas vespertinas. Continuamos bebiendo mucho y bien, aunque ya somos conscientes después de dos días, a base de snacks y galletas, de que no vinimos a este estado por su gastronomía. En Gokarna, por 90 rupias, te comías un generoso thali de pescado fresco y por 20 más, 9 trozos de pollo al curry. Aquí, un triste biriyani vegetal te cuesta 150.

          Los autobuses estatales en India, viajan con las puertas abiertas y no llevan música. En Goa, las cierran, mientras te machacan con esas canciones de señorita de voz aguda y algo desafinada. Además, ponen los destinos en nuestro alfabeto y las referencias a Jesucristo y a la Virgen son constantes. Nos da la sensación, de que aquí el transporte está en manos de particulares, porque los cobradores y conductores, tampoco llevan uniforme, cómo es habitual.

          En India y en Goa también, todo pica: la comida, los granos de la piel, el sol... Nos vamos alternando mi pareja y yo, en animada competición, a ver quién es el que más se rasca.

          El destino de hoy ha sido Anjuna. Nos ha costado algo más de tiempo encontrar alojamiento, a pesar de que están casi vacíos. La mayoría, prefieren más no dar su brazo a torcer, que bajar el precio y ganar un cliente. La habitación, normalita, pero con una terraza desde donde se divisan unas impresionantes vistas marinas y de los acantilados. Llevamos en este viaje doce alojamientos, y solo tres han tenido wifi, aunque nos buscamos la vida por otras partes.

          Anjuna es un lugar algo disperso y sin aceras, resulta muy animado en la zona de su agradable bazar -sobre todo al atardecer - y en la extraordinaria playa, que mezcla zonas rocosas con un colosal arenal. En ella, los indios hacen el bestia, reposan en las hamacas o se dan al drinking en los bares cercanos a la orilla. No demasiados guiris, un templo hindú y una iglesia cristiana ponen la guinda a este agradable lugar 

          Hoy, ha comenzado el Diwali, que ya vivimos en 2011 en Utar Pradesh y Madya Pradesh. No hemos visto espectáculos de luces, como entonces, aunque si cohetes y fuegos artificiales, un poco fallidos.

          Mañana partiremos para Arambol o regresaremos a Maharastra. En este caso, adiós a la cerveza India, que tan bien entra fría y tan asquerosa está caliente. ¿Será la maldita glicerina?.

domingo, 11 de diciembre de 2022

sábado, 10 de diciembre de 2022