La playa magnífica de Benaulim, se encuentra a poco más de un kilómetro de donde te dejan los autobuses. Primero, hay casas y negocios, después campos -en los que no falta la basura - y posteriormente, se llega al aparcamiento. No hay excesivo tráfico, para el que estamos acostumbrados a soportar todos los días. De camino, aparte de alguna Guest House suelta, vemos una carnicería, con las salchichas -no se especifica el animal del que proceden -, a 500 rupias el kilo, el cerdo a 300 y la gallina viva, a 150 los mil gramos.
La playa de Benaulim aglutina decenas de barcas un poco decadentes y con nombres portugueses en su proa y también, luciendo imágenes religiosas del cristianismo. Tiene algunos bares, unas cabañas muy bien montadas y vendedores aislados de masajes y flores o de collares de conchas. Guiris, los contados e indios, menos
De nuevo, arena blanquísima y otra vez, nos ha pillado la marea baja. Cuando suba, la playa quedará cortita a lo ancho, pero como siempre, a lo largo no tiene fin. Después de seis días aventureros y playeros -aunque solo con dos baños-, por Goa, mi podium de arenales es, por orden descendente, Palolem, Arambol y Benaulim.
Mañana, si nada lo impide, partiremos para Bombay, empezando las maniobras de aproximación del viaje. Cuando lleguemos a casa, ya no me acordaré, por qué me ofrecen taxi, cuando estoy paseando sin equipaje o iv5 cream, cuando tengo cara de mala hostia y cargo con la mochila, porque no nos aceptan en los alojamientos, con el clásico, "no rooms", "is full" Se nos quitarán ya los granos malignos procedentes de los colchones, el furibundo catarro de un solo día y esperamos a estas alturas, no tener, que escribir más posts de este viaje. Significaría, que ocurra lo que ocurra, es lo esperado y deseado.